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INTERESTATAL
ОглавлениеVa manejando el auto por la interestatal, con las dos nenas, cuando un auto acelera a su lado y se mantiene por un momento a la par, y él lo mira y el tipo que va al lado del conductor de lo que en realidad es una miniván le hace señas para que baje su ventanilla. Él alza la frente en una expresión de “¿Qué pasa?”, pero a través de su ventanilla abierta el tipo vuelve a hacerle gestos para que baje la suya, luego saca la mano afuera y señala hacia la parte de atrás del auto de Nat y él dice: “¿Mi rueda, pasa algo con mi rueda?”, y el tipo sacude la cabeza y con las manos forma una bocina delante de su boca, como si quisiera decirle algo. Él baja su ventanilla, mientras lo hace disminuye un poco la velocidad, y la camioneta sigue pegada a su costado, las nenas juegan a algún juego de cartas para chicos en la parte de atrás, aunque están atadas a sus asientos, y cuando ha bajado casi del todo la ventanilla y la mano que usó para bajarla regresa al volante, el tipo del auto saca una pistola a través de la ventanilla y la apunta a su cabeza. “¿Qué? ¿Qué demonios está haciendo?”, dice, “¿está loco?”, y el tipo se ríe pero no deja de apuntar, y también el conductor se ríe y él dice: “¿Qué es esto? ¿Qué tengo que… qué quieren?”, y el tipo pone su mano libre detrás de su oreja y dice: “¿Qué, qué, qué? No oigo”, con el conductor que ahora se ríe todavía más fuerte, y él dice: “Dije qué quieren de mí”, y el tipo dice: “Solo asustarte, eso es todo, sabes, y estás asustado, ¿verdad?… mira al imbécil, cagado de miedo”, y él dice: “Muy bien, de acuerdo, muy asustado, así que ya bájala”, y las nenas se ponen a chillar, probablemente apartaron los ojos de su juego de cartas y vieron lo que estaba pasando, o una de ellas lo hizo y la otra la siguió, o simplemente lo oyeron a él y entonces miraron, o habían estado chillando todo el tiempo y él no las oyó, pero no las mira por el retrovisor, no hay tiempo, únicamente se concentra en la pistola y en el tipo que la sostiene, pensando qué hacer y se dice: “Piérdelos”, y pisa el pedal del acelerador a fondo y se adelanta a la camioneta pero esta se vuelve a poner a la par y, aunque él sigue pisando a fondo, la camioneta se mantiene a su lado e incluso se le adelanta un poco y vuelve a aparejársele, con el tipo que sigue apuntando la pistola a través de la ventanilla abierta y que ahora le hace muecas, el conductor que se ríe histéricamente, dando palmadas sobre el tablero, la cosa parece ser tan divertida y él piensa: “¿Debería subir la ventanilla o mantenerla baja?, porque si la subo, el tipo podría tomarlo a mal y disparar, si es que tiene balas ahí”, y mira alrededor, no hay más autos en su lado de la interestatal, salvo alguno que otro a buena distancia adelante y atrás, ningún auto de la policía que venga por la otra mano o estacionado en el cantero central hasta donde él puede ver, y grita: “Chicas, abajo, agachen la cabeza, dejen de chillar, hagan lo que papi dice”, y las ve por el retrovisor, mirando a la camioneta y chillando, y grita: “Dije abajo, ahora, ahora, desaten sus cinturones y cállense, sus gritos no me dejan pensar”, y aminora la velocidad y sube la ventanilla y la camioneta aminora hasta que queda a la par con él, y el tipo que saca el arma por la ventanilla palmea con su mano la mano libre del conductor, y entonces el tipo apunta la pistola al asiento de atrás, con las nenas ahí agachadas y llorando, tal vez en el piso, tal vez en el asiento, ya que él no puede verlas, y se pasa al carril lento y la camioneta se pone a su lado en el carril intermedio, y entonces él se tira a la banquina, frena, rápidamente pone el cambio y circula marcha atrás por la banquina sobre algunas matas, y la camioneta sigue alejándose pero mucho más despacio y desde unos treinta y luego sesenta y ochenta y cien metros de distancia el tipo afirma el brazo de la pistola con su otra mano y apunta hacia su auto y él grita: “Chicas, quédense abajo”, porque ahora las dos están mirando hacia afuera por la luneta, tal vez debido a la sacudida y la súbita marcha atrás, y unas balas atraviesan el parabrisas. Él grita de dolor, tiene vidrios en la cabeza y una bala en su mano, grita: “Chicas, ¿están bien?”, porque hay gritos ahí atrás pero solo de una de ellas, y su hija mayor dice: “Papi, Julie no se mueve, papi, está sangrando, papi, no veo que respire, creo que está muerta”.
Al día siguiente hay un funeral, y un día después, mientras su esposa y sus familias están de duelo en la casa, él sale por la misma interestatal buscando a aquellos tipos, lamentando no haberlo hecho en las pocas horas con luz de día que tuvo la jornada anterior. Circula por la interestatal cada uno de los días que siguen, buscándolos en alguno de los paradores de la autopista o en el auto en el que andaban, una miniván blanca, bastante nueva, Chevy o Ford, o en cualquier vehículo que pudiesen tener ahora, él no creía que fuese aquella misma camioneta, aunque podían ser así de estúpidos o despreocupados, intrépidos estuvo a punto de llamarlos, cuando lo que quería decir era bravucones, esas malditas hienas. Conoce sus caras, qué aspecto tienen y, le parece, cómo les gusta vestirse. Sabe que la posibilidad de encontrarlos es muy remota, que probablemente se mantengan apartados de esta autopista, si es que tienen alguna razón para andar por ella otra vez, traficar drogas quizás, si ese es el término correcto para distribuir drogas aquí y allá, algo a lo que ha pensado que se dedicarían, o a traficar armas, es otra posibilidad. Pero entonces deben pensar que esta autopista es mejor que cualquiera, porque es ancha y rápida, esa es una buena razón, y es la última por la que los policías podrían pensar que andarían después de lo que hicieron, si acaso lo saben por los diarios y la radio y demás. Ya que hasta donde saben o les importa solo le dispararon al parabrisas, grandes risotadas, pero no le acertaron ni hirieron mucho a nadie salvo tal vez por alguna astilla de vidrio. O tal vez el conductor tenía los ojos pegados al camino, y para el momento en que el otro tipo terminó de disparar, la camioneta ya estaba demasiado lejos como para que viera si le había dado a algo, o la pistola tenía retroceso o lo que sea que hagan las pistolas, le pegó en el ojo, incluso, por firme que la sostuviera, de modo que ni siquiera se fijó o no pudo ver si le había dado a algo. También podrían haber estado tan lejos del lugar de los disparos al día siguiente que no habría noticias en los diarios locales de donde estuvieran o en las estaciones de radio y televisión de allá, no es que él crea que lean la sección de noticias de los diarios o que escuchen los informativos de la radio o la tele, ni siquiera cuando esas noticias se relacionen con ellos. O podían estar demasiado drogados o bebidos para leer, mirar o escuchar, si es que miran, escuchan o leen las noticias, o demasiado ocupados desprendiéndose de las drogas o las armas que estaban entregando o recogiendo, o cualquiera que sea la actividad criminal a la que se dirigían, porque ciertamente están en alguna clase de delito como ese. Una posibilidad muy remota, entonces, pero la única que considera que tiene de encontrar a aquellos hombres, especialmente al tipo que pareció iniciar la cosa o que estuvo más involucrado en ella y que fácilmente habría podido terminarla, el de la pistola, y encontrarlos y ponerse a la par y hacer que mueran si puede, por sus manos o las del Estado, y si el Estado no lo hace entonces él irá con una pistola a la corte el último día del juicio para hacerlo personalmente, o con un martillo, o mejor, un pico, y especialmente al tipo ese, es lo único que ahora mismo quiere hacer.
Pasa días en la interestatal, unas diez horas cada día durante varias semanas, tomando hacia el sur en el gran puente y atravesando su propio estado por ciento treinta kilómetros o más, en la dirección que llevaba aquel día, dando la vuelta en el límite del estado y otra vez al norte rumbo al puente, y así sucesivamente, norte-sur, sur-norte, cada dos horas más o menos o parando a tomar un café o un refrigerio en algún parador de la autopista donde mira en busca de esos tipos en los restaurantes y lugares de comida rápida, adentro y afuera en los estacionamientos por los que maneja buscando la camioneta, y ocasionalmente para cargar combustible y entonces les pregunta a los playeros si han visto últimamente una miniván blanca, Chevy o Ford –aunque, cuando vio las propagandas de las diferentes camionetas, no pudo distinguir una de otra–, no sabe de qué estado es la patente, pero con uno o dos hombres en el interior y con el aspecto que él describe. La mano ya está mejor, por un tiempo tuvo que manejar el volante y los cambios con la derecha, a lo que le costó un poco acostumbrarse, y al principio de la búsqueda su mujer le decía que era comprensible pero un poquito loco esto que hace, arriesgando su salud al dañar su mano todavía más, aumentando las chances de accidente al conducir tanto y durante tantas horas por día y con una mano herida y manteniéndose despierto sobre todo a fuerza de café, abandonando a su familia cuando realmente lo necesitan, acaso perdiendo su empleo y vaciando sus ahorros y simplemente haciendo algo inservible y fútil, porque nunca los encontrará, ni una en un millón de que alguna vez los vea pasar siquiera en sentido opuesto, y si llega a tener esa suerte y los alcanza, probablemente ellos lo maten en el segundo mismo en que lo reconozcan, porque son profesionales en eso, sin ningún remordimiento por lo que hacen, mientras que él es solo un histérico sin experiencia, y sigue diciendo que eso que él hace es loco pero ya no “un poquito” ni “comprensible”, pero él lo sigue haciendo, y cuanto más tiempo lo haga, mayor es la chance de que los encuentre, piensa –si antes no estuvieron en la interestatal, estarán ahora, a menos que desde entonces hayan ido a prisión o los hayan matado por los asuntos en los que están metidos, porque sentirán que ya todo pasó al olvido o casi, y que pueden andar otra vez por la interestatal porque nadie los está buscando realmente–, se toma una licencia semanal tras otra volviendo a decir que está en estado de shock por lo de su hija, hasta que le dicen que vea al psicólogo de la compañía y cuando se niega –una razón, que no les dice, es que eso le quitaría tiempo para su búsqueda, y otra es que no cree que el psicólogo vaya a creerle–, entonces que sea un terapeuta privado, elegido por él, y que deberá enviarles su informe a ellos, y cuando dice que lo único que necesita es descansar y no un doctor, lo despiden.
Unos meses después de iniciar la búsqueda ve una miniván blanca como la de aquel día, que va por la interestatal en dirección contraria, y como muchas que ha visto y unas pocas que ha seguido porque le pareció ver en ellas a uno o dos de aquellos hombres y aceleró hasta ponerse a la par y vio que estaba equivocado, también en esta le dio la impresión de que iban dos hombres parecidos a los de aquel día, más o menos de la misma edad que ellos y los dos con bigotes y sombreros estilo fedora, y el conductor con lentes de sol oscuros, más parecidos que cualquier par de tipos que haya visto hasta ahora en esa clase de miniván blanca, y atraviesa el cantero de césped en el medio de la autopista, tratando de mantener sus ojos sobre la camioneta blanca mientras espera que termine de pasar un pelotón de autos, corre a ciento treinta kilómetros por hora para alcanzarla y es interceptado por un auto de la policía sin distintivos, y aunque explica por qué está conduciendo tan rápido y le pide al policía que persiga a la camioneta, este le dice: “Tiene que mantenerse dentro de la ley, no importa a quién esté siguiendo, y ese auto ya está muy lejos, si es que su excusa de hecho es confiable”, y le hace una multa bastante elevada.
Prolonga su búsqueda otro mes más, para entonces su hija y su mujer se han ido a vivir con la familia de ella en Nueva York, y él está tocando fondo con los pequeños ahorros que le pidió que le dejara al irse, cuando ve del otro lado de la interestatal lo que le parece que es la misma camioneta de la última vez, y un solo tipo en su interior con bigote y le parece que con un sombrero estilo fedora, pero sin lentes de sol. Un alambrado separa las dos direcciones, de manera que avanza alrededor de un kilómetro y medio más antes de lograr cruzar por el primer paso vedado al tránsito por entre el cerco, va exactamente a ciento cinco por hora en el carril rápido hasta que divisa una miniván blanca en la distancia y espera que sea la misma que vio más de cinco minutos atrás, acelera, tal vez el tipo conduzca al máximo legal de velocidad para no arriesgarse a ser detenido por la policía si es que es el mismo tipo, se pone detrás de él en uno de los tres carriles centrales y anota la patente con una lapicera y un bloc que ha pegado en el tablero para un caso como este, desde atrás el conductor se parece al de aquel día cuando la camioneta no se detuvo mientras el otro tipo les disparaba, se pone a la par por la izquierda en el carril central contiguo y mira al interior. El mismo conductor, no puede creerlo, está casi seguro de que es él y se esmera en mirar otra vez, está seguro y grita: “Santo cielo, oh Dios mío”, y golpea con su puño el asiento del acompañante y se mantiene a la par y piensa: ¿qué es lo que hará? ¿Seguirlo y luego buscar a la policía para que lo agarren, después de que él vea en qué casa o negocio o lo que sea se ha metido? No. Primero darle un susto del demonio y luego hacer lo que pueda para provocarle al tipo un accidente, pero no uno grave, porque no quiere matarlo ya que es el otro tipo a quien quiere encontrar mucho más intensamente que a este. Y toca la bocina y el conductor sigue mirando hacia adelante, con las ventanillas alzadas, escuchando algún ritmo pesado, parece, porque su cabeza se menea hacia atrás y adelante, y su boca se mueve como si estuviese cantando o haciendo algo con la música, y él toca la bocina una y otra vez y el conductor mira el retrovisor y después, cuando él toca otra vez la bocina, mira hacia su derecha y él asiente, dice: “Así es, sí, yo”, y baja su ventanilla y con la mano le indica al conductor que baje la suya y el conductor alza las cejas con una expresión como de “Eh, ¿qué hay, viejo?”, y él dice en voz alta, para sí mismo: “Dios, si es tan solo aquello que hice ese día, el muy bastardo”, y toca la bocina repetidamente y el conductor parece decir con su expresión: “¿Qué pasa contigo, viejo, te volviste loco con la bocina o qué?”, y a través de la ventanilla él le apunta al conductor con su mano en forma de pistola y el conductor sonríe y le apunta con su mano en forma de pistola por encima del asiento, y luego parece hacer bang-bang con su boca y él dice: “Bang-bang a ti también, maldito bastardo, rata miserable, ¿me oyes?”, y el conductor se ríe pero con una risa fingida y vuelve a mirar la carretera y él toca una y otra vez la bocina, hasta que el conductor lo mira y él se golpea el pecho con el pulgar y dice: “¿Yo? Yo soy el maldito padre de la niña que mataste, ¿te acuerdas de mí?”, y el conductor sonríe y se señala la oreja mientras agita la cabeza y luego mira otra vez la carretera, y él toca repetidamente la bocina y el conductor sigue mirando hacia adelante, aunque cada treinta segundos o algo así echa un vistazo para ver si el auto sigue a su lado, y gradualmente levanta velocidad y cuando van más o menos a setenta por hora él se mete en el carril del conductor y lentamente se acerca a la camioneta lo bastante como para golpear su costado con el costado de su auto, y luego vira a la derecha y endereza justo cuando está a punto de perder el control, y conduce paralelo a la camioneta a unos pocos centímetros de distancia, el conductor se ve alarmado y a través de su ventanilla cerrada parece gritarle mientras agita un puño: “¿Qué te pasa, estás demente, maldito imbécil? Voy a matarte”, y acelera y él lo sigue, pero no logra mantenerse a la par cuando la camioneta casi alcanza los ciento sesenta kilómetros por hora y su auto como mucho puede dar ciento treinta y cinco, de modo que simplemente la observa hasta que la pierde y luego baja a algo más de cien y sigue circulando así durante varios kilómetros, esperando que alguna patrulla haya desviado a la camioneta por ir a semejante velocidad, pero o bien la camioneta ya salió de la interestatal o las patrullas no pudieron alcanzarla hasta después de que salió de la autopista o ninguna lo hizo.
Conduce por la interestatal durante otras dos semanas y luego se rinde; probablemente ya no anden por esa autopista, piensa, o consiguieron un auto diferente, pero ahora que saben que él anda buscándolos y que incluso le ha dicho a la policía que los vio, o tal vez solo lo sabe el conductor –el otro tipo podría estar en cualquier otra parte, incluso pueden haberlo matado de un tiro a estas alturas, involucrado como estaba en lo que sea que estuviese involucrado y habiendo exhibido la clase de locura que exhibió–, no van a arriesgarse a andar en esa camioneta o por esa autopista, no importa cuán idiotas o insensatos puedan ser. Él aquel día le pidió a la policía que verificara una miniván Ford blanca con el número de patente de Florida que les suministró, y que o bien tiene un golpe en su lado derecho, o bien se le estará haciendo un arreglo de chapa en ese lado, pero ellos no pueden localizar ninguna camioneta como esa en ninguno de los estados con los que mantienen comunicación, y las placas de Florida fueron denunciadas como robadas en Georgia algunos días atrás.
Llama a su esposa y le pide que vuelva, “Ya me harté de buscar a esos tipos y primero que nada voy a conseguir un empleo y volver a poner mi vida en orden”, pero ella dice que no puede, que todo se acabó, es mejor que se divorcien, pues él ha mostrado algo de sí mismo en todo esto –no importa cuán terribles puedan haber sido las circunstancias para provocarlo– que ella no quiere arriesgarse a experimentar nunca más. Él ha hablado con su hija casi todos los días desde que ella y su mujer se fueron, mayormente apenas: “¿Cómo estás?” “Bien”, “¿Qué has estado haciendo últimamente?” “Cosas”, “¿Algo en particular?” “No mucho”, “¿Tal vez algo nuevo sobre lo que quieras contarme?” “Hoy no”, “¿Cómo te está yendo en la escuela?” “Todo bien”, “¿Y tu mami?” “Está bien, supongo”, “¿Por qué, le pasó algo?” “No, todo está igual”, “Te quiero, mi amorcito” “Yo también te quiero, papi”, y también ahora pide hablar con ella y le dice que la ama, “no es nada nuevo para ti, ya lo sé, pero como a nadie sobre la tierra, ni siquiera a tu mami, y amé a tu hermana tanto como te amo a ti, y siempre seré un hombre roto por culpa de lo que pasó ese día con ustedes dos en la autopista, ¿sabes lo que es un hombre roto en el sentido que lo dije?”, y ella dice que cree que lo sabe, “no quiere decir partido al medio como un palito sino que es sobre la tristeza”, y él dice: “Aunque por supuesto también sé todo lo horrible que fue y que debe seguir siendo para ti eso que pasó, tan horrible como para mí, y me gustaría que estuvieras conmigo así podría ayudarte y tú, con solo estar conmigo y tal vez con alguna de las cosas que dirías, podrías ayudarme, ¿entiendes lo que quiero decir, mi dulce, o solo estoy siendo estúpidamente complicado otra vez?”, y ella dice: “Entiendo, pero no puedo hacer eso que dices porque tengo que estar con mami”, y él dice: “Lo sé, y yo también quiero que estés con ella, pero me gustaría que pudiéramos estar todos juntos otra vez, no solamente con Julie, por supuesto, pero si eso es imposible, entonces al menos los tres que quedamos”, y ella dice: “Mami dice que no podemos, y no sé por cuánto tiempo, pero ella desearía lo mismo sobre Julie”, y él dice: “Probablemente ahora mismo tampoco quieres estar sola conmigo… está bien, no tienes que contestar a eso, no quiero ponerte en el brete, ¿y sabes lo que eso quiere decir… o sea, lo del brete?”, y ella dice: “Puedo imaginarme”, y él dice: “Porque tú ves que es obvio que yo sigo fuera de mí con todo esto, quiero decir afligido, quiero decir sintiéndome miserable, esta historia de la autopista, y es por eso que digo que entiendo por qué no querrías estar sola conmigo ahora, debe asustar, aunque por favor nunca te asustes de mí, pero muy pronto volveré a estar casi casi totalmente normal y luego tal vez casi totalmente normal, y casi totalmente normal y normal son más o menos lo mismo, aunque siempre sin contar una parte por tu hermana, por supuesto, lo cual está bien y es normal, y también sin contar lo que esto les causó a mami y a ti, y sin embargo no lo suficiente como para que vuelva a ser, ni cerca, normal”, y ella dice: “Papi, no entiendo nada de lo que estás diciendo ahora”, y él: “De todos modos, lo que estoy diciendo es que cuando haya vuelto a ser casi lo que era, lo cual posiblemente suceda muy pronto, puedes venir a quedarte conmigo, la mitad del tiempo con tu mami y la mitad conmigo”, y ella: “Veremos”, y él: “Entonces solo los fines de semana, o algún que otro fin de semana y los veranos o un mes de cada año”, y ella dice: “Tampoco sé nada sobre eso, tendrás que discutirlo con mami”, y él dice: “‘Discutirlo’, ay, eso me encanta, te estás poniendo tan grande y despierta que también por eso quiero que estés conmigo, ahora o muy pronto, antes de que crezcas realmente y cuando ya no necesites estar más con tus padres, tan solo te perderé naturalmente de la misma manera que te perdería incluso si mami y tú estuvieran viviendo conmigo”, y ella: “Tal vez, no estoy segura de eso”. “Ya sabes”, dice él, “aunque tal vez no, a menos que tu mami te lo haya dicho, pero casi atrapo al conductor de aquel auto… aquella camioneta, una miniván, una Ford resultó ser”, y ella: “No, no lo sabía, mami probablemente no quería que supiera”, y él: “Bueno, seguramente tiene razón, pero la camioneta era mucho más rápida que nuestro viejo cascajo y no dudo de que estuviera modificada, que es cuando hacen algo para incrementar la potencia del auto, así que se escapó. Además iba por la misma autopista, aunque tal vez no debería entrar en más detalles o recordarte siquiera cualquier cosa que tenga que ver con eso, pero estaba decidido, te lo juro, a estrellarme contra esa camioneta para empujarla a la banquina –ya había chocado contra ella con nuestro auto– y luego a estrangularlo hasta dejarlo casi muerto o pegarle con ese bate de béisbol para niños que llevo conmigo en el auto precisamente para eso, no me importaba, y entregarlo a la policía pero no matarlo, como realmente habría querido, porque mucho más querría agarrar al tipo que mató a tu hermana y pensé que podría sacarle quién era el otro, o que la policía podría hacerlo, o el tribunal, cuando llevaran a este tipo a juicio, pero ¿tú qué piensas?”, y ella dice: “¿Quieres decir que el otro tipo no estaba con él?”, y él dice que no y ella dice: “Aun así, deberías dejar de preocuparte por eso, papi… deja a esos hombres en paz, podrían matarte ellos primero, la próxima vez, son tan malos”, y él dice: “Tu mami me dijo eso mismo hace tanto tiempo, no recuerdo cuándo, de manera que probablemente también te lo dijo a ti, porque esas fueron sus palabras casi exactas”, y ella dice: “Incluso si lo hizo, y esto es solo lo que yo pienso ahora, lo que quieres hacerles a esos hombres no ayudará en nada a Julie. Ella está muerta y tú deberías ir sabiéndolo”, y él dice: “¿Qué crees?… por supuesto que lo sé, pero atrapar a esos hombres haría maravillas por mí, te diré, porque no puedo vivir sabiendo que esos tipos siguen andando por ahí, tal vez pasándola bien, quizás incluso presumiendo sobre lo que hicieron sin que nadie los castigue por eso, y quizás incluso se habían olvidado de lo que hicieron hasta que yo choqué la camioneta de ese conductor, o siguen haciéndoselo a otros autos aunque no he leído nada en los diarios sobre algo como eso, pero podrían haber trasladado esas matanzas dementes a las calles –eso pasa todo el tiempo– o a otras autopistas en otros estados, ¿y cómo íbamos a tener noticias de eso, a menos que se lo hiciesen, no sé, a diez autos en un día?, pero por ti voy a hacer lo que dices y dejaré de preocuparme por eso. Tienes razón, cariño, tienes razón sobre prácticamente todo, caramba pero qué niña tan lista y sabia tengo, pero te diré un pequeño secreto: desistí de encontrar a esos tipos tan pronto como esa rata de conductor se me escapó, así que como le dije a tu mami, ya no ando por la autopista buscándolos”, y ella dice muy bien.
Consigue un empleo y unos tres meses más tarde va camino a su trabajo cuando ve salir a dos hombres de una miniván celeste sin ventanillas excepto adelante, los dos muy parecidos –desde más o menos una cuadra de distancia– a aquellos tipos de la camioneta blanca: las mismas edades al parecer, anteojos de sol aunque desde esta distancia no puede ver si son oscuros, y a medida que se acerca sus caras y sus sonrisas y la frente prominente del conductor parecen las mismas. Los rebasa lentamente, están charlando en la vereda, sonríen con una gran sonrisa de connivencia y chocan sus diestras en el aire como ha visto hacer a los atletas después de un juego realmente bueno, y luego se separan y caminan en direcciones contrarias por la vereda, puede verlos por el espejo de su derecha y luego en el retrovisor, cuando lo gira para que muestre más del lado derecho, y aunque no tienen bigotes y llevan puestas unas gorras de béisbol en lugar de los sombreros estilo fedora, son ellos, no hay posibilidad de error. No sabe qué hacer, mientras aminora casi hasta arrastrarse: atrapar a uno de ellos de alguna manera y mejor aún al tipo que mató a su pequeña, y que a través de él la policía pueda llegar muy pronto al otro, pero no sabe si ha aumentado sus revoluciones lo bastante para hacer lo que piensa que fácilmente podría haber hecho, o al menos intentado hacer, en la interestatal cuando los estaba persiguiendo, y que con sus embestidas a la camioneta casi logró. “A la mierda, esos malditos”, dice, “mataron a mi bebé… ustedes dos lo hicieron hijos de puta y la van a pasar muy mal”, y gira en U, no viene ningún auto en ninguno de los dos sentidos, cosa que no se le ocurrió verificar cuando giró en U, atraviesa la calle y el conductor, el que está más cerca y que viene caminando en su dirección, se detiene y mira su auto y él se sube a la vereda y ahora se dirige hacia él, apretando el acelerador a fondo y el conductor grita: “¡Eh, qué mierda… Luke!”, y echa una mirada rápida a su alrededor, al parecer para ver hacia dónde correr pero él lo embiste, el conductor pasa por encima del capó y aterriza en la calle, y él se encamina hacia aquel que supone que es Luke, que cruza la calle a la carrera lanzando miradas hacia atrás por donde viene él, y a través del retrovisor y el espejo de la derecha ve al conductor apoyado en sus rodillas, sacudiéndose, y mira hacia adelante y Luke está en la otra vereda, huyendo de él ahora sin mirar atrás, y él sale de la vereda, no sabe si debería subirse a la vereda de Luke o seguir por la calzada hasta que lo tenga a tiro, bien despejado para golpearlo con el auto, se sube, no hay nadie más por ahí, y llega hasta casi seis metros del tipo pisando el pedal a fondo cuando Luke salta por encima de la trompa de un auto estacionado, su pie golpea el capó y da un revolcón en la calzada, él corta hacia la calle un segundo después de haber pasado junto al auto por encima del cual había saltado Luke, ahora frena bruscamente, mira hacia atrás y ve al conductor que regresa rengueando hacia la camioneta y, mirándolo a través de la luneta de su auto, a Luke que se pone de pie despacio y se sujeta el codo, no sabe si dar la vuelta y dirigirse a Luke o dar marcha atrás para derribarlo, y luego dar la vuelta y pasarle por encima, “Luke, aquí”, grita el conductor cerca de la camioneta, y Luke se pone a correr en esa dirección, casi se cae y luego renguea hacia ella y él arranca, frena, orienta el auto de tal manera que queda alineado diagonalmente hacia Luke y retrocede tan rápido como puede, y Luke arremete pero él da un volantazo en la misma dirección y lo golpea. Luke cae, el conductor hurga en los bolsillos de sus pantalones probablemente en busca de las llaves, Luke está intentando levantarse con sus brazos y él acelera hacia delante, retrocede y pasa por encima de alguna parte de su cuerpo, lo siente por la sacudida, vuelve a avanzar de modo que pasa otra vez probablemente por encima de la misma parte, aunque solo quería acercarse para poder verlo y piensa: “¿Sí?, ¿no? Al carajo con él, mató a mi bebé y si se levanta probablemente tratará de matarme”, y retrocede por encima de él, esta vez tanto con la rueda trasera como con la delantera, y no sabe por qué no había pensado en esto antes, se encuentra frente a Luke, que está tirado en el suelo boca abajo y tal vez muerto y grita: “Asesino, asesino”, y pisa el acelerador a fondo y le pasa por encima asegurándose de no golpear su cabeza, luego gira en U, el conductor está en la vereda y parece que está abriendo la puerta del lado del acompañante, y él no sabe si subirse a la vereda y golpearlo o simplemente embestir la camioneta desde la calle, impidiéndole partir y tal vez hiriendo al hombre, o más bien detenerse y bajarse del auto y agarrarlo y tirarlo al suelo. Ha salido gente de las casas estilo rancho, hay trabajadores parados en la entrada del negocio de computadoras y diseño, dice el letrero sobre el césped, entre dos de esas casas y cerca del cual está estacionada la camioneta, el conductor ha abierto la puerta y se está metiendo en la camioneta y él la embiste desde la calle, es lanzado hacia adelante pero su cabeza no golpea contra nada y el parabrisas no se raja y vuelve a caer contra su asiento, en la embestida el conductor quedó derribado en el asiento o en algún lugar del suelo de la camioneta o está ahí abajo buscando algo, “Pistola, dale antes de que él te la dé a ti”, piensa y salta del auto y corre alrededor de la camioneta, el conductor está tumbado de espaldas sobre el asiento con los ojos cerrados y los abre y lo ve y él piensa: “El bate de las niñas, ¿dónde quedó?”, y arrastra al conductor afuera por las piernas, el conductor echa la mano atrás para proteger su cabeza pero esta golpea la vereda y el tipo grita: “Ay, carajo”, y parece muy dolorido, él se agacha y agarra la cabeza del conductor, las manos se retraen ante la sangre por debajo de la cabeza pero dice: “No, a la mierda”, y la agarra otra vez con fuerza y el conductor grita y él dice: “Te acuerdas de mí, ¿verdad?”, y el conductor dice: “Eh, ¿qué?”, revoleando los ojos, y él dice: “Eh, eh, te acuerdas de mí, ¿no?”, y el conductor dice: “Eh, estoy herido, no hagas, ya no más”, y él dice: “Pero te acuerdas de mí, tú y tu colega también, o se acordaba, ¿verdad?... abro mi ventanilla, la bajo, me refriegas un arma por la cara, apuntas hacia atrás, le disparas a quien te da la gana, a mí y a una de mis hijitas que ahora está muerta, ¿cierto, cierto?”, y el conductor dice: “¿Qué? Juro que. ¿Cuál colega? No tengo ningún colega. Yo no hice nada. ¿Qué quieres decir con eso?”, y él dice: “En la interestatal de aquí… la miniván blanca… ¿no te acuerdas, la que yo choqué?… ¿dónde están tu bigote y tu fedora?”, y el conductor dice: “¿Qué fedora? ¿Fedora, qué es eso?”, y él dice: “Este fedora, este fedora, mi hija”, y golpea la cabeza del conductor varias veces contra el auto, y la gente grita “¡Pare… No haga… Ya basta… Alguien!”, y él levanta bien alto la cabeza y la golpea contra el suelo y otra vez y hay manos que lo aferran desde atrás y él trata de sacudírselas mientras golpea la cabeza, y alguien lo sujeta por el cuello y lo jala hacia atrás y él arrastra consigo la cabeza del conductor hasta que alguien le abre los dedos uno por uno y otro ataja la cabeza del conductor justo antes de que golpee el suelo y lo siguen arrastrando hacia atrás y él dice: “Está bien, de acuerdo, ya paré, ya me frenaron, ahora seré bueno y me plantaré aquí a esperar a la policía”, y lo sueltan y él se sienta unos metros más allá, en el cordón de la vereda, y se limpia la sangre en sus pantalones y su camisa y se mira los pies.
“Dios, sí que te los cargaste”, dice un hombre, agachándose junto a él, “¿qué fue, eso que estabas diciendo?”, y él asiente y el hombre dice: “El de la calle está muerto, no sé si lo sabes, la maldita cara aplastada, y la del otro…”, y él dice: “No quise pasar por encima de su cara, en realidad pretendía…”, y el hombre dice: “Bueno, apuntaste mal, pero el otro parece casi liquidado también… la policía y los paramédicos están en camino”, y él dice: “Se lo merecían, espero que el que está vivo se muera”, y el hombre dice: “Escucha, si quieres un consejo, no andes diciendo eso por ahí, di que fue en defensa propia, en defensa”, y él dice: “No lo fue, y a esta altura no me voy a poner a decir idioteces”, y el hombre dice: “Entonces no digas nada, cúbrete la cara con las manos como que estás muy cansado, perturbado incluso, y espera a tu abogado o al que te asignen, pero no te regales junto con diez años más por eso”, y él dice: “Responderé a lo que me pregunten, y si les cuadra, bien, que hagan lo que quieran conmigo”, y el hombre dice: “Eso es lo que piensas ahora, pero yo he estado adentro, muchacho, y después cuando estés allí vas a odiar cada día extra que te den por no haber hecho lo que te estoy diciendo, pero de acuerdo, solo estoy tratando de ayudar, y mucha suerte”, y el hombre se pone de pie y él se levanta y lo abraza.
Llegan la policía y los paramédicos. El conductor es atendido en la calle y llevado en una ambulancia, el otro tipo es colocado en una bolsa y depositado en una camioneta médica especial con las puertas de atrás abiertas, mientras la policía le pregunta a él qué fue lo que pasó aunque le aclaran que no tiene que responder o que puede esperar hasta que tenga un abogado y él dice: “Se la estaba devolviendo a esos tipos, si no lo hacía yo nunca les habría pasado nada, como por ejemplo que los encontraran, salvo por accidente, todo está escrito en alguna parte, lo que le hicieron a mi niña aquel día en la interestatal, verán que coinciden con las descripciones que di, menos el bigote, y no habrá nada sobre su altura porque nunca los vi fuera de su camioneta, hasta hoy”.
Los dos tienen prontuarios, eran buscados por una cosa u otra en otros estados, algunas fotos de la policía los mostraban con bigotes, él se niega a contratar a un abogado así que le asignan uno, su hija no puede atestiguar por él porque ni siquiera puede decir alrededor de qué edad tenían o de qué color eran esos hombres aquella primera vez en la interestatal y creía que había tres o cuatro en la camioneta, lo condenan y le dan diez años por asesinar a un hombre desarmado y causarle a otro daños cerebrales permanentes, el juez al sentenciarlo dice: “Si hubiera mostrado usted una pizca de remordimiento o expresado alguna comprensión de la falta que cometió, yo lo habría sentenciado a un puñado de años o menos, considerando por lo que ha pasado con la muerte de su hija y que nunca ha sido acusado de un delito grave y que los hombres a los que atacó tenían un historial de felonías y eran buscados por robo y asesinato, aunque no el de su hija, y ahora irónicamente no pueden ser acusados por esos otros crímenes, dado que uno de ellos está muerto y el otro será un vegetal por el resto de su vida, pero lo que usted hizo, señor, y el modo en que ha actuado desde ese momento, envía el mensaje equivocado a otros que han sido victimizados y despojados como usted, que podrían querer tomarse una brutal venganza como usted lo ha hecho, y entonces las calles serían aún más amenazantes de lo que ya son, de manera que debo concluir que usted es casi tan peligroso y acaso tan despiadado como esos hombres a los que usted llama, sin ninguna prueba, los agresores de su hija”, y él dice: “Puede usted pensar eso, no voy a ponerme a discrepar, aunque nadie va a convencerme de que no agarré a los tipos indicados, pero personalmente me siento muchísimo mejor por lo que hice, y para mí, aunque va a pasar mucho tiempo antes de que pueda disfrutarlas, las calles deben ser un lugar más seguro hoy, y sin duda lo es la interestatal, no conmigo fuera de ella sino porque esos tipos ya no están, aun si esa no es en absoluto la razón por la cual lo hice”.
Algunos presidiarios dicen que admiran lo que hizo por su niña, y la prueba está a la vista y esos tipos se lo merecían, pero la mayoría de los otros dicen que no debería haber llevado las cosas tan lejos como para ir y matarlos, porque mira lo que perdió él: mujer, la otra hija y su libertad, y además no podía estar seguro de que fueran ellos después de casi un año, y quizás todavía no atrapó a los verdaderos, que hasta podrían estar en esta misma prisión queriendo matarlo antes de que descubra su error y trate de matarlos, y además, si quieres que alguien muera, consigues a un profesional que lo haga, pero no lo intentas tú mismo de esa manera que siempre, para un amateur, termina en un trabajo desprolijo o en una metida de pata total, como eso de dejar descerebrado a ese pobre cerdo para toda la vida, y normalmente tú mismo acabas muerto o en prisión durante años, si es que no te gasea el propio Estado por haber asesinado a algún transeúnte inocente o al tipo equivocado o incluso al correcto. Por lo general dice que no tenía ni tiempo ni dinero para contratar a un asesino a sueldo, y no es que de lo contrario lo hubiese hecho, ya que no quería que lo hiciera nadie más que él, porque solo él tenía una razón para hacerlo, y el dinero para matar, no importa cuánto pueda pagar alguien, nunca podría ser una razón, y alguien dice: “¿No lo harías por diez?... ¿por veinte?... ¿por cincuenta entonces?... ¿me estás diciendo que por medio millón no liquidarías a alguien que no conoces si supieras que es bastante fácil?”, y en tal caso debería haber dejado el asunto y continuado con su vida, y si por casualidad los veía como esa vez en la calle, entonces simplemente debería decirle a la policía dónde fue y dejar las cosas ahí, y como máximo esperar lo mejor, y si era en un lugar donde los tipos seguían estando, entonces dónde, pero mantener su cuerpo completamente fuera del asunto.
Su mujer lo visita un par de meses después de que cae en prisión, aunque él le ha escrito y hablado en su máquina contestadora muchísimas veces para que viniera, sin recibir respuesta, y ella dice que quiere el divorcio y que espera que él no intente impedirlo, y él dice que no es lo que quiere, por supuesto, pero que la puso en tal miseria al dejarla abandonada y casi quebrada y con la hija mayor, además de la miseria mucho más grande, por lejos, que ella sufrió al perder a Julie mientras lo veía al mismo tiempo volverse loco, en su propia miseria y por tratar de encontrar a esos tipos, que cualquier cosa que ella quiera se la dará, hasta la última moneda en el banco y cualquier valor o posesión que todavía puedan tener, y cosas así, y cualquier arreglo que ella quiera hacer con él sobre Margo él lo firmará, aunque espera que le traiga a la niña aquí o que permita que alguien lo haga un par de veces al año, y poco tiempo después ella vuelve a casarse y da a luz a una niña que en pocos años tiene la edad que tenía Julie cuando la mató ese tipo.
Su excuñada lleva a Margo a verlo en la prisión más o menos una vez al año, desde que la niña cumplió doce, y desde que tiene dieciocho ella lo visita por su cuenta porque quiere, o porque sabe cuánto desea él que lo haga y siente pena por él y solamente responde a sus ruegos de que vaya porque ella es lo único que tiene, le dice en sus cartas, todo lo que alguna vez tendrá, y apenas un puñado de horas con ella hacen que los meses siguientes hasta su próxima visita sean mucho mejores para él, y por lo general hay una incomodidad entre ellos durante las dos horas que ella pasa allí –podrían tener más tiempo pero, por el modo en que ella no puede estarse quieta y por la expresión de su cara, él se da cuenta de que esas dos horas son un poquito más de lo que puede tolerar– y no se hablan mucho y él más que nada la observa, a ella que no lo mira o mira todo menos a él y habla cuando él dice algo, y entonces a menudo se convierte en una especie de charla vacía, qué buen aspecto tiene y cuánto más alta e incluso más bonita se está poniendo, todas las cosas que sabe que los papis –o “padres” ahora, porque ella está en esa edad– casi se supone que deben decir pero con ella es totalmente cierto, y se la oye tan madura y además madura en montones de otros buenos sentidos, y qué linda ropa lleva puesta o qué bien elegida está para su onda y para su físico, y el tiempo que hace hoy y que no se está tan mal aquí, ella no preguntó pero él le dará de todos modos su informe semestral si no le molesta, los otros prisioneros siguen dejándolo tranquilo en su mayoría porque saben que eso es lo que quiere, después de todo aquello por lo que pasó, y cuánto significa para él tenerla sentada allí delante, apenas puede creerlo después de haberlo deseado tanto durante los últimos tres meses, y se disculpa si venir aquí ha sido un gran inconveniente para ella y le ha costado más de lo que podía gastar o le impidió hacer algo o estar con alguien con quien quería estar o que quería mucho hacer, pero está bien, él también fue chico alguna vez, o joven debería decir si es que va a establecer correctamente las comparaciones entre sus edades, de modo que entiende y nunca olvidará que ella viene con bastante regularidad, que ella viene, incluso, y él sabe que no es el mejor lugar para ver al papá de uno y aprecia el esfuerzo que ella hizo al venir aquí pero eso ya lo dijo, y no menos de una vez por cada ocasión en que ella lo visita él se pone repentinamente a llorar a gritos, primero a gimotear, luego a tratar de contenerlo y por último a llorar abiertamente o a grito pelado, pero por nada, le dice después, tan solo feliz de verla, y espera que su llanto no la haga dejar de venir a verlo, y ella jura que no pero por dentro él piensa que también está llorando porque está pensando en todo lo que se ha perdido al no vivir con ella los últimos ocho, nueve, diez años, y cuando la ve también ve a Julie porque parecían casi gemelas cuando eran chiquitas, salvo por los tres años de diferencia y él se imagina que más o menos así es como probablemente se vería Julie si no hubiese muerto, o al verla piensa en Julie y en lo que le sucedió aquel día y en cómo se la veía muerta en el auto baleado, un agujero de bala en su pecho justo debajo del cuello, una expresión, cuando él retiro sus bracitos de su cara, no, no es así, el agujero estaba en alguna otra parte, en su cuello y había vidrios rotos en su mejilla y en su pecho, ¿por qué estaba erguida?, ¿por qué no se agachó?, él les había dicho a ambas que se agacharan así que ¿por qué no lo había escuchado como hizo Margo?, ¿él no gritó lo bastante fuerte?, ¿no había suficiente rabia y poder y fuerza y alarma en su voz para espantarlas a fin de que se quedaran abajo?, y un minuto o dos más temprano, cuando él estaba manejando lado a lado con la camioneta y miró rápidamente por el espejo retrovisor para ver si ellas estaban bien, y antes de eso cuando arrancaron aquel viaje en auto, de regreso de un fin de semana en Nueva York, mientras su esposa se quedaba dos días más con su familia y luego volvería en tren, hablando durante el inicio del viaje sobre en cuál parada se detendrían si no tenían que detenerse antes para que una de ellas hiciese pis, y una vez que lo decidieron, ¿en qué lugar de comidas de por ahí, Bob’s Big Boy o Roy Rogers o Sabarro, le parece que se llamaba el lugar italiano, o tal vez una combinación de los tres?, y una de las últimas veces que Margo lo vio en prisión y después de que estuvieron silenciosos un largo rato mientras ella miraba cualquier cosa menos a él, ella de pronto dice algo que siempre quiso decir pero nunca tuvo la entereza o el coraje o lo que sea que haga falta, dice, ojalá que él no hubiese salido tan impulsivamente detrás de aquellos hombres, y no es broma, tal como su madre y ella le dijeron, hace años y años, que no hiciera, aunque de acuerdo, ella era solo una niña entonces de manera que él apenas la escuchaba, pero ¿a su esposa?, porque qué bien había hecho incluso si los había matado a los dos, y si es que esos hombres eran los verdaderos, y lo que casi era más importante –y la sorprendía que él no hubiese pensado en esto entonces–, qué tan bueno era él como padre después de eso, cuando ella realmente necesitaba uno, no solamente durante el año o dos que siguieron al shock de haber perdido a Julie y toda esa sangre y demás, sino durante todo su crecimiento, e incluso ahora él no está ahí las pocas veces que ella todavía podría aprovecharlo para que la aconseje o confronte sus puntos de vista, o meramente estar ahí para ella, con o sin su madre, o llevarla adonde ella necesite ir hasta que tenga su propio auto, o lo que se suponga que los verdaderos padres biológicos son útiles para hacer por sus hijos, aparte del dinero que ella realmente podría usar para la universidad y que el marido de su madre no tiene, o si lo tiene no va a compartirlo tan fácilmente porque tiene sus propios hijos con su madre y con su primera esposa a quienes mantener, y él dice: “El dinero, ¿qué puedo decirte?... no me pagan gran cosa aquí y no tienen ningún plan de matrícula universitaria para los hijos de sus trabajadores, pero en cuanto a lo demás... apoyo moral y todo, aquí me tienes, estoy aquí, ¿dónde más si no? No soy ningún fantasma, y te escribo casi todos los días, eres la única a quien le escribo, así que en ese respecto tienes más comunicación conmigo, y más aún si me contestaras alguna carta de vez en cuando, de la que tal vez la mayoría de las chicas de tu edad tienen con sus padres, que se van a trabajar la mitad de la jornada y luego traen consigo el trabajo a casa y cosas así... simplemente no se interesan, muchos de ellos, o tan solo se interesan en las cosas que ellas no... Pero tal vez ni siquiera lees la mitad de mis cartas, lo que estaría muy bien, ya que te envío tantas”, y ella dice: “Yo también te escribo, pero no siempre tan cuidadosamente, porque tengo mucho que hacer para el preparatorio a fin de conseguir el dinero para la futura universidad que tú no podrás darme, y afrontémoslo, papi, a veces dices una y otra vez lo mismo en tus cartas o algo bastante parecido o te repites de diferentes maneras, así que es como repetirse demasiado y como que se vuelve aburrido si puedo decirlo... después de un tiempo no hay mucho sobre lo que escribir en prisión, cosa que comprendí hace ya bastantes años, pero supongo que es para lo que se supone que debe servir este lugar... para hacerte desear no haber hecho lo que hiciste para que te metieran aquí, y además para hacer que una vez que salgas quieras pasarte al mundo no criminal, donde podrás tener algo nuevo que hacer y sobre lo que hablar y por Dios nunca nunca volver a caer adentro, con toda esa monotonía y la mala comida y el mal dormir y la falta de privacidad, y esos baños horribles y todos esos televisores encendidos y las conversaciones idiotas, y ni hablar de vacaciones en el verano como dijiste en broma un centenar de veces, y esa música que escuchan los otros prisioneros y que tú odias, y estoy segura de que nada de mujeres e incluso algún miedo a los demás hombres”, y él dice: “Es verdad, aunque puede ser que no te haya contado todo, si bien nada de lo que no te he dicho haría que quiera quedarme, pero además te llamo cada vez que puedo y estoy en condiciones de pagarlo, y tú puedes llamarme en los horarios prescritos para eso cuando tengas ganas, pero lamentablemente no es de cobro revertido, tampoco dan esa ventaja aquí, o incluso desde el teléfono de tu mamá, ¿por qué no? Le dejé sin la menor queja todo lo que teníamos y todas nuestras posesiones cuando nos separamos, no es que hubiera mucho, lo admito, o que me arrepienta siquiera de una moneda de todo eso, aunque una casita con una gran hipoteca no deja de ser algo si uno ya ha pagado algunos años de intereses y el mercado no se viene abajo, de modo que tal vez lo menos que ella podría hacer por ambos –y si eso te hace sentir mejor, debería ser bueno para ella también, ¿verdad?– es dejarte llamarme desde su teléfono alguna que otra vez, o simplemente dile que calcule todas las llamadas que me hagas y su costo –¿por qué no se me ocurrió esto hace mil años?–, y cuando haya salido y esté trabajando de verdad, o incluso con las pocas monedas que hago aquí por día, se lo pagaré al interés bancario cualquiera sea ahora, pero en fin, de todos modos me doy cuenta de que nada de eso es como si estuviera allá afuera, para ti, cuando me necesitas, y no hay modo de darlo vuelta para hacerlo parecer bueno, pero ¿qué más me querías decir?... dijiste que había algo”, y ella dice: “Esto no va a gustarte”, y él: “Solo dilo, nada que tenga que ver contigo puede enojarme”, y ella dice: “Sin embargo te va a poner triste, me temo”, y él: “Si estás enferma, pero quiero decir en las últimas, entonces por supuesto”, y ella: “Tan pronto como me gradúe, en junio, me voy a Seattle o a algún lugar en la Costa Oeste donde va la gente joven, a buscar trabajo y una habitación compartida con otras chicas que sacaré de los anuncios, y con suerte conseguiré estatus de residente allá, de manera que pueda ir a la universidad por poca plata, así que para serte honesta estaré viniendo menos aún de lo que he venido, y hoy podría ser la última vez durante algún tiempo, lo siento mucho, papi”, y él dice: “Bueno, eso no fue tan malo, ya me estoy reponiendo porque sé que es lo que tú quieres, y debería ser bueno para ti si es que es seguro, y además, como saldré de aquí en menos de dos años, no va a ser un trecho demasiado largo antes de verte si no vienes otra vez, pero dime dónde estarás. Ahora, en cuanto a lo que ustedes dos me dijeron que no hiciera con esos tipos que mataron a Julie, ya que estamos hablando con toda sinceridad, salir detrás de ellos, podría decirse, tan empecinada y ciegamente, no debería haberlo hecho, acaso tan solo porque destruyó lo que podría haberse considerado un matrimonio bastante bueno hasta ese momento, aunque el solo hecho de perder a Julie ya podría haber provocado eso, todo se fue al demonio a partir de ahí, pero también me separó de ti, y luego de manera permanente cuando ella me dejó, aunque si se hubiera quedado, quién sabe, tal vez para cuando vi a esos tipos, ya me hubiera hartado, por así decir, no los hubiera perseguido ni golpeado la cabeza del que seguía vivo contra la calle, pero la verdad es, y gracias por llamarme papi –nunca lo dices, no lo has dicho en diez años, de manera que tal vez sea como, en fin, tu última visita, una especie de suvenir para mí–, pero dudo mucho que hubiera podido estar así de harto de aquello cuando los vi, incluso de una manera bestialmente asesina, de modo que, aun si tu mamá no me hubiese dejado, habría hecho exactamente lo que hice y me habrían dado incluso más años, porque con ustedes dos todavía a mi lado el juez habría podido decir: ‘Vaya, aún tenía consigo a su familia, así que su esposa no lo dejó porque pensara que estaba loco y él además no estaba loco porque ella lo había dejado llevándose a su única otra hija, de modo que él tenía más razones aún para no hacer lo que hizo’, o algo así... no puedo poner palabras en la boca de un juez, ellos pertenecen a otra casta y su jerga legal me es más que ajena. La otra verdad es que sigo estando contento con lo que les hice a esos tipos, el peor de los dos liquidado para siempre, ya que nadie en el mundo se lo merecía más, excepto tal vez los carniceros nazis de un millar de niños en un día, o los japoneses en la Segunda Guerra Mundial con niños chinos en sus bayonetas si es que esa historia no había sido inventada para que odiáramos y matáramos más japoneses, y lo que yo muchas veces desearía –incluso a veces para bien de ese conductor de la camioneta, aunque los buenos sentimientos por él no duran nunca demasiado, porque él habría podido decirle al tipo de la pistola que dejara de hacer eso, sabes, podría haber gritado en la camioneta: ‘¡Basta, hay niños en ese auto, basta!’– es haberlo liquidado también a él, aunque por hacer eso sin duda me habrían dado una condena más larga, o tal vez no lo deseo porque posiblemente ya he cumplido toda mi condena aquí, más los dos años para salir, y ya casi puedo irme”.
Tiene que cumplir su sentencia completa, menos unos pocos meses, y lo dejan ir, regresa a su antigua ciudad y alquila una habitación, consigue un trabajo en un lugar de hamburguesas baratas, trabajo que aprendió a hacer en la prisión, no tanto las hamburguesas ni nunca los bifes desde luego, aunque son bastante fáciles, los bifes un poquito más complicados, sino tan solo pesar y freír y asar y hervir y recalentar montones de comida y servirla, todo al mismo tiempo y en una escala mucho más grande, y donde era uno entre muchos cocineros en lugar de ser el único detrás del mostrador, como ahora que incluso tiene que lavar parte de la vajilla. La hija se casa pero no le dice dónde ni cuándo –ella dejó de escribirle unos pocos meses después de aquella última visita y su madre, cuando él la llamó al salir de prisión para pedirle el teléfono y la dirección de Margo, le contó lo de la boda y dijo: “Le diré que llamaste la próxima vez que hable con ella, podría ser esta semana o la próxima, y si ella quiere mantenerse en contacto contigo le daré tu número de teléfono y tu dirección... ¿cuáles son?, y a propósito, ¿cómo estás?”, y él dijo: “Agotado, desmoralizado, liquidado, en la lona, ¿pero no podrías llamarla hoy y decirle que salí y que tengo muchas ganas de verla, o al menos de oírla?”, y ella dijo: “Lo intentaré”–, muy pronto tiene un bebé, de lo que él se entera poco después por su exmujer cuando vuelve a llamarla preguntando por el número de teléfono o la dirección de Margo o al menos su ciudad y el apellido del marido, que ella no le dará: “Una vez más, es cosa de ella”, le dice, “ella tiene su forma de ser, que yo no necesariamente apruebo en lo que a ti respecta, pero nada de lo que yo pueda decirle... Seguiré reenviando tus cartas y paquetes para ella si me los sigues mandando aquí a nombre mío o de Dave, aunque en el caso de los paquetes, como nosotros tampoco estamos en muy buena situación financiera, tal vez podrías enviarlos con tarifa normal en lugar de la reducida para que no tengamos que poner nosotros el franqueo adicional... y Margo dice, bueno en realidad por ahora no ha dicho nada sobre no querer recibir tus envíos, de manera que tal vez un día, estoy segura de que va a ser así... todavía es una nena, aunque ya tenga su propio bebé, y felicitaciones, abuelo, estoy segura de que nadie te había llamado así antes, y los niños cambian... ya se le va a pasar”, y él dice: “¿Qué cosa: no querer verme o escucharme, o algo más profundo de lo que no estoy enterado? ¿O tan solo lo obvio, que la avergüenza que yo haya estado preso, o que le doy miedo porque una vez golpeé a un tipo hasta matarlo, ahora que ella es madre?”, y ella dice: “Ojalá lo supiera, Nat, ella no suelta una palabra sobre todo eso, pero te acuerdas cómo era de chiquita –hipersensible y siempre muy lectora, jamás dispuesta a la charla o la introspección excepto para hablar de sus sueños o sus libros–, de hecho me regaña cuando le pregunto qué le pasa contigo”, y él dice: “Implora por mí, Lee, por favor implórale por mí... dile que la prisión me esterilizó y me debilitó, que me he convertido en el hombre más inofensivo, que aporreo hamburguesas, vuelvo a casa y leo los diarios, y en mis días libres salgo a caminar y voy a ver películas y museos, y al parque a mirar a los niños en los juegos hasta que empieza a verse sospechoso, y en el zoológico les tiro panes viejos del restaurante a esos pájaros que se paran en una sola pata, los flamencos, y toda clase de patos que no vuelan... suena artificial, lo sé, pero no lo estoy diciendo a fin de parecerte más inofensivo para que puedas decirle a ella lo inofensivo que soy, porque eso es lo que soy, o en lo que me convertí... ¿cuál de las dos?, porque realmente me he olvidado mucho de lo que yo era antes de sacudir a esos tipos... porque no me quedan amigos ni nada de antes, los empleos que tuve en los que conocí gente quedaron tan atrás en doce años, y sin duda la prisión y lo que hice para ir a parar allí no ayudaron mucho, que no volverían a darme trabajo, todo lo cual ya se lo dije interminablemente a ella en mis cartas, y eso de que soy inofensivo, pero tal vez lo capte mejor viniendo de ti”, y ella dice: “Lo voy a intentar, pero no hasta el punto de que después no quiera hablar conmigo”, y él dice: “Entonces, ¿vive cerca de tu casa?”, y ella: “No, ¿por qué lo dices?”, y él: “No lo sé... aunque si viviera cerca yo podría lograr que lo dijeras y tal vez incluso dónde, y si no viviera cerca y lo dijeras, también sabría eso, cosa que ahora sé y no me ayuda para nada, y solamente muestra lo desesperado que estoy por saber aunque sea el menor indicio de ella, y simplemente por verla, discúlpame”, y ella dice: “¿Alguna vez has pensado que tal vez esa desesperación es lo que podría estar alejándola?”, y él: “¿Por qué sería así? Solo soy un padre sin familia que expresa un sentimiento de pérdida y un amor completamente normal después de tantos años, probablemente con alguna congoja remanente que se remonta a nuestra pobre Julie, ¿o acaso tú te olvidas alguna vez?”, y ella dice: “No quiero hablar de eso”, y él: “De acuerdo, tú tienes otras personas con quienes hacerlo, cosa de la que me alegro por ti, y además tienes otra hija, ¿pero Margo te lo dijo, eso de alejarla?”, y ella: “Con toda honestidad, no”, y algunos años después Margo lo llama al trabajo –él le había escrito el número en sus cartas, siempre arriba a la izquierda debajo de su dirección, junto con el número de teléfono de su casa y qué días y en qué horarios solía estar en cada lugar– y dice: “Hola, soy Margo, tu hija, ¿cómo estás?”, y él: “Margo, cielo santo, oh Dios, ¿de dónde me llamas, cómo estás?”, y ella dice: “Traté de encontrarte en tu casa durante varias horas, pero nadie respondía y no tienes contestadora”, y él dice: “Mis horarios no son como los de otros, y ¿una contestadora, yo?, pero creía que te había dado los horarios de mi trabajo y de mi casa en las cartas, para el caso de que llamaras, y no han cambiado en años”, y ella dice: “No recuerdo haberlos visto y... ¿está bien que te llame aquí?”, y él dice: “Por el momento, claro, prácticamente dirijo este tugurio, pero no vayas a colgar sin decirme dónde estás”, y ella dice: “¿Eres el gerente?”, y él: “Solo cocinero y encargado de mostrador, pero de larga data, y tan honesto que saben que nunca podrían encontrar otro como yo”, y ella dice: “Y eso de los horarios en realidad fue una mentirita... ahora me acuerdo... lo recordaba cuando los mencioné hace un momento, pero no los copié, solo tus números de teléfono y la dirección de tu casa”, y él dice: “De acuerdo, de acuerdo, ¿y tú estás bien, en casa todo bien?, no ha pasado nada malo, espero, con tu familia o tu madre o tu otra hermana, la hija de Lee con su nuevo marido... nuevo, viejo, su segundo marido”, y ella: “No, solo te estoy llamando, y escúchame, lamento no haberme contactado antes, no haber estado en contacto, punto, no estoy segura de por qué no lo hice pero sé que es imperdonable, y más imperdonable aun no haber contestado siquiera a una fracción de tus maravillosas cartas”, y él dice: “No eran maravillosas, eran más bien sensibleras y tontas y quizás demasiado pedigüeñas, ¿verdad?”, y ella: “Eran muy lindas, ninguna demanda excesiva hacia mí ni reproches, lo cual habría podido servir para que te respondiera, y también por los libros y las cosas que mandaste para mí y los regalos de cumpleaños, en las que tú creías que eran las fechas de los cumpleaños de mis muchachos”, y él dice: “No sabía las fechas exactas, y solo en este momento me estoy enterando de su género exacto, sino tan solo las fechas aproximadas con un mes o dos de margen, que es todo lo que tu madre me dijo... ella decía que tenías que decírmelo tú misma, y cuando yo le dije: ‘¿Qué puede haber de malo en que sepa las fechas exactas?’ –aunque no la estoy culpando– ‘de hecho será más claro para sus hijos’, le dije, ‘por qué están recibiendo estos regalos, y si sé cuál es su sexo puedo darles regalos aún más adecuados, muñecas para los varones, guantes de béisbol para las niñas, etcétera’, solo estoy bromeando, ella decía que eso era todo lo que podía decirme, que posiblemente ni siquiera debería haberme dicho que tenías hijos, así que simplemente conjeturé el sexo y las fechas exactas con la esperanza, astuto de mí, de que respondieras con una nota, no tanto para agradecerme sino más bien para corregirme, pero como sea, olvidémoslo, ya solo escuchar tu voz significa todo para mí y estoy hablando demasiado como para oírla mucho, y se te oye tan distinta, ni parecido a como sonabas antes, tu manera de hablar, el uso de las palabras y la pronunciación correcta... me haces sentir como un bobo en comparación... ¿estás segura de que la que habla es mi Margo y no alguna bromista?, solo bromeaba otra vez... tan solo sopórtame, mi amor, estoy tan emocionado que no puedo cerrar la boca, ¿pero dónde estás, en tu ciudad, en el campo?”, y ella dice: “No, en la tuya, con mi marido y mi hijo mayor”, y él dice: “Es formidable, tres, y varones, ahora lo sé, y a todos los tuviste al mismo tiempo que trabajabas y además ibas a la universidad y después hacías no uno sino dos posgrados, me lo dijo tu mamá, y en campos muy difíciles”, y ella dice: “Disciplinas rigurosas tal vez, pero no difíciles... Debo haber comprendido el truco, así como probablemente no habría podido hacer ni siquiera los deberes de la carrera que tú hacías antes, ¿qué era?”, y él dice: “¿Antes de qué?”, y ella: “Del trabajo que haces ahora”, y él dice: “Técnico dental, una cosa que mi padre quería que yo hiciera porque pensaba que era un campo en el que siempre tendría trabajo, pero para el momento en que salí... pero espera un momento, ¿la ciudad?, ¿aquí?, ¿en esta?”, y ella dice: “Glen, mi esposo, está asistiendo a una convención de ventas y la empresa matriz de su firma quería que se hiciera aquí, por todas las atracciones de la zona costera y porque el lugar, supongo, provee todo lo necesario, así que pensé que podía convertirlo en unas minivacaciones para mí y en un paseo para nuestro hijo, y también en una ocasión para ver a los pocos amigos que me quedan aquí”, y él dice: “Oh, ¿y quiénes son?”, y ella dice: “Gente, pero volviendo a lo de antes, supongo que ese es en parte el motivo por el que, si no te molesta que lo diga, aunque tengo ganas de soltarlo... así es como me he vuelto, así de franca, aunque no estoy diciendo que sea la mejor de las cualidades ni me estoy jactando, ni es que de cuando en cuando no pueda ser más diplomática...”, y él dice: “En todo caso, ¿qué era lo que decías?”, y ella dice: “Que parte de los motivos por los que dejé de tener contacto contigo es porque quería cortar con mi antigua vida, incluidos mis amigos de la infancia, aunque tal vez no con mami –eso hubiera sido una cirugía demasiado radical–, para expandirme por mi cuenta, si es que puedes aceptar eso”, y él: “Muy bien, eso es interesante, algo en lo que pensar, pero hablando de cortar, mi amor, y esto de ninguna manera es una reacción a lo que acabas de decir, ya que no hay nada en la vida que yo quiera hacer más que hablar contigo, y poco después conocer a Glen y a tu hijo, cualquiera sea su nombre”, y ella dice: “Saul”, y él dice: “Bíblico... ¿es por algo, la familia de Glen?”, y ella dice que no y él dice: “¿Y los otros dos?”, y ella dice: “Dyon y Carlos”, y él dice: “Lindos nombres también... ¿por alguien que yo conozca?”, y ella dice: “No, nos gustaban como nombres”, y él dice: “Pero yo creía que todo el mundo recibía el nombre de alguien más... Yo llevo el nombre del padre de mi madre, Nathaniel, a quien nunca conocí... se murió, es por eso, antes de que yo naciera, que es la manera en que solía hacerse... y ‘Margo’ viene del hermano de mi madre, Marvin, que murió en la guerra, y tu madre tuvo la amabilidad de aceptarlo, pero eso ya lo sabes”, y ella dice: “No los detalles, así que sigue”, y él dice: “Y, como yo era tan chico cuando murió, se puede decir que casi no lo vi nunca... en realidad como resultado de las heridas de guerra, un año después... dicen que se quedó con la mente en blanco al volante de su auto por causa del trauma de guerra, o algo por el estilo... es curioso como uno se olvida... yo me olvido, cuando en su época es la cosa más grande que existe... pero de todos modos, puesto que yo era el único hijo, sabía que eso es lo que mi madre habría querido... la hizo feliz hasta que se murió, que te llamaras Margo por él”, y ella dice: “Bueno, ¿qué puedo decir?... con cada uno de los nuestros tomamos los mejores diez nombres que encontramos en el libro de nombres más completo, consideramos el nombre de familia de Glen en relación con cada uno, y los redujimos a dos o tres...”, y él dice: “Discúlpame, pero ¿por nombre de familia te refieres al apellido?”, y ella dice que sí, y él dice: “¿Y cuál es?”, y ella: “Yo sigo usando mi apellido de soltera, aunque sea el tuyo, quiero decir el de un hombre, pero al menos no continúo con esa costumbre que no me entusiasmaba mucho, de adoptar el patronímico de mi marido”, y él dice: “No es un mal apellido, el nuestro... una sílaba, algo confuso al pronunciarlo si piensas que es Fray, lanzado así, o más bien escupido, en lugar de con una e. Como sea, mi amor, de pronto estoy en lo más fuerte del trabajo con dos clientes, y son de los hambrientos a juzgar por sus caras... de hecho, como tampoco quiero mentirte, llegaron hace más de cinco minutos y han sido muy considerados pero tienen que volver al trabajo y el negocio no ha tenido tanto movimiento, así que los necesitamos, así que dame el número de donde estás y volveré a llamarte enseguida”, y ella dice: “Puedo llamarte a tu casa más tarde... ¿cuál sería el mejor momento?”, y él dice: “No, por favor, no quiero desencontrarme, ahora que estás aquí... para serte totalmente franco, podrías cambiar de idea o tener un fallo de memoria durante todo el tiempo que pases aquí, solo bromeaba, o incluso perder mis números de teléfono –eso podría pasar, la gente pierde cosas– y no acordarte de cómo conseguirlos... el lugar donde trabajo se llama el Corner Cafe, pero sin la palabra “el” antes, solo Corner Cafe, así que figura en el directorio bajo la C de Corner, y “Cafe” a continuación, y está en la calle Abbott, como Bud Abbott y Lou Costello... Abbott y Costello los llamaban, pero tú no te debes acordar, un dúo cómico de antaño”, y ella: “Seguro, una vez vi una película con ellos en la tele, o tal vez haya sido un video, con mis hijos... algo con un fantasma, un humor de lo más trasnochado y un poco trillado, pero a ellos tampoco les gustó demasiado... tienes que comprender que no soy tan joven ni tú eres tan viejo, puede que me hayas tenido cuando tenías más de treinta pero ahora estoy llegando a los treinta yo misma”, y él dice: “No es posible”, y ella: “Te digo que sí, hasta puedo mostrarte mi licencia de conducir”, y él: “¿Quieres decir que ya tienes edad para manejar?... solo estaba bromeando, y quiero verla, muéstramela cuando nos veamos, y escucha, Margo, si no me llamas iré a buscarte de hotel en hotel, y hoy por hoy debe haber más de veinte hoteles cerca del puerto, así que ¿no sería un desperdicio de tiempo?, y además estaría poniendo en riesgo mi empleo, o a mis patrones en una situación complicada, porque no entraría a trabajar cuando se supone que debo hacerlo y cuando ellos me necesitan, y en cambio andaría por ahí buscándote”, y ella dice: “Juro que llamaré, o directamente ven a almorzar con nosotros mañana”, y él: “El almuerzo es tan corto... ya lo sé, amigos”, les dice a los clientes que están en la barra, “ya estoy con ustedes... mi hija” –señalando el micrófono del teléfono, y luego el auricular– “después de no puedo decirles cuántos años”, y los hombres asienten, dicen con las manos: “Tómate tu tiempo”, y él dice, al teléfono: “Discúlpame, tuve que hacer una pausa por cosas de trabajo, en todo caso el almuerzo es demasiado corto y no creo que pueda salir, así que ¿qué te parece cenar esta noche afuera, yo invito, los invito a los tres?”, y ella dice: “¿Cenar?, ¿esta noche?... espera un momento, papá”, y se pone a hablar lejos del teléfono... “Quiere llevarnos a cenar a todos, esta noche”... y hay otra voz que habla, pero muy confusa, y luego no oye nada, la mano de Margo debe estar amordazando el receptor, y uno de los hombres dice: “Mientras estás ahí parado, Nat, comienza a preparar la de siempre para mí”, y él dice: “Espera, de repente ella podría volver, y cuando termine seré extrarrápido, recuperaré el tiempo que les hice perder”, y otro hombre dice: “Por lo menos los cafés, o el mío, al diablo con él”, y él levanta la mano hacia ellos para que esperen y ella dice: “Muy bien... ¿Papá?”, y él dice sí y ella dice: “Esta noche, pero invitamos nosotros, Glen pensaba que no podría escaparse de una cena-cóctel que dará su compañía, pero esto está primero”, y él: “Genial, pero yo invito, insisto”, y ella dice: “Solo nos encontraremos si acatas esta única condición: esta va por nuestra cuenta”, y él dice: “Acataré, acataré, no puedo esperar para acatar”, y ella le da la dirección de un restaurante cerca de su hotel, del que ha oído decir que es bueno –“¿Te siguen gustando los mariscos, o más bien, alguna vez te gustaron los mariscos?”, y él dice: “Cualquier cosa, pizza incluso, será un manjar... verlos a ustedes es todo lo que quiero, la comida no importa, pero comeré si esa es tu segunda condición”–, y a qué hora se encontrarán, y se encuentran en la entrada del restaurante, él está ahí quince minutos antes, pensando que tal vez llegarán más temprano, no puede creer que sea ella cuando la ve entrar, aunque sabe inmediatamente que es ella, muy esbelta pero no flaca, incluso más alta, y ella ya era alta en aquel entonces, rellenita de arriba o tal vez sea lo que lleva puesto, no, todavía se estaba desarrollando la última vez que la vio, a la edad que tenía, caderas, piernas más largas, ropa a la moda al parecer, en fin, bien vestida, bonita como siempre, más bonita, hermosa y no solamente porque es su hija, cualquier hombre moriría por ella, un hombre decente honesto inteligente pero él apuesta que incluso los mirones no pueden sacarle los ojos de encima cuando camina por la calle, antes una niña, ahora una mujer, el hijo un lindo chico, alto, como ella y como él mismo pero no como su padre, que es unos centímetros más bajo, y ella no está usando tacos, el chico un poco asustado de él o tal vez tímido nada más, casi no sonríe, le tiende una mano que parece un pescado muerto, pero todavía es chico, le agrada la manera en que lo han vestido para el restaurante o para la ocasión diría, saco y corbata, el marido parece agradable, digno, educado, inteligente, viene de familia de dinero o lo ha hecho por su cuenta de una manera ética, algo aburrido o eso parece al conocerlo por primera vez, la ropa, el corte de pelo, un representante de ventas daría la impresión, ella se apresura hacia él en el segundo en que lo ve y lo besa en la mejilla, “Te conozco, tú debes ser mi papá, prácticamente no has cambiado”, sonriente, dando un paso atrás, “No has cambiado para nada, es asombroso”, presenta a su marido e hijo, él también se ha vestido para la ocasión, su única corbata con su único traje que usó en su casamiento hace casi treinta años, y que vistió día tras día en la corte y aún luce bien a pesar de todo, entró en la prisión con él únicamente para poder tenerlo cuando saliera, solo permitían llevar una única muda de ropa para que le guardasen, lo había llevado a la tintorería poco después de su liberación pero no lo había usado ni una sola vez hasta ahora, no había necesitado plancha sin embargo, conservó su forma, percha de madera en lugar de alambre y nunca salió de la bolsa de plástico, lana pesada en este día caluroso de junio, las perneras del pantalón tal vez un poco holgadas pero su peso es el mismo de siempre, acaso distribuido de otra manera pero él no puede verlo, ya que fue hace como quince años y no parece que se haya encogido para nada, la camisa es una de las dos que suele usar en el trabajo y anoche la lavó y la colgó para que se secara, la corbata la usó para algunas de sus entrevistas de trabajo algunos años atrás, se afeitó a pesar de que hoy ya se había afeitado a las seis de la mañana antes de ir a trabajar, se dijo a sí mismo en el espejo del baño, mientras se afeitaba: “Parece como si fuese a encontrarme con esa novia que hace diez años fue el amor de mi vida y por la que todavía estoy loco, y ella se acaba de separar de su marido y yo pienso que hay una oportunidad para nosotros... mírate, así de nervioso y asustado estás”, montones de preguntas mientras se sientan a su mesa y todos toman algo, el chico un Shirley Temple pero él, después de que Glen le dice a la moza lo que quieren beber, dice: “Para un varón es un Jackie Coogan, me parece”, y los tres y la moza dicen: “¿Ese quién es?” o “¿Qué es eso?”, y él dice: “El compañero de cuarto y compinche de Abbott y Costello”, y Margo se ríe y Glen dice: “Lo cual es... ¿un viejo chiste familiar?”, y la moza dice: “Pero es lo mismo que un Shirley Temple, ¿verdad? ¿Sin alcohol, un toque de granadina, una cereza?”, y se va y él dice: “Puede ser que me equivoque y hasta donde yo sé un Coogan lleva soda en lugar de ginger ale, y tal vez incluso un par de gotas de whisky, ¿pero acaso yo sé algo de alcoholes fuertes?, y además, Coogan probablemente era más contemporáneo de Shirley Temple que de Bud y Lou”, y Glen dice: “Perdóneme otra vez, señor, pero ¿quiénes son?”, y él: “¿En qué clase de familia reservada –cuál es la palabra, escondida, aislada– creciste para no conocerlos?... en la mía nos aseguramos de que mis hijas aprendieran cosas importantes como esa... solo estaba bromeando”, y Saul dice: “Dijiste ‘mis hijas’, abuelo... ¿tuviste alguna otra hija después de que tú y la abuela Lee se divorciaron? Porque sería lindo enterarme de que tengo otra tía y un tío y primos en alguna parte, aunque solo sean primos políticos”, y él dice: “Tendrías una tía y sin duda todo lo demás, pero no queremos adentrarnos en eso ahora... era más pequeña que tú cuando falleció... ¿no es notable, Margo?, ¿es posible creer que probablemente ella era más pequeña que este hijo tuyo?... la niña más dulce”, le dice a Saul, “aparte de tu madre, por supuesto... eran igual de dulces... que jamás haya vivido”, y se pone a llorar y Saul les dice a sus padres: “¿Hice algo malo?”, y Margo dice “Papá”, y a Saul: “Te explicaré todo después”, y Glen dice: “Tal vez algún día”, para Margo una cerveza negra, para los hombres escocés con hielo y un vaso de agua, Glen lo dijo primero cuando hablaron de lo que pedirían, y él dijo: “Ah, voy a pedir lo mismo, aunque rara vez bebo, y nunca antes de las ocho o nueve las veces que lo hago, y en esos casos debo admitir que más bien me siento en mi sillón con algo para leer sobre mis rodillas y algunas papas fritas o queso a un costado, tal vez, y me voy emborrachando despacito, lo cual es horrible, lo sé, pero con qué tiene que ver eso, cualquiera salvo este chico podría adivinarlo”, y Saul dijo: “¿Con qué?”, y ella dijo: “No deberías dejar que te perturbe tanto, papá, sobre todo por tu salud”, y él dijo: “Pero cuando tu mente corre, mientras estás echando un trago, o al revés, ¿adónde más puede ir a dar?, y entonces bebes más y más hasta que te quedas frito, pero ya dije que solo ocasionalmente y tal vez eso de ocasionalmente sea muy rara vez, pero ya que has sacado el tema, trataré de abandonar incluso ese poquito”, ¿qué hace ella en una jornada laboral promedio?, ¿o ha hecho en los últimos años?, ¿qué hace Glen exactamente?, él todavía no entiende qué cosa es en particular, pero no importa, capta lo esencial, ¿a qué universidades fueron?, ¿dónde se conocieron?, algo en lo que él siempre se ha interesado con cualquier pareja casada: él y Lee, como ella bien debe saber, se conocieron al salir de un “teatro legítimo” en Nueva York: “Los dos, créanlo o no –bueno, estoy seguro de que en el caso de tu madre todavía puedes imaginarlo por su voz y por su cara o al menos por fotos de ella del pasado reciente–, queríamos ser actores, y fue ella, si puedes creer también eso, quien me abordó a mí: le parecí lindo y acaso durante una semana lo fui”, ¿dónde se crió Glen?, ¿de dónde son sus padres y qué hacen? “¿Te parece que ahora que nos conocemos mejor puedes revelarme su apellido?”, la ciudad en la que viven, ¿le dejarán saber también eso?, ha oído que es un buen sitio, seguro, de ritmo más lento, ideal para los niños, ¿alguna razón por la que ambos se casaron con un hijo único –al menos ella lo es, hasta cierto punto–? “Ah, olvidaba que Lee tuvo otro bebé poco después de que me abandonó, como a mí también me habría gustado tenerlo, casi inmediatamente, como para reponerme de lo de Julie y probablemente es lo que habríamos hecho si los dos no hubiésemos estado tan destrozados justo después, y más tarde si ella se hubiese quedado, por lo demás sentíamos que dos era más que suficiente, una para cada mano solía decir yo, y así es como cruzábamos la calle, ¿te acuerdas?”, y ella dice: “Para mí ha quedado demasiado atrás y posiblemente tengo un bloqueo, pero aceptaré tu palabra”, y Saul dice: “Dijiste que querían ser actores, ¿cómo fue que tú y la abuela Lee no hicieron eso, entonces?”, y él dice: “Ella por criar a las niñas, y yo no tenía ningún talento para empezar y lo supe en las primeras clases que tomé, y también pienso que me metí en eso solamente para conocer chicas, cosa que logré en el caso de Lee, de modo que ya no veía la necesidad de seguir, y aquello fue en la sección de localidades de pie detrás de la orquesta, en el Music Box, y no saliendo de un teatro: ella me preguntó la hora, aunque yo nunca usaba reloj”, preguntas, él tiene tantas preguntas, ¿les molesta?, por ejemplo... “A propósito, ¿cómo se conocieron ustedes dos?, y disculpen que los haya interrumpido yo mismo como lo hice”, y ella dice que en la universidad, en una clase de química: compartían el mismo mechero Bunsen y la misma cubeta, ¿cómo son sus otros chicos?, las edades y cómo son, ¿interesados en los deportes más que en los libros?, eso es bueno, como decían los griegos o algo por el estilo: la vida equilibrada, ¿color de pelo y de ojos?, los tres heredaron el rubio color miel y el verde amarillento de los ojos de Lee, lo que dejó perplejos a los genetistas ya que se supone que los de Glen son predominantemente oscuros, “Mamá dice que tú pensabas que sus ojos eran el mejor de sus rasgos, así que supongo que debemos considerar afortunados a nuestros hijos, aunque sean varones”, y él dice: “Ella tenía montones de rasgos bonitos... yo mismo debería mandarme al infierno de una patada por haberle facilitado tanto que me dejara, pero nada que yo pudiera hacer... me volví loco, como se dice... ‘chiflado’” –a Saul– “cuando lo supe, pero no podía hacer nada al respecto, y encontrar y acabar con esos tipos o golpearme la cabeza contra la pared hasta dejarla azul no iba a ayudar, y después de que dejé mi prolongada residencia... ¿cuánto es lo que sabe?”, y Glen dice: “Niente”, y Saul dice: “¿Niente, qué?”, y ella dice: “Nada, significa nada”, “... era demasiado tarde para una segunda esposa en el caso de que no pudiera ser madre, y yo estaba tan destrozado que no habría podido conseguir a nadie así de joven”, ¿cómo dijeron que son los nombres de sus otros hijos?, ¿cómo es que nadie en su familia tiene un apodo?, el suyo es Nat cosa que él odia porque suena a una mezcla de rat y nuts, como una rata loca, pero en el lugar donde trabaja no tiene escapatoria, ¿qué van a hacer este verano para las vacaciones? “Yo me voy a quedar en casa durante las dos semanas que tengo y no haré más que dormir, así de agotado estoy... ups, disculpen otra vez y también por la anterior, por no esperar sus respuestas, pero supongo que estoy demasiado apurado por hacerles saber todo sobre mí antes de que termine la cena y se vayan”, y ella dice: “No te preocupes, habrá otras ocasiones”, y él dice: “¿Cuándo, vendrán otra vez?”, y Glen dice que normalmente se van por tres semanas a una playa de la Columbia Británica, pero este verano van a ir en auto a Alaska a pasar un mes, y él dice: “Caramba, qué no habría dado yo por ir a uno de esos lugares con mi familia, pero más cerca de casa, en el este... Maine, el Alto Canadá o directamente a Canadá, a acampar y ocasionalmente detenernos en alguna especie de resort de mar no demasiado caro, a dormir y comer y lavarnos, y entrar corriendo al océano con mis dos nenas y si el agua está demasiado fría, en una piscina o simplemente pararme dentro de una piscina y salpicar y nadar un poco, casi valen la pena las otras cincuenta semanas laborables, ¿por qué nunca lo hicimos?, ¿cómo es que siempre vengo a pensar en todas esas cosas demasiado tarde?”, y ella dice: “Tal vez las hicimos y tú no te acuerdas, porque creo que una vez fuimos a Chincoteague durante un fin de semana... me acuerdo del nombre y de unos ponis salvajes o mulas al lado del océano, y que me compraste uno de esos pero de plástico, con el que me iba a dormir y que me gustaba tanto”, y él dice: “No me acuerdo, pero tendré que trabajar en ello hasta que me acuerde”, ¿y qué aspecto tenía ese muñeco?, ¿cómo era de grande?, ¿ella le había puesto un nombre?, ¿tenía crines?, ¿correas atadas o alguna clase de arreo por el estilo?, ¿montura y jinete?, pero no los tendría si era salvaje, postre, café, Glen paga y se pone de pie y palmea el hombro de Saul para que haga lo mismo, y él dice: “Bueno, supongo que yo también tendría que ir yendo”, y comienza a levantarse pero ella aferra su mano sobre la mesa: “Quédate a tomar otro café, papá, u otra cerveza... hay una disquería de usados a la que se puede ir aquí, de esas que no existen en nuestro rincón del mundo, y estoy segura de que tienes mucho de lo que hablar conmigo”, y ellos se van: “Estuvo fantástico, señor Frey, espero volver a verlo pronto”, “Nathan, o Nat si lo prefieres, a lo que prometo responder sin preguntar si el café lo quieres negro o con azúcar, con leche o crema”, “¿Qué quiere decir?”, “Nada, solo digo tonterías, y ya lo vi y a tal punto soy un profesional que probablemente no olvidaré nunca cómo te gusta el café, a menos que cambies todos los días el modo en que lo tomas”, “Me encantó conocerte, abuelo”, y él besa a Saul en la frente cuando Saul estira la mano para estrechar la suya, y ella lo mira mientras comparten otra cerveza y él dice: “¿Qué estás mirando, tan cómico me veo, como un gran vejestorio marchito?... disculpa”, y ella dice: “En absoluto, me refiero a tener que disculparte o a todas esas suposiciones tuyas, esto es un acontecimiento y lo estoy guardando en mi memoria, y guardando en mi memoria que lo estoy guardando en mi memoria para ayudarme a no olvidar, y... ¿qué estás diciendo?... te ves fantástico para tu edad, delgado, de esos tipos de los que uno dice que ‘nos van a sobrevivir a todos’, por la energía y el físico que tienen, un poco menos de pelo que en las fotografías más o menos de la época en que te vi la última vez, o de algunos años antes... no te hiciste tomar ninguna allá adentro, ¿no?, y tampoco intento ser chistosa... en muchos sentidos no pareces haber envejecido ni un día en veinte años”, y él dice: “¿En qué sentidos sí envejecí, aparte del pelo?”, y ella dice: “Tus codos, nadie puede hacer nada para ocultar cómo envejecen los codos”, y él: “Pero llevo puesta una chaqueta, y camisa de manga larga”, y ella dice: “Lo sé, así que tal vez tu sentido del humor y tu rapidez mental han sufrido un poco también... No estoy hablando en serio”, y él dice: “Escucha, no me tomes el pelo, ya no soy más que un viejo petulante, que si lo piensas no está demasiado lejos de ser pedorreante, perdóname, debe ser la cerveza y el mero hecho de verte lo que me está haciendo hablarle a mi hija de esta manera tan idiota, aunque en realidad estar hablando contigo a solas aquí... y desde antes con ellos, con Saul y Glen, ya me estaba sintiendo mejor de lo que me he sentido en años... pero contigo ahora me siento menos estúpido –incluso medio inteligente, que es algo que no siento nunca– de lo que me he sentido desde que fui a prisión, por mucho que intenté mantener y hasta mejorar mi mente allá dentro, pero aquí, incluso las palabras que me habían rehuido –como ‘rehuido’– o que simplemente había olvidado, y el mero hecho de decirlas, la fluidez con la que hablo... y ‘fluidez’, por Dios santo... debe ser que entre otras cosas eres la primera persona realmente con cerebro con la que he hablado en veinte años, al menos una que desborde destreza mental e ideas y un discurso inteligible e inteligente, si es que ese es el tiempo que hace desde que fui a parar ahí... o que hablar con alguien como tú, incluso la hija de uno a la que se supone que yo debería, supongo, poner en su lugar y tratar con superioridad, que si esa persona –yo– tenía antes algo de cabeza, entonces genera o regenera en él algo de todo eso, ¿pero hay algo que quieras saber?... y la mayor parte de eso fue bastante confuso, ¿no?”, y ella dice: “Parte, pero a qué te refieres con ‘algo que yo quiera saber’”, y él: “Y tú interrúmpeme si me extiendo demasiado, y lo estoy haciendo, pero quiero decir, si piensas que son cosas simplemente aburridas e irritantes, pero dijiste que me quedara si quería decirte algo”, y ella: “Dije que te quedaras porque puede haber cosas, e implícitamente quise decir: dado que han pasado tantos años, que solamente quieras hablar conmigo”, y él dice: “En todo caso, mi querida niña, y no estás por enojarte conmigo, ¿verdad?”, y ella dice: “No, o tan solo un poco, pero sigo siendo un poco gruñona”, y él dice: “En todo caso”, y le toma las manos y las frota contra su mejilla y las besa, “ahora que he vuelto a verte...”, y comienza a llorar sobre sus manos y ella las retira y se las limpia y dice: “Papá, por favor no, no es que sea embarazoso en un lugar público, aunque un poco lo es, o que yo odie o desapruebe verte llorar”, y él dice: “Pero no sabes lo que esto significa para mí... no, esa es una cosa demasiado tonta para andar diciéndola, y cuando la dije no estaba hablando simplemente de tomar tus manos y besarlas”, y ella dice: “Lo sé, pero qué es lo que quieres decir, porque realmente no te entiendo cuando te atragantas y toses entre lágrimas y mocos”, y él dice: “Acabo de matar la posibilidad de volver a verte alguna vez, ¿verdad?, con toda esta congoja y llanto y sentimentalismo”, y ella dice: “Nos volveremos a ver, ya oíste lo que dijo Glen”, y él dice: “Pero cuando les pregunté cuándo, a uno o el otro, los dos empezaron con evasivas o simplemente evitaron hablar de eso”, y ella: “Llamaremos, escribiremos, ahora todas las convenciones se hacen aquí, de modo que antes de lo que piensas estaremos tomando un avión, o al menos Glen lo hará y te llamará y si puede hacerse un rato o en algún momento en que tú tengas libre se verán para cenar o almorzar y él me contará todo lo que conversen”, y él dice: “Pero tú sabes lo que estaba queriendo decirte ahora, así que no necesito hacerlo, ¿verdad?”, y ella dice: “Si no es que estás muy contento de estar aquí conmigo y un poquito desanimado porque nos vamos mañana”, y él: “¿Mañana?”, y ella dice: “Mis otros niños, papá... pero quiero decir, si no es esa clase de cosas, entonces no, no lo sé”, y él dice: “Es más, pero eso también, pero desde luego, pero de acuerdo, esto: ahora que te he visto, y discúlpame por lloriquear otra vez, incluso estas lagrimitas de ahora, pero eso es bueno, ¿no?, no es malo, porque estas comparadas con las más grandes, antes, por Julie y también por tu madre que me dejó, son lágrimas radicalmente diferentes, pero ¿adónde iba?”, y ella: “‘Ahora que me has visto otra vez’...”, y él: “Y a uno de mis maravillosos nietos... salteémonos el ‘maravillosos’, obviamente es un buen chico pero sería tonto o, ¿qué?, presumido creer que ya sé realmente cómo es profundamente en su interior... presuntuoso, o que lo sepa cualquiera que no sean sus padres y más adelante su mujer y tal vez mucho más adelante sus propios hijos podrían saberlo en una época posterior, pero ahora que te he visto, por supuesto, y a Saul en menor medida, y que se te ve bastante feliz con Glen y él contigo lo mismo y todo eso, y que parece un buen tipo... dulce contigo y bueno con el niño y muy atento con los dos y toda esa clase de cosas... ay, qué mierda de cháchara horrorosa y estúpida directamente brotada del corazón de un vejestorio merdoso e imbécil, y nada de discúlpame”, y ella dice: “No, sigue, no tanto con las groserías si no te molesta, pero ya que empezaste, quítatelo de encima”, y él dice: “Las palabras que salen directamente, porque eso es esencialmente lo que iba a decir... ahora que te he visto siento que he hecho todo lo que siempre quise hacer en mi vida excepto tal vez –ningún ‘tal vez’– excepto ver a mis hijas crecer delante de mis ojos y acaso verlas casarse en su auténtico casamiento, quiero decir la ceremonia, y tal vez yo mismo haber seguido casado por otros diez años o al menos enganchado durante ese tiempo con otra persona; ahora, en cuanto a tu hermanita”, y ella dice: “No empecemos con ella otra vez, a mí también me afecta”, y él dice: “Déjame decirte solo esto sobre ella y eso será todo, no para siempre, pero te juro... que en cuanto a ella, pensar en qué edad tendría ahora como me ocurrió hace un rato, y en todas las cosas que esa maravillosa persona y gran cerebro suyo podría ser y haber hecho, además, como el casamiento que mencioné o los estudios... medicina, me imaginé siempre, porque ella cuidaba tanto a la gente, preguntándoles esto y aquello cuando estaban enfermos y diciendo que lo sentía y demás, tal vez una etapa pasajera pero realmente me impactaba eso en ella, e interesada en los libros, que solamente miraba tanto porque apenas estaba empezando a leer, y con tanta curiosidad por los bichos y las hojas y otras cosas científicas... más el hijo o hijos que habría tenido y las cosas e ideas y asuntos laterales, todo eso que aún estaba dentro de ella esperando salir, pero todavía conociéndome a través de todas esas cosas hasta el día de hoy, que me mata, literalmente me mata cada día de mi vida, porque esa es la frecuencia con que...”, y ella dice: “Ya lo sé, lo dijiste, yo no pienso en ella tan seguido, ya que tengo a mis propios hijos de un modo que tú no nos tuviste después de que ella murió, y como sigues sin tenerme a mí, y también tengo a esa segunda hermana mucho más pequeña que me dio mamá, pero ciertamente pienso en ella y la extraño o algo así, igual que tú, cuando la extraño, pero déjame decirte esto además, mamá dice que ella también piensa en Julie de esa manera, tal vez más como pienso yo y más o menos la misma cantidad o acaso mucho más que yo, pero no tanto como tú porque yo seguía viviendo con ella y bastante pronto después ella tuvo a esa otra hija, de manera que en cierto modo fue parecido para todos nosotros, puede decirse, o un poco o tal vez algo más que un poco más para ti que para mamá o para mí, o tal vez mucho más para ti pero aun así infernalmente mucho, para nosotras también, pero tú no lidiaste con eso de la misma manera que nosotras –bueno, yo era demasiado chica para lidiar con eso de cualquier otra manera que como lo hice–, pero tú simplemente lo tomaste de una manera diferente a la manera en que cualquiera lo habría hecho, y eso te cagó la vida casi por completo, ciertamente no veo cómo habrías podido hacer un mejor trabajo, dedicado a cagar las cosas para ti mismo y para nosotras, a no ser que nos reventaras los sesos también a nosotras y nos dieras por muertas cuando no lo estábamos, pues en muchos sentidos lo que le sucedió a Julie y luego lo que les hiciste a esos tipos, y como resultado de todo eso lo que te pasó a ti, nos hizo mierda la vida a nosotras también”, y él dice: “Siento lo que les hice a ti y a tu madre, te juro que no veo cómo podría sentirlo más, pero dime sin embargo, ¿no te alegras, cuando vuelves a pensar en eso, de que yo al menos, a pesar de que arruiné todo para ustedes dos en otros sentidos, haya atrapado a, ya que usaste la palabra, esa escoria de mierda que lo hizo...?, quiero decir, con toda honestidad, corazón, ¿no te alegras de que los haya hecho sufrir tanto como ellos hicieron sufrir a nuestra adorada Julie y también a nosotros, de otra manera, por ella?”, y ella dice que no y él dice: “Vamos, ahora dime la verdad, honestamente”, y ella dice: “Esa es la verdad”, y él dice: “Tiene que haber más”, y ella: “Te lo estoy diciendo, no, o no en realidad, y si me alegré fue solo alguno que otro día y esos días realmente no más de media hora y con diez años de distancia entre uno y otro, y tal vez dos de cada tres de esas veces hayan surgido de una tristeza o amargura debida a alguna otra cosa, porque esos hombres no eran nadie para mí, nada, solo unos asquerosos pedazos de mierda en los que nunca más quise volver a pensar”, y él dice: “Pero ellos me cagaron la vida, como tú dices, y como resultado de eso también la tuya, y durante algún tiempo la de Lee, además de lo que ni siquiera diremos que le hicieron a Julie”, y ella dice: “Pero también deberían haber sido nadas y nadies para ti, eso es lo que estoy diciendo, y entonces con el tiempo todo se habría alisado, casi, y habríamos estado bien”, y él dice: “Bueno, yo me alegro, y hasta donde yo sé también ustedes dos, especialmente por haber matado al que mató a Julie, que fue tal vez el momento culminante de mi vida, y perderla a ella lo más bajo de todos los tiempos, aunque el momento culminante en otros sentidos, tú me entiendes, fue tenerlas a ustedes dos –estoy hablando de los nacimientos, y sobre todo a ti que fuiste la primera– y casarme con tu madre fue otro, y antes acaso conocerla y algo así como ver claramente lo que ella iba a significar y ser para mí y para los hijos que me daría, aparte de pequeñas cosas que son grandes sin que uno lo sepa en ese momento, como ascender la colina de un parque contigo sobre mis hombros, y arriba de todo simplemente mirar, sacar una foto de ustedes dos y de mami en una bañera y que la foto no saliera, el primer día que llevé a Julie al preescolar, conducir por la interestatal contigo y con Julie jugando a las cartas en la parte de atrás, o a lo que fuera que estuviesen jugando...”. “Era un juego que tenía un tablero y piezas con imanes, pero cuál era el juego en particular ya no me acuerdo, aunque seguro no era el ajedrez ni las damas...”. “Bueno, aquel viaje antes de que llegaran esas basuras sobresale especialmente entre algunos otros, porque estaba tan apacible y alegre hasta ese momento, las dos llevándose tan bien, cosa que la mayoría del tiempo era más bien fluctuante, y era tan bonito tenerlas por una vez para mí solo en el auto, durante un largo viaje con un par de paradas... puedo malcriarlas todo lo que quiera en Bob’s Big Boy o en Roy’s, recuerdo haber pensado... y esa noche ocuparme yo solo de todo lo que necesitaran y al día siguiente, después de la escuela, ir los tres a recoger a tu mamá en la estación de tren, aunque tal vez el recuerdo sea tan enorme únicamente por el giro que tomaron las cosas con esas escorias, como sea, me alegra haberles hecho lo que les hice, nunca que yo recuerde he tenido la menor duda siquiera un solo día durante media hora, pero me apena un poco que no te hayas alegrado al menos una o dos veces o te dijeras de alguna manera que hice lo correcto o lo que era natural hacer, aunque creo que puedo entender por qué, pero olvidémoslo por ahora porque me doy cuenta de lo que toda esta conversación y este asunto y todo lo demás te está causando, y desde luego lo que me ha causado y me sigue causando a mí no requiere más comentario, ¿tengo razón?”, y ella dice: “De acuerdo”, y él dice: “¿Quieres compartir otra cerveza?... esto es algo que sin duda recordaré: la primera vez que no solo bebí sino que compartí una cerveza contigo”. “Solías dejarme tomar algún sorbo de cuando en cuando, aunque supongo que esos no cuentan, pero no, creo que mejor me voy y ayudo a Glen a meter a Saul en la cama”, “Pero él parece un hombre competente y Saul ya es un muchacho grande”, “Fue más bien una excusa, papá, estoy rendida, tanto como lo estoy disfrutando”, “Bueno, no ha sido tan maravilloso para ti, me doy cuenta, pero lo ha sido doblemente para mí”, “No hables por mí... tengo mi propia cabeza, y sí lo ha sido, fue bonito”, “Bonito no está tan bien”, “Bonito es bonito, lo cual para mí significa realmente bien, con Glen y Saul y contigo antes, y ahora solo nosotros dos, así que no empieces a arruinarlo”, “Arruinarlo como arruino todo, ¿verdad?”. “Yo no he dicho eso, pero ya lo estás haciendo otra vez, haciendo que me pregunte por qué me quedo aquí estos minutos extra”. “Lo lamento, me disculpo, trataré de no hacerlo... arruinarlo y poner mis pensamientos en tu cabeza y en tu boca y esa clase de cosas... hablar y pensar por ti lo que tú no estás pensando, pero sabes lo que quiero decir: solamente estoy –porque creo que arruiné las cosas contigo, ahora, tal vez por mucho tiempo– confundido, de manera que estos pensamientos, embrollados y demás”, y ella dice: “Todavía no lo arruinaste así que mejor para”, y él levanta sus manos en señal de parar y dice: “Lo haré, madame”, se ríe –ella– y él paga la cerveza, “‘Tienes razón, no voy a tratar de hablar y pensar por ti, punto’ es lo que quería decir o lo que debería haber dicho”, piensa, deja varios billetes de propina, ella señala el dinero y dice “No tanto”, y él: “Ah, nosotros los que trabajamos en bares y restaurantes, quiero decir incluso los barmans y hasta los cocineros que oyen a los mozos quejarse y demás, solemos dejar grandes propinas, porque sabemos lo duro que trabajamos o al menos las largas horas y cómo pueden llegar a dolerte los pies y lo que es que te dejen poca propina o nada, pero además, mi amor, este ha sido un gran día para mí, entre los mejores de mi vida, lo que tal vez no signifique mucho pero lo es”, y le besa la coronilla, “Aun así”, dice ella, “Glen ya dejó una propina más que adecuada”, y toma dos de los cuatro billetes de dólar y se los mete a él en el bolsillo de la chaqueta, “Lo que acabas de hacer”, dice él, “es algo por lo que una moza podría matarte, así que esperemos que no lo haya visto”, “Tú me protegerías”, y él: “No sé si sería capaz de controlarla, pero lo intentaría”, y la acompaña hasta el hotel, que está a unas pocas cuadras, “‘Tal vez no debería declarar que hablo o pienso por ti en ningún momento del día’, es todo lo que habría debido decir”, piensa, “pero es demasiado tarde, parecería una coletilla estudiada si lo dijese ahora”, señala algunos cambios en el horizonte urbano, nuevo edificio puntiagudo y todo de cristal que no le gusta, hermoso edificio antiguo más pequeño y con molduras ornamentales demolido seguramente para levantar algo horrible como otro alfiler de cemento o valija envuelta en vidrio, “El cambio es tan estúpido e inútil la mayoría de las veces, ¿qué opinas?, y soy sincero cuando digo que solo estoy hablando de arquitectura y, digamos, peinados y modas de cocina y esas cosas”, y ella dice: “¿Por qué, de qué otra cosa podrías estar hablando?”, y él dice: “De la gente y sus impulsivos cambios de planes, a veces de por vida, para su yo interior, me parece, ¿pero qué piensas de la arquitectura?”, y ella dice: “Ya no es mi ciudad y nunca he sentido gran cosa por ella, y los recuerdos que tengo son sobre todo malos, principalmente porque los últimos fueron los peores y por lo tanto los que mejor recuerdo, así que por mí pueden cambiar la ciudad todo lo que quieran”, “De todos modos a quién le importa”, dice él, “ya que nada de eso es importante excepto como lugar para atravesarlo caminando contigo de manera segura, y supongo que los nuevos hoteles altos y modernos y todo eso, y sus ascensores en los muros exteriores como insectos que trepan, y la gente que atrae todo esto lo vuelven más seguro, y afrontémoslo, de no haber sido por los cambios en esta parte de la ciudad la compañía de Glen no habría organizado aquí su reunión de ventas, de manera que de repente voy a tener uno de esos impulsivos cambios, acaso de por vida, en mi opinión sobre este lugar, aunque no sé si es interior, sea lo que sea que haya querido decir con interior, y decir que todo ese cambio es magnífico, porque tú no estarías aquí conmigo ahora si no fuera por lo que le han hecho a la franja costera, y el nuevo centro de convenciones y los hoteles y los restaurantes y toda clase de atracciones turísticas, los botes a pedal individuales en el puerto, por Dios santo, el acuario con peces amaestrados”, la acompaña hasta el lobby, “Bueno, eso es todo, supongo”, “Te veremos, hablaremos, papá, ¿de acuerdo?”, y le ofrece su mejilla, él la besa, toma sus manos y las besa, “Qué bonitas manos, qué bonita cara, qué maravillosa muchacha eres, ¿necesitas dinero?”. “Papá, Glen y yo somos empleados con salarios más que decentes, o por lo menos uno muy decente entre los dos, y además no somos grandes derrochadores como te gustaba llamarlos o decías que tu papá los llamaba...” –“Mi papá”– “... así que no, pero gracias”, “Bueno, si alguna vez necesitas algo por el lado del dinero, házmelo saber, ¿de acuerdo?, o los chicos, para la escuela, lo digo en serio... podría sonar tonto con mis ingresos, pero he vivido austeramente desde que salí y he ahorrado algo de dinero solamente para ti”, y ella dice que lo recordará y le agradece otra vez y lo besa en la mejilla y él se queda ahí mirándola mientras ella entra en el ascensor, se da vuelta y le tira un beso y las puertas se cierran y él piensa: “¿Y ahora qué?, ¿qué hago?, ¿adónde voy?, no vayas a emborracharte o deprimirte demasiado... eso es, llamarla mañana temprano desde el trabajo, bueno, no demasiado temprano, y tal vez ella y Saul e incluso Glen puedan pasar por el lugar antes de irse”, y se va a su casa.
A la mañana siguiente los llama, salieron, “Caramba”, piensa, “esperé demasiado”, deja un mensaje para que ella se ponga en contacto, no recibe llamada, vuelve a comunicarse pero ya han dejado la habitación, “¿Qué diablos significa esto?”, se dice, y pocos días después la llama a Oregón y dice que verla a ella y a su familia fue una de las mejores cosas que le ocurrieron jamás, y que ha estado pensándolo y le encantaría ir a verlos a todos por una semana o algo así algún verano, incluso menos, pero no este, ya que sería tan pronto después de haberla visto y sabe que tienen planes para Alaska y le gustaría darles mucho margen para prepararse, emocionalmente incluso podría decirse, para su visita, y no es que esté diciendo que sería un problema para ellos, o un peso, quiere decir, o algo por el estilo... él es independiente, “Orgullosamente, como dicen, pero no orgulloso”... esos días se terminaron hace mucho si es que alguna vez comenzaron... y sería la última persona en el mundo en estorbar o alterar las cosas o entrometerse o inmiscuirse, y no hay ningún problema acerca de quién le preparará el desayuno o le cocinará algo, si ella quiere, y de hecho hasta podría tener que pelearse con él sobre quién cocinará para todos durante su estadía, era solo una broma, y también solamente bromeaba al asumir que habría una estadía, y ella pregunta qué quiere decir con eso, le encantaría recibirlo pero no tienen tanto espacio en su casa, por muy cómodo que sea el lugar... cada niño tiene su propio dormitorio y no hay living ni sala de juegos que se pueda convertir, esa habitación se transformó en la oficina de Glen en casa y el sótano en su carpintería, y los únicos otros lugares son un desván sin ventilación y un semisótano sin aire, pero tal vez los dos más chicos puedan compartir y él pueda quedarse en uno de sus dormitorios por unos días. “No quiero molestar a nadie... puedo dormir en el porche si es que tienes porche y si el clima no es demasiado húmedo o frío”, no conoce Portland ni en realidad ninguna parte de los estados al oeste del cordón de Shenandoah, así le parece que se llama, que él visitó con un amigo y los padres de su amigo hace más de cincuenta años, “Dormíamos en tiendas de campaña diminutas, cocinábamos tocino en un fuego a leña”, pero tal vez se ponga como allí en verano –frío, a diferencia de aquí– y ella dice que sí, tienen un porche al frente de la casa, pero no tiene mosquiteros y si es la temporada de bichos –lo cual depende, por lo menos, de cuán molestos se pongan los bichos, de cuánta lluvia tengan esa primavera y de cuán fresco resulte el verano– se harán un festín con él, así que dormir en el porche queda descartado porque, o son los bichos o es el frío, así que simplemente no tienes chances de ganar, aparte de que su casa está sobre una calle de tránsito relativamente pesado. De todos modos, dice él, algo se ha puesto en marcha –quiero decir, comenzó, en los planes– y él ya está deseoso de hacerlo, si funciona, muy bien, y si no funciona, a no preocuparse, mi amor, él lo entenderá de sobra, y cuelga y piensa que ella no quiere verlo allá, o que el que no quiere es Glen o que son los dos, o son los niños, y ya lo hablaron con sus papás y no quieren que un viejo de no sé qué vaya a quedarse en la casa, ni siquiera por una semana, y los padres o uno de ellos estuvo de acuerdo con los chicos, pero nunca va a pasar, cualesquiera sean las razones sencillamente él sabe que nunca irá, eso es todo. Caramba, si la cosa se pone peor y llega a tener tantos deseos de verla, lo cual sabe que sucederá, puede tomarse un avión sin decirles nada, quedarse en un hotel por ahí cerca y llamarla desde el hotel para avisarle que llegó, siempre quiso ver la Costa Oeste y ni hablar de morirse sin haberlo hecho alguna vez en su vida, y si desean verlo –no, no quiere resultar tan rudo–, desde luego que él también quiere verlos y había planeado hacerlo, pero si ellos tienen algo mejor que hacer –no “mejor”; “algo más importante”, no, ni siquiera eso, simplemente algo ya planeado, que no puede postergarse, como otro viaje a Alaska mañana mismo o esta vez al Pacífico Sur o Japón–, él lo entenderá y verá Portland por sí solo y luego continuará su viaje hacia el sur en autobús, durante lo que reste de sus dos semanas, hasta San Francisco y lugares como México y Los Ángeles.
Al final de ese otoño –llama a su hija más o menos una vez por semana y hablan un par de minutos, y él usualmente le pide hablar con uno de los chicos– entra un hombre joven en la hamburguesería, no más de dieciocho años –pero con Margo cosas del estilo de “¿Cómo están?”, “Todos bien”, “¿Cómo está el tiempo?”, “Podría ser peor”, “¿Supiste algo de tu mamá?”, “Ella siempre está bien: no podría estar mejor”, “¿Cómo va el trabajo?, ¿la escuela?, ¿cómo está todo en Portland por estos días? He estado leyendo el mapa del clima últimamente y viene diciendo que les va a llover a mares”, a veces charlas de deportes con los chicos para lo cual tiene que leer los diarios o hablar con alguno de los clientes a fin de saber algo al respecto, durante una semana mucho sobre el viaje de ellos a Alaska: fueron muchas horas de auto, a él no le parecía demasiado interesante para todos esos kilómetros, un montón de focas, un oso suelto o dos, alguna clase de antílope o alce, podrían haberlo visto en un zoológico moderno, incluso como el que hay en su ciudad pero eso no lo dijo–, directo al mostrador mirando alrededor –“Sabes, fui a visitar la tumba de Julie hace pocos días, trato de hacerlo cada dos semanas, pero a veces me encuentro yendo dos o tres días seguidos, pongo algunas flores, simplemente me paro ahí, a oír cómo sopla el viento y esas cosas, todo se ve muy bien, lo mismo la de tus abuelos: en perfecto estado”, “Eso es bueno; lamento tanto no haberla visitado mientras estuve allá, solía hacerlo con mamá mucho antes de que nos mudáramos, todo era muy triste, especialmente porque fue tan poco tiempo después de que ella murió”– y algo anda mal, casi que sabe lo que está por venir, le robaron hace un par de años en la calle al volver a casa desde el trabajo: “Dame el dinero”, “Aquí tienes, muchacho”, porque eran dos, con escopetas recortadas al parecer, un poquito exagerados, le gustaba bromear después, “¿Qué habrías hecho si solo hubiese sido uno?”, le preguntó alguien, “Simplemente lo que hice: entregárselo con una sonrisa, ¿o qué crees?”, los ojos del tipo: movimientos sospechosos, suspicaces, nerviosos, la cara sudorosa –y ninguna mención más sobre su viaje a Portland algún verano, así que supone que es asunto cerrado–, él dice: “¿Sí, señor?”, no hay ningún otro cliente, desde donde está parado no se ve a nadie mirando adentro desde la calle, el patrón y su mujer salieron a comprar carne y fiambre para la semana, Dios cómo le gustaría tener una pistola, algunas veces, bajo el mostrador, para cuando su vida está en juego, o por lo menos un palo, “¿Puedo ayudarlo en algo?, ¿desea algo de comer, o... qué?”, y el hombre saca una pistola, él no sabe de dónde pudo salir tan rápido, tal vez de dentro de la manga de su abrigo –eso es lo que tendría que haberles dicho a los detectives para hacerlos reír: “Registren a todos los agentes teatrales de la ciudad, el ladrón era un mago, a la pistola le siguieron conejos y palomas”– y dice: “Esto es un asalto, mantén tu grasosa boca cerrada, nada de movimientos estúpidos, las manos donde yo pueda verlas y dame todo lo que tengas en la registradora, rápido, y en los bolsillos y si tienes una caja fuerte en la parte de atrás entonces ábrela o vas a ser una gran verga muerta”, y él dice: “¿Un asalto?, ¿un asalto?, ¿en este antro?, vamos, sal de aquí”, y mira a su alrededor en busca de algo con lo que asustar al tipo, y alguna cosa bombea en su interior, donde podría jurarse que es capaz de arrancar con sus manos el mostrador entero y los doce taburetes unidos a él y arrojárselos al chico, la sartén de hierro está fuera de su alcance, el martillo que a veces usa para clavar cosas está en la punta del mostrador, dentro de una caja de zapatos, hay cuchillos por ahí pero son cortos y él no sabe cómo lanzarlos, y los grandes para carne están en el fregadero, agarra una gran espátula junto al gratinador que tiene al lado y la agita en el aire diciendo: “Te dije que te largues o te voy a arrancar los putos sesos, maldito imbécil, ¿con quién te crees que estás tratando?”, y cuando el hombre no se mueve, le arroja la espátula y la pistola se dispara, eso es todo lo que recuerda de lo que sucede: oye –la pistola– y ve –el fogonazo que sale de ella–, y tal vez ni siquiera lo recuerda sino que solo lo imaginó, y es atendido en el suelo por los paramédicos y llevado al hospital, ningún recuerdo de nada en el restaurante o la ambulancia después de que le dispararan, solo se le volvió todo negro, sin dolor, ningún dolor después, salvo un par de días más tarde cuando un médico residente del piso, que se refería a otro paciente, le dijo a una enfermera que había que retirarle los calmantes y, ¡muchacho, vaya si gritó durante un rato!, antes de que volvieran a dárselos, le dijeron que había entrado alguien, un tipo con una pila de folletos de una mensajería nueva en el vecindario, probablemente venía a tirarlos un momento después de que el tipo se fue, no hay dónde ponerlos... la punta del mostrador y encima de la máquina de cigarrillos, atiborrados como están... y nadie se lleva esas cosas salvo para pegar sus chicles adentro, y en todo caso quién los quiere volando al suelo cada vez que se abre la puerta con un poco de viento detrás, o simplemente cada vez que un cliente pasa rápido a su lado... el hombre llamó: “¿Hay alguien? Me gustaría dejar algo si no le molesta”, puso los folletos sobre el mostrador para dejarlos ahí, lo vio tirado en el suelo allí atrás, salió corriendo a la calle gritando: “Hay una persona herida, debe haber sido un robo, auxilio, alguien, lo apuñalaron o le dispararon, un hombre detrás de la pared, un hombre detrás de la pared”, es lo que no dejaba de repetir, probablemente en lugar de “detrás del mostrador”, y señalaba el restaurante pero no quiso entrar cuando algunas personas que estaban en la calle lo hicieron, la registradora vacía, los bolsillos intactos, adiós al reloj barato, el ladrón debía de estar bromeando sobre la caja fuerte o de lo contrario no tenía ni idea de lo modesto que era el lugar, la policía dijo que pudo haber sido alguna de las personas que entraron corriendo para ayudar o para verlo a él quien se llevó el dinero y el reloj, o varios de ellos, porque normalmente cuando un ladrón te hiere tan gravemente se va lo más rápido posible y no pierde siquiera un segundo extra en buscar la plata, ¿y para qué querría llevarse un reloj barato?, “aunque tal vez había sido un combo de las dos cosas: ladrón y transeúnte”, su patrón la llama y le dice lo que pasó, y que quiere que sepa que él no es una persona a quien le guste dar malas noticias, pero que Nat le dijo que lo hiciera si alguna vez le pasaba algo como esto, “pues usted sabe que una vez le robaron con armas hace unos años, y estaba preocupado de que pudiera sucederle otra vez y no resultase tan afortunado”, y ella dice: “No, nunca me lo dijo, aunque desde luego usted debe saber lo que pasó años atrás con su hija menor, mi hermana Julie”, y el patrón dice: “Nat lo mencionó alguna vez, eso es todo, pero no su nombre, aunque alguien me dijo que purgó condena unos años por algo relacionado con esa historia, como acabar con los tipos que la mataron, pero en lo que estaba completamente en lo justo, ¿y quién no habría hecho lo mismo de haber podido?, así que eso nunca me detuvo para seguir teniéndolo conmigo en el negocio”, y ella dice: “Estoy segura de que él lo aprecia por eso, ¿pero realmente solo habló de mi hermana una vez, refiriéndose a aquello, en todo el tiempo que trabajó para usted?... es sorprendente, porque parecía ser lo que preponderaba siempre en su mente”, y el patrón dice: “Dos, incluso tres veces, no más de cuatro, pero rápidamente, como cuando lee un diario en el trabajo con un artículo parecido donde un niño inocente muere al quedar entre traficantes callejeros –fuego cruzado, eso que hoy sale tanto en los diarios– y entonces le revuelve aquello y dice algo como ‘Sabes, algo parecido le pasó a mi pequeña’, y apenas si toca el asunto pero yo puedo ver por su cara, y porque pasa enseguida a algún otro tema u otra noticia, que no quiere profundizar más, así que yo... pero sabe, también me dijo que la llamara si llegaban a pasarle algunas otras cosas que parecían preocuparlo un poco, como tener un ataque al corazón, no es que no fuese fuerte como un viejo toro antes de que le dispararan, o simplemente que no contestara su teléfono cuando no apareciera a trabajar y resultara, como dijo que había sido el caso de un par de viejos toros que él conocía, que se había muerto en la cama de un ataque la noche anterior, en un segundo piso... pero en todo caso, señorita, parece estar reponiéndose muy bien, como ya le dije por todo lo que me han dicho, probablemente esté en el hospital un par de semanas más, pero no se esperan complicaciones, dijo la enfermera que atendió el teléfono en la unidad de cuidados intensivos donde llamé, así que quédese tranquila por ahora y tan pronto como me permitan verlo... en cuidados intensivos no me dejarán porque no soy pariente, pero debería salir muy pronto de allí... le diré que hice lo que él me pidió que hiciera y eso es hablar con usted”, y ella dice: “Por favor llámeme por cobro revertido a cualquier hora del día, si se entera de que su condición ha empeorado o directamente llámeme por cobrar después de que lo haya visto, cuando tenga un momento libre, y desde luego trasmítale nuestro amor”, y anota el número de teléfono de su casa y el número de la UCI donde está su padre.
Su brazo bueno le queda casi completamente paralizado por el disparo así que no puede volver a trabajar, trata de conseguir un empleo como cajero en otros restaurantes pero no hay trabajo o son tiempos difíciles, así que deben reducir algunos puestos y excusas por el estilo o simplemente no quieren tomarlo, piensa, porque ya no se ve saludable y eso no es bueno para el apetito de los clientes o lo que sea, y su ropa está vieja y pasada de moda y el brazo tieso como lo tiene, y su aspecto general desprolijo y posiblemente con cuotas más altas, para ellos, del seguro de salud y accidente por causa de la edad y las heridas, y tal vez piensen en una posible recaída médica en pleno trabajo, o sepan lo que les hizo a esos asesinos años atrás y sientan que de alguna manera la nueva herida se la ha buscado, y no quieran a un arrebatado trabajando para ellos y además si vas a contratar a un cajero o a un tipo para que cuelgue los abrigos o cosas por el estilo, incluso a alguien para atender a los caballeros en los baños de los restaurantes de clase alta, mejor tener a uno que pueda echar del lugar a los indeseables no demasiado amenazantes, o que al menos se vea como que podría hacerlo, encuentra más económico retirarse que trabajar, al menos por el momento, y tomar la pequeña pensión del sindicato que le darán y el seguro contra accidentes por haber sido baleado en el trabajo, que no está tan mal, y dentro de un año la seguridad social completa con la cobertura que ofrece el gobierno, Medicare o Medicaid, la llama a menudo pero después de las cinco y los fines de semana porque puede costar carísimo, es algo que lo aflige, por decir lo menos, que ella siga hablándole del mismo modo formal en que ha venido haciéndolo desde algunos años después de que él entrara en prisión –no solía ser así, con ella, antes, pero entonces era solo una niña y desde luego las cosas eran muy diferentes: él vivía con Lee, una familia, Julie, tenía un buen trabajo y no era un maníaco transitorio y de hecho bastante buen padre, más o menos como el promedio, pensaba, bastante relajado y para nada del tipo intimidante o criticón–, le pide hablar con sus hijos y con Glen casi todas las veces después de hablar con ella pero no hay mucha charla tampoco allí, Glen como que silencioso y, ¿cuál es la palabra?, incómodo o algo por el estilo y reservado, los chicos portándose siempre con timidez o es que no lo conocen lo suficiente, así que no ven por qué deberían pasar tanto tiempo en el teléfono con él, lo cual tiene bastante sentido y él probablemente sentiría lo mismo en su lugar, le dice lo cerca que ha llegado a sentirse de su familia casi exclusivamente por teléfono, ¿no es gracioso?, y que aún le gustaría ir a verlos si es que ella no va a pasar más o menos pronto por su ciudad, pero pensándolo bien ahora mismo no puede costear el pasaje... “Aunque sigo teniendo separado el mismo dinero solo para ti o la escuela de los chicos, quiero que lo sepas, o incluso para ti y Glen si llegaran a perder sus empleos o solo lo perdiera uno de ustedes, y se vieran repentinamente cortos de efectivo... no es demasiado, entiendes, así que no vayas a depositar tus esperanzas, cuando yo muera, de comprar con eso una piscina o construir un ala adicional para tu garaje”, y ella dice: “No albergo esa clase de pensamientos macabros o calculadores, y menos aún sobre lo que obtendré monetariamente gracias a la muerte de quien sea, y no es que no vayas a vivir más allá de los cien, y además solo tenemos un auto y lo dejamos en la calle –Glen toma gustosamente el autobús para ir a trabajar– y por regla general no somos partidarios de la construcción de piscinas privadas en nuestra zona... hay muy pocos días de auténtico calor, es una comunidad más bien artística o profesional, con una manada de doctores en medio, y de mente bastante ecológica, y hay varias piscinas públicas bastante buenas y a precios módicos”, y él: “Era solo una broma, cariño, bromeaba nada más, sobre el garaje y la piscina y mi muerte también”, y ella dice: “Lo sé, pero sentí que tenía que decir algo sobre cómo y dónde vivimos, para que en el futuro no te veas en la posición de prejuzgarnos, eventualmente, o de entendernos mal, y escucha, papá, si tienes tantas ganas de visitarnos, usa los ahorros que guardas para nosotros en un pasaje de avión, y nosotros te acomodaremos al menos por una semana”, y él dice: “No, tengo que dejarte algo, es un absoluto deber en mi mente, después de todo lo que no hice... tal vez gane alguna lotería o buena parte de ella, pero si lo hiciera significaría que habría jugado, y siempre pensé que tirar la plata así era un desperdicio tremendo y un escape idiota... discúlpame, espero que tú y Glen no jueguen a eso”, y ella dice: “Por favor, y ni siquiera sé si tenemos juegos de esos por aquí”.
Hablan por teléfono durante dos años más, de vez en cuando una carta o una postal entre ellos y siempre tarjetas y regalos para Navidad de parte de él, un par de veces ella dice que cree que van a ir al este por una convención, o a visitarlo con uno o dos de sus hijos y tal vez incluir Nueva York y Washington D.C., pero luego escribe o llama por teléfono para decir que sus planes se cancelaron, o se vinieron abajo por razones personales de las que no quiere hablar cuando él le pregunta cuáles son, “Bueno, pensé que podía tratarse de mí... una disputa entre ustedes dos, por ejemplo, aunque no sabría por qué, realmente soy un tipo inofensivo y bienintencionado... o algo relacionado con ustedes dos que te lo impida, aunque también sobre eso estoy en la oscuridad total, con mi pésima memoria para las cosas más recientes que una semana”, y ella dice que no y que para referirse al asunto por última vez, eso es todo lo que va a decir, ¿de acuerdo?, y él dice que seguro, “Yo solo decía, no hablaba en serio, entonces te llamaré, cariño, adiós”, y como un mes después ella recibe la llamada de una funcionaria de la ciudad en la que él vive (hubo una cantidad de razones por las que no habían hablado desde su última conversación, cuando ella le dijo que sus planes se habían venido abajo y él pensó que podría tener que ver con él: estaban a la mitad del verano y cuando él llamó se habían ido a pasar dos fines de semana consecutivos en la casa que la madre de Glen tenía en la playa, otra noche estaban cenando en un restaurante a la hora en que él llamó, y después estaba cansado e hizo una siesta que terminó convirtiéndose en seis horas de sueño, y cuando despertó le pareció que era demasiado tarde para llamar incluso con las tres horas de diferencia, otra vez uno de sus hijos tomó el mensaje de que él había llamado pero olvidó dárselo a ella, otra vez fue Glen el que tomó el mensaje después de un breve intercambio, “¿Entonces cómo va?”, “Todo bien”, “Dile que llamé”, “Seguro”, pero discutió con ella cuando volvió del trabajo y después de eso seguía tan enojado que no quería decirle nada, y a la mañana siguiente planeaba decirle que había llamado su padre pero sobre todo hablaron de cómo el sueño suele alisar cualquier mal sentimiento que pueda quedar de las peleas del día anterior, y entonces se olvidó hasta tres días más tarde cuando se dijo: “¿Para qué molestarse?, probablemente vuelva a llamar hoy de todos modos”, ella lo llamó ese día pero él había desenchufado el teléfono porque tenía gripe intestinal o le había hecho mal algo que comió, pero en cualquier caso estaba demasiado débil como para contestar el teléfono, y no quería ser despertado por él ni oír sonar su timbre siquiera, los chicos se habían ido al campamento diurno y ella gritó desde el dormitorio: “¿Estás interesado en hacerme una visita?”, “Eso puedes apostarlo”, y más tarde el teléfono sonó mientras estaban haciendo el amor, y Glen se estiró hacia el teléfono y ella dijo “Déjalo”, y él dijo: “¿Qué pasa si es importante?”, y ella dijo: “Si lo es, volverán a llamar”, compraron una contestadora que grabó su mensaje pero algo funcionó mal ese primer día, o tal vez fuese la manera en que ella la instaló o la conectó a la pared, pero toda la cinta de la jornada se borró y al día siguiente, sin que le hicieran nada nuevo excepto desenchufarla de la pared y volver a enchufarla otra vez, funcionó perfectamente, ella llamó pero él no estaba, pensó en llamarlo dentro de más o menos una hora, pero luego sucedieron varias cosas –llamó Glen y tuvieron una larga charla, uno de sus hijos estaba invitado a dormir en la casa de un amigo y ella tenía que empacarle unas cosas y darle de cenar temprano, porque sabía que no le darían de comer mucho, allá donde iba, salvo caramelos, y luego lo llevó, decidió que la ensalada de papas para el picnic la haría hoy en lugar de mañana, uno de los comederos para pájaros se vino abajo y se rompió, y tomó cierto tiempo arreglarlo y volver a colgarlo en un árbol, en la radio estaban pasando una sonata para piano de Mozart que le resultaba familiar, y quería oírla hasta el final para saber qué número de opus era, se interesó en el último de una serie de artículos sobre el bienestar y los pobres, y entonces se puso a buscar en la pila de diarios de los dos días anteriores los artículos uno y dos– y nunca encontró tiempo para hacerlo, él llamó pero la línea estuvo ocupada durante horas y horas, y se rindió después de casi veinte intentos y se fue a la cama, pensando que la llamaría al trabajo al día siguiente solo para volver a oír su voz y para saber cómo iban las cosas con ella y su familia, después de casi un mes sin hablarse, o incluso más temprano a su casa, si es que se acuerda de llamarla, pongamos, entre las once y diez y las once y cuarto, hora de su ciudad, pero en el correr de esa noche se murió), parece que murió mientras dormía, de ningún modo puede decirse que haya el menor indicio de algo turbio, y puede haber estado muerto entre tres y cuatro días –“Discúlpeme, pero si todo esto le resulta demasiado”, dice la funcionaria, “aunque usted es la persona con quien realmente deseo hablar, puedo conversar de esto con su marido”, y ella dice: “No, está bien, hace tiempo que no veo a mi padre, más de un mes desde la última vez que siquiera hablé con él, y no hemos estado cerca durante muchos años, y no quiero que se decida nada sobre él sin mi intervención directa, así que por favor continúe y si llega a ser demasiado para mí, se lo haré saber”, y la funcionaria dice: “Como le estaba diciendo, y si soy demasiado directa por favor discúlpeme, no es el trabajo sino mi manera de ser... tres o cuatro días puede haber estado... la policía tuvo que romper su puerta porque la vecina a la que le había dejado un juego de llaves extra para emergencias como esta, así como él también tenía un juego de llaves de ella para ese mismo fin, estuvo todo ese tiempo fuera de la ciudad, y porque nadie más en el edificio lo había visto por un largo rato, o el olor... nunca me quedó claro cuál de las razones... en fin, esa no es la cuestión ahora... pero así es como finalmente lo encontraron”– y aunque él dejó dinero suficiente con instrucciones para que su cuerpo fuese cremado y para una pequeña ceremonia en el cementerio, con los familiares y los amigos cercanos, en la que sus cenizas han de ser enterradas sin ninguna inscripción junto a la tumba de su hija Julie, ¿tal vez ella quiere que se haga alguna otra cosa? “Sus instrucciones, junto con dónde está su pasaporte y su cuenta corriente y su número de asociado al sindicato para ayudar con los costos del funeral, y cosas por el estilo, todo eso estaba en un sobre dentro del cajón de su mesita de noche, pero no habían sido certificadas por escribano, las instrucciones quiero decir, o siquiera debidamente atestadas, de manera que usted puede tener la última palabra”, y ella dice: “¿Por qué querría contradecir la voluntad de mi padre”, y la funcionaria: “Según las leyes de sanidad tenemos que darle la chance, siendo usted, hasta donde sabemos –sus instrucciones dicen que lo es y vamos a hacer más comprobaciones– su única heredera, de modo que incluso tenemos que hacerle firmar una autorización para la cremación o entierro regular o la modalidad que finalmente usted decida”, y ella dice: “Eso es a lo que me refiero... ¿qué otra cosa podría querer que no sea lo que él decidió?”, y la funcionaria dice: “Podría no querer que lo cremen, por ejemplo, porque eso fuera contrario a sus creencias, religiosas o de otra clase... consideraciones como esa, en las que usted podría no haber pensado todavía, debido a lo repentino de la noticia”, y ella: “No, así es como quiero proceder yo también... es más fácil para todo el mundo”, y la funcionaria dice: “De acuerdo, y eso es lo que su padre escribió en sus instrucciones, además... él, lo cito, no quiere causarle una molestia a nadie, fin de la cita, pero otra cosa es la ceremonia –y en esto solo estoy tratando de ayudar, no forma parte de mi trabajo habitual–, él escribió que no quiere que ninguna persona religiosa de profesión oficie... que alguien, lo cito, laico y no remunerado, fin de la cita, como él dice, puede hacerlo fácilmente y de esa manera, además, lo cito, le ahorraría a mi hija los costos del ministro o rabino u oficiante, fin de la cita”, y ella dice: “También está bien para mí, quienquiera que él haya elegido... ¿eligió a alguna persona, en esas instrucciones?”, y la funcionaria dice: “Él escribió aquí que la casa de sepelios se hará cargo de la cremación y del servicio en el cementerio, pero no nombró a nadie como orador ni la clase de servicio que quería, secular o de alguna otra clase, así que asumo que eso depende de usted... tal vez, si puedo meter un poco más mi nariz, esa vecina amiga suya sabrá quién era su amigo más cercano –ella tal vez– y quién puede hablar de un modo que se le entienda y llevar adelante un servicio... pero el lugar del sepelio podría ser algo que también deba usted considerar... la verdad es, querida, que aunque su padre mantuvo y pagó a perpetuidad, según dice en sus instrucciones, la tumba de su hermana y varias otras a su alrededor, más algunas parcelas vacías, usted podría no querer que sus cenizas sean sepultadas allí, y en cambio llevárselas consigo en el avión”, y ella dice: “Ahora que lo menciona, para mí no tendría sentido ir al este, tan solo por una ceremonia con gente que mayormente no conozco, y sin siquiera un ataúd al que mirar ni realmente mucho más que ver, excepto las lápidas de mi hermana muerta y de unos abuelos que nunca conocí, de manera que tal vez puedo hacer que la mitad de sus cenizas sean enterradas junto a la tumba de ella, y que el resto me sea enviado y enterrado sin ninguna inscripción con las tumbas de la familia de mi esposo... solo ocuparía una parte pequeña del lugar y estoy segura de que a su familia no le importará, y de esa manera podré rendirle mi homenaje cada vez que quiera, ya que no veo cuándo volaré de nuevo al este, ahora que él ya no está, y estaría, o al menos sus cenizas estarían, la mitad de ellas, sepultadas junto o cerca de mí, ya que no dudo que yo también terminaré enterrada aquí”, y la funcionaria dice: “Estoy segura de que todo eso puede arreglarse a través de la casa de sepelios que se ocupará de la cremación, pero una última cosa, querida, con su permiso: si no se propone venir al este pronto, entonces es mejor que empiece a pensar qué quiere que se haga con su departamento, o habitación más bien”, y ella dice: “¿Sus pertenencias podrían, por un precio, ser desechadas, aquellas que no valgan nada, y el resto entregadas a la caridad o a alguna tienda de beneficencia que las acepte?”, y la funcionaria dice: “Eso tendrá que ser arreglado entre usted y el propietario del lugar, pero no veo por qué no podría hacerse... en cuanto a sus papeles privados, si los tiene”, y ella: “Oh, estoy segura de que los tiene: cartas de mi madre de antes de que se casaran, fotos de la familia y de cuando era niño, y sin duda algunos objetos personales de mi hermana Julie, desde su primer día de vida”, y la funcionaria dice: “Esas cosas, entonces, más algunos objetos de importancia práctica para usted, como su libreta y su chequera, y su certificado de nacimiento y el título de sus parcelas en el cementerio, y tal vez incluso algún ahorro escondido o acciones o certificados de bonos o cosas de esa índole que pueda haber acumulado a lo largo de los años, aunque esperamos que haya pagado el impuesto a la renta...”, y ella: “Dudo que tenga algo de eso... no solamente apenas se las arreglaba, digamos, así que era demasiado pobre para comprar alguna de esas cosas, sino que además desaprobaba esa clase de ingresos, como jugar en la bolsa, dinero que es nada más que papel, y si resulta ser dinero auténtico cuando es liquidado, en ese caso dinero ganado sin haber trabajado duro por él... así de anticuado era, en eso, por lo poco que hablé con él sobre el juego y los modos de ganarse el sustento, estoy segura”, y la funcionaria dice: “Como sea, pero una vez que firme y me remita los documentos que le envío, si realmente no va usted a venir, entonces se quitará el candado de su departamento y usted podrá designar a un subrogante para que se ocupe de eso y le envíe las cosas de naturaleza más práctica o financiera que este subrogante pudiera encontrar... en cuanto a las fotos y las posesiones de su hermana que su padre pudiera haber tenido...”, y ella dice: “No se trata de lo que ella poseía sino de lo que él haya podido conservar de ella... murió cuando tenía cinco años, sabe, asesinada por un loco; estábamos en el mismo auto en ese momento... un carnaval de tiros delirante, en una autopista”, y la funcionaria dice: “No lo sabía, y lo siento mucho, querida, muchísimo”, y ella: “Oh, sí, eso es lo que originó todos los problemas de mi padre... ruptura de su matrimonio, esencialmente me abandonó, algunas peculiaridades y obsesiones, perder su empleo y demás”, y la funcionaria dice: “Tampoco sabía eso, querida, lo siento... en todo caso, esas cosas, las que son tan solo de un posible valor personal, en fin, a menos que usted venga y las reclame, o se las haga enviar o le pida al propietario que las conserve hasta que él considere –dado que nadie está viviendo allí– que necesita desocupar el lugar para poder levantar la renta, entonces me temo que también se dispondrá de ellas como desechos”.
Todo es resuelto, los papeles son enviados, firmados y remitidos, la mitad de sus cenizas enterradas junto a la tumba de Julie, sin ninguna ceremonia ni invitados porque ella no veía la más mínima razón para un servicio simple, siquiera, en el cementerio, ya que la vecina amiga ni siquiera sabía si alguien más asistiría, o cómo haría ella misma para llegar hasta ahí en caso de que fuera la única, y con lo que quedaba de parientes en la región –Margo recordaba haberle escuchado decir– él había perdido todo contacto y nunca les cayó especialmente bien para empezar, o al menos no desde que se había convertido en un chico bastante tranquilo y tímido, y habría sido hipócrita pedirles que asistieran a una ceremonia si ella misma no iba a estar allí, la otra mitad de sus cenizas enviada a ella en una lata y enterrada entre dos lugares vacíos en la parcela de la familia de su marido en el cementerio, después de un breve servicio tan solo con sus hijos y esposo y con los padres de él y el enterrador de allá, en el que fue su esposo quien ofició, y dijo: “Fue una buena persona, de acuerdo con todo lo que oí sobre él y las pocas horas que pasé en su compañía una vez en un restaurante y las muchas charlas telefónicas que tuvimos, no obstante sucintas como fueron la mayoría de ellas... honesto y trabajador y devoto de sus hijas, la que le sobrevive, Margo, la fallecida Julie, seguramente ningún hombre habría podido amar más a sus hijos, y que tal vez por causa de ese amor... pero lo que en cualquier caso se convirtió en una gran desgracia, una perturbadora calamidad, si acaso no una tragedia realmente, a la que tal vez ninguna palabra pueda hacer justicia, o describir siquiera así que para qué intentarlo...” –“Bien dicho”, dice su padre– “como que metió la pata hasta el fondo, para ser coloquial pero directo, pero se recuperó de, seamos sinceros en esto y no ocultemos nada en un lugar donde nada debería ser inauténtico, la cárcel... pagó su deuda con la sociedad, como diría el Estado, y tal vez pagó esa deuda inmerecidamente pero no nos corresponde a nosotros, en nuestro insignificante poder y demás, decirlo, para vivir una vida respetable y significativa, por lo que sabemos de ella, y debería ser perdonado...” –“Amén”, dice su padre– “es perdonado, estoy seguro, desde nuestro punto de vista, y si existe un ser superior, como mis padres y tal vez mis hijos creen que lo hay, ¿y quién puede saber?, entonces imploramos que sea perdonado también por Él... eso es todo lo que puedo decir ahora, y creo que es suficiente, gracias a todos por venir, y no quiero acaparar, aunque quiero que sepan que fue la única sobreviviente del difunto quien me solicitó que condujera esta ceremonia, así que si alguien más quiere decir algo acerca de Nathan Frey, por favor siéntase libre de hacerlo”, y todos sacuden las cabezas, sus hijos se miran unos a otros con una expresión de “No se referirá a nosotros, ¿verdad?”, y su padre dice: “¿Qué podríamos decir que añada algo a tus palabras, Glendon?... fue un panegírico delicado y al grano, y lo resumió maravillosamente, y dicho de memoria o improvisado, nada menos”, “Improvisado”, dice Glen, “pensé que simplemente todo me vendría, y que esa era la manera en que debería ser”, “Bien, buen trabajo, hijo”, la vecina amiga dice que está demasiado débil para hacer ningún esfuerzo (“Tu papá probablemente nunca me mencionó, a mí ni a mi condición y mi edad, pero soy una vieja vaca encogida y enferma, por quien se preocupaba un poco cada vez que podía, yendo a buscarme provisiones y medicamentos, y acompañándome a diferentes doctores y esas cosas”), así que una prima segunda de Margo que vive en un suburbio no tan lejos del edificio de su padre, a cambio de cierto precio, acepta rebuscar en su habitación y enviarle lo que vaya a querer de allí, “Hay una mecedora”, dice la prima por teléfono, “muy vieja y en buen estado, ¿la quieres?... se ve prácticamente como una antigüedad”, “Debe haberla encontrado en la calle; sé que no es ninguna herencia, la suya no era esa clase de familia, y todo lo del matrimonio que tenía algún valor se lo quedó mi mamá, así que no, quédatela o dónala”, “Hay una fantástica cafetera exprés, parece realmente cara y con uno de esos cañitos para la leche al vapor, podría meterla en una caja y enviártela vía UPS”, “Ya tenemos una y me sorprende que él la tuviera... tal vez se la hayan dado en alguno de los restaurantes en los que trabajó, donde por algún tiempo la hayan usado... pero eso no suena muy a mi papá durante los últimos veinte años: café au lait, espresso, espiral de limón en cucharita demitasse, no lo creo; quédatela si es tan linda, pero sin ningún descuento sobre lo que arreglamos, ya me entiendes”, “Una pila de cartas a tu madre y otra pila para ti... copias por lo que pude ver de un par de ellas; ¿las quieres, junto con las que hay en una tercera pila que tiene las que tú le mandaste?”, “No veo para qué, porque las cartas a mi madre me resultarían incómodamente amorosas, o injuriosas si algunas de ellas no son sencillamente deletéreas, y de las que son para mí, probablemente yo tengo los originales todavía en alguna parte, metidos en algún libro que estuviese leyendo en ese momento, una costumbre mía... tan a menudo cuando abro un libro que ya he leído cae una carta, pero no puedo decir que las relea”, “Las cartas para ti parecen remontarse a cuando estaba en prisión y tú eras una niña”, “Eso es demasiado pasado para mí, cuya mayor parte, si no la he recordado o si denodadamente he tratado de no hacerlo, quiero seguir olvidándola, así que gracias pero no”, “Fotos de él, supongo, y de unos que deben de ser sus padres por la manera en que le sonríen y lo abrazan tan efusivamente, y una de él, porque la cara es la misma que en las otras, o de alguien que se le parece mucho, sobre un burro o caballo enano que me parece que los fotógrafos comerciales solían llevar por las calles para sacarles fotos a los niños, montados encima... ¿de qué otro modo pudo llegar el animal ahí?, porque está tomada frente a un edificio de departamentos y con autos viejos alrededor, pero que probablemente entonces eran nuevos”, “Seguro, inclúyelas, todas las fotos, porque sería un error tirarlas o dárselas a algún negocio de cachivaches para que la gente se ría al mirarlas, y a mis propios hijos les van a encantar, por el parecido con él si es que lo hay, a esa edad, y tal vez con el papá de él y el papá de su papá, y también por la significación y el interés cultural... cómo vivía la gente de la ciudad por ese entonces, aquellos fotógrafos sin tienda y los músicos callejeros de los que solía contarme, cuando él era chico, bandas de percusión completas que iban de calle en calle y carros tirados por caballos con el hielo para las congeladoras, y frutas y verduras y creo que hasta leche, aunque lo último debe haber sido cuando su padre era niño”, “Montones de monedas de antes del 54... un gran frasco entero, un par de peniques son de plata y algunas de las otras monedas se remontan a las décadas del diez y del veinte, solo dando una mirada rápida, así que hasta podría haber algunas mejores, y me parece que vi un penique con una cabeza de indio, antes de que se perdiera entre las otras monedas, y sé que había una de veinticinco con una mujer alada, la vi por un segundo”, “Sí, envíalas todas... una vez hace muchos años dijo que desde que se pasaba el día con monedas, en el restaurante, había iniciado una colección para ayudar a pagar mis estudios, así que si son de algún valor las usaré para mis propios hijos... asegura esa caja por algunos cientos, por favor”, “Han llegado varias facturas... teléfono, servicios públicos, un limpiador de ventanas y justo hoy una carta de Honolulu”, “Envíalas y yo me ocuparé de ellas, pero lo del limpiador de ventanas es un chiste... que llamara a uno con la vista que me dijo que tenía... tan solo más edificios como el suyo, ¿y qué había, dos ventanas?”, “Tres, más la chiquita del baño pero es ahumada”, “La carta, quién sabe qué significa... tal vez un cliente que estaba de paso y una vez que llegó allá se sintió solo... si le escribo que mi padre murió tal vez no sabría de quién le estoy hablando... reenvíala al remitente diciendo ‘destinatario fallecido’... ¿algún libro?, no, ya tengo todos los que querría leer, o las librerías y las bibliotecas los tienen, a menos que uno o dos parezcan extremadamente antiguos... de hecho, ¿sería demasiado pedirte que pongas los libros hacia abajo, uno por uno, y pases las páginas rápidamente y los sacudas en esa posición?... te pagaré algo extra si hay más que apenas unos pocos... porque para mí que debe haber guardado en ellos algunos tesoros y recuerdos”, “Una corbata de seda con el aspecto de ser muy cara, dice cien por ciento, y sin uso porque sigue en su caja, envuelta en papel tisú, y de una de las tiendas más finas de aquí, y del resto de su ropa lo único que todavía se ve en buen estado es un cinturón de cuero casi nuevo, talle 34”, “Ese es el talle de mi esposo, pero dudo que quiera usar el cinturón de mi papá... en cuanto a la corbata, puesto que la que usaba la última vez que lo vi estaba manchada y vieja, se la debe haber regalado algún amigo después de eso... ¿una dama tal vez? No lo creo, parecía haberse vuelto algo así como casto, siempre en su casa como una suerte de recluso ascético, así que tal vez de su patrón como regalo de Navidad, o de alguno de sus clientes permanentes que no dejan nada durante el año pero en cambio obsequian algo así de espléndido como presente anual, aunque era una cafetería barata por la manera en que la describía, así que tampoco creo que sea eso... o tal vez la compró para la siguiente vez que lo viéramos, eso tendría sentido porque puedo verlo derrochando por nosotros, pero no me imagino a mi esposo Glen ni a ninguno de mis hijos yendo por ahí metido en algo de él... a los chicos les parecería tétrico, las ropas de un muerto... así que haz lo que quieras con la corbata, decora un árbol con ella ya que hablamos de Navidad, solo estaba bromeando... ups, ahí tienes, el ‘solo estaba bromeando’ que era tan de él, así que es curioso, por qué se me habrá pegado y cómo vino a salir ahora por primera vez”, “Un directorio telefónico con no demasiados nombres”, “No, la vida pasada... ¿y qué podrían significar esos nombres para mí, si es que no los tengo ya?, así que a desecharlo, pero sobre sus fotos, nunca lo dijiste, pero... ¿había alguna de Julie o mía?... de chiquitas, ella tenía flequillo desde que era bebé y era extraordinariamente bonita, como una niña modelo, y yo siempre tenía el pelo largo peinado hacia atrás, en una cola de caballo o una trenza y era la más alta pero también la más sencillita de las dos, mi pelo marrón contra su rubio claro y mis lentes desde los tres años contra su rostro sin ellos”, “Muchas, y las dos eran adorables, pero di por descontado que las querías de modo que iba a incluirlas, dijeras que lo hiciera o no”, “Mi madre, otra belleza, ¿alguna de ella o de los dos como pareja, y con nosotras, en dúo o solas?”, “Unas pocas, en todas las posibles combinaciones familiares”, “Solo por curiosidad, pero... ¿a quién dirías que Julie y yo nos parecíamos en esa época?”, “No lo puedo decir con certeza, como mucho hay partes de ustedes en los dos, y también se parecían entre ustedes, a pesar de los lentes y el pelo”, “Hay una de mis padres juntos que recuerdo especialmente, de hecho la sacaba del cajón de las fotos en su vestidor y la observaba con detenimiento cuando todavía éramos cuatro, probablemente porque en ella se veían tan felices, que era lo que yo quería, porque en realidad, así como tenían una buena relación, aparentemente sólida, solían discutir mucho y a menudo yo tenía miedo de que rompieran... pero el brazo de él alrededor de su hombro y los dos inclinados hacia adelante, chasqueando los dedos al compás de algún tema de música popular, al parecer, algo como una rumba pero eso tuvo su apogeo antes de su época, y parados al lado del auto nuevo que acababan de comprar, frente a una cabaña de verano que estaban alquilando”, “No, no está entre las que encontré, y me parece que ya revisé todo, no es que tu padre tuviera gran cosa”, “Él llevaba unas bermudas de senderismo, una camiseta de polo a rayas y sandalias, y se veía esbelto y fuerte como un levantador de pesas, y con el pelo alborotado y un bronceado saludable, ella antes de tenerme a mí, con un bikini escueto, una figura realmente preciosa, largas piernas suaves, vientre de adolescente, cintura minúscula y un gran busto perfecto, su pelo cayendo por todos lados, y descalza, los dos con esas sonrisas como si estuvieran pasando o acabaran de pasar –tal vez incluso estaban recién levantados, o caídos de la cama, esa clase de diversión– el mejor momento de sus vidas”, “Solo hay tres fotos de ellos dos solos, a menos que esa de la que estás hablando esté pegada detrás de alguna otra, y no es una de ellas”, “Mi madre dice que ella tampoco la tiene, ¿y por qué la tendría?, a menos que quisiera pruebas del cuerpazo que tuvo alguna vez, ¿pero por qué las querría?, y que incluso sigue teniendo ahora, a su edad, un poquito arrugada en las piernas y esas cosas pero todavía está bastante bien, así que me pregunto qué pasó con esa... tal vez en un ataque de rabia después de que ella lo dejó... bueno, él estaba en prisión en ese entonces, pero podría haberla llevado consigo, ella se veía tan bien... la rompió, o tal vez podría estar en su billetera, cortada al tamaño de la billetera, o tal vez la miraba y la toqueteó tanto que se gastó”, “Tampoco está en la parte de las fotos en su billetera, que te estoy mandando entera tal como está, dicho sea de paso, quiero decir incluso los papelitos sueltos y las entradas de cine y teatro guardadas allí, a menos que esa foto, otra vez, esté pegada a la parte de atrás de otra imagen en una de las fundas para fotos, pero... ¿por qué no...? si no te molesta que pregunte... en fin, no, probablemente yo misma puedo responder”, “¿Qué?”, “El hecho de que no volvieras a mirar esa foto del cajón del vestidor desde que la familia quedó incompleta, si he entendido bien, se debió a la muerte de tu hermana, ¿no?, y tú no querías ver...”, “Es verdad, supongo... por lo que quiera que atraviese un niño a esa edad al morir la persona más cercana a ti –a mí–, por lo mismo debió pasar mi padre de otra manera supongo... y también la manera en que ella murió –bang, bang– quiero decir, dormimos en camas una al lado de la otra desde que ella dejó la cuna y a veces en las vacaciones en la misma cama, y festejábamos nuestros cumpleaños juntas aunque cumplíamos años con un mes de diferencia... Dios mío, solíamos jugar juntas ocho horas al día sin parar, algunos días, dibujando y recortando cincuenta figuras de papel o más, y haciéndolas actuar con distintas voces hasta quedar afónicas, creando shows completos de muñecas desde cero, quiero decir, no solo haciendo los personajes de papel maché, sino también el decorado y el escenario y pensando toda la obra... yo no podía... ¿qué estaba por decir, cinco?, tal vez ni siquiera te lo estaba por decir a ti, pero ella murió a los seis... pero yo no podía... seis años, por supuesto... apenas podía soportar dormir en nuestro viejo dormitorio, pero era el único que teníamos... de hecho tuvieron que llevarse no solamente su cama sino también la mía, porque eran gemelas y pusieron una nueva para mí... mi papá ni siquiera era consciente de eso, estaba tan metido en su propio mundo buscando a los vengadores... no, el vengador era él, ellos eran... oh, bueno, eran esto y aquello, ¿de qué puede servir eso?, escorias, ratas... pero yo ni siquiera podía, lo que te estaba por decir, mirar la foto de ella enmarcada que mi madre tenía junto a su cama... Julie, en una playa en traje de baño, con el flequillo volando al viento sobre su cabeza, sonrisa alegre, los dedos entrelazados por debajo de su mentón, los ojos, olvidé mencionarlo, bien negros contra los míos verdes... ‘Antes ponla del revés’, solía decirle y a menudo gritarle a mi madre, si ella me llamaba a su habitación por algo o me mandaba a buscar su collar en el vestidor, digamos, y años más tarde, mucho después de que ella volvió a casarse y tuvo otra hija y yo no solamente tenía otra casa y otra zona horaria en las que vivir, sino también una cama nueva, y seguía haciendo eso, ella de repente dijo: ‘¿Qué tienes, estás loca?... es solo una foto, una foto hermosa, está ahí para nuestro placer, tu queridísima hermana, mi dulce tesoro, supéralo ya, al menos ese aspecto’, y juro que puso la foto contra, o solamente delante de mi cara... debe haber sido delante o tal vez incluso a treinta o cincuenta centímetros, pero encarándome cara a cara, y después de eso pude mirarla incluso menos, y tal vez ni siquiera ahora podría mirar esa en particular... pero sus provisiones de cocina, utensilios, sabes, porque trabajó en restaurantes y puede haber tenido algunos muy robustos, profesionales, ¿algo de eso?”, “Eh, ¿qué vendría a ser?”, “Cuchillos de trinchar, cucharones, tablas de picar, grandes sartenes y ollas, cosas de cocina, ¿algo de eso, ahí, en su casa?”, “Un par de cuchillos de untar y tenedores y cucharas, una de sopa y una de té, y una espátula de plástico, cuchillo para el pan, tamiz... ese ¿cómo se llama?”, “¿Colador, escurridor?”, “... con un agujero involuntario así que no muy útil, y poco más... palo de amasar, quién sabe para qué, porque no hay fuentes de horno ni budineras”, “Tal vez para espantar a los asaltantes”, “Creo que para eso tenía un bate, escondido debajo de su cama... oh, aquí hay un cuchillo de pelar, lo veo, y un pisapapas, y realmente eso es todo, abrelatas, destapador, sacacorchos, trastos sin valor realmente, no vale la pena gastar en envío, por barato que sea UPS, y lo mismo con la vajilla, servicio para dos o uno, y un par de jarras de cerveza supongo que para todo, desde cerveza hasta café pasando por agua y té, ya que no hay, si puedes creerme, pocillos ni tazones de café”, “Tal vez el cuchillo de trinchar, bien envuelto para que no corte el embalaje... tengo el presentimiento de que es bueno”, “¿Quién dijo algo de un cuchillo de trinchar?... de pelar, de untar, para pan, más el portátil con pincitas y escarbadientes de su llavero”, “¿Afiches, pinturas, fotos artísticas en la pared o en alguna parte?”, “Solo cosas de revistas, quiero decir cosas que provienen de revistas, y posiblemente catálogos de arte, reproducciones de pinturas o cosas a lápiz y tinta de algún museo o exposición, según parece, pero de colores brillantes en buen papel, así que se ven bastante reales, no menos de cincuenta de esas, pegadas o clavadas en las paredes por todo el lugar”, “¿Pero estás segura de que ninguna es real?”, “Picasso, Chagall, Matisse, Orozco, Tintoretto, Signorelli, Queso Parmesano o algún nombre italiano por el estilo, como ese del angelito y su amiguita... la mayoría de los pintores hasta yo los reconozco... tu padre tenía toda una colección, deben valer varios millones”, “Gracias entonces, Jane, me parece que ya abarcamos todo... envía lo que acordamos por UPS y cualquier cosita de último momento que te parezca que hay que agregar, y también una nota diciendo cuántas horas te llevó, pero me ahorraste un montón de gastos y de trabajo, además de sacarme un gran peso de la mente”, “¿A qué te refieres?”, “Simplemente saber que nada que valiera algo, emocional o monetariamente o lo que fuera, fue a parar a la basura o donado o dejado para que el propietario anduviera hurgando”, “Oh”.
Durante semanas sueña casi noche por medio cosas relacionadas con su padre... en uno de los sueños él dice: “Sálvame, me estoy ahogando en la mugre”, en otro la saluda con un apretón de manos formal, cuando ella le tendía los brazos para abrazarlo y besarlo, le pide que ahueque las manos, ella lo hace y él con una cuchara le vierte una pirámide de tierra en cada palma, y dice: “¿Una vez más?”, en otro recibe un telegrama que dice así: “Mi queridísima hija, estoy completamente en pedazos y descerebrado sin motivo, ¿hay alguna rima por no decir una estación por la cual tú no estés también desconsolada?, mis más profundos respetos a esas autoridades allá arriba que podrían ser capaces de hacer algo para enderezar esto, tu papote que te quiere, Nat”, en otra él es un chico de unos siete años sentado sobre su falda y se supone que ella es su madre, piensa en el sueño: “¿Pero cómo es posible?, ya que él es eso y yo soy suya”, cuando él dice: “Mamá gramática, divididos somos rengos, juntos contaminamos, ¿conoces ese estacazo histérico?... ¿quién lo dijo segundo?, ah, nunca pude enseñarte nada”, y se sumerge en un hoyo en el sofá y desaparece, en otro aparece en la distancia montado a caballo, grita: “Arre, mi Margo, arre”, y se acerca al galope revoleando una espada sobre su propia cabeza, se detiene bajo la ventana del dormitorio de ella sin dejar de gritar arre arre, su marido se revuelve en la cama en el sueño y dice mientras duerme: “Largo, atención a la roña, preciso lombrices, dales las cruces, tamiza lesiones”, ella dice: “Glendon, despierta, arriba, tenemos que empezar a hacer algún sentido”, y a su padre desde la cama: “Papi, escóndete, ahora, agáchate”, y su padre dice desde abajo, todavía sentado sobre el caballo pero con la espada envainada: “Queridísima Julie, quiero decir queridísima Margo, estoy tan solitario, separado, tírame una cuerda, quiero trepar y reunirme contigo”, la misma noche en otro sueño él está de pie hablando con ella cordialmente, parece una inauguración de arte en una galería, y luego un cóctel en la casa de ella, él parece ser un amigo de una pareja a la que ella invitó, y hace tintinear su copa con la suya y dice: “Así que... ¿cómo es el clima por allá?”, “¿Así de alta soy para ti?”, “Hablo del clima real, señorita: neblinas, tornados, tormentas eléctricas”, “Discúlpeme, pero... ¿quién lo trajo, los Kahn, los Kane?”, “Yo sigo refiriéndome al clima, damita, al clima”, “¿El clima?, ¿dónde?, los dos estamos en el mismo lugar y somos consanguíneos, padre, aquí adentro”, “Ardua, terrestre, cementalmente, es tan oscuro como una persona puede ver, aunque te amo hasta decir basta, bastamente, quiero decir, bestialmente”, y de pronto se convierte en una rata, del mismo color y tamaño que las ratas pero con la cara de su padre, y salta sobre su pecho y comienza a rasguñarle los ojos y ella se lo sacude de encima y corre fuera de la casa, y su marido en pijama –cuando en su sueño ella piensa: “Qué curioso, siempre duerme desnudo”– grita desde la ventana del dormitorio: “Regresa, está trepando por la parra, te dije que deberíamos cortarla, ahora va a entrar por la ventana, no me dejes ser una mota solitaria con él, todavía tiene todos sus dientes y la rata puede morder”, en otro su padre es un mosquito que zumba alrededor de su cabeza y ella dice: “Apártate, apártate ya... de acuerdo, no digas que no te lo advertí, porque puedo ser asesinamente alérgica a los bichos, y tener ataques como jamás has visto”, y trata de aplastarlo entre las manos pero no deja de fallar, luego no lo ve ni lo oye, y cuando está mirando alrededor y tratando de escuchar su vuelo, aterriza en su brazo, ella lo mira enterrar su probóscide, “Espera hasta que extraiga sangre”, piensa, “aun cuando haya un poco de dolor valdrá la pena”, cuenta hasta seis, susurra: “Tiempo”, y da un golpe seco, y levanta la mano para ver lo que piensa que será su cadáver aplastado, sanguinolento incluso si es un macho, pero no hay nada y ella aúlla: “Malditos pozos de aire, malditos si están ahí, malditos si no están, pero aun así podría haberle arrebatado una punta si acaso no aplastarlo, y está muerto o agoniza en el suelo y todo lo que tengo que hacer es pararme sobre él”, cuando empieza a zumbar alrededor de su cabeza y ella dice: “Puedo aguantarlo, no me molestas así que no vayas a creer que lo haces, puedo aguantar mucho más que eso de modo que vas a tener que dar tu mordida de serpiente y luego largarte a zumbar por tu cuenta, porque no voy a desperdiciar otro gesto de mi mano en ti”, en otro ella está durmiendo sola y él abre la puerta del dormitorio, empujándola con su cabeza, y se arrastra por la habitación hasta ella y le dice al oído: “Te extraño, extraño a tu hermanita de la manera más persistente por no hablar de ti, lo que se seca no es un grito, lo que se desdeña no es sueño, puedo inventármelos mucho después de que estés lo bastante harta de ellos y de mí, frita, seca, comprendes, así que produce más significado a partir de mí, mi dulce, suéltame, déjame ya, Margo”, y ella dice en su sueño medio dormida: “Pero eres tú, maldita sea, tú, yo hice todo lo mejor que pude, lloré, me sequé, así que ya, no volé, pero eso ya fue y se acabó así que ahora déjame dormir”, y se le cierran los ojos y en sus sueños sueña con mariposas y abejas que revolotean, y un jardín de flores con un ciervo que se come las arvejas dulces, y unos cien más atrás un viejo granero, con varios agujeros grandes en el techo y sin puertas, y una calesa en el cubículo de una vaca que se ve a través de la abertura, y nada más alrededor salvo pastura con la hierba alta que el viento agita, y ella piensa: “Apacible, me gusta, incluso las arvejas, por Dios, hasta el cielo azul con nubes mullidas, y por todos los cielos nada de él”, en otro, junto a una Julie crecida entran en una cabaña de campo que ella y su familia alquilan durante dos semanas todos los veranos, se pregunta dónde está el mobiliario destartalado que prácticamente hace al lugar, además de la estufa a leña faltante y los cuadros, hechos con postales de obras de arte que ella enchinchó en los marcos de las puertas y que hasta ahora el propietario no sacó, oye golpetear debajo del suelo y dice: “¿Qué es eso?”, “¿Qué pasa?”, dice Julie, “no oigo ni veo nada”, “Ese tap-tap, tap-tap, incluso se oye más fuerte ahora, y podría ser un código de alguna clase, morse, perdido, desde abajo de las tablas del suelo”, y Julie dice: “Estás viendo cosas otra vez, cariño, porque ¿cuál suelo, quién entabla?”, y ella dice: “Y perdóneme, mi más cercana señorita, pero o bien ha perdido usted todos sus poderes sensoriales o no sé qué, poderes inferiores, infrapoderes”, y dice, hablando al piso: “Dile con golpecitos o palabras si hay alguien ahí abajo, porque no quiero parecer dura de sentimientos”, y él dice: “¡Sí!, soy yo, papi, el de las dos aunque ustedes están tan alejadas, escondido de ustedes mientras me escondo de uno de los Ejes, y si me encuentran, particularmente los nazis, seré arrojado a una caída infinita como todos los de mi clase, primero me dispararán, apuñalarán o gasearán, o me darán de comer a los perros, o dos de esas cosas o tres”, “Tal vez Julie pueda ayudarlo, señor, pero tengo que informarle que no soy esa clase de hija, y no veo cómo podría serlo alguna vez, de hecho ahora que sé que usted está ahí, y que lo buscan, si no digo nada estaré arriesgando las vidas de todos nosotros por la suya... incluso la mía, déjeme decírselo, lo cual tengo que admitir que es para mí de mucha menos importancia, ya que en el fondo siento que ser la última de mi línea y de la clase es lo único que hay”, “Por favor, ya basta de franquezas y panoplias filosóficas, abre con una palanca las putas tablas, ayúdame a salir y a escapar, que estoy podridamente débil para hacerlo, y llévame a la concha de mi madre donde no hay cosas como axiomas y nazis, entonces seré libre y nunca más tendré que solicitarte nada para mí”, “No es posible”, y Julie dice: “¿A quién le estás hablando, mi amor, a mí?”, y ella dice: “Sip, tup, nop, yop, tal vez, poco claro, encima, abajo”, en otro levanta un balde de un pozo y él está apretado dentro de él, el mentón clavado en sus rodillas, raspándose los nudillos y aparentemente dormido, las junturas del balde estiradas y abollándose, en otro él le dice en un páramo sin casas ni otra gente alrededor: “El tiempo ha estado tan inclemente aquí afuera, no puedo ver estrellas fugaces este año, quedan unos pocos días antes de que el apogeo de la lluvia se acabe, ojalá pudiera volver adonde empecé para verlo mejor, ¿podrías comprarme un boleto?”.
A la mañana siguiente le dice a Glen: “De vuelta, otro de esos mortales sueños con papá, ¿qué pasa con ellos?, anoche quizás hayan sido dos, o tres... sabes, ya no lo puedo soportar, quiero decir, probablemente sea capaz de aguantarlo mientras no pierda con eso un montón de horas de sueño, pero no quiero aguantarlo más, el muy podrido no va a dejarme en paz, y creo que sé lo que significa todo esto, no ‘podrido’, eso es solo algo que había en mi último sueño, o en uno que recuerdo como último, el muy podridamente malhablado, pero ya sabes a lo que me refiero, y no es, lo juro –¿qué te parece eso?, ‘jurar’, ‘maldecir’–, pero no es que yo crea en espíritus o nada por el estilo, y sé perfectamente que los cementarianos o como se llamen –eso es de otro sueño que tuve con tumbas, la palabra inventada quiero decir, si es que es inventada– no meten gran cosa de las cenizas de la persona cremada en esas latas de sopa, tal vez una décima parte de eso dijo alguna vez alguien que estaba al tanto, así que en mi caso tal vez un quinto para dos latas, pero casi puedo sentir que sus cenizas me hablan, a su manera, o es su espíritu el que está hablando por sus cenizas, o no es ninguna de las dos cosas, que probablemente sea el caso, porque esa clase de cosas no pueden ser, ¿o pueden?, y es únicamente mi cabeza que me parece que no se va a poner más o menos normal tal vez durante meses, a menos que tome sus cenizas y polvo y fragmentos de huesos y globos oculares, por el amor de Dios, y lo que sea, y lo vuelva a poner todo junto, dos latas, no estoy planeando mezclarlas y ponerlas en una sola, eso sería demasiado complicado e inmundo y probablemente hediondo, y no es algo que le pediría a alguien que haga por mí, y yo por cierto no lo haré, pero una arriba de la otra o al lado de la otra, pero al menos tan cerca como dos latas pueden estar enterradas en un mismo sitio”, y él dice: “Entonces tienes que hacer algo al respecto, ¿qué más puedo decirte?”, y ella dice: “Un buen consejo para viajar en avión, y lo que estaba pensando: ¿crees que puedes hacerte cargo de los chicos, durante como mucho dos días?”, y llama al trabajo y dice que no va a estar ni hoy ni posiblemente al día siguiente, y conduce hasta el cementerio, en la oficina pregunta si podría cavar ella misma para sacar la lata, ella sabe exactamente dónde está y además trajo una pala de jardinero, y la persona a cargo dice que van a meterse en toda clase de problemas con el sindicato de los enterradores si la dejan hacer algo con la pala, salvo remover la tierra alrededor de los ligustros o sacar algunas malezas, y ella dice: “Bien, entonces lo hará un enterrador profesional, no me importa cuánto cueste si se hace dentro de la próxima hora, aunque espero que sea usted justo, no es un ataúd lo que le estoy pidiendo que desentierre, sino una pequeña lata que está como mucho, o lo estaba cuando la pusimos ahí, a medio metro bajo tierra”, un enterrador es relevado de otra tarea y la lata desenterrada y ella se la lleva a casa en la caja de zapatos con la que vino, la envuelve en varias capas de papel de aluminio y bolsas de plástico, llama al cementerio de su padre y les dice el motivo por el que irá, y ellos le dicen que no hay problema aunque desde luego tendrá que haber algún costo, llama a su agente de viajes, arregla con una amiga para que esté en su casa cuando los chicos lleguen, y llama a Glen para decirle que se está yendo, “Estuve pensando”, dice él y ella dice: “Ya tomé mi decisión así que no trates de cambiarla”, “No es eso, ¿pero no puede esperar hasta el fin de semana, cuando estaré más libre para ocuparme de los chicos, y el hecho de que te vayas no sea un shock tan grande para ellos, y tú también puedas tener más tiempo para pensarlo, pues hasta donde sabemos tus malos sueños podrían acabarse esta misma noche”, “Ya hice todos los arreglos, y no es que esa clase de cosas no puedan cambiarse, pero no quiero conservar la lata dando vueltas por la casa durante tanto tiempo, no sería justo para los chicos ni bueno para mí, y tampoco me veo llevándola otra vez al cementerio y pidiéndoles que la vuelvan a enterrar, así que simplemente quiero que la cosa quede definitivamente hecha, y si todo sale bien estaré en casa mañana a media tarde”, conduce hasta el aeropuerto, toma un avión para el este con la lata envuelta en su equipaje de mano, se queda en un hotel cerca del aeropuerto, la lata en la bañera, detrás de la cortina de la ducha mientras ella duerme, se levanta temprano y no recuerda haber tenido ningún sueño sobre su padre o sobre Julie, o con tumbas o agujeros o nada que aluda a ellos, desayuna y toma un taxi hasta el cementerio y le dice a uno de los propietarios que ella no sabe dónde está enterrada la otra lata, excepto que debe ser alrededor de la tumba de su hermana, de manera que si no tienen ningún registro de la ubicación exacta, lo cual no quiere decir que la lata no haya podido desplazarse bajo tierra, probablemente tengan que ir por un enterrador para que la busque, algo, dijo ella, que probablemente habrían hecho de todas maneras, dado el posible conflicto laboral con el sindicato de los enterradores, y mientras dos hombres escarban con pértigas alrededor de la tumba de Julie, ella piensa en su hermana y cierra los ojos y dice en voz baja: “Sabes, yo no rezo, quiero decir, nunca, déjame decirte, tal vez desde que era una niña y le tenía miedo a Dios, y pensaba que él iba a matarme si yo no rezaba, así que me sentía forzada a hacerlo, pero ahora lo estoy haciendo por ti, mi querida hermanita, así que si estás cerca y me oyes, por favor sabe que te quiero y que siempre te he querido, más de lo que puedo decir o expresar de la manera que sea, y que siento que recibiste el trato más cruel que alguien pueda recibir en este mundo, y solamente espero que nunca haya dolido, y que las cosas, ahí donde te encuentres ahora, sean buenas para ti, y lamento no haber venido a verte desde hace no sé cuántos años, cuando todavía era una adolescente, creo, la última vez, pero vivo muy lejos y no es fácil, pero esa no es excusa por todos estos años, y también te extraño, quiero decir que te extraño bastante a la manera en que papi solía decir que te extrañaba, lo dijo en palabras y cartas que me envió, y también en mis sueños desde que se murió, cuánto me extrañaba pero especialmente a ti, y mami tú debes saber cuánto te ama, porque sé lo seguido que te visita, aun cuando vive a varios cientos de kilómetros, y por supuesto ya sabes lo que estoy haciendo hoy, y si no lo sabes, es que ahora todos sus restos, o lo que queda de ellos, y espero que su espíritu también si es que existe, van a estar junto a ti, y además pienso tanto en lo que habría podido ser para mí si hubieses vivido, eso lo he estado pensando desde poco después de que te mataron, y desde entonces nunca he dejado de pensarlo realmente, lo que habría sido para las dos, realmente, las dos, así que, con eso basta, podría haber más pero no creo que pueda seguir con esto, espero que lo hayas oído si estás aquí, o que la esencia del mensaje haya llegado hasta ti o que simplemente te haya llegado, o que en algún momento lo haga de alguna manera, la esencia o la totalidad”, gime, alguien le palmea el hombro pero ella no ve quién es, rompe a llorar, se aleja caminando para estar sola, lamenta no haber traído flores para Julie y su padre y sus abuelos a los que nunca conoció, piensa que vio un puesto de flores como a ochocientos metros por la calle que sale del cementerio, pero es demasiado tarde para eso y recoge algunas flores de las que rodean otras sepulturas que no se ven desde la tumba de Julie, hay montones de ellas alrededor de este lugar y parecen flores de crecimiento rápido, y abundantes y saludables, así que no cree que los dueños de la tumba se molesten, vuelve a la parcela de su familia, “La encontramos”, dice uno de los enterradores, mientras ella está arreglando algunas de las flores en la tumba de su abuela, y él sostiene una lata oxidada, del mismo tamaño y clase de la que lleva en su bolso de mano, y ella dice: “¿Le parece que estará bien si yo hago los honores?... es para lo que vine”, “Está en su derecho, supongo, yo no tengo objeción, y el hoyo no es tan ancho o profundo como para que se caiga adentro”, ella le pide que ensanche un poquito el agujero, desenvuelve su lata, intercambia las latas detrás de su espalda hasta que no sabe cuál es cuál, no las mira hasta que solo ve las partes de arriba en la tierra, las entierra lado a lado, tocándose entre sí, empuja la tierra encima de ellas hasta que el hoyo está lleno, apisona la tierra alrededor de él, hasta que queda chata, y dice: “Muy bien, papá, ahora descansa en paz”, y regresa a la oficina del cementerio y le pide a la recepcionista que le llame un taxi para que la lleve al aeropuerto.