Читать книгу El exilio del verso - Sonia Domingo A. - Страница 11

Ojeroso

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Latido inquieto,

separado del cuerpo,

desaloja las manías de cerca encontrarte.

Yo, alejando mi desprecio,

de cordura espesa, acierto.

Veo lo lejos que quedó

la viejera del que ensombreció,

latido ojeroso

que mis manos hacen mecer.

Ya no siento el sueño entre espacio,

ya no me desorienta tu risa,

ya no hay nada que perder,

ya que la hora se acerca,

solo deseo permanecer,

cerca de tu recuerdo,

permanezco sujeto.

El exilio del verso

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