Читать книгу El cuerpo no es una disculpa - Sonya Renee Taylor - Страница 4

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Para Terry Lyn Hines (1959-2012)

Mi primer y más duradero ejemplo

del poder del amor radical.

La barriga de mi madre

El pan de su cintura, una hogaza

que yo amasaba con esas palmas de ocho años

sudadas de jugar. Mi hermano y yo nos maravillábamos

de los surcos y caballones. De cómo su ombligo se hacía cumbre.

De cómo su barriga parecía una nuez. De cómo una vez fuimos semillas

y habitábamos dentro. Nos reíamos, mi hermano y yo,

cuando ella se tumbaba en el sofá,

se levantaba la camiseta y dejaba que su barriga se extendiese como masa de pastel en un molde.

Era un premio, como lamer el dulce de las varillas de la batidora en los cumpleaños.

La ondulación de la barriga de mi madre no era

una vergüenza que escondiera de sus hijos.

Ella sabía que habíamos salido de ahí. Su barriga era un regalo

que seguíamos compartiendo entre nosotros.

Era tanto de ella, de su cuerpo,

como nuestra por haberlo hecho nuevo,

diferente. Su cuerpo era un altar de carne

construido en nuestro recuerdo, por nosotros, para nosotros.

Lo que queda de la barriga de mi madre

habita un recipiente para cenizas que guardo en un armario.

De vez en cuando abro la caja,

paso la mano por los finos cristales con palmas

que una vez tuvieron ocho años. Siento los surcos y caballones

que ya no se encumbran sino que se escurren entre los dedos.

Gránulos que hoy son mucho más sal

que azúcar. Y aún así, todavía me maravillo

ante lo que un día fue su cuerpo. Incluso en esta forma digo

«yo salí de esto».

El cuerpo no es una disculpa

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