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INTERESTATAL 2

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Conduciendo de vuelta, pensando en su madre y en él mismo cuando era poco más que un bebé, en una foto. Por un momento primero solo en su madre. No sabe de dónde vino el pensamiento ni por qué apareció la imagen. Pero de repente –no recuerda en qué estaba pensando justo antes de ella, probablemente no gran cosa sobre nada– ahí estaban su cara y su cuello y el escote abierto del vestido de verano que ella usaba en la foto, y luego toda la foto, incluso el fondo y el suelo de hormigón y las rodillas cruzadas, sus zapatos y los pies descalzos de él, hasta el borde o marco o contorno blanco con los cantos punteados o dentados o como se los llame cuando son ásperos por su diseño, el estilo durante años en esa época, que él sabe que tiene un nombre porque recientemente lo leyó en un artículo sobre fotografía pero no lo recuerda o no lo registró nunca en su cabeza. ¿Algo que vio en la ruta disparó el pensamiento? Estaba pensando, ahora se acuerda, en la radio del auto, en cuáles eran los números de señal, si así es como se llaman, de la estación de radio pública del pequeño estado por el que iba manejando, 90.1 o 90.3 u 89.3 o 5, que por alguna razón le parece que es uno de esos, por haberla sintonizado sin querer un par de días atrás, o si acaso debería tratar de encontrar la estación pública del estado mucho más grande que limita con este, que también podría ser uno de esos números, cuando la foto se le apareció por primera vez. La etiqueta en el paragolpes “Salve a las ballenas, arponee a una chica gorda” era la última en la que reparó o la última que recuerda. Hace unos pocos minutos, unos pocos kilómetros atrás. Pero eso no habría tenido nada que ver con su madre porque ella fue, hasta que empezó a morir y se puso demacrada, toda su vida delgada, incluso en sus fotos de niña, y aunque “chica” podía asociarse con él por su edad en la foto, duda mucho que fuera eso. Cuando vio la etiqueta se dijo a sí mismo: “Estúpido, ¿cómo puede un tipo manejar con eso en su auto? Le pone un sello de injuriosamente idiota. O si está manejando el auto de otro, ¿cómo puede hacerlo sin sentir vergüenza a menos que él también piense que es gracioso? Pero podría ser que no lo hubiera notado o no lo hubiera entendido, si era el auto de alguien más o quizás durante todo el tiempo que el auto había sido suyo, si lo había comprado usado con la etiqueta puesta, cuál era su significado”. Así que no fue esa y tampoco carteles que pueda recordar ni señales de ninguna clase a lo largo de la ruta, y nada oído en la radio, porque durante toda una hora antes del pensamiento únicamente había puesto cintas de piano solo y de clavicordio, y nada en la música o los instrumentos podía tener relación, ya que a su madre no le gustaba esa clase de música ni la tocaba. Ni personas en los autos junto a los cuales puede recordar haber pasado que le evocaran a su madre o el peinado estilo pompadour que ella luce en la foto o su ropa o cualquiera de esas cosas cuando tenía esa edad, poco más de treinta, o a él en la edad de los pinitos o simplemente a su madre, punto, a cualquier edad, incluso cuando estaba en su casa y luego en el hospital, muriéndose. Piensa que “edad de los pinitos” es la expresión correcta para alguien de menos o alrededor de un año. O algo obvio o sencillamente oculto de alguna manera que vio o pensó y que le haya sugerido esa foto en particular, así que tal vez fue algo más subyacente. ¿Pero para estar dando sus pinitos uno no tiene que estar erguido y como avanzando con pasitos cortos y tambaleantes? Y él no caminaba ni se paraba siquiera por sí mismo cuando fue tomada esa foto, le dijo su madre, que era la razón por la que ella lo sostenía sentado sobre su falda. Aprendió a caminar y a hablar bastante tarde. Tal vez sus hijas jugando o peleándose... pero uno no aprende a hablar, quizás ni siquiera a caminar, y si uno está retrasado es porque empezó tarde. O que por un rato la más chica dormía angelicalmente o algo que dijeron o hicieron ahí atrás en el auto o el mero hecho de estar ahí con él, que hacía de mamá y papá por el día de hoy y los próximos días, tenía algo que ver con eso, de alguna manera, pero él no ve cómo algo de todo eso podría tener que ver. No sabe dónde está la foto ahora. No entre las que él posee. Esas que revisa dos veces al año, ya sea porque sucede que tropieza con los dos estuches tipo neceser donde las tiene en su escritorio en casa –tres o cuatro veces al año más probablemente– cuando está buscando alguna otra cosa en el cajón o porque quiere mirar a sus hijas cuando eran más chiquitas o bebés o recién nacidas en el hospital, el mismo día o el día siguiente, o a su mujer en la fiesta que hicieron para el casamiento o un par de años antes de eso o después, antes de que las chicas nacieran, y especialmente a veces las dos Polaroids de ella desnuda que él le sacó cuando estaba embarazada de ocho meses de la primera y tenía los pechos de dos veces el tamaño que suelen tener, y las únicas tomas de ella, al menos una de ellas, la otra es solo sombra, con vello púbico. Las fotos de su madre, si él no las tiene, se perdieron todas, así que esa se perdió, aunque él no sabe cómo pudo suceder. Particularmente esa y una cantidad de otras fotos viejas e incluso muy antiguas –sus padres de niños, su padre como salvavidas y en el ejército, su foto de bodas y el primer día de trabajo de su madre en una panadería cuando tenía quince años, los padres de ella aquí y en su país de origen, sus abuelos solamente allá, algunas con ellos jóvenes y una con su abuela o abuelo con sus padres y abuelos, ¿pero la fotografía había nacido siquiera entonces o avanzado lo suficiente para que uno pudiera tomar retratos de familia? Ese artículo que leyó decía algo al respecto pero no recuerda qué, aunque piensa que la razón por la que lo sacó de la biblioteca fue para averiguarlo. Pero las fotografías faltantes tenían algo que ver con una bolsa de plástico en la que estaban guardadas en su sótano donde la mayoría se dañaron o se arruinaron por la humedad de ahí abajo, además de estar en la bolsa cerrada durante tantos años, lo que lo hacía peor aún. Así que desechó la mayoría, ¿no es cierto?... no la de bebé, que no estaba entre esas, sino aquellas en las que ya no se distinguían rostros y las fotos eran en su mayor parte moho. Estaba en pantalones cortos en la foto, no tenía camisa, sin duda pañales debajo, de los pantalones cortos desde luego. Cada vez que tenía puesta una camisa, no importa el calor que hiciera, entonces otra prenda interior más debajo de esa, porque así era su madre, hasta su adolescencia. Con los dorsos de sus dedos sobre el pecho de él, el vestido de verano estampado de manga corta, se veía tan hermosa, incluso con lo que para él parecía ser demasiado lápiz de labios y mostrar demasiados y grandes dientes, y el peinado cómico. Era directamente una belleza, sobre eso no hay discusión, morena, el cabello y la piel, rasgos pequeños, pómulos altos, elegantemente delgada aunque con grandes pechos en la foto porque probablemente aún lo estaba mamando, o más bien era él el que mamaba, ella le daba de mamar, porque los suyos, a diferencia de los de su mujer, en cualquier otro momento eran bastante pequeños. Menos chances de cáncer de mamas le oyó decir a ella una vez, así que desde luego se viene a morir de eso, y hasta los pequeñitos que tenía tuvieron que ser extirpados. “Apuesto que si no te hubiese amamantado habría podido evitármelo”, dijo, “no es que esté culpando a alguien. Quise tener la experiencia si solo iba a tener un hijo y además en esa época era furor”. Él le dijo que creía que amamantar da mejores chances de evitar el cáncer de mamas, pero lo había leído entre diez y veinte años antes del momento en que lo dijo y se pregunta si los doctores siguen pensando que es verdad. O acaso estaba pensando en el cáncer de próstata y la masturbación, pero de todos modos, tal vez sus pechos podrían ser las “ballenas” y “gordas”, y él la “chica”, si es así como la mente funciona, o solo la suya, pero demasiado traído de los pelos así que lo duda. Tomada en el estrecho patio trasero del departamento donde vivían en aquel entonces. Todo el piso, un primer piso. Una valla alta de madera verde detrás de ellos, aunque la foto era en blanco y negro, pintada así para simular hierba y hojas, decía ella, un par de macetas de arcilla enganchadas con clavos a la valla, en las que había alguna clase de hiedra. Toda la vegetación que tenían allí sin contar unas pocas plantas de semillas de pomelo en latas de café y en las grandes de jugo, y un árbol de ailanto del patio de un vecino que cubría parte del de ellos, nada de lo cual está en la foto. En una reposera de playa está sentada ella, con el apoyo para pies y piernas adosado. Un montón de pelo enrulado, los dos, o el de ella más ondulado que enrulado, el de él un poquito más claro que el de ella. ¿Quién la tomó? No su padre. No importa lo sencilla que fuese la cámara, y él cree la única clase de cámara que jamás tuvieron, y compraron una segunda cuando la primera se rompió, era de esas que apretabas un botón y la parte de adelante, que parecía un fuelle, se abría de golpe. Su padre no hacía café ni tostadas, no hervía huevos, no cambiaba fundas de almohadas, no alzaba persianas, no sacaba fotos, no manejaba la tele, no cubría el interior de la basura con papel de diarios, ni siquiera colocaba bombillas de luz... decía que solía tener la parte que se atornilla agarrada y tenía miedo de que si había un cortocircuito tuviera que desconectar e incluso cambiar un fusible, aparte de no saber cómo abrir la escalera de mano para alcanzar el portalámparas. “Soy un inepto –¿qué te parece esa palabra?– en todo menos mi trabajo e ir y volver de él”, era como le gustaba expresarlo cada vez que ella le pedía que hiciera alguna tarea doméstica, y que ella decía que era su coartada para no hacer nada en la casa como si creyera que su hijo y ella eran sus esclavos. Pero el suyo era claro, o más claro. De hecho ella solía decir que fue rubio hasta los cinco o seis años, “lo que en otras religiones llaman tener el pelo amarillo”, pero él nunca vio ninguna prueba de eso. Ningún sobre con cabellos, o fotos, y ninguno de sus parientes lo recordaba de esa manera. También solía decir que sus ojos eran azules, al menos de un gris azulado, hasta los tres años, pero su padre dijo que esas eran tonterías y solo un ejemplo más de los deseos que ella tenía de pensar en él como un pequeño niño rico patricio, así como le gustaba verse a sí misma como una vieja dama rica que nadaba en dinero. “¿Alguien se anota para la gelatina?”, solía bromear su padre cuando le parecía que ella estaba haciendo un tono aristocrático o incluso poniendo voz y modales ingleses. “¿Para el cricket, alguien?” era otra, con la mano alzada como si tuviera una raqueta de tenis en ella. “¿Rickets o rockets, entonces?”, hasta que ella le decía que terminara ya... su voz y su acento, si lo tenía, eran tan normales y naturales como los de cualquiera, y era una persona que no se daba aires de nada. “¿Cuáles serían algunos otros ejemplos?”, le preguntó a su padre y lo recuerda diciéndole... estaban sentados en la arena, sin manta ni toalla debajo de ellos, tal vez su única vez juntos así en el mar, es decir, realmente al lado del agua y no en alguna rambla marítima o viéndolo desde la terraza de una cabaña... donde incluso puede recordar el traje de baño de su padre y sin sandalias de verano ni zapatos ni medias siquiera, lo que significa que ¿por cuánto tiempo tuvo su padre ese traje de baño antes de que él lo viera?... tal vez desde antes de casarse, ¿de modo que veinte o veinticinco años? ¿Un traje de baño puede mantenerse a la moda por tanto tiempo? ¿O al menos permanecer en el cajón sin ser comido por las polillas? Como sea, es... el traje de baño y la playa son, más bien, los que vuelven esa vez en la playa especialmente memorable, aunque no recuerda qué playa era... –si es que realmente era un océano y no un lago– ni siquiera en qué estado se encontraba. ¿Hicieron un largo viaje en auto un verano, o al menos uno corto, una semana, dos, algunos días? Ciertamente uno a Canadá ida y vuelta o a través del país o una recorrida por el sur, digamos, él no tendría problema en recordarlos. Y tenía que ser en algún momento cuando él tenía entre diez, diría, por la manera en que lo ve en su cabeza, y su primera adolescencia. ¿Solo él y su padre o con su madre?... pero ella no estaba con ellos ese día en la playa, o tal vez sí estaba, se había ido a caminar o a mojarse los pies o a nadar o a buscar refrescos o de vuelta a la cabaña a cambiarse, si es que había una cabaña. Trata de recordarlo, ella en su traje de baño, lo que no era tan raro, ellos tres en la playa o caminando de vuelta de allí hacia el auto o algún lugar, o incluso buscando piedras pulidas o valvas a lo largo de la orilla, pero nada aparece. Un viaje así, de un lugar a otro, de un lago a otro, de océano a lago o lo que sea... Y pudo haber sido después del Día del Trabajo, por varios días, o en el veranillo de octubre porque su padre no podía salir más temprano y lo hicieron faltar a la escuela para eso, esa vez, pero de un acontecimiento así se acordaría fácilmente. Pero una noche aquí y otra allá, ya que fueron tan pocos los viajes de alguna extensión con ellos... ahora mismo no puede recordar siquiera uno, de modo que tal vez no hubo ninguno, aunque sí se acuerda de vacaciones de verano de dos semanas a un mes en diversas cabañas alquiladas, y una vez con ellos en las montañas con una tía que alquilaba una... pero en cualquier caso piensa que no olvidaría un viaje bastante largo o no tan largo como ese, especialmente si fueron solo él y su padre viajando juntos, cuando un auto lo alcanza, él lo mira después de un momento porque permanece a la par del suyo pero está en el carril de adelantamiento. El hombre en el asiento del pasajero lo está mirando cuando él se vuelve hacia ellos y les hace una inclinación de cabeza, sin ninguna expresión, y el hombre sonríe y él le devuelve la sonrisa y retoma su no-expresión y enseguida mira al frente y piensa: ¿Qué le pasa a este tipo? Aspecto raro, incluso amenazante, y una especie de sonrisa siniestra. Nah, se está poniendo paranoico otra vez. Se pone así muchas veces, o tan solo algunas. Es por vivir en una ciudad y leer sus diarios y ocasionalmente ver sus programas de noticias, o tal vez por haber sido criado en una, y más hostil que la suya de ahora, y a menudo en un vecindario duro o limítrofe con uno así. Pero antes era diferente, ¿no es eso lo que siempre dicen? Pero en realidad no lo era. Había montones de pandillas violentas, los chicos en ocasiones te asaltaban en la calle a plena luz del día y trataban de culearte en el dormitorio de varones de la preparatoria, o eso es lo que decían que iban a hacer, y algunos de ellos a los que incluso conocías te daban una tremenda paliza si llegabas a mirarlos como ellos pensaban que era mirarlos mal. Pero al menos no te disparaban allí mismo por una nadería, o al menos no con algo más sofisticado que una pistola casera improvisada, que la mitad de las veces les explotaba en la cara en lugar de disparar. Pero si él ve una mirada así, piensa que está siendo amenazado, cuando un par de veces resultó que la otra persona pensaba que era su mirada la que la estaba amenazando. ¿Eso significa que la otra persona también es paranoica? Tendrá que pensar en eso. Podría ser que al sentirse amenazado comenzó a mirar amenazadoramente y ahí fue cuando el otro tipo se sintió amenazado, pero quién sabe. Pero con este... ¿y por qué no avanzan en lugar de mantenerse exactamente a la par con él, o aminoran y se ponen detrás de él si no van a pasarlo? Tal vez esto sea lo más rápido que el conductor decidió que puede dar sin irse a la banquina, algo más de cien en una ruta de noventa kilómetros por hora, y como a muchos conductores, le gusta circular por el carril de adelantamiento. Si otro auto acelera detrás de él y quiere pasarlo, él se correrá al siguiente carril intermedio. Pero eso es la paranoia, ¿verdad?: ¿alguien que piensas que te está amenazando cuando no lo está haciendo? Su mujer dice que es solo una proyección de su propia hostilidad, algo que ella pensó o leyó pero esas fueron sus palabras exactas, y tal vez lo sea pero en aquella época él le dijo que eso eran solo un montón de estupideces freudianas, o junguianas o rankianas o de quienquiera que haya usado para ese comentario, sin saber mucho sobre Freud y nada sobre los otros. ¿Sus hijas conocen la palabra? Apuesta que no, o por lo menos no la más chiquita. Pero con este hombre, y el auto sigue a la par del suyo y cuando se vuelve hacia ellos el hombre lo está observando otra vez de un modo como avieso, y él hace una inclinación de cabeza y mira al frente... tal vez, pero lo duda, pero tal vez solo sea el carácter de alguien que no sabe cómo sonreír debidamente o mirar de manera agradable a una persona a quien no se propone estafar o de la que no espera obtener nada, o está ensayando en él su mirada aviesa para alguien más a quien realmente va a cargarse más tarde, y podría estar dirigiéndose a hacerlo ahora mismo. O bien le está cargando a él alguna especie de resentimiento destinado a alguien más –tal vez incluso al conductor–, pero lo está haciendo en esta especie anónima o ajena o distante de forma automovilística y veloz. Pues solo son dos autos circulando rápido uno al lado del otro por una autopista principal durante unos pocos kilómetros, y luego, dentro de un minuto o dos, uno de ellos va a acelerar o aminorar o salir de la autopista y ya no se volverán a ver. Piensa en mirarlos de nuevo, pero tal vez no debería porque si el hombre realmente no tiene nada contra él, y es solo la forma desafortunada en la que mira o incluso alguna parálisis facial que lo hace mirar o sonreír de esa manera, pero probablemente no, entonces podría empezar a enojarse con él por volverse constantemente en su dirección, tipo “¿A quién estás mirando, cabrón... no te gusta algo de lo que ves?”. Pero mira de todos modos, casi con la esperanza de encontrar al tipo ocupándose de sus propios asuntos, y ahí está esa misma sonrisa horrible y ahora el auto de ellos está mucho más cerca, podría estar incluso rodando sobre la línea divisoria –lo está, puede verlo, por poco– y el hombre, si se inclinara hacia afuera y estirara el brazo, casi podría tocar su auto. “Eh, cuidado, están demasiado cerca”, dice él, pero la ventanilla del hombre está alta mientras que la suya está baja, y el hombre dice “¿Qué?”, y en realidad sonríe amablemente y se ve agradable cuando lo dice, y le indica con una mano que baje su ventanilla. ¿Que la baje? ¿Qué quiere decir? La suya está alta y la mía baja. Olvídalo, el tipo es un rufián o un estúpido o simplemente un loco pero más probablemente un rufián y el conductor no parece mucho mejor, que lo saluda con la cabeza ahora pero con su aire de seriedad y con su mano derecha, mientras con la izquierda sostiene el volante, hace un movimiento giratorio como de bajar. Él hace una inclinación de cabeza, mira al frente y lleva el auto más a la derecha, hasta circular casi sobre la línea, y disminuye hasta unos ochenta por hora.

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