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LA SALVACIÓN Y
SANTIFICACIÓN
DEL NIÑO

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¿Podrá haber algo más importante para unos padres cristianos que sus hijos sean salvos y vivan para servir al Señor? ¿Puede Dios salvar a niños? ¡Claro que sí! Sin embargo, debido al riesgo de que se hagan falsas profesiones de fe, este capítulo tiene que ver con la presentación del evangelio en su debido contexto para sus hijos y con la manera en que es posible ayudar a los hijos que son salvos a crecer y a madurar como creyentes. Lo más vital que los padres podrán hacer es enseñar las verdades del evangelio. Por lo tanto, comencemos con la presentación del evangelio.

El Evangelio en Su Contexto

Es importante recordar que no hay un evangelio para los adultos y otro para los niños. Si Dios está abriendo los ojos de los niños, ellos comprenderán todas las verdades básicas del evangelio. Es por decir así, como un contenido para adultos pero con la fe de un niño. Si bien la versión infantil se presenta a un nivel diferente, para que haya una verdadera conversión, todos los elementos del evangelio deben ser enseñados, comprendidos, y recibidos con un corazón renovado hacia Dios (Ezequiel 36:26–27).

Los niños deben recibir instrucción a temprana edad en cuanto a Dios y la reverencia que se le debe tener. Deben ser instruidos en cuanto a las doctrinas particulares a la salvación. No es el momento para presionarlos a tomar alguna decisión de confiar en el Señor Jesús para ser salvos. Más bien, la presión debe de estar sobre los padres y los obreros de la iglesia a que sean fieles en presentar el evangelio completo a esta temprana edad. Enseñe diligentemente a los niños acerca de Dios, el hombre, el pecado, la ley, y la salvación “conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:3).

Además de desarrollar su propia relación con Cristo, comience poco a poco y en forma narrativa, a enseñarles a sus hijos pequeñas partes del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Su objetivo es instruirlo en el conocimiento de Dios para que ellos lo teman por reverencia y honra porque “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Prov. 1:7). No olvide leer Las Escrituras. Luego intente responder las preguntas que ellos hacen. Durante la semana refuerce lo que los hijos han aprendido en la iglesia. Sin importar la manera en que escoja hacerlo, lo importante es que tenga un plan sistemático para enseñarles las historias mientras aún son jóvenes (normalmente edad preescolar y kínder), y luego construya sobre las mismas a medida que los hijos van creciendo y son capaces de comprender más. Ana, la hija de Martha, le está enseñando historias bíblicas a sus hijos menores usando un flanelógrafo, lo cual le permite ilustrar las historias de manera colorida. A propósito, también está enseñando inglés a sus dos hijas más pequeñas, que son de Etiopía.

Otra manera de enseñarles la Palabra de Dios es a través de cantos e himnos. Cualquiera que sea el medio, su entrenamiento debe comenzar con una comprensión básica de quien es Dios.13

Comprendiendo a Dios

Niños y adolescentes necesitan comprender que no hay otro como Dios. El es único y es asombroso que nos haya revelado como es él. “A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él.” (Deut. 4:35). Él es único en el sentido que él es el único grandioso Dios que consiste de tres personas distintas que habitan en unidad (Gén. 1:26; Juan 10:30; Hechos 5:3–4). La triunidad de Dios, o la Trinidad no es fácil de explicar pero los padres deben estudiar el tema y comenzar a enseñarles a los hijos acerca de este concepto. Ya que no hay ejemplo que pueden tomar de la vida cotidiana para ilustrar adecuadamente la Trinidad, sugerimos para ayudar a sus hijos a entender mejor como es nuestro Dios trino, que usen Mateo 3:16–17. Es uno de los ejemplos más claros en la Biblia donde las tres personas de la Trinidad actúan concertadamente. 14

Dios también es único porque siempre ha existido en la eternidad pasada antes de crear el sol y la luna y días de veinticuatro horas. Es decir, él ha existido “por todos los siglos” (Judas 25). El profeta Isaías dice que Dios se ha revelado como “‘Aquel que es Alto y Sublime, que habita la eternidad...’ ” (Isa. 57:15, énfasis añadido).

Dios no es solamente eterno, también es nuestro Creador. Una gran verdad se explica cuando lo niños aprenden que “En el principio creo Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). “Él nos hizo . . .” (Salmos 100:3). Él está personalmente involucrado. Ver también Colosenses 1:15–17.

Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo.” (Isa. 44:24)

En su ser único, Dios también es desmedidamente santo y justo. Al ser santo quiere decir que es completamente libre de todo pecado y de toda inconstancia en como él es y como obra. A diferencia de nosotros, él es siempre justo. Al ser justo quiere decir que siempre será fiel a sus normas y que debe mantenerse separado del pecado.

“Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.” (Deut. 32:4)

En su mayoría las personas reconocen que Dios es santo, pero pocas personas reconocen su justicia. Las Escrituras dicen que dos personas pudieron ver el trono de Dios. Uno de ellos fue Isaías y el otro fue el apóstol Juan. Ambos dicen haber visto criaturas con seis alas cada una volando alrededor del trono de Dios y Juan registra que decían, “Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios Todopoderoso. . .” (Apoc. 4:8). Ya que Dios es santo, debe castigar el pecado. Por lo tanto él es justo. Pablo predicaba basado en la justicia de Dios:

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, [el Señor Jesucristo]; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:30–31 con explicación añadida)

Otra pieza del rompecabezas para poder comprender como es Dios es conocer que el es todopoderoso y soberano sobre su creación. Esto nos recuerda aquella canción de niños que dice, “Mi Dios es tan grande (los niños extienden los brazos hacia los lados), tan fuerte (flexionan los músculos), y tan poderoso, no hay nada (menean la cabeza en señal de “no”), que mi Dios no pueda hacer (dos palmas).”15 Dios es todopoderoso y es soberano. “Soberano” quiere decir que él gobierna sobre su creación. Un Salmista escribió, “Porque Dios es el Rey de toda la tierra; Cantad con inteligencia. Reinó Dios sobre las naciones; Se sentó Dios sobre su santo trono.” (Salmos 47:7-8) Dios es nuestro Rey Supremo del Cielo.

¡Afortunadamente, Dios también demuestra su misericordia, compasión, amor y gracia hacia nosotros y nuestros hijos! Jesucristo, Dios hecho carne, vino al mundo, “lleno de gracia” (Juan 1:14).

Pablo escribió una carta a la iglesia de Corinto en la cual alababa a Dios diciendo, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación. . .” (2 Cor. 1:3, énfasis añadido). Con frecuencia uno de los primeros versículos bíblicos que los niños aprenden es Juan 3:16

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16, énfasis añadido)

Se podría decir muchísimo más en cuanto a cómo es Dios, pero con frecuencia aún los niños más grandes y los adolescentes no conocen las verdades más básicas en cuanto al carácter de Dios. Necesitan recibir instrucción. De lo contrario no vivirán en asombro reverente de él. Hemos mirado algo de cómo es Dios, pero, ¿Qué diremos del hombre? ¿Qué enseñan las Escrituras en cuanto a cómo es el hombre?

¿Quién es el hombre para que tengas

de él memoria?

El hombre fue creado sin pecado antes de la caída. Debía adorar a Dios, reflejar su gloria, servirle, y proclamar su majestad. Fue creado para que Dios lo amara, cuidara, bendijera, satisficiera y consolara, y para que caminara a diario con él. Considere los siguientes versículos:

“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” (Deut. 10:12)

“Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Sal. 16:11)

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Sal. 73:25–26)

“Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta.”(Sal. 107:8–9)

“Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.” (Isa. 30:18)

El hombre fue creado para vivir en comunión cercana con su Creador, pero cuando el pecado entró en el mundo las cosas cambiaron drásticamente.

Nuestro Pecado es Peor que lo que Creemos

Sencillamente, el pecado es quebrantar la ley de Dios. El apóstol Juan lo explicó diciendo, “es infracción de la ley” (1 Juan 3:4).16 Comenzó cuando Satanás, quien fuera un ángel creado por Dios, se rebeló contra Dios. Satanás fue lanzado fuera del cielo y luego en con artimaña engañó a Eva para que comiera la fruta del árbol prohibido. Como si fuera poco, llevó la fruta a Adán, y aunque Adán sabía muy bien cuál sería la consecuencia de lo que hacía, el también comió. El pecado es como una enfermedad sin restricción: contagia.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.. . . ” (Rom. 5:12). La Biblia presenta a los hombres como pecadores “. . . como ovejas, cada cual se apartó por su camino. . .” (Isa. 53:6).

Cada hombre, mujer y niño es responsable por la decisión que ha tomado de pecar y por ello está separado de Dios, porque Dios es santo. En Jeremías 31:30 leemos claramente que “cada cual morirá por su propia maldad.” Las Escrituras también enseñan claramente que nuestras “iniquidades han hecho división entre [nosotros] y [nuestro] Dios.” (Isa. 59:2, adaptación añadida). Dios no puede ignorar que él es santo, por lo tanto su ira está sobre todos los que no son redimidos; y la muerte y el juicio y el infierno son los resultados del pecado. El autor de Hebreos explica, “…está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. . .” (Heb. 9:27). El pecado afecta todo aspecto de nuestra vida—mente, voluntad, emociones y cuerpos físicos. Esto es lo que los teólogos llaman la depravación total. Por la gracia de Dios, la depravación total no quiere decir que cada ser humano es tan malo como pudiera ser. Lo que sí quiere decir es que todo ser humano peca y justamente merece recibir la ira de Dios. Tristemente, nuestro pecado es peor de lo que creemos que es, pero la otra cara de la moneda es que la gracia de Dios es más maravillosa que lo que podemos comprender (Rom. 5:20).

Gracia, Gracia, Maravillosa Gracia

A los niños hay que enseñarles con claridad, que no hay algo que pueden hacer para librarse a si mismos de la ira de Dios. No interesa que tan buenos se creen, o que tan especiales se creen, la norma de Dios es completa santidad. Por más que se esfuercen, no podrán ser perfectos, ¡ni siquiera si son criados en un hogar cristiano! Podrán ser muy dulces por fuera, pero aún tienen un corazón depravado y egoísta que necesita recibir la gracia de Dios. Todo niño necesita un Salvador que los limpie del pecado y les de la justicia perfecta de Dios. Aquel Salvador solo puede ser el Señor Jesucristo, el Cordero perfecto, sin mancha, quien vino al mundo a “dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Cristo llevó sobre sí nuestros pecados al caer sobre él la ira y el castigo que merecemos. La deuda por el pecado fue cancelada por completo a favor de los que creen. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. . .” (1 Pedro 3:18).

Solamente Dios-hombre que fue sin pecado y no mereció morir o ser castigado por el pecado, pudo satisfacer la ira del Padre. Solamente Cristo tuvo la justicia perfecta que necesitamos nosotros si hemos de ser aceptados por Dios. La resurrección de Jesús de entre los muertos fue prueba que él era quien decía ser y que a través de su muerte él había logrado lo que dijo que lograría. La obra estaba concluida y la ira de Dios aplacada. Ahora Dios ofrece reconciliación por gracia, por medio de la fe en Cristo únicamente. Podemos ser “… acercados [a Dios] por la sangre de Cristo” (Ef. 2:13, explicación añadida).

Si la única manera en que podemos ser acercados a Dios es por medio de Cristo, entonces los padres que sean sabios tendrán cuidado de no sugerir que sus hijos ya se encuentran en comunión con Dios, antes de que ellos hayan respondido al evangelio (2 Cor. 5:11–21). Los mismos padres tampoco inquietarán a sus hijos más pequeños con la dura realidad de su estado de perdición hasta cuando sean capaces de entender las verdades del evangelio. Sin duda, aún los niños que no han sido salvos pueden ser instruidos a reconocer, alabar, y agradecerle a Dios por ser quien él es y por la gracia común que él les demuestra (Psa. 150:6).17 Sin embargo, esto no se debe confundir con lo que es una relación reconciliada con Dios por medio de Cristo. Por lo general, permita que sus hijos primero sean testigos de la relación suya con Dios antes de que respondan al evangelio para que puedan ver lo que Dios desea para la vida de ellos en el caso que sean salvos.

Al ser salvo, el creyente es declarado por Dios perdonado de todos sus pecados (Col. 2:13). Él también promete la esperanza segura del cielo, solamente por medio del Señor Jesucristo. (1 Pedro 1:3–4). “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). La fe que verdaderamente salva es una transferencia de confianza en uno mismo a depositarla en Cristo exclusivamente. Implica sentir tristeza piadosa y arrepentimiento que aleja del pecado y por siguiente, impulsan a amar, confiar, someterse, y andar en pos del Señor Jesucristo.

Este cambio fue ilustrado en la vida real cuando el Señor me salvo a mí (Stuart). Yo había sido un adolescente rebelde y había escogido estudiar como interno en una escuela cristiana en otro estado antes que vivir en casa con padres que eran temerosos de Dios. Tan pronto como Dios me salvó, me entristeció mucho la manera en que yo había ofendido a Dios y maltratado a mis padres. Resolví entonces, viajar pidiendo aventón hasta la casa de mis padres (recorriendo parte del camino en un vehículo recolector de basuras), y para sorpresa y dicha de mis padres, les pedí que me perdonaran. Verá que la evidencia de que alguno ha sido salvo no es solo una oración que se ha rezado, sino un corazón que se ha alejado del pecado para seguir a Cristo y por la gracia de Dios, sigue perseverando “…para que los que viven, ya no vivan para [sus propios intereses], sino para [los intereses] de aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor. 5:15, explicación añadida).

Para estas alturas, usted quizás quiera hacer algunas preguntas respecto a lo que hasta ahora ha leído. Es por eso que hemos titulado la siguiente sección . . .

¿Pero, y Qué Me Dice De… ?

¿Qué me dice de la urgencia de ser salvo? La salvación es de suprema importancia pero aunque así es, todavía no es debido que presionemos a los pequeños a que hagan una “decisión” de aceptar a Jesús. Si de todas maneras usted ejerce esta presión es muy probable que estará promoviendo que se haga una profesión de fe mal informada o interesada. Estamos invitando a los niños a ser salvos cuando les enseñamos lo que ello quiere decir (Hechos 16:31–32), y aún entonces, el que ellos comprendan y tengan fe depende de la obra de Dios en ellos.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, [él] les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:12–13, [énfasis añadido)

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia [él] nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. (1 Pedro 1:3–5, énfasis añadido)

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día. (Juan 6:44)

Podemos estar seguros que en el debido momento Dios salvará a los que escogió y ninguno de los escogidos se perderá (Ef. 1:4). El Señor Jesucristo lo dijo de la siguiente manera, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37, énfasis añadido). En lugar de presionar a sus hijos a que se comprometan, enseñe y declare el evangelio a sus hijos. Por supuesto los padres cristianos deben ser “embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de [ellos]” (2 Cor. 5:20, adaptación añadida).

¿Pero, qué me dice de los niños que hace profesión de fe pero no viven de acuerdo a la profesión hasta años después cuando se “consagran nuevamente” al Señor Jesucristo? Con frecuencia escuchamos testimonios por este estilo: “Durante una clase de escuela dominical alcé mi mano o pasé al frente cuando era niño; de haber muerto habría ido al cielo. Luego, siendo adolescente, consagré nuevamente mi vida al Señor y mi vida cambió.” Hay un problema con esta manera de pensar y es el siguiente: Las Escrituras no enseñan algo parecido a esa experiencia. (Tito 2:11–14). Lo que ha descrito la persona como una nueva consagración es lo que la Biblia dice ser la salvación.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Cor. 5:17)

¿Pero, qué me dice de un niño que hace una clara profesión de fe y su vida si comienza a cambiar? Aunque eso sea cierto, no deje de evangelizar para dedicarse solamente al discipulado. Aún el disciplinar a su hijo debe ser orientado hacia el evangelio. Las profesiones de fe que se hacen a tempranas edades son en gran parte debidas a la comprensión infantil de los niños, pero también a que no han sido probados en su fe (1 Pedro 1:6–7). Los padres no deben dejarse convencer de la profesión de fe de sus hijos si el hijo por lo general, no está perseverando en la fe y la obediencia a los mandamientos de Dios.

A la vez, aunque es de entenderse el porqué puede haber dudas en cuanto a la salvación de ellos, tenga cuidado de no apresurarse en pasar juicio al respecto, o de hacerlo frecuentemente, ya que su duda puede resultar en frustración para ellos.

Recordemos como Jesús enseño la parábola del trigo (representación de los creyentes) y la cizaña (representación de los no creyentes). El amo (representación del Señor Jesús), juzgará a fin de cuentas, quién es, y quién no es cristiano. (Mat. 13:24–30). Con frecuencia nos es imposible juzgar el fruto. Hay momentos en nuestras propias vidas cuando tampoco habrá sido evidente que éramos salvos. Más bien, observe la manera habitual de vivir a diario (la filmina de la vida de cada cual). Al menos debemos ser de ánimo para el niño en cada paso espiritual que tome, sin presumir y sin asegurarles que son salvos. (Mat. 7:17–23). Ya sea que usted cree que son salvos, o no lo crea, continúe enseñando acerca de todos los aspectos maravillosos del evangelio. ¡A la vez, por supuesto, no deje de discipular a los niños que profesan ser cristianos!

¿Pero, qué me dice de criar a un niño que no es creyente? La verdad es que todo padre cristiano comienza con hijos que no son creyentes. De hecho, es posible que los padres tomen el papel de evangelistas todos los años de crianza de sus hijos. Los padres aún así son responsables de enseñar a sus hijos en cuanto a las normas santas y supremas de Dios. Con frecuencia, niños que no son creyentes y que han sido criados bajo principios cristianos tienen mayor dominio propio y son de mejor carácter que un niño mimado y falto de instrucción. Siendo así, les irá mejor en la vida y es probable que serán más atentos a la instrucción que usted les dé. ¡Esto se deberá a la gracia común de Dios en la vida del niño y no olvide, también en la vida de quien lo cría!

¿Pero, qué me dice de, “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6)? ¡Seguramente, dirá usted, esta es una garantía de Dios! Recuerde, los proverbios no son promesas invariables de Dios, sino verdades generales. Por ejemplo, por lo general, “La dádiva en secreto calma el furor,” pero no siempre (Prov. 21:14). Por lo general, “La gloria de los jóvenes es su fuerza,” pero no todos los jóvenes son fuertes (Prov. 20:29). Y por lo general, “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él,” pero sabemos que algunos sí se apartan. Se puede interpretar Proverbios 22:6 de varias maneras. Algunos creen que se refiere a hábitos o a llevar un rumbo sabio o insensato en la vida. Otros creen que se refiere a la inclinación o tendencia del niño. Pero no hay duda que es una verdad general, no una promesa invariable.

¿Pero, qué me dice de, “pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” (Josué. 24:15)? El discurso apasionado de Josué se dirigió a los hijos de Israel llamándolos a volver de los ídolos para servir a Dios. El no podía decretar que toda persona en su propia casa sería salva, ni mucho menos que toda persona en la nación de Israel sería salva. La declaración de Josué apuntaba a que en la medida en que el pudiera ejercer influencia sobre quienes lo rodeaban, iba a servir a Dios y enseñar a los de su propia casa a hacer lo mismo.

¿Pero, qué piensa con respecto a que “no es justo si Dios no salva a mis hijos, sobre todo después de lo mucho que me he esforzado.” Este conflicto en cuanto a la equidad de Dios no es nada nuevo. Algunos en la iglesia de Roma también se preguntaban que hacía Dios. El apóstol Pablo sintió “gran tristeza y continuo dolor en [su] corazón” debido a que no todos los Judíos; sus parientes según la carne, serian salvos (Rom. 9:2). Sin embargo, la tristeza de Pablo no equivalía a dudar de la bondad de Dios y su derecho a gobernar sobre su creación. Pablo usa como ejemplo, que Dios escogió dar su bendición especial a Jacob, en lugar de seguir la costumbre de escoger al primogénito de Isaac, Esau. También usa como ejemplo, los propósitos que tuvo Dios para poner a Faraón en su puesto de autoridad. No fue para salvarlo sino para demostrar su poder a través de él y para que el nombre de Dios “sea anunciado por toda la tierra” (Rom. 9:17). De la manera como el alfarero tiene el derecho de moldear la arcilla como le place, Dios tiene el derecho y “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” (Rom. 9:18). Todos debemos humillarnos ante nuestro Dios y soberano creador, sabio y perfecto en su bondad, ya que no distinguimos el fin del comienzo de las cosas ni todo lo que Él piensa.

¿Qué puede hacer si tiene más preguntas o si necesita orientación adicional para poder entender y presentar las verdades del evangelio? Hemos incluido más información en un amplio bosquejo del evangelio que encontrará en el Apéndice A. Por ahora vayamos a la pregunta, “Por la gracia de Dios creo que mi hijo ha recibido salvación. ¿Ahora qué?

La Santificación del Niño

Un niño que “está en Cristo es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor. 5:17, énfasis añadido). El niño conoce nueva vida en sus deseos y el control que el pecado ejercía anteriormente sobre su vida perdido su fuerza (Rom. 6:4–6). Ha comenzado el proceso de ser conformado a la imagen de Cristo (Rom. 8:28–29). Ahora, por la gracia capacitadora de Dios, el niño ha de esforzarse para despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo lo cual es ser “creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Eph. 4:22–24).18 Al final el proceso de santificación será completada por Dios en el cielo. ¿Qué enseña la Biblia en cuanto a la santificación?

Vimos en el capítulo 1 que santificación significa “ser apartados para santidad.”19 Esto es igualmente un privilegio como lo es un proceso que Dios comienza el momento que salva una persona y la “une en [unión sobrenatural con] Cristo” (Rom. 6:11, explicación añadida). Este comienzo que es de Dios el inicio de la santificación se llama santificación de posición. Es obra completamente de Dios. Nuestra santificación será una transformación completa cuando Jesús regrese por nosotros o cuando nos lleve a estar con él por medio de nuestra muerte. Entonces seremos sin pecado “sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24). Este aspecto de la santificación se llama glorificación. También es obra de Dios.

Las Escrituras enseñan un tercer aspecto de la santificación, progresiva. Este aspecto difiere de los otros dos siendo obra de Dios y a la vez, responsabilidad del hombre. El nuevo creyente ha de entregarse a Dios y obedecer sus mandamientos. El hombre debe ejercer lo que algunos han denominado santo sudor mientras que a la vez, debe depender del Espíritu Santo para infundir en sus esfuerzos poder para la gloria de Dios. Pablo dijo, “ejercítate para la piedad” (1 Tim. 4:7). Por lo tanto, padres, enseñen de la santificación a sus hijos ya salvos de modo que ellos entiendan tanto la gracia de Dios como su responsabilidad.

Una de las maneras maravillosas en que Dios desarrolla la imagen de Cristo en un niño que es cristiano, como lo hace con nosotros (esto es, no la perfección pero progreso definitivo), es probándolo. La prueba para un niño podría ser un matón en la escuela, o un examen de álgebra que tendrá que pasar si ha de aprobar la materia. Otras pruebas podrían ser el aprender a vivir en paz con hermanos y hermanas, o tener que sobrellevar la muerte de una mascota muy querida. Por supuesto, aún los niños podrán sufrir pruebas extremas como sería la muerte de un ser querido. Dificultades y pruebas llegan de variados tamaños pero con la ayuda de Dios un niño cristiano puede afrontarlas, desarrollando carácter piadoso. De esta manera el niño glorifica aún más a Dios.

Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna… Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:2–4, 12, énfasis añadido)

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. (Rom. 5:1–5, énfasis añadido)

Todo niño que Dios ha salvado comenzará el peregrinaje para llegar a ser como Cristo. Cada prueba en su vida tomará un significado nuevo porque no tendrá que padecerla en vano. Tiene un buen propósito en su vida y en el plan de Dios. Recordemos lo que José les dijo a sus hermanos después de todas las maldades que ellos le hicieron, “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. . .” (Gen. 50:20). Los propósitos de Dios son para glorificarse a si mismo y el hacernos bien sí se hará realidad a medida que Dios moldee un cristiano, aún un cristiano joven, y le dé la imagen del Señor Jesucristo. Por lo tanto, asegúrese de ayudar a su hijo a entender cómo es que las dificultades y las pruebas forman parte de esta etapa progresiva de su santificación.

Tome precauciones para evitar la micro-administración de la fe de sus hijos, o esperar que hoy mismo haya santificación completa en sus vidas. No se les puede forzar a crecer, pero se les puede guiar con suavidad. Por ejemplo, a medida que maduran espiritualmente y suman años a su edad, ayúdeles a pensar correctamente acerca de sus decisiones y objetivos y no se limite a exigir de ellos lo que usted sabe que es sabio y piadoso.

Los niños que profesan fe en Cristo también necesitan ser discipulados y que les enseñen cómo es que el evangelio debe ser aplicado a su vida cotidiana. Algunas cosas claves que enseñarles son:

• Su posición en Cristo y como se vive esa identidad.20

• Cómo es que la Palabra de Dios debe influir en sus vidas y maneras sencillas para que adelanten sus devocionales.

• Oración.

• Adoración personal/deleite en Dios.

• Santificación y la Dinámica de “Vestirse”/“Despojarse” (Ver Apéndice B).21

• La Renovación de la mente (Ver Apéndice D, Llevando Cautivos los Pensamientos)

• Cómo discernir cuales deseos son idolatría.22

• Guerra espiritual.23

• Como compartir su fe.

• Usando sus dones espirituales y su servicio en la iglesia.

• Doctrinas bíblicas fundamentales.24

Parte del proceso de discipulado debe incluir la mayordomía de todas las cosas que Dios ha dado al niño: tiempo, talentos, dinero, bienes materiales, etc. Varones jóvenes que van madurando y se dejan enseñar pueden recibir instrucción acerca de la masculinidad, el liderazgo, y el ejercicio de tomar decisiones con perspectiva bíblica como también, las directrices de Efesios 5:25–33 y Tito 2:6–8 y las características de piedad que encontramos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Las jovencitas deben recibir discipulado usando las directrices de Tito 2:3–5, Efesios 5:22–24 y 33, y Proverbios 31:10–31. Además de la preparación básica para el matrimonio los jóvenes cristianos en camino de formación deben recibir instrucción acerca del igualmente importante privilegio de servir a Dios siendo una persona soltera.

A medida que sus hijos den evidencia consecuente de fe y fruto será hora de enseñarles acerca del bautismo. (Mat. 28:19; Rom. 6:3–4), la santa cena (1 Cor. 11:23–30), y membresía en la iglesia (Hechos 2:42). Es necesario que antes de que sus hijos participen de estas cosas, haya entendimiento claro y aceptación respecto a lo que cada uno de estos significa, tal como los debe haber acerca del significado de la salvación. No entre apresuradamente a estos mandamientos tan importantes de Dios para el verdadero creyente.

Conclusión

Los niños reciben la instrucción de sus padres en cuanto a muchas cosas que son para su seguridad. Con frecuencia se sacrifican indefinidamente en pro de la educación de sus hijos. La mayoría de ellos morirían por sus hijos si fuera necesario. La tarea de presentar el evangelio claramente y completamente en segmentos pequeños cada vez, es trabajo para un padre, pero no podría haber una tarea más importante. Solamente hay dos cosas en la tierra que duran para siempre: nuestra alma y la Palabra de Dios. Es aquí donde se debe hacer la mayor inversión en la vida de nuestros hijos.

A medida que usted busca discipular a sus hijos en los caminos del Señor verifique que con frecuencia reitera que el camino cristiano es una relación con un Dios y Salvador asombroso más que con una lista de mandamientos y prohibiciones. Es nuestro anhelo que usted pueda ver a sus hijos con el deseo de aprender y crecer como también, que sus esfuerzos sean correspondidos positivamente. Pero recuerde, al final lo que usted busca es ser fiel al Señor; lo demás le corresponde al niño y en últimas, a Dios.

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos… andando por el camino…” (Deut. 6:6–7, énfasis añadido)

Preguntas de Repaso

1. ¿Aunque es posible que niños sean salvos, que deben hacer y no hacer los padres durante los primeros años?

2. ¿Cuales cosas harían falta en una profesión de fe mal informada o falsa?

3. ¿Al enseñar la totalidad del evangelio a sus hijos, en qué debe confiar/mantener fijada la mente? ¿Qué no puede hacer usted?

4. ¿Puede un padre cristiano usar Proverbios 22:6 o Josué 24:15 para declarar que Dios ha prometido salvar a niños? ¿Por qué o por qué no?

5. ¿Quién es responsable por la santificación progresiva de sus hijos (transformación diaria a la imagen de Cristo)?

6. ¿Cuáles son algunas de las maneras por las que usted y sus hijos podrían deleitarse diariamente en el Señor Jesucristo y en su evangelio?

7. ¿Cuáles son algunas cosas claves que deben ser demostradas y enseñadas una vez su hijo haya hecho profesión de fe y de evidencia de cambio de corazón y rumbo en su vida?

Padres Fieles

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