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7. FACTORES QUE LLEVARON AL EXTERMINIO 7.1. NECESIDAD DE REUBICARNOS EN EL CONTEXTO HISTÓRICO44
ОглавлениеHistoriadores contemporáneos se cuestionan si el genocidio contra los armenios por los turcos y sus aliados kurdos, entre otros grupos, se limitó al período 1915-1918. Claramente, el genocidio comenzó antes y acumuló suficientes antecedentes para ese tiempo trágico; considerarlo de otra manera sería una visión reducida del problema porque ya en el período 1820-1890 los turcos protagonizaron una gran masacre de casi 100.000 almas, que incluyó armenios, griegos y búlgaros. A partir de 1894, en sólo dos años mataron a más de 300.000 armenios en Constantinopla y en todo el Imperio; en 1909, 30.000 en Adaná.
A fines del siglo XIX, el Gran Visir Kiamil Pashá habló sin evasivas del exterminio físico de los armenios:
Si en la parte europea de nuestro imperio alimentamos a las víboras, no debemos incurrir en la misma equivocación en nuestra Turquía asiática: lo inteligente es aniquilar y extirpar aquellas razas que algún día puedan hacernos correr el mismo peligro y brinden al extranjero la oportunidad de intervenir en nuestros asuntos. Hoy, por lo menos, los intereses ingleses reclaman que en Asia Menor (nosotros e Inglaterra no sólo no reconocemos la existencia del concepto de Armenia, sino que debemos destrozar las mandíbulas que pronuncien esa denominación) las tierras que poseemos deben quedar libres de toda posibilidad de intervención extranjera, por lo que para esa finalidad sagrada es necesario, y nos corresponde en derecho como gobierno, hacer que no queden rastros ni futuro de toda raza sospechosa. Y para llevarlo a cabo tenemos preparados los medios: kurdos, circasianos, gobernadores de provincias, jueces, recaudadores de impuestos, policías, en fin, todo. Decretaremos la Guerra Santa y será una lucha fácil frente a un pueblo como ése, carente de armas, sin ejércitos y sin defensor. Por el contrario, tenemos armas, ejército y una de las grandes naciones de la Tierra y la más rica, que nos nutre y nos fía. Y si la raza armenia desaparece, cuando Europa cristiana busque un correligionario en el Asia turca y no lo encuentre, podremos vivir tranquilos y dedicarnos a nuestros asuntos internos como corresponde.
Unos años más tarde, otro Gran Visir fue más claro aún: “Para liquidar la Cuestión Armenia es necesario liquidar a los armenios”. Y redondea su amenaza: “Es necesario destruir a sus familias y los fundamentos de su organización familiar. La familia es el baluarte de la resistencia de sus pueblos, especialmente del armenio. Si se destruye ese baluarte, sus resistencias quedarán aniquiladas y no será necesario recurrir a matanzas, ya que desaparecerán por sí mismas las instituciones nacionales”.
Sorprende el olvido o el desconocimiento imperante luego de tantos años del genocidio perpetrado por los turcos (apoyado por kurdos y otras etnias) en contra del pueblo armenio. Los factores que llevaron a tal masacre fueron el creciente chauvinismo turco (el sueño de la Gran Turquía), las diferencias étnicas (los turcos provienen étnicamente de las hordas asiáticas que invadieron Asia Menor, y por eso la oposición de los turcos a reconocer un Estado armenio que los separaría del resto de los pueblos que tenían el mismo origen), pero también por las diferencias religiosas no toleradas (la mayor parte de los armenios son cristianos, en cambio los turcos son en su mayoría musulmanes). Pero es falso considerar que los armenios fueron perseguidos realmente por ser cristianos, tan es así que los que sobrevivieron, tras las deportaciones letales, y se radicaron en países islámicos, no tuvieron problemas.
A fines de 1880 había aproximadamente dos millones y medio de armenios viviendo en el Imperio turco-otomano. Después de la Primera Guerra Mundial, el número de armenios en Turquía apenas pasaba de 100.000. La diferencia puede comprenderse por la gran cantidad de armenios que, entre 1894 y 1923, fueron masacrados.
La historia comienza con la decadencia del Imperio turco-otomano; el deseo de los armenios de mejorar sus deplorables condiciones de vida se empezaba a materializar con la creación de dos partidos políticos: Hnchak y Dashnaktsutiun (“Federación Revolucionaria”, en armenio). Durante este tiempo, el sultán Abdul Hamid II, el líder del Imperio turco-otomano, estaba promoviendo sentimientos nacionalistas entre los turcos y animosidad hacia los armenios entre los vecinos kurdos, esperando sorprender a los revolucionarios.
El primer estallido de violencia estimulado por el Sultán ocurrió en 1894 en Sasum, donde los armenios se sublevaron contra un aumento abusivo de impuestos. Miles de personas fueron asesinadas por las tropas kurdas, y varias aldeas armenias fueron quemadas.
Dos años más tarde volvieron a rebelarse contra la autocracia turca, tomando en Constantinopla el Banco Otomano. 50.000 armenios fueron masacrados por tropas del gobierno.
Ayudados por la indiferencia internacional durante la Primera Guerra Mundial, los turcos siguieron masacrando armenios, mediante masivas deportaciones letales a los desiertos de Siria, incluso a los propios soldados armenios que luchaban en el ejército turco. Los métodos de exterminio usados fueron el hambre, los abusos físicos o, sencillamente, la metralla.
Como ya hemos comentado en la cronología del exterminio armenio, para doblegar la voluntad armenia de resistencia había que eliminar a sus principales cabezas pensantes. Así, el 24 de abril de 1915, más de 600 intelectuales armenios fueron deportados a las provincias de Ayash y Chankiri, donde posteriormente fueron asesinados.
Sin resistencia militar ni intelectual, se ordenó la deportación de todos los armenios del Imperio. A medida que las aldeas eran evacuadas, los hombres eran fusilados, y las mujeres y niños que sobrevivían a las violaciones eran obligados a caminar grandes distancias donde eran internados en campos de concentración. El más famoso era el de Deir-El-Zor, ubicado en el desierto de Siria, donde los armenios pasaban hambre y eran golpeados y asesinados sin piedad por los guardias. Otras veces, por ejemplo en Trebizonda, los embarcaron atados de manos y fueron arrojados por la borda al Mar Negro. Todavía en 1921 continuaron las matanzas cuando los kemalistas (adherentes de Mustafá Kemal “Ataturk”, fundador y primer gobernante de la actual Turquía) fueron acusados de abusar y matar de hambre a los civiles armenios. Conviene volver a remarcar que en 1920 se firmó el Tratado de Sèvres (ver Anexos, punto 5) entre las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial y el Imperio turco-otomano. El tratado reconocía la República Democrática de Armenia (que ya era Estado independiente desde el 28 mayo de 1918, y cuyos territorios comprendían los espacios armenios del Imperio turco y los de la actual República de Armenia). Sin embargo, el movimiento kemalista no reconoció el tratado. A finales de 1920 invadió Armenia oriental que, de esta manera, quedó atrapada en una nueva conspiración genocida dirigida contra los armenios de Transcaucasia. Por lo tanto, el tratado quedó sin efecto, y la República Democrática de Armenia tuvo una breve existencia.
Tras veintiocho años de hostigamiento turco, el número de víctimas armenias asesinadas, tan sólo en el plan de exterminio de 1915, se estima en más de un millón y medio de personas. Debería agregarse el medio millón o más de armenios que huyeron al extranjero, donde conformaron comunidades que han hecho recordar al mundo la masacre, a pesar de la sistemática negación del Estado turco, que en su momento presionó a los gobiernos del mundo a mantenerla en un segundo plano con el fin de preservar su imagen y mantener la identidad de la nación turca, atribuyendo los hechos a medidas defensivas contra un supuesto enemigo interno.
44 La fuente del siguiente apartado es Ohanian, Pascual, Turquía, Estado genocida (1915-1923), Akian, Buenos Aires, 1986.