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LIBRO VI (EXTRACTOS)

1. EL COMPROMISO POR ESCRITO CON EL HERMANO DESHEREDADO

Un joven se comprometió por escrito a darle a su hermano, que había sido desheredado, la mitad de la herencia, con la condición de que no recurriera contra el desheredamiento. Éste no recurrió. El otro hijo es desheredado por el padre 1 .

Contra el hijo

Ha contraído tantas deudas que no las va a poder pagar en vida de su padre. — ¿Quieres saber la confianza que inspiras? Ni siquiera tu hermano hubiera confiado en ti sin un compromiso por escrito. — Estoy retrasando las expectativas de uno y la promesa del otro. — Aún no me he muerto y mi patrimonio ya está repartido. — Como no me ayudéis 2 , me va a ganar incluso el que no recurrió. — No oculto que hoy estoy desheredando a los dos. — Muestra el escrito, ese acuerdo entre parricidas, ese pacto alimentado por unas expectativas criminales, ese escrito impío para el que lo ha propuesto, vergonzoso para el que lo ha aceptado y peligroso para el padre de ambos.

Por la parte contraria

Compartiré contigo, hermano mío, todo lo que el destino nos depare: si hemos de alistarnos en el ejército, juntos nos alistaremos; si hemos de viajar, juntos recorreremos las ciudades; si he de mendigar el pan de cada día, también lo compartiré contigo. — No era mi intención exacerbar la ira todavía reciente de nuestro padre y por eso me pareció mejor que mi hermano se ganara su favor guardando silencio. — «Heredaré la parte que me toca y custodiaré la tuya; pero, puesto que en asuntos de gran importancia en quien más se confía es en uno mismo, te entrego este escrito. Tú apáñatelas para que parezca que lo has recibido de tu padre más que de tu hermano». — Intentábamos proceder de manera honrada y respetuosa, y lo hicimos tan abiertamente que nuestro padre se enteró. Pues, ¿qué tenía yo que temer?, ¿que mi padre, si se enteraba, se tomara a mal que su hijo no fuera un avaro sino un buen hermano? — Ojalá consiga yo reconciliar a nuestro padre con nosotros dos.

2. EL PADRE EXILIADO QUE FUE EXPULSADO DE SU PROPIEDAD

Es ilegal ayudar a un exiliado dándole techo y alimento.

Aquel que sea convicto de homicidio involuntario deberá permanecer cinco años en el exilio.

Un hombre, que tenía un hijo y una hija, fue hallado culpable de homicidio involuntario y partió al exilio. Solía ir a una propiedad suya cercana a la frontera. El hijo se enteró e hizo azotar al encargado de esa hacienda que, a partir de ese momento, le negó la entrada al padre. Empezó a ir entonces a casa de su hija. A ella se la acusó de haber dado cobijo a un exiliado, pero fue absuelta gracias a la defensa de su hermano. Pasados los cinco años, el padre deshereda al hijo 3 .

Contra el hijo

Mi acusador me obligó a alejarme de mis conciudadanos, mi hijo hasta de mi familia. — He hallado mayor dignidad en mi hija, que fue acusada, y mayor honradez en mi esclavo, que fue azotado. — Te has portado mal con tu padre, al que no dejaste entrar, con tu hermana, a la que perjudicaste con tu comportamiento, con los jueces, a quienes temiste en una causa tan fácil de ganar. — O tú has actuado mal o es tu hermana la que lo ha hecho. — De acuerdo con lo que mi hijo me enseñó, no lo acojo en mi casa. — «Mi hermana ha sido absuelta gracias a mi defensa». ¿Y tú te negabas a acoger a tu padre, cuando eras perfectamente capaz de defender una causa como ésta? — Al absolver a la que me acogió, se condenó al que me había echado. — Mi hija vio en mí a su padre; los esclavos, a su amo; sólo a ojos de mi hijo era yo un exiliado. — Perdóname tú, el más leal de mis esclavos, porque también a ti te he hecho daño sin querer. — ¿Te das cuenta de lo fácil que era la causa de ella, cuando la han absuelto aun teniendo un defensor como tú? — Si tuviera la intención de hacerte mi heredero al morir, tendría que ser capaz de legarte a un hombre así como esclavo 4 . — El que para los demás es un exiliado, para ti es tu padre. — La ley no obliga a delinquir, de ahí que la mujer no lo hiciera y saliera absuelta. — La ley se le aplica a quien ayuda a un exiliado, no a quien permite que se le ayude. — Desentiéndete, haz ver que no sabes nada, pues la ley te obliga a ser inocente, no a vigilar a los demás. — Si lo hubieras hecho por mi bien, me lo habrías advertido y al esclavo le habrías prohibido que me acogiera, pero no lo habrías hecho azotar.

Por la parte contraria

No podía quedarme callado ante algo que está prohibido por la ley. — Fue acusada y enseguida absuelta porque se pensaba que, pobre mujer, no conocía bien las leyes. — No tuve miedo por mí, sino por ti, ya que el asunto había llegado a oídos de la gente e intentaban capturarte, y yo temía que te mataran. — ¿Quieres la prueba de que se sabía todo? Mi hermana fue acusada. — Preferí azotar al más honrado de los esclavos antes que perder al mejor de los padres.

3. LA MADRE DE UN BASTARDO QUE FUE ELEGIDA COMO PARTE DE UNA HERENCIA

Al hermano mayor le corresponde dividir el patrimonio y al menor elegir una parte.

Se puede reconocer a un hijo habido de una esclava.

Un hombre, que tenía ya un hijo legítimo, reconoció a otro habido de una esclava y después murió. El hermano mayor dispuso la repartición de la herencia de modo que, en una parte, quedara todo el patrimonio y, en la otra, la madre del bastardo. El hermano menor eligió a la madre y luego acusa a su hermano de fraude 5 .

Contra el hermano mayor

Soy el único al que han desheredado en un reparto. — «Él podría haber elegido la otra parte», dice. Y tú sólo podías ser un hijo del mismo tipo que el hermano que demuestras ser. — La ley dispone que tú hagas la repartición y que yo elija; es evidente que lo hace por temor a que se engañe al menor. — La repartición que ha hecho supone que, si no quiero ser pobre, he de dejar a mi hermano en la indigencia y a mi madre en la esclavitud. — Repartir no es poner en una parte el patrimonio y en la otra una carga. — Era de tal calaña que su padre reconoció al hijo habido de una esclava como coheredero. — «Elige: o patrimonio o crimen». — Se suele llamar estafadores a los que se llevan algo; pero éste no ha dejado nada. — Me dice: «Tú has elegido ser pobre». Si tanto me gustara la pobreza, no me estaría quejando. — «No se pueden poner objeciones a lo que se ha hecho conforme a la ley». No, es justamente al revés: sólo se pueden poner objeciones a lo que se ha hecho conforme a la ley, pues un acto cometido fuera de la ley queda de por sí invalidado. El fraude siempre encubre un delito bajo apariencia de legalidad; a simple vista es legal, pero esconde una trampa. El fraude siempre se vale de la ley para alcanzar objetivos ilícitos. — La ley dispone que el mayor haga la repartición y que el menor elija, y ni tú has hecho una repartición ni él ha elegido. Lo has coaccionado de tal modo que se ha visto obligado a elegir lo que va en contra de sus intereses. — El amor que siento por mi madre era de sobras conocido; por eso no le daba miedo que yo fuera a elegir la otra parte.

Por la parte contraria

Yo me limité a hacer la repartición. El fraude no radica en la repartición sino en la elección. — Tienes a tu madre, mientras que hay quien ha tenido que rescatar a la suya a costa de todos sus bienes; tienes fama, mientras que hay quien ha intentado obtenerla con el fuego y las armas. — Ella se gastó una buena parte del patrimonio ejerciendo los derechos de una matrona con el descaro de una esclava. — ¿Acaso temías que me ensañara con ella? No me convenía hacerlo si cabía la posibilidad de que ella acabara siendo todo mi patrimonio. — Ahora posees exactamente lo mismo que yo, pues posees la parte que has querido. — Ni siquiera nuestro padre quería que poseyeras lo mismo que yo y por eso dejó que tu madre siguiera siendo una esclava.

4. UN BREBAJE MORTÍFERO EN PARTE

Se puede entablar un proceso por envenenamiento.

Una mujer acompañó al exilio a su marido, un proscrito. Un día lo sorprendió a solas con una copa en la mano y le preguntó qué contenía. Él le contestó que era veneno y que quería morir. Ella le suplicó que le dejara beber un poco, diciéndole que no quería vivir sin él. Él se tomó parte del brebaje y le dio el resto a su mujer, pero únicamente murió ella. En el testamento aparecía como heredero el marido. Al volver del exilio se lo acusa de envenenamiento 6 .

Contra el marido

Se las arregló para que ella lo sorprendiera; tras ser sorprendido, para que le suplicara y luego bebió lo justo para seguir con vida. — Pero, ¿qué veneno es éste, que al único que no mata es al heredero? — No ha habido nunca nadie que le haya dado veneno a su mujer de manera tan descarada. — Éste, que dice desear la muerte, huyó para que no lo mataran. — Es el único que se ha hecho rico con una proscripción. Su mujer no pudo convencerlo de que viviera. Lo que lo convenció fue algo bastante más atractivo: la herencia de su mujer. — Sabía muy bien qué cantidad de brebaje tenía que beber. — Agredió a los del bando contrario con la espada, a los del suyo con veneno. — Los vencedores han dejado de matar antes que los vencidos. — ¿Cómo no pensar que pasaría esto si la mujer se había llevado al exilio el testamento, y el marido el veneno? — ¿Dónde está tu mujer? ¿Cómo no te da vergüenza? Ahora hasta los proscritos pueden regresar a la patria. — Apenas se hubo tomado el brebaje, se desplomó. No os sorprendáis de que el veneno fuera tan efectivo: es su heredero quien se lo dio. — Normalmente, el líquido menos denso e inocuo se queda flotando en la superficie, mientras que la parte más densa y letal se deposita en el fondo por su propio peso. — Es evidente que llevabas tiempo preparando el veneno, pues sabías perfectamente cómo dividirlo en dos. — Aunque se pueda exculpar a alguien que le haya dado veneno a uno que se lo estaba pidiendo, ¿se te puede exculpar a ti, que la incitaste a que te lo pidiera? — Era un tipo de veneno que, por su propio peso, quedaba depositado en el fondo del líquido. Él bebió justo hasta donde empezaba el veneno y su mujer se bebió el veneno.

Por la parte contraria

Amó a su marido en tiempos de paz, lo siguió en tiempos de guerra y no lo abandonó en su última decisión. ¡Cómo no se va a merecer que la siga yo, a pesar de mi inocencia! — Luché en la guerra civil, fui proscrito y partí al exilio. ¿Qué otra desgracia más cabe añadir a éstas, salvo beber veneno y seguir con vida? — Se lo dije: «Es veneno». Quienes tienen la intención de envenenar, lo ocultan. — En cierta ocasión Catón vendió veneno 7 . A ver si a un proscrito no le va a ser lícito comprar lo que a Catón le fue lícito vender.

5. IFÍCRATES, ACUSADO

Quien se valga de la violencia en un tribunal será condenado a muerte.

Ifícrates, enviado a luchar contra el rey de Tracia, resultó vencido dos veces en combate, pero hizo un pacto con el rey y se casó con la hija de éste. De vuelta a Atenas, cuando fue citado a juicio, se pudieron ver cerca de la sala del tribunal algunos tracios armados con cuchillos y el propio acusado se presentó espada en mano. Llamados a dar su veredicto, los jueces pronunciaron públicamente una sentencia absolutoria. Se acusa a Ifícrates de haberse valido de la violencia en un tribunal 8 .

Contra Ifícrates

Todos los jueces estaban completamente atemorizados, como si fueras tú el que tuviera que juzgarlos a ellos. — Tu defensor compareció con su reino al completo; no instruyó para la guerra tantas tropas como para este juicio. — Ifícrates, envaina la espada, que esto es un juicio. — ¿Qué haces con una espada? Sabes bien que los que han sido vencidos dos veces deben deponer las armas. — Pero, ¿qué manera es ésta de trastocar el orden natural de las cosas, una boda en una guerra y una guerra en un tribunal?

Por la parte contraria

No me he valido de la violencia. Todo se ha desarrollado conforme a la ley: el acusador ha hablado cuando era su turno y el acusado ha respondido en el suyo; el juicio se ha desarrollado en todas y cada una de sus partes. — Cuando los jueces venían con el veredicto, desenvainé la espada para darme muerte en caso de que me condenaran. — Los jueces pronunciaron públicamente una sentencia absolutoria como muestra de gratitud a su general. — Me casé pensando en el bien del Estado, ya que nuestros soldados habían sido derrotados demasiadas veces en una guerra desafortunada. — Los bárbaros que se apostaron armados cerca de la sala del tribunal no lo hicieron para asistirme, sino porque es su costumbre. — «¿De qué podéis quejaros?, dijo Ifícrates, ¿de que os haya traído un rehén 9 ?».

6. ADÚLTERA Y ENVENENADORA

Se puede entablar un proceso por envenenamiento.

Un hombre, que tenía mujer y una hija casadera habida de ella, le anunció a su esposa con quién pensaba casar a la hija. Ella le contestó: «¡Antes muerta que casada con ese hombre!» La muchacha murió la víspera de la boda y se encontraron indicios no se sabe si de indigestión o de envenenamiento. El padre hizo torturar a una esclava, que acabó diciendo que no sabía nada del veneno, pero sí del adulterio de su ama con el hombre con el que él iba a casar a su hija. El marido acusa a su mujer de envenenamiento y de adulterio 10 .

Contra la mujer

«Antes muerta»: ya tengo a la envenenadora, «que casada»: ya tengo a la adúltera. «Antes muerta»: así ha sucedido, «que casada»: así ha sucedido. — No me enteré del adulterio hasta después de que se hubiera cometido, pero del envenenamiento me enteré antes de que se cometiera. — Presento ante vosotros dos acusaciones y los testimonios de dos mujeres: una que dice lo que sucedió y otra que dice incluso lo que va a suceder. — Amante de su yerno, rival de su hija. — ¡Desdichada la casa en la que un adulterio sirve para demostrar un envenenamiento! — Le dije: «Es un hombre honesto»; le dije: «Es bien parecido». Mientras le alababa yo al yerno, se lo estaba recomendando como amante. — ¡Cuánto he tardado en darme cuenta de mis desgracias! No me creí lo del envenenamiento ni siquiera cuando se me advirtió, y sólo me enteré del adulterio por el envenenamiento. — Las bodas se han convertido en exequias y el lecho nupcial en uno fúnebre; con las antorchas de la felicidad 11 se ha encendido la pira. — He aquí un cuerpo en descomposición, tumefacto por el veneno. ¿Qué más queréis? Los indicios confirman las palabras y la tortura, los indicios. — Lo que ha pasado concuerda con tus palabras: «¡Antes muerta que casada!» Así ha sucedido. Hemos visto el cuerpo en descomposición y con el cadáver de la hija delante nos hemos creído las palabras de la madre. — Un adulterio me ha dejado sin yerno, un parricidio, sin mujer, y un envenenamiento, sin hija.

Por la parte contraria

La ha acusado de dos delitos muy graves: adulterio y envenenamiento. Del adulterio es testigo una esclava; del envenenamiento, ni siquiera una esclava. — Enfadada como estaba porque no se le había consultado, se le escaparon unas palabras que ahora lamenta tanto como la muerte de su hija. — Mira que decir: «¡Antes muerta que casada con ese hombre!» Pero son palabras de dolor, que se le escaparon sin pensar; es una predicción hecha al azar, como se hace tan a menudo.

7. EL LOCO QUE LE CEDIÓ LA MUJER A UN HIJO

Se puede entablar un proceso por demencia.

Un hombre que tenía dos hijos se casó. Uno de los jóvenes cayó enfermo y, cuando estaba en las últimas, los médicos dijeron que el origen del mal era psíquico. El padre entró en la habitación del hijo espada en mano y le pidió que le contara lo que le pasaba. El hijo le explicó que estaba enamorado de su madrastra. El padre le cedió la mujer. El otro hijo lo acusa de demencia 12 .

A favor del padre

Esto sí que es nuevo: un hermano cruel, una madrastra compasiva. — ¿Estoy loco porque gracias a mí, otro ha recobrado la cordura? — Sí, le he entregado a mi esposa, pero se la había quitado antes: «Pongo por testigos a los dioses que velan por el amor filial, me dijo, de que me enamoré de ella antes de que la tomaras por esposa». — ¿Y llamas injusticia a tener hermano y no tener madrastra? — Pasé armado ante los ojos de éste 13 ; nadie, salvo mi hijo enfermo, me arrebató la espada. — A un padre que no puede soportar ver a su hijo en peligro de muerte se le ha de perdonar cualquier cosa que haga.

Por la parte contraria

Uno lo ha curado haciendo de alcahuete, el otro se ha recuperado cometiendo un parricidio 14 . — ¿Qué? ¿No lo consideras adulterio porque el marido es el intermediario? No sé cuál ha sido su mayor locura, si casarse con su mujer, quedarse con ella, renunciar a ella o darle otro marido. — ¡Qué loco ha de estar quien se toma el adulterio como una buena acción! — El marido no empuñó la espada para castigar un adulterio sino para propiciarlo. — Más le valdría a mi hermano haberse muerto antes que dejarse curar de manera tan deshonrosa. ¿Y si hubiera deseado a su madre o a su hermana? Hay remedios peores que la propia enfermedad. — Todo lo tramaron entre el hijastro y la madrastra: simularon la enfermedad y se burlaron de mi padre con la más vil de las farsas.

8. EL VERSO DE LA VIRGEN VESTAL

Una virgen vestal compuso el siguiente verso: «¡Dichosas las casadas! Que me muera, si no es dulce casarse». Se la acusa de un delito contra la castidad 15 .

Contra la vestal

«¡Dichosas las casadas!»: así habla quien expresa un deseo. «Que me muera, si no…»: así habla quien está bien seguro de lo que dice. «…es dulce casarse»: o juras porque lo has probado o, si no lo has probado, estás jurando en falso, y ni lo uno ni lo otro es propio de una sacerdotisa. — Los magistrados bajan las fasces ante ti, los cónsules y los pretores te ceden el paso 16 . ¿Te parece poco como compensación a tu virginidad? — En contadas ocasiones una sacerdotisa debe hacer un juramento y sólo lo hará por Vesta, su diosa. — «Que me muera»: ¿Se ha extinguido acaso el fuego eterno 17 ? «Que me muera»: ¿Es que te han hecho una proposición de matrimonio? — A ti, Vesta, finalmente te invoco: sé tan hostil con tu sacerdotisa como odiosa le resultas a ella. — Recita el poema para que vea cómo es. — ¿Qué? ¿Vas a componer tú un poema, vas a suavizar las palabras convirtiéndolas en verso y vas a romper con el ritmo la austeridad que exige un templo? — Si realmente quieres ensalzar el matrimonio, cuenta la historia de Lucrecia, escribe sobre su muerte antes de ponerte a jurar por la tuya 18 . — ¡Te mereces todos los castigos, pues hay algo que te resulta más dichoso que el sacerdocio! — «Es dulce». ¡Qué frase más sentida! ¡Cómo se nota que sale de lo más profundo de las entrañas de alguien que no sólo lo ha probado sino que también ha gozado con ello! — Incluso la que nunca ha mantenido relaciones sexuales, con sólo desearlas viola su voto de castidad.

Por la parte contraria

Un solo verso, y ni siquiera entero, es lo que se le reprocha. — «No está bien que escriba poemas». Hay una gran diferencia entre un reproche y un castigo. — No se puede condenar a ninguna vestal por un delito contra la castidad si no han mancillado su cuerpo. — ¿Tú te crees que los poetas escriben lo que sienten? — Ha llevado una vida decorosa y estricta, no se arreglaba de manera muy vistosa, no mantenía conversaciones atrevidas con los hombres. Su único delito, eso es cierto, es que tiene talento. — ¿Por qué no puede envidiar a Cornelia 19 o a la madre de Catón o a las de las sacerdotisas?

Anexo

Vario Gémino dijo ante el César: «César, quienes se atreven a hablar en tu presencia ignoran tu grandeza, y quienes no se atreven, tu benevolencia».

Controversias. Libros VI-X. Suasorias

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