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LIBRO PRIMERO

CAPÍTULO PRIMERO

1. Plan de la obra . — 2. Qué se entiende por partes y cuáles son . — 3. Concepto de «partes» en los animales y en las plantas . — 4. No es posible una comparación total entre plantas y animales . — 5. En plantas y animales pueden darse modificaciones similares . — 6. Diferencias entre las plantas . — 7. Conceptos de exceso y defecto y de «diferentemente dispuesto» en las plantas . — 8. Diferencias atendiendo a la colocación de las ramas . — 9. Partes comunes a todas las plantas . — 10. El tallo . — 11. Plantas idénticas a otras y plantas diferentes entre sí . — 12. Distinción entre «parte» y elemento innominado de parte .

Me propongo hablar de las diferentes plantas y de su [1 ] distinta naturaleza atendiendo a sus partes constitutivas, a sus cualidades, a la génesis de las mismas y a las etapas de su desarrollo. Su comportamiento y actividad no son como los de los animales. En efecto, las plantas son más fáciles de examinar y menos complejas en lo que se refiere a las modalidades de su generación, a sus cualidades y a sus formas de vida, mientras que las partes de los animales son más complejas. Esto es, precisamente, lo que entraña cierta dificultad y lo que no ha sido suficientemente dilucidado: saber qué es lo que hay que llamar «partes» y qué es lo que no.

[2 ] Ahora bien, la parte, como algo constitutivo de la propia naturaleza de la planta, parece que ha de ser algo permanente en términos absolutos o, al menos, en el momento de aparecer, como ocurre con las partes de los animales que habrán de desarrollarse con el tiempo, a menos que se degraden por efecto de la enfermedad, la edad o la mutilación. Pero algunas de las partes vegetales tienen una pervivencia anual, como la flor, el amento, la hoja, el fruto, todo aquello, en una palabra, que precede al fruto o acompaña a su aparición. Y también, naturalmente, el retoño, porque los árboles echan brotes cada año, tanto en las partes aéreas como en las raíces. De manera que si ponemos en la cuenta todo esto, el número de las partes será indeterminado y, de continuo, fluctuante. Y, por otro lado, si estas partes no pueden ser consideradas partes, ocurrirá que no lo serán aquellas gracias a las cuales la planta alcanza su completo desarrollo y su fisonomía de tal. Pues toda planta no sólo parece, sino que es más hermosa y más perfecta cuando echa renuevos, florece y produce frutos. Éstas son, poco más o menos, las dificultades inherentes a la definición de «partes».

[3 ] Ni en las demás materias ni en lo que se refiere a la reproducción puede emplearse el mismo método de investigación en las plantas que en los animales, y ha de considerarse como «partes» todo aquello que engendra la planta, como los frutos, pero no son «partes» de los animales sus fetos. Mas si esto, es decir, el fruto parece hermosísimo, porque la planta está en su apogeo, no debe interpretarse como corroborante de nuestro argumento, porque también, entre los animales, los que están preñados se nos muestran en estado floreciente.

Muchas plantas pierden cada año sus «partes», al igual que los ciervos sus cuernos, las aves amadrigadas sus plumas y los cuadrúpedos sus pelos. De modo que no es extraño que a las plantas les suceda lo mismo y pierdan sus hojas.

Del mismo modo, tampoco son constantes en las plantas las partes relacionadas con la reproducción, y también en los animales, al nacer las crías, hay cosas que se separan del progenitor y otras que se expulsan, como si ningunas de ellas fuesen propias de la naturaleza animal. Parece que sucede lo mismo en el crecimiento vegetal, porque, efectivamente, el crecimiento desemboca en la reproducción, que es el remate del proceso.

Como hemos dicho, no hay que creer que, en general [4 ] y en todos los aspectos, se comporten lo mismo plantas y animales. He aquí por qué el número de partes es también indeterminado. En efecto, en todas sus partes la planta tiene virtud germinativa, ya que en todas ellas posee vida. Por lo cual hay que admitir que esto es cierto no sólo para entender todo lo que exponemos en el momento presente, sino también todo lo que diremos más tarde; porque es cosa ociosa esforzarse en hacer comparaciones siendo ello imposible, con lo cual abandonaremos nuestra propia indagación. La investigación sobre las plantas se centra, generalmente, en las partes exteriores y en la forma en general, o en las partes internas, método este último aplicado en la disección de los animales.

En las plantas hay que investigar qué partes son las [5 ] comunes a todas y cuáles propias de cada especie, y cuáles de entre éstas son las mismas siempre; me refiero, por ejemplo, a las hojas, a la raíz y a la corteza. No debemos omitir, si hemos de considerar en ciertas circunstancias la analogía como la que se da entre los animales, el tener en cuenta este extremo, estableciendo correspondencias las más estrechas y perfectas posibles. Y, en conclusión, las modificaciones que aparezcan en las plantas deben compararse con las que aparecen en los animales, en cuanto que, en ciertos casos, se pueden encontrar, comparando, analogías. Éstas son, aproximadamente, las cuestiones expuestas sumariamente.

[6 ] Las diferencias existentes en las plantas, habida cuenta de las partes, son de tres géneros: unas plantas pueden poseer unas partes y otras no, por ejemplo, hojas y fruto, o en una planta las partes pueden aparecer con fisonomía distinta a las de otras o pueden, finalmente, estar dispuestas de distinta manera. La desigualdad puede depender de la forma, del color, de la consistencia, de la porosidad, de la dureza, de la suavidad y de otras cualidades. Hay, además, diferencias dependientes de los varios sabores. La desigualdad se aprecia por exceso o defecto en el número o tamaño. O, hablando en términos generales, todas las diferencias mencionadas se reducen también a diferencias por exceso o por defecto.

[7 ] Pues «lo más» y «lo menos» no son otra cosa que exceso y defecto, mientras que «diferentemente dispuesto» significa diferencia de posición. Me refiero a que, por ejemplo, hay frutos que están situados encima de las hojas y otros debajo, y en cuanto a la posición en el árbol, unos están en la cima, otros en las ramas laterales, algunos a veces en el tronco, como en el sicómoro egipcio 1 ; otras plantas, en cambio, producen fruto subterráneo como la almorta (arákhidna ) 2 y la llamada en Egipto úïngon (colocasia) 3 , y hay plantas cuyo fruto tiene pedúnculo y otras en las que el fruto carece de él. En lo tocante a las flores puede decirse lo mismo: en unos casos las flores rodean al fruto, en otros están dispuestas de otra manera. En suma, conviene observar la cuestión relativa a la posición del fruto, las hojas y los renuevos.

Algunas plantas se distinguen por la colocación de sus [8 ] partes. En unas son asimétricas, pero las ramas del abeto 4 se disponen enfrentadas a uno y otro lado del tronco; en ocasiones, las ramas están separadas, a iguales distancias, y son iguales en número, dispuestas en tres hileras.

De modo que hay que observar las diferencias entre las plantas teniendo en cuenta estos detalles, ya que, considerados en su conjunto, muestran la fisionomía de cada planta.

Intentaremos hablar de cada una de las partes de la [9 ] planta, después de enumeradas. Las principales, las más importantes y que, además, son comunes a la mayoría de las plantas son: la raíz, el tronco, la rama y los brotes, partes todas gracias a las cuales uno puede distinguir en las plantas miembros como en los animales, pues cada uno de ellos es distinto de los demás y todos unidos constituyen el todo.

La raíz es la parte por medio de la cual la planta toma el alimento, y el tallo aquella que lo transporta. Llamo «tallo» a un elemento continuo que sale de la tierra y está sobre ella, porque ésta es la parte que aparece más corrientemente, así en las plantas anuales como en las perennes. Si se habla de árboles, esta parte se llama «tronco». Llamo «ramas» a las partes que nacen de éste, a las cuales algunos apellidan «brazos». Por «ramita» entiendo el brote que surge de la rama considerada como una unidad, especialmente cuando tiene la duración de un año.

Éstas son las partes más propiamente constitutivas de los árboles.

[10 ] El tallo, como queda dicho, es lo más común. Mas no todas las plantas lo tienen. Algunas herbáceas carecen de él. Otras lo tienen, pero no siempre, sino durante un año, y lo mismo aquellas que tienen vida radical durante más de un año. En suma, la planta es algo complicado, múltiple, y es difícil de definir en términos absolutos: una prueba de ello es que no es posible pensar en una característica que convenga a todas, como ocurre con los animales, en los cuales son comunes la boca y el vientre.

[11 ] Hay plantas que tienen caracteres análogos y, en este sentido, puede decirse que son idénticas a otras. Pero hay plantas que difieren entre sí por sus características, pues no todas tienen raíz ni tallo ni ramas principales, ni ramas secundarias, ni hojas, ni flor, ni fruto ni tampoco corteza o corazón, fibras o venas, como, por ejemplo, el hongo o la criadilla de tierra 5 , que, sin embargo, tienen la naturaleza de las plantas. Mas, como se ha dicho, estas características convienen a los árboles, y la clasificación realizada por nosotros se conforma a ellos más particularmente. Y es justo tomar a éstos como modelos al referirnos a las otras.

[12 ] Por otro lado, en los árboles aparecen también con suficiente fidelidad las demás características que distinguen a cada una de las plantas. En efecto, presentan diferencias en el número o exigüidad, en la dificultad o facilidad de crecimiento, en la propiedad de mantenerse como algo simple, o en la de dividirse, y en otros parecidos aspectos. Cada una de las características apuntadas no es microrreproducción del todo. Digo que no es «microrreproducción del todo», porque, aunque cualquier parte de la raíz o del tronco que consideremos se componga de la misma materia que el todo, no por ello vamos a llamar tronco a la parte considerada, sino «parte del tronco». Ocurre lo mismo con los miembros de los animales. Porque determinada parte de la pierna o del brazo se compone de la misma materia que el todo, pero no tiene el mismo nombre, como ocurre con la carne o el hueso, sino que carece de denominación. Tampoco ninguna de las otras subdivisiones de partes orgánicas uniformes tienen nombres especiales. Las partes de todas éstas carecen de nombres. Pero las subdivisiones de las partes que son compuestas tienen nombres, como los tienen las subdivisiones del pie, de la mano, de la cabeza, por ejemplo: dedo, nariz, ojos. Éstas son, en verdad, las partes más importantes de la planta.

CAPÍTULO SEGUNDO

1. Principios primarios y accesorios de las plantas . — 2. En las plantas de corta vida, la vida del tallo está en relación con la formación del fruto . — 3. Savia, fibras y venas . — 4. Necesidad del estudio comparado de las plantas. Elementos constitutivos: humedad y calor . — 5. La humedad y el calor, esenciales en animales y plantas . — 6. Venas y fibras . — 7. Origen de la madera, del «corazón» y de la corteza .

Hay que tener en cuenta, además, las otras materias [1 ] de que están compuestas estas partes, es decir, la corteza, la madera, el duramen, en el caso de que se trate de plantas que tengan esto último. Todas éstas están compuestas de partes semejantes. Hay, asimismo, cosas que son anteriores a éstas y de las cuales se originan, como la savia, la fibra, las venas, la carne, que son principios elementales, a menos que se las quiera llamar energías primarias de los elementos. Ellas son comunes a todas las plantas, y en ellas consisten su esencia y su naturaleza entera.

Hay, también, otras que son, como si dijéramos, partes anuales que «conspiran» a la producción del fruto, como la hoja, la flor, el cabillo, que es la parte, por la que la hoja y el fruto están unidos a la planta, y además, el zarcillo y el amento en las plantas que lo tienen. En todas ellas la semilla está en el fruto. El fruto es la semilla con su continente (el pericarpio). Además de todo esto hay algunas partes propias de algunas plantas, como la agalla del roble y el zarcillo de la vid.

[2 ] Ésta es la diversificación que ha de hacerse cuando se trata de árboles, mientras que en las plantas anuales, todas las partes son, evidentemente, anuales porque con la producción del fruto alcanzan las posibilidades ínsitas en su naturaleza. En las plantas que producen fruto anualmente, en las que lo producen bianualmente como el apio 6 y algunas otras, y en todas las que lo hacen en un espacio de tiempo más largo, el tallo estará en consonancia con la duración de la vida de la planta. Pues, cuando las plantas están a punto de producir semilla, desarrollan un tallo, como si los tallos tuviesen como razón de su existencia la semilla.

De esta manera quedan diferenciadas las partes de las plantas. Mas ahora hemos de intentar decir qué es cada una de las partes poco ha mencionadas, limitándonos a dar una descripción de sus rasgos generales.

La savia es algo patente: algunos acostumbran a liamarla [3 ] llanamente «jugo», como, por ejemplo, Menestor 7 ; otros, en el caso de algunas plantas, no le dan nombre especial, mientras que en otros casos la llaman «jugo» y en otros «lágrima». Cuando se trata de plantas, las fibras y las venas carecen de nombre especial, pero se las designa así por comparación con las partes análogas de los animales. Sin duda puede ser que, además de estas peculiaridades, el mundo de las plantas ofrezca otras diferencias, si se pone en parangón con el de los animales; ya que, como hemos dicho, el reino vegetal es muy variado. Mas, como es menester remontarse de lo mejor conocido a lo desconocido y son mejor conocidas las cosas más grandes y manifiestas a nuestros sentidos, resulta evidente que hay que hablar de estas cosas de la manera indicada.

Porque convertiremos en modelo de las demás cosas [4 ] a éstas indagando en qué medida y cómo se puede establecer semejanza en cada caso. Cuando hayamos cogido las partes, habremos de considerar, luego, las diferencias existentes entre ellas, pues de esta manera se manifestará su peculiar naturaleza, a la vez que la diferencia general entre los diversos géneros de plantas entre sí.

Ya se ha descrito la naturaleza de las partes más importantes de las plantas, es decir, la raíz, el tallo y lo demás; pues de sus funciones y de la razón de que existan se hablará más tarde, porque intentaremos explicar de qué elementos éstas y las demás partes están compuestas, arrancando de sus constituyentes primarios.

Tenemos, primero, la humedad y el calor, pues toda planta, así como todo animal, poseen, como cualidades ínsitas en su naturaleza, una cierta humedad y calor. Si desaparecen poco a poco estas propiedades, sobrevienen la vejez y la consunción; si desaparecen completamente, sobrevienen la muerte y el aniquilamiento.

[5 ] En la mayoría de las plantas la humedad no tiene un nombre específico, pero en algunas tiene un nombre determinado, como ya se ha dicho. Lo mismo sucede en el reino animal, pues sólo la humedad de los animales que poseen sangre recibe este nombre, por lo cual la presencia o ausencia de ésta sirve para distinguirlos y, en consecuencia, a unos los llamamos «animales con sangre» y a otros «animales sin sangre». La humedad es, pues, una parte esencial y el calor está íntimamente ligado a ella.

Hay, además, otras propiedades internas, que carecen de nombre propio, pero que, a causa de su semejanza con ciertas partes de los animales, reciben los nombres de éstas. Pues hay partes que reciben el nombre de fibras por semejanza con las fibras de los animales, si bien la fibra vegetal es continua, hendible y alargada, incapaz de generar prolongaciones laterales o continuadas.

[6 ] Las plantas tienen también venas. Éstas, en ciertas plantas, son semejantes a las fibras, pero más grandes y gordas y tienen derivaciones laterales y humedad. Tienen, además, madera y carne; pues unas plantas tienen madera y otras carne; la madera es hendible, mientras que la carne puede trocearse en cualquier dirección, como la tierra y todo lo que es de tierra. Participa de la naturaleza de la fibra y de la vena: su naturaleza se manifiesta claramente, entre otras partes, en la envoltura exterior del fruto. La corteza y el duramen reciben propiamente estos nombres, pero es preciso también definirlos. La corteza es la parte exterior, separable de la realidad que cubre. El duramen es lo que ocupa el centro de la madera, el tercer elemento a partir de la corteza, como en los huesos, la médula. Hay quien lo llama «corazón» y quien lo llama «corazón leñoso». Algunos llaman sólo a la parte interior de la corteza misma «corazón», mientras que otros llaman a esto «médula».

Éstas son, pues, poco más o menos, las partes, y [7 ] las nombradas en último lugar están compuestas de las primeras: la madera está hecha de fibra y de savia y, en ciertos casos, de carne, porque la carne endurecida se convierte en madera, como ocurre en las palmeras 8 , en la cañaheja 9 y en otros vegetales en los que se verifica esta transformación, como en las raíces de los rábanos 10 . El corazón está hecho de humedad y de carne. La corteza, a veces, está hecha de todos los tres elementos, como la del roble 11 , el álamo negro 12 y el peral 13 . La corteza de la vid 14 es el resultado de la savia y de la fibra, y la del alcornoque 15 de la carne y de la savia. Además, de estos elementos están compuestas las más importantes partes ya mencionadas, es decir, los llamados «miembros»; mas no todos están formados por los mismos elementos, ni éstos están en la misma proporción, sino que están dispuestos de distintas maneras.

Habiendo, pues, considerado, por así decirlo, todas las partes, debemos intentar señalar las diferencias existentes entre ellas y las características esenciales de los árboles y plantas considerados como conjuntos.

CAPÍTULO TERCERO

1. División de las plantas en árboles, arbustos, subarbustos y hierbas . — 2. El cultivo puede modificar la fisonomía de una planta y convertir un arbusto en árbol . — 3. Árboles que retornan a su naturaleza arbustiva . — 4. Las legumbres, capaces de asumir talante arbóreo, aunque de vida corta . — 5. La variabilidad de las especies arbóreas depende de los cuidados, el lugar y el clima . — 6. Hay características comunes a todas las plantas, pero hay también diferencias naturales .

[1 ] Como nuestra investigación resulta más instructiva distinguiendo diversos géneros, es conveniente seguir este método siempre que sea posible. Los primeros y más importantes géneros que abarcan todas o casi todas las plantas son éstos: árboles; arbustos, subarbustos y hierbas.

Árbol es algo que consta de un solo tronco y surge de la raíz; tiene nudos y ramas y no puede ser arrancado fácilmente; ejemplo, el olivo 16 , la higuera 17 y la vid. Arbusto es una planta que nace de la raíz con muchas ramas, como la zarza 18 y el paliuro 19 . Subarbusto es la planta que surge de la raíz con muchos troncos y con muchas ramas, como el tomillo salsero 20 y la ruda 21 . Hierba es la planta que surge de la raíz sin tronco, con hojas; en ella el tallo es el portador de la semilla, por ejemplo, el trigo y las legumbres.

Estas definiciones, sin embargo, deben ser consideradas [2 ] y aceptadas en sentido general y referidas al conjunto; pues, en ciertos casos, algunos géneros sin duda parecen sufrir algunas modificaciones; en otros casos, por efecto del cultivo aparecen las plantas diferentes y alejadas de su naturaleza, como la malva 22 cuando se la endereza hacia lo alto y se le da forma de árbol, y esto acontece no en mucho tiempo sino en seis o siete meses hasta que llega a adquirir el grosor y la altura de una lanza, por lo cual se las utiliza a guisa de bastones y los resultados del cultivo son proporcionados al tiempo transcurrido. Lo mismo ocurre con la acelga 23 , porque también ésta adquiere con el cultivo gran tamaño; y todavía más el sauzgatillo 24 , el paliuro y la hiedra 25 , como que todo el mundo admite que se convierten en árboles a pesar de que están catalogados como arbustos.

[3 ] Pero el mirto 26 , si no se le poda, lo mismo que el avellano 27 , retornan a su naturaleza arbustiva. Parece que este último produce mejor y más abundante fruto, si se le deja muchas ramas, ya que es de naturaleza arbustiva. Ni el manzano 28 ni el granado 29 ni el peral tendrían la fisonomía de árboles de un solo tronco, ni ningún otro de los árboles a los que les salen troncos lateralmente de la raíz, si no adquiriesen tal fisonomía mediante la poda de los otros. Algunos arboricultores dejan a ciertos árboles con sus numerosos troncos a causa de su delgadez, por ejemplo: al granado y al manzano, y dejan a los olivos y a las higueras con los troncos recortados.

Sin duda, alguien dirá que, en algunos casos, hay que [4 ] hacer la clasificación atendiendo al tamaño; en otros, a la robustez, y a veces, a la mayor o menor duración de su vida. Porque algunos de los subarbustos y algunas de las legumbres tienen un solo tronco y tienen, por así decirlo, la naturaleza del árbol. Esto ocurre con la berza 30 y la ruda; como que hay quien las llama «legumbres arbóreas». Y, efectivamente, todas o la mayor parte de las plantas de la clase de las legumbres, cuando están bien enraizadas, adquieren unas como si dijéramos ramas, y toda la planta acaba por asumir la fisonomía de un árbol, sólo que tiene una vida más corta que el árbol.

Por todo esto, no hay que hacer una definición demasiado [5 ] precisa, sino que hemos de hacer definiciones genéricas. Ya que las distinciones deben ajustarse al mismo principio, como ocurre al distinguir entre plantas cultivadas y silvestres, frugíferas y sin fruto, con flores y sin ellas, perennes y caducifolias. Pues parece que las plantas son silvestres o cultivadas, según los cuidados que se les prodigue, puesto que, como dice Hipón 31 , una planta puede ser silvestre o cultivada según reciba o no los cuidados pertinentes. Las plantas son carentes de fruto o con fruto, con flores o sin ellas según el lugar y el clima reinante en la región. Según las mismas condiciones, las plantas son caducifolias o de hoja perenne, y, así, dicen que en la región de Elefantina 32 las vides y las higueras no pierden la hoja.

[6 ] Mas, no obstante, es obligado admitir tales distinciones, pues hay en los árboles, arbustos, subarbustos y hierbas un cierto carácter común. Por esto, cuando nos referimos a las causas, evidentemente hemos de referirnos también a todos, sin dar definiciones aisladas unas de otras para cada clase, pues es razonable que las causas sean comunes a todas las plantas. Al mismo tiempo parece que hay alguna diferencia natural, por de pronto, en el caso de plantas silvestres y cultivadas, habida cuenta de que algunas no pueden vivir como las cultivadas ni toleran en absoluto el cultivo, antes al contrario con él sufren quebranto, como el abeto, el pino 33 , el acebo 34 y, en general, todas aquellas plantas que se encariñan con regiones frías y nevadas, y lo mismo es aplicable a ciertos subarbustos y hierbas como la alcaparra 35 y el altramuz 36 . Ahora bien, es justo aplicar los epítetos de silvestre y cultivado al referirnos, de una parte, a árboles como éstos y, de otra, a las especies más domésticas de todas. [Ahora bien, el hombre es el único ser que se puede aplicar con más propiedad el calificativo de cultivado.]

CAPÍTULO CUARTO

1. Las plantas silvestres dan más fruto, las cultivadas menos, pero más sabrosos . — 2. División de las plantas en plantas con fruto y sin fruto, perennifolias y caducifolias, amantes de la humedad o amantes de la sequedad . — 3. Plantas anfibias . — 4. Necesidad de estudiar el lugar en el que la planta se desarrolla .

Mas las diferencias de las plantas consideradas como [1 ] un todo y de las plantas consideradas en sus partes se hacen patentes en su misma manifestación formal. Me refiero a diferencias de tamaño, de dureza o blandura, de suavidad o aspereza, propiedades, todas, apreciables en la corteza, en las hojas y en las otras partes; diferencias también, en general, en lo referente a la galanura o a la falta de ella, a la producción de fruto bueno o malo. Porque las plantas silvestres, como el peral 37 y el acebuche 38 , dan más fruto, pero las cultivadas lo dan más exquisito y tienen jugos más dulces y gustosos y, en general, de algún modo más digestivos.

Éstas, por así decirlo, son, como queda expresado, diferencias [2 ] relativas a la naturaleza, y mayores aún son las que se dan entre plantas sin fruto y con fruto, caducifolias y perennes y otras semejantes. Pero hemos de tomar también en consideración las diferencias determinadas por el lugar, y no es posible obrar de otra manera. Tales diferencias locales nos darán seguramente un tipo de división en géneros, por ejemplo: un género de plantas acuáticas y otro de plantas terrestres, división que se correspondería con la que haríamos con los animales. Porque hay algunas plantas que no pueden vivir sino en la humedad, y éstas, además, se distinguen de otras por su afición a diferentes géneros de humedad, de tal manera que unas crecen en las marismas, otras en los lagos, otras en los ríos y otras en el mismo mar; unas plantas son pequeñas y crecen en nuestros mares y otras más grandes en el Mar Rojo. Algunas son, diríamos, aficionadas a los lugares muy húmedos o plantas de lugares pantanosos, como el sauce 39 y el plátano 40 ; hay otras que no pueden vivir, en manera alguna, en el agua, sino que buscan lugares secos; y, de entre los árboles pequeños, los hay que prefieren la playa.

[3 ] No obstante, si uno quisiera ser exacto, encontraría que unas plantas son comunes a ambos medios y, por así decirlo, anfibias, como el tamarisco 41 , el sauce y el aliso 42 , y otras, pertenecientes al número de plantas de tierra firme, viven a veces en el mar 43 , como la palmera, la cebolla albarrana 44 y el asfódelo 45 . Pero el considerar todo esto y considerarlo así no es la manera de considerarlo rectamente: porque tampoco la naturaleza se atiene en estas cuestiones a una ley irrevocable. Las distinciones hechas, pues, y el estudio de las plantas en general debe ser emprendido así. [Así pues, estas plantas, al igual que todas las demás, como se ha dicho, diferirán en las formas del todo como en las diferencias entre las partes, ya por poseer o no poseer algunas de ellas o por tener un número mayor o menor o por tenerlas dispuestas de distinta manera o porque sus diferencias son como las que anteriormente hemos mencionado.

Y, quizás, sea apropiado examinar los lugares en los [4 ] cuales cada planta nace y en los que no. Porque ésta es una conspicua distinción y muy característica de las plantas, ya que éstas están ligadas a la tierra y no despegadas de ella como los animales.]

CAPÍTULO QUINTO

1. Diferencias generales y específicas de las partes de las plantas . — 2. Diferentes clases de corteza . — 3. Árboles con carne y sin carne; árboles con fibra y sin fibra; árboles con venas y sin venas. Particularidades de algunas plantas leñosas: nudos, espinas, etc . — 4. Otras propiedades de las partes de las plantas: pesantez, ligereza, etc . — 5. Propiedades derivadas de la naturaleza de las plantas .

[1 ] Hay que intentar abordar las diferencias referidas a las partes, empezando por hablar extensamente de las de carácter general y, luego, de las diferencias específicas, para pasar, después, a un terreno más dilatado con una visión de mayor alcance.

Hay plantas que crecen derechas y tienen troncos altos, como el abeto, la picea y el ciprés 46 ; otras son torcidas y de tronco más corto, como el sauce, la higuera y el granado. Y hay parecidas diferencias, si se compara el grosor del tronco. Además, hay plantas que tienen un solo tronco y otras muchos; esto, en cierta manera, equivale a decir que hay plantas que tienen troncos que nacen paralelamente de la raíz y otras que no. Las hay que tienen muchas ramas y otras pocas, como la palmera, y en todos estos casos hay también diferencias en lo referente a la solidez, al grosor y cosas parecidas.

[2 ] Además, unas plantas tienen la corteza delgada, como el laurel 47 y el tilo 48 , y otras la tienen gruesa, como el roble. Hay plantas que tienen la corteza lisa, como el manzano y la higuera, y otros que la tienen áspera, como el roble silvestre 49 , el alcornoque y la palmera. Por lo demás, todas las plantas jóvenes tienen la corteza más lisa y, cuando son viejas, la tienen más áspera. Algunas tienen la corteza rajada, como la vid, y, en algunos casos, con capacidad de desprenderse de ella, como ocurre con la andrákhlē 50 , el manzano y el madroño 51 . La corteza de algunas plantas es carnosa, como la del alcornoque, la del roble de escamas grandes (macrolepis) y la del álamo negro. En otras plantas la corteza es fibrosa, no carnosa, y ésta es característica común a ciertos árboles, arbustos y plantas anuales, como la vid, la caña 52 y el trigo 53 . En algunos la corteza tiene más de un estrato o capa, como las del tilo, el abeto, la vid, la gayomba 54 y la cebolla 55 , pero hay plantas, cuya corteza tiene un solo estrato, como la higuera, la caña y la cizaña 56 . Éstas son las diferentes clases de cortezas.

[3 ] Refiriéndonos ahora a las maderas mismas y a los tallos propiamente dichos, algunos son carnosos, como ocurre en el roble y la higuera, y, de entre las plantas inferiores, son carnosos el espino cerval 57 , la acelga y la cicuta 58 , mientras que algunos no son carnosos, como, por ejemplo, el cada 59 , el almez 60 y el ciprés. Otras maderas son fibrosas; así es la madera del abeto y de la palmera; otras carecen de fibra, como la higuera. De la misma manera, algunas tienen venas y otras no. Ahora bien, en las plantas arbustivas, subarbustivas y, en general, en las leñosas pueden apreciarse otras diferencias: porque la caña tiene nudos, la zarza y el paliuro, espinas; la anea 61 y algunas de las plantas de pantanos y lagunas carecen de nudos y son tersas, como el junco 62 , y los tallos de la juncia 63 y el carex 64 tienen una cierta lisura superior a la de las ya citadas; y, quizás, tenga más aún, la seta 65 .

[4 ] Éstas parecen ser las diferencias de las partes integrantes de las plantas. Las diferencias, si atendemos a sus cualidades y propiedades, son la dureza, la blandura, la resistencia, la fragilidad, la contextura apretada o laxa, la ligereza o pesantez y' otras por el estilo. Pues la madera del sauce es liviana, aunque esté verde, así como la del alcornoque, pero la del boj 66 y la del ébano 67 no son livianas aunque estén curadas. Algunas maderas, como la del abeto, pueden rajarse, otras, en cambio, como la del olivo, son quebradizas. Hay maderas que carecen de nudos, como los tallos del saúco 68 , otras los tienen, como las de la picea y el abeto.

Las dichas diferencias deben atribuirse a la peculiar [5 ] naturaleza de cada planta. Y, así, la madera del abeto es fácilmente rajable, por ser de grano fino; en cambio, la del olivo es quebradiza, porque es planta de fibra retorcida y dura. La madera de tilo y otras maderas son flexibles, por tener una savia viscosa. Pero la del boj y el ébano son pesadas, porque son de grano prieto, y la del roble también, porque es madera mineralizada. De igual manera, todas las demás propiedades derivan de la naturaleza de la planta.

CAPÍTULO SEXTO

1. Plantas con y sin «corazón». Diferentes «corazones» . — 2. Sigue hablándose del «corazón» . — 3. La raíz y sus diferentes clases . — 4. Idem . — 5. Idem ; plantas con raíz y plantas sin ella . — 6. Raíces únicas y fasciculadas, carnosas y leñosas . — 7. Raíces de plantas arbustivas y de plantas leñosas. Raíces de carne y corteza. Raíces con nudos. La raíz de la cebolla albarrana . — 8. Raíces típicas (árbol) y atípicas (cebolla) . — 9. No todo lo subterráneo es raíz . — 10. Tendencia geotrópica de la raíz . — 11. Raíces de algunas plantas herbáceas . — 12. Raíz del silfio y de la magýdaris. La raíz del árakos y de la arákhidna .

[1 ] Hay también diferencias en el «corazón». En primer lugar, según que las plantas lo tengan o no, como algunos dicen que sucede con el saúco entre otras. En segundo lugar, hay diferencias entre aquellas que lo tienen, pues en unas es carnoso, en otras leñoso y en otras membranoso. Carnoso es el de la vid, la higuera, el manzano, el granado, el saúco y la cañaheja. Leñoso, el del pino 69 , el abeto blanco 70 y la picea 71 , especialmente en la última porque es resinosa. Más duro y compacto que éste es el corazón del cornejo 72 , de la coscoja 73 , del roble, del ébano falso 74 , del moral 75 , del ébano y del almez.

Difieren también los «corazones» por el color; porque [2 ] los del ébano y el roble son negros; a este último «corazón» le llaman melándryon (roble negro). En todos estos árboles el «corazón» es más duro y quebradizo que las maderas corrientes, por lo cual no puede ser cimbrado. Difieren también los «corazones» en la mayor o menor finura del grano. Corazones membranosos en los árboles, o no existen o son raros, pero sí existen en las plantas arbustivas o leñosas generalmente, como ocurre en la caña, en la cañaheja y en otras semejantes. En algunos árboles el corazón es grande y visible, como en la coscoja, el roble y en los árboles ya mencionados; en otros, no está tan aparente, como ocurre en el olivo y en el boj; pues en estos árboles no se puede delimitar el corazón, sino que, como dicen algunos, no está en el centro, sino esparcido aquí y allá; de manera que no ocupa un lugar delimitado y, por esto, puede llegar a pensarse que algunos árboles carecen de corazón; y, efectivamente, la palmera posee una madera homogénea.

Difieren también los árboles en las raíces. Pues hay [3 ] árboles que poseen muchas y largas raíces, como la higuera, el roble y el plátano. Porque, si tienen espacio, extienden sus raíces por todo él. Los hay que tienen raíces cortas, como el granado y el manzano. Los hay de una sola raíz como el abeto y la picea. Decimos que tienen una sola raíz en el sentido de que tienen una sola, grande, que profundiza en la tierra y de ella parten numerosas barbas. Incluso en los árboles que poseen más de una raíz, la raíz central es la más larga y se hunde profundamente como la del almendro 76 . En el olivo es pequeña, pero las otras son más largas y se extienden como las patas de un cangrejo. Hay más, las raíces de algunos árboles son gordas generalmente, las de otros de un grosor variable, como las del laurel y el olivo; hay árboles como la vid, en los que todas son delgadas.

[4 ] Se diferencian también las raíces por su lisura o por su rugosidad y por su pesantez. Porque las raíces de todas las plantas son más livianas que las partes aéreas, pero unas son más pesadas que otras, como también ocurre en lo referente al grado de lignificación; algunas son fibrosas, como las del abeto, otras más bien carnosas, como las del roble, las hay, como quien dice, ramificadas y a manera de flecos, como las del olivo, y esto es así porque tienen numerosas barbillas delgadas y tupidas, puesto que todas salen de las raíces largas, pero son desiguales en número y están desigualmente reunidas.

Algunas plantas tienen raíces profundas, como el roble; otras las tienen superficiales, como el olivo, el granado, el manzano y el ciprés. Unas raíces son derechas y uniformes, otras tortuosas y entrelazadas unas con otras. Esto no solamente ocurre por la configuración de los lugares poco practicables, sino por la naturaleza de las mismas raíces, como es el caso del laurel y del olivo; la higuera y los árboles semejantes a ella retuercen sus raíces porque no encuentran el camino recto expedito.

[5 ] Todas las raíces, al igual que los troncos y los tallos, poseen corazón, cosa natural, puesto que están hechas de la misma materia. Algunas raíces tienen brotes laterales que se dirigen hacia arriba, como las de la vid y el granado; pero otras, como las del abeto, ciprés y picea las tienen retorcidas. Estas mismas diferencias se dan también en los subarbustos, plantas herbáceas y otras. Sólo que algunas carecen de raíces, como la criadilla de tierra 77 , la seta, el pedo de lobo 78 y la trufa de verano 79 . Otras plantas tienen numerosas raíces, como el trigo, el carraón, la cebada y todas las plantas de idéntica naturaleza como *** 80 .

Algunas plantas tienen pocas raíces, como las leguminosas. [6 ] En general, la mayoría de las verduras, como la acelga, la berza, el apio y la romaza 81 , tienen una única raíz, sólo que algunas tienen largas raíces laterales, como el apio y la acelga. Y, en proporción a su fuste, se hunden en la tierra a más profundidad que los árboles. Algunas de éstas tienen las raíces carnosas, como el rábano, el nabo 82 , el aro 83 y el azafrán 84 . Otras son leñosas, como la raíz de la oruga 85 y de la albahaca 86 . Lo mismo hay que decir de la mayoría de las plantas silvestres, menos aquellas raíces que empiezan siendo numerosas y separadas, tales como las del trigo, la cebada, y la llamada hierba 87 ; pues he aquí la diferencia entre las raíces de las plantas anuales y herbáceas: que las unas ya al comienzo, en el arranque, tienen las raíces numerosas, de igual longitud y separadas, mientras que las otras tienen una o dos raíces muy largas y de ellas salen las barbas.

[7 ] En términos generales, son más numerosas las diferencias de las raíces en las plantas arbustivas y en las verduras, pues unas son leñosas, como las raíces de la albahaca, otras son carnosas como las raíces de la acelga y todavía más las del aro, el asfódelo y el azafrán. Otras raíces son como si estuvieran hechas de corteza y de carne, como las del rábano y las del nabo. Algunas raíces tienen nudos, como las de las cañas y las de la grama 88 , y otras son de naturaleza arundínea; y sólo estas raíces o, mejor dicho, éstas más que ningunas otras se asemejan a las partes que emergen del suelo, porque están enraizadas como las cañas con delgadas raíces. Algunas poseen unas a manera de escamas o de cortezas, como las raíces de la escila o cebolla albarrana, el guitarrillo 89 , la cebolla y otras plantas por el estilo. Porque siempre es posible arrancar de ellas cascos sucesivos.

[8 ] Todas estas plantas parecen tener como dos tipos de raíces. En efecto, todas las plantas que tienen una sólida «cabeza», en opinión de algunos, echan raíces hacia abajo; estas raíces son como carnosas o corticales, tal por ejemplo, la cebolla albarrana o escila y las raíces que nacen de ella, porque no solamente difieren por su mayor o menor grosor, como las de los árboles y verduras, sino que son de distinto género. Esto es evidente en el caso del aro y de la juncia, ya que la raíz del primero es gruesa, lisa y carnosa, y la raíz de la segunda es delgada y fibrosa. Por esto, cualquiera encontrará embarazoso considerar raíces a las tales. Porque, de un lado, por el hecho de estar bajo tierra parecen raíces, pero, por tener una naturaleza distinta de las demás, no lo parecen, porque la dicha raíz se hace más delgada y progresivamente más aguda al avanzar bajo tierra. Pero la raíz de la cebolla albarrana, del guitarrillo y del aro se comporta de manera contraria.

Aún más, las demás plantas echan raíces lateralmente, [9 ] pero no las cebollas albarranas o escilas y los guitarrillos, ni tampoco los ajos 90 y cebollas. En general, en estas plantas, las raíces insertas en el centro de la «cabeza» son verdaderas raíces receptoras de sustancia alimenticia. Esta raíz cefaloidea es como un feto o fruto. De manera que no andan descaminados los que llaman a estas plantas «plantas de reproducción subterránea». En otras plantas no se da nada parecido, puesto que el carácter de la raíz presenta la dificultad de no armonizar con la idea corriente de raíz. Porque no es correcto llamar raíz a todo lo que es subterráneo, pues el tallo del guitarrillo, el de la cebolla y, en general, cuanto está subterráneo, serían raíz y, en consecuencia, lo sería la trufa o criadilla de tierra, lo que algunos llaman «pedo [o cuesco] de lobo», el úïngon (colocasia) y todas las demás plantas subterráneas. Ninguna de las cuales es raíz. Pues es menester definir a ésta atendiendo no a su posición, sino a su función natural.

[10 ] Quizás lo dicho sea verdad y no menos verdad que los elementos descritos sean raíz, pero entonces habrá dos clases de raíces: una será de esta naturaleza y otra de naturaleza distinta, y la una obtendrá su alimento de la otra. Aunque parece que las raíces carnosas también sacan por sí mismas el alimento. En todo caso, algunas personas retuercen las raíces de los aros antes de brotar las plantas y se hacen más grandes al impedirles empujar para echar brotes. Pues es evidente que la tendencia natural de todas estas plantas es dirigirse preferentemente hacia abajo; ya que los tallos y, en general, las partes aéreas son cortas y débiles, mientras que las partes subterráneas son largas, numerosas y robustas, no sólo en las plantas dichas, sino también en las cañas, la grama y, en general, cuantas tienen naturaleza arundínea y en las semejantes a éstas. También aquellas semejantes a la cañaheja poseen raíces largas y carnosas.

[11 ] Muchas de las plantas herbáceas poseen también raíces semejantes, como el cólquico 91 , el azafrán y la llamada bistorta 92 o centinodia. Y, en efecto, ésta tiene raíces gruesas que son más numerosas que las hojas. La bistorta se llama perdíkion porque las perdices se enredan en ella y la arrancan. Esto ocurre también con la planta llamada en Egipto úïngon (colocasia); porque sus hojas son grandes y sus brotes cortos, mientras que la raíz es larga y es a manera de fruto; es algo extraordinario y comestible y se la recolecta cuando el río desciende de nivel, removiendo los terrones.

Pero las plantas que presentan los ejemplos más claros [12 ] y ostentan las mayores diferencias con todas las demás son el silfio 93 y la llamada magýdaris 94 ; la naturaleza de estas dos y de todas las plantas parecidas a ellas se revela, principalmente, en las raíces. Esto es lo que hay que decir de estas plantas.

Algunas raíces ofrecen, sin duda, particularidades mayores que las dichas, por ejemplo, la raíz de la almorta (arákhidna ) y de la planta que se parece al árakos 95 , pues ambas producen un fruto subterráneo no inferior en tamaño al de arriba, y esta planta parecida al árakos tiene una gruesa raíz, que penetra en el interior de la tierra, mientras que las otras que llevan el fruto son más finas y se subdividen en muchas direcciones en la cima; ama sobre todo los terrenos arenosos. Ninguna de estas plantas tiene hojas ni cosa que se les parezca, pero producen como dos tipos de fruto; lo cual no deja de ser sorprendente. Éstas, pues, son las diferencias apreciables en las características y funciones de las raíces.

CAPÍTULO SÉPTIMO

1. Crecimiento geotrópico de la raíz. El mayor o menor desarrollo de la raíz depende de la naturaleza del terreno . — 2. Raíces largas y cortas. Raíces medicinales . — 3. La raíz de la higuera india. Raíces procedentes de hojas. Raíces del altramuz .

[1 ] Parece que las raíces de todas las plantas se adelantan en el crecimiento a las partes aéreas. En efecto, el crecimiento se verifica hacia abajo. Pero la raíz no se dirige hacia abajo antes de que le llegue el sol, pues el calor es la causa del crecimiento; sin embargo, la naturaleza del suelo, que puede ser ligero, flojo y poroso contribuye en gran manera al arraigo profundo y, todavía más, a producir raíces largas, porque en terrenos de esta naturaleza el crecimiento se incrementa y es más enérgico. Esto es evidente en las plantas cultivadas; porque, si las plantas tienen agua, la raíz corre, por así decirlo, siempre que el terreno esté libre y no encuentre obstáculos. Así el plátano que hay en el Liceo, a orillas del acueducto, cuando todavía era joven, extendía sus raíces a una distancia de 33 codos porque tenía espacio y alimento.

[2 ] Parece que la higuera tiene raíces larguísimas, y, en general, todas aquellas plantas de grano suelto y raíces rectas también las tienen más largas. Las plantas jóvenes, cuando llegan al apogeo de su crecimiento, tienen las raíces más profundas y más largas que las ancianas. Pues las raíces envejecen también al compás del resto del cuerpo. Los jugos son igualmente poderosos en las raíces de todas las plantas, pero en algunas son eficaces en grado superlativo. Y, por esto, las raíces de algunos árboles son amargas, mientras que los frutos son dulces. Algunas raíces son medicinales, otras olorosas, como las del iris 96 .

La naturaleza y función de la raíz de la higuera india 97 [3 ] son peculiares, porque la planta echa raíces de las ramas, raíces que llegan a tierra y allí enraizan de nuevo, y la maraña de raíces, sin tocar al tronco antes bien alejándose de él, rodean en círculos seguidos al árbol.

Semejante a esto, pero en cierta manera algo más sorprendente, es el que algunas plantas emitan raíces de sus hojas, que es lo que, según dicen, hace una hierba 98 que se cría en Opunte, que además es gustosa al paladar. Porque es menos sorprendente la propiedad de los altramuces que consiste en que si se siembran sobre un lecho de hojas y hierbas, la raíz crece hacia arriba, hacia la tierra, y germina gracias a su vigor. Mas el estudio de las diferencias de las raíces ha de ser enfocado a partir de estos supuestos.

CAPÍTULO OCTAVO

1. Árboles con muchos y con pocos nudos . — 2. Árboles apiñados y árboles separados; distinta configuración del tronco. Árboles machos y árboles hembras; cultivados y silvestres . — 3. Distinta disposición de los nudos . — 4. Clases de nudos . — 5. Nudos en la higuera, en la vid y en la caña . — 6. Verrugas del olivo .

[1 ] Uno puede advertir que las diferencias de los árboles son las siguientes: unos tienen nudos, otros carecen de ellos, y su mayor o menor número depende de su naturaleza y de su situación. Digo carentes de nudos no porque carezcan totalmente de ellos —no hay árbol tal, antes bien plantas de otra naturaleza, como el junco, la anea y la juncia y, en general, las plantas lacustres—, sino porque tienen pocos nudos. Ahora bien, son así por naturaleza el saúco, el laurel, la higuera y, en general, todos los árboles de corteza lisa y aquellos cuya madera es esponjosa y fofa. Nudoso es el olivo, el abeto y el acebuche. Algunos de éstos crecen en lugares muy sombreados, resguardados de los vientos, y húmedos, y otros en lugares soleados expuestos a las inclemencias y a los vientos, en terrenos ligeros y áridos. Los árboles son más o menos nudosos incluso dentro de un mismo género. Y, en general, son más nudosos los árboles de la montaña que los del llano y más los que crecen en terrenos secos que los que crecen en terrenos pantanosos.

[2 ] Se establecen distinciones en los árboles de acuerdo con su sistema de plantación. Los árboles plantados apiñados carecen de nudos y crecen derechos; los que crecen separados son más nudosos y tortuosos. El motivo es que los primeros crecen con sombra y los segundos a pleno sol. Los árboles machos tienen más nudos que los árboles hembra cuando en ellos se dan ambos sexos, como el ciprés, el abeto, el carpe negro (ostrýa ) 99 y el cornejo —pues hay un género de cornejo al que llaman femenino 100 —. Y los árboles silvestres tienen más nudos que los cultivados, y esto se cumple en general y en el caso de árboles del mismo género, como el acebuche y el olivo, el cabrahígo 101 y la higuera, el peral silvestre y el cultivado. Pues todos ellos son más nudosos en su género silvestre, y, en general, todos los que crecen apiñados son más nudosos que los que crecen separados, porque las plantas macho y las silvestres crecen más apretadas, excepto que algunos, a causa de crecer apiñados con otros, tengan pocos nudos o carezcan enteramente de ellos, como el boj y el almez.

Hay nudos desordenados y dispuestos al azar, y otros [3 ] dispuestos a distancias regulares y según número, conforme se ha dicho. Por lo cual los llaman «árboles con nudos dispuestos ordenadamente». Porque los nudos de unos están a distancias iguales, por así decirlo, mientras los de otros están a distancias mayores en la parte más gruesa del tronco. Y esta proporción es constante. Lo cual es especialmente visible en el olivo silvestre y en las cañas, pues la articulación de éstas es como el nudo de los árboles. Además, algunos nudos se oponen los unos a los otros, como ocurre con los del acebuche, mientras que otros están dispuestos al azar. Algunos árboles tienen nudos dispuestos de dos en dos, de tres en tres o de mayor número aún, en el mismo lugar. Algunos tienen hasta cinco repetidos. En el abeto los nudos y las ramas están como clavados en el tronco y dispuestos en ángulo recto; pero en otros árboles no, y por esto el abeto es un árbol fortísimo.

[4 ] Peculiarísimos son los nudos del manzano, porque son semejantes al hocico de las fieras; hay un nudo muy grande y alrededor otros pequeños. De los nudos, unos son ciegos, otros generativos. Los llamo ciegos porque de ellos no nace ningún vástago. Éstos son así por naturaleza o por mutilación, ya que o bien el nudo está bloqueado y no puede abrirse camino o ha sido cortada la rama y mutilada, por ejemplo, mediante el fuego. Tales nudos aparecen, sobre todo, en las ramas gruesas, pero también a veces en el tronco. Y, en general, cuando se da un tajo o se hace una incisión en una parte del tronco o de las ramas, se forma un nudo, como si lo que es uno y continuo se dividiese y se produjese un nuevo centro generativo, ya gracias a la lesión o ya gracias a otra causa. Porque lo originado por la herida no puede atribuirse a la naturaleza.

[5 ] Siempre, en todos los árboles, las ramas pequeñas muestran muchos nudos porque aún no se han formado los internodios; así, por ejemplo, las ramas recién formadas de la higuera son las más nudosas, y en la vid las extremidades de los pámpanos, ya que, como en otros árboles se presenta el nudo, en la vid aparece el «ojo» y en la caña la articulación *** 102 . En algunos árboles aparecen unas como formaciones enfermizas de pequeñas ramas, por ejemplo 103 , en el olmo, en el roble y, sobre todo, en el plátano, y esto es corriente si los árboles crecen en lugares abruptos, húmedos y ventosos. Esta enfermedad se origina cuando los árboles están ya envejecidos, sobre todo cerca del suelo y en lo que podríamos llamar «base» del tronco.

Algunos árboles poseen las llamadas por algunos excrecencias [6 ] o algo análogo, como el olivo, siendo éste el término más corriente al referirse a este árbol que parece propenso a padecer la dicha anomalía; algunos la llaman «verruga», otros krotṓnē , quienes de otra manera. En los árboles jóvenes que crecen erectos, que sólo tienen una raíz y carecen de vástagos laterales, esta anomalía no se presenta o se presenta más raramente. [La palmera es un árbol con vástagos laterales.] El olivo cultivado y el acebuche tienen en los troncos abultamientos peculiares.

CAPÍTULO NOVENO

1. Cuidados que necesitan los árboles para su crecimiento normal . — 2. El lugar influye en el crecimiento normal de los árboles . — 3. Árboles caducifolios y perennifolios . — 4. Arbustos, subarbustos y hierbas de hoja perenne . — 5. Casos particulares de conservación de la hoja . — 6. Caída y aparición de la hoja . — 7. Condiciones de humedad para la conservación de la hoja .

Hay árboles que sólo o principalmente crecen en dirección [1 ] de su altura como el abeto, la palmera, el ciprés y, en general, las plantas que tienen un solo tronco y las que tienen pocas raíces o pocas ramas. 〈La palmera es una planta que carece de vástagos laterales.〉 Y árboles semejantes a éstos crecen hacia abajo también de manera parecida. Algunos ya al comienzo se dividen, por ejemplo, el manzano; algunos tienen muchas ramas y su mayor volumen de crecimiento lo tienen en la parte superior, así, por ejemplo, el granado. Pero no poco, sino muchísimo, contribuye a cada uno de estos caracteres la preparación, el lugar y el cultivo. Prueba de ello es que árboles apiñados se hacen largos y delgados, y los que han sido plantados a distancias convenientes, devienen más corpulentos y bajos. Y si ya desde el principio se les deja las ramas, los árboles se hacen pequeños, y, si se podan, se hacen altos como la vid.

[2 ] Es prueba suficiente también el hecho de que algunas verduras adquieren la configuración de un árbol, como dijimos al referirnos a la malva y a la acelga. Todas las plantas se desarrollan bien cuando los lugares son apropiados *** 104 y esto es lo mejor. Porque, incluso, de entre las plantas de la misma familia, las que crecen en lugares apropiados carecen de nudos y son más altas y hermosas; por ejemplo, el abeto de Macedonia aventaja al del Parnaso y a los demás. Y todos estos árboles y, en general, el arbolado silvestre es más hermoso y robusto en la vertiente norte de la montaña que en la vertiente sur.

[3 ] Los árboles son o bien de hoja perenne o bien de hoja caduca. De entre los cultivados son de hoja persistente el olivo, la palmera, el laurel, el mirto, un tipo de picea y el ciprés y, de entre los silvestres, el abeto blanco, la picea, el cedro fenicio 105 , el tejo 106 , el cedro de olor y el árbol que los árcades llaman encina 107 , la filirea 108 , el enebro, el pino de Alepo, el tamarisco, el boj, la coscoja, el acebo, el aladierno 109 , la oxiácanta 110 , el madroño híbrido 111 , plantas, todas, que crecen en la región del Olimpo, el madroño oriental (andrákhlē ), el madroño, el terebinto 112 y el laurel silvestre 113 o adelfa. Parece que la andráchlē y el madroño pierden sus hojas inferiores, pero las que están en los extremos de las ramas son persistentes y constantemente están echando brotes con hojas.

Esto es lo que hay que decir de los árboles. Los arbustos [4 ] de hoja perenne son: hiedra, zarza, espino 114 , caña, enebro (kedrís ) 115 , pues hay un pequeño cedro que no alcanza porte de árbol. De entre los subarbustos y plantas herbáceas hay que mencionar las siguientes: ruda, berza, rosal 116 , alhelí 117 , artemisia o abrótano 118 , mejorana 119 , serpol 120 , orégano 121 , apio, amapola 122 y muchos tipos más de plantas silvestres. Sin embargo, algunas de estas plantas, mientras conservan sus hojas en las ramas altas, pierden las otras. Esto sucede al orégano y al apio... puesto que también la ruda sufre deterioro y cambia de aspecto.

[5 ] Y todas las plantas de hojas perennes pertenecientes a otros tipos tienen también hojas estrechas y cierta brillantez y fragancia. Sin embargo, algunas que no lo son por naturaleza, son de hoja persistente por su localización, como se dijo al referirnos a las plantas de Elefantina y de Menfis; mientras que más abajo en el Delta sólo hay un cortísimo período, en el que no producen hojas. Se dice que hay en Creta, en la región de Gortina y en las inmediaciones de una fuente, un plátano que no pierde la hoja, mientras que todas las otras plantas cercanas pierden la hoja. Dice la fábula que bajo este árbol tuvo lugar el ayuntamiento de Europa y Zeus. En Síbaris hay un roble bien visible desde la ciudad que no pierde la hoja. Dicen que no hojece al mismo tiempo que los demás, sino que lo hace después de la canícula. Dicen también que en Chipre hay un plátano de la misma condición.

Todos los árboles se desnudan de sus hojas en el [6 ] otoño o después de él, sólo que unos lo hacen más de prisa que otros, hasta el punto de que el fenómeno se prolonga hasta el invierno. Sin embargo, no son simultáneas la pérdida de la hoja y la aparición de otras nuevas, porque las plantas que hojecen primero son las primeras en perder la hoja. Mas algunas que se cubren de hojas primero no preceden a las demás en la pérdida de las hojas, sino que incluso son más rezagadas. Esto es lo que ocurre con el almendro.

Otras plantas, como el moral, se pueblan tardíamente, [7 ] pero no se quedan rezagadas, por así decirlo, en lo tocante a la pérdida de las hojas. Parece que el terreno y el emplazamiento húmedos contribuyen a que las hojas se mantengan en el árbol. Pues los árboles que se crían en los lugares secos y, en general, en los terrenos ligeros pierden sus hojas antes y los más viejos antes que los más jóvenes. Incluso algunos pierden la hoja antes de que madure el fruto, como las higueras tardías y los piruétanos 123 .

En los árboles de hoja persistente la caída y marchitez se producen gradualmente. Pues las hojas no permanecen siempre las mismas, sino que, mientras unas empiezan a brotar, otras ya están agostándose. Esto sucede, sobre todo, hacia el solsticio de verano. Es cuestión de examinar si en algunos casos esto sucede después de la aparición de Arturo o en otra estación. Esto es lo que hay respecto a la caída de la hoja.

CAPÍTULO DÉCIMO

1. Árboles con heterofilia. El olivo que invierte el haz de sus hojas en el solsticio de verano . — 2. Distinto aspecto de las dos páginas de la hoja . — 3. La cara superior no recibe el alimento de la inferior . — 4. Hojas anchas o estrechas, hojas espinosas, hojas carnosas . — 5. Otras clases de hojas. Hojas arundináceas, redondas, oblongas, espinosas, hendidas . — 6. Hojas dentadas, espinosas, aciculares. Cardos y esparragueras con hojas transformadas en espinas . — 7. Hojas con cabillos, hojas sin ellos. Sitios de donde nacen las hojas . — 8. Resumen de lo dicho sobre la hoja . — 9. La humedad repartida por toda la planta . — 10. Composición de la flor y del fruto .

[1 ] Las hojas de los demás árboles son iguales en cada uno de ellos, pero las del álamo blanco, la hiedra y las del llamado krotṓn o ricino 124 son disímiles entre sí y de diferentes formas; ya que las hojas nuevas en éstos son redondas, las viejas angulosas y todas terminan por asumir esta forma. Por otra parte, cuando la hiedra es joven, las hojas son algo más angulares, y más ovaladas cuando es más vieja; puesto que también esta planta cambia de forma. Característico es también lo que les ocurre al olivo, al tilo, al olmo y al álamo blanco; pues parece que invierten el haz después del solsticio de verano, y por este detalle se conoce que el solsticio ha pasado.

[2 ] Todas las hojas se diferencian atendiendo a sus páginas inferior y superior. La página superior de las hojas es, en general, más verde y más suave, porque tienen las fibras y las venas en las superficies inferiores al igual que la mano del hombre tiene 〈sus rayas〉; pero incluso la superficie superior de la hoja del olivo es más blanca y menos lisa a veces. Así, todas o la mayor parte de las hojas acomodan sus caras superiores y, de esta manera, sus superficies quedan expuestas a la luz solar. Y, por esto, la mayoría de las hojas se vuelven en dirección del sol, y no es fácil decir cuál de las dos páginas está más vuelta hacia la rama, porque, mientras la posición de la página superior parece hacer que la inferior se acerque más a la rama, la naturaleza exige con no menor empeño que sea la superior la que esté más cerca, y especialmente se percibe esto en la orientación de la hoja hacia el sol. Esto puede observarse en árboles cuyas hojas están apretadas unas contra otras y opuestas, como las del mirto.

Algunos creen que la nutrición de la página superior [3 ] se realiza a través de la inferior, porque ésta está siempre húmeda y vellosilla, pero no tienen razón. Esto, sin duda, acontece no por.la naturaleza especial de las páginas, sino porque no reciben una cantidad igual de luz solar, y el alimento suministrado a través de las venas o de las fibras es el mismo para ambas. No es razonable que, careciendo de poros y de grosor suficiente para ello, pase el alimento de una superficie a otra. Mas acerca del alimento y por qué medios la planta los toma habrá que tratar en otra parte.

Hay también otras varias diferencias entre las hojas. [4 ] Algunos árboles tienen las hojas anchas, como la vid, la higuera y el plátano. Otros las tienen estrechas, como el olivo, el granado y el mirto. Otros tienen las hojas como espinosas, por ejemplo, la picea, el pino, el cedro. Otros tienen las hojas como carnosas; y esto es así porque sus hojas son como de carne, tales el ciprés, el tamarisco, el manzano; de entre los subarbustos, el knéōron 125 o mezéreon y la stoibḗ o pimpinela espinosa 126 y, entre las plantas herbáceas, la siempreviva 127 y el teucrio o polio 128 [esta planta es recomendable contra la polilla de los vestidos] porque las hojas de la acelga y de la berza son carnosas, pero de manera diferente, y lo mismo las hojas de las llamadas rudas, ya que su carnosidad se extiende a lo ancho y no en redondo, de entre los arbustos tiene también el tamarisco carnosa la hoja.

[5 ] Algunos árboles tienen hojas semejantes a las de las cañas, como la palmera, la palmera de Egipto 129 y otras por el estilo. Mas las hojas de estas plantas, en términos generales, son puntiagudas. Y, en efecto, la caña, la juncia, el carex y las demás plantas lacustres son así; estas hojas están como compuestas de dos y la línea central es parecida a una quilla: es el lugar que en otras plantas ocupa un largo pasillo central. Las hojas se diferencian también en sus hechuras: unas son redondas, como las del peral; otras oblongas, como las del manzano; cuales terminadas en punta aguda con espinas en el borde, como las de la zarzaparrilla 130 . Todo lo dicho se refiere a las hojas enteras; pero algunas están divididas y son a manera de sierra, como las del abeto blanco y las del helécho 131 . En cierta manera son también hendidas las hojas de la vid, mientras que las de la higuera se parecen, por así decirlo, a la garra de una corneja.

Algunas hojas tienen bordes dentados, como las del [6 ] olmo, las del avellano y las del roble; otras tienen espinas en el ápice y en los bordes, como las de la coscoja, el roble, la zarzaparrilla, la zarza, el espino y otras plantas. Las hojas del pino, del pino de Alepo, del abeto griego, del cada y del enebro (kedrís ) tienen en el extremo una punta acicular. De los árboles que nosotros conocemos, no hay ninguno que tenga espinas en lugar de hojas, pero sí las tienen otras plantas leñosas ákorna 132 , drypís 133 , cardo 134 y casi todas las plantas pertenecientes a la familia de los cardos, porque en todos ellos la espina es, como si dijéramos, la hoja. Y si las espinas no se consideran como hojas, habría que convenir que son plantas enteramente áfilas y que algunas plantas, como el espárrago 135 , tendrían sólo espinas, pero no hojas.

[7 ] Además, hay plantas, cuyas hojas carecen de cabillo como las hojas de la cebolla albarrana o escila y del guitarrillo, pero otras lo tienen. En unas plantas, como la vid y la hiedra, el cabillo es largo; pero en otras, como el olivo, es corto y como ingerido en el tallo y no simplemente aplicado a él, tal en el plátano y la vid. Otra diferencia consiste en que los cabillos no siempre nacen del mismo sitio, sino que en la mayoría de los árboles nacen de las ramas y en otros de las ramitas tiernas; incluso en el roble, del tronco; en las verduras nacen directamente de las raíces, como ocurre en la cebolla, el ajo, la achicoria 136 y también en el asfódelo, la cebolla albarrana, el guitarrillo, el iris (patita de burro) y, en general, en las plantas bulbosas; y en éstas no sólo el primer brote, sino el tallo entero es áfilo. En algunos, cuando surge el tallo, es lógico que se originen hojas, como ocurre en la lechuga silvestre, la albahaca, el apio y, de igual modo, en los cereales. En algunos de éstos el tallo se hace espinoso luego, como en la lechuga silvestre 137 y en todas las plantas con hojas espinosas, y todavía más en los arbustos, tales como la zarza y el paliuro.

[8 ] Otra diferencia común a todos los árboles y a otras plantas es que unos tienen muchas hojas y otros pocas. En general, los que tienen hojas planas las tienen ordenadamente dispuestas, como el mirto; mientras que, en otros especímenes, no están ordenadas, sino colocadas al azar, como se advierte en la mayoría de los demás. Es propio de las verduras, como la cebolla y sus variedades, tener las hojas cóncavas.

En resumen, las diferencias entre las hojas afectan al tamaño, al número, a la forma, la anchura o la estrechez, a la concavidad, a la rugosidad y a la lisura y a la presencia o no de espinas; también hay que observar el sitio donde están aplicadas y los medios de esa aplicación: el sitio, que puede ser la raíz, la rama, el tallo y las ramas adventicias; los medios utilizados pueden ser o bien el cabillo, o bien la inserción directa, o bien varias hojas pueden estar fijadas a la parte correspondiente por un mismo cabillo. Además, algunas hojas son portadoras de fruto, ya que lo encierran en ellas, como el laurel de Alejandría 138 , que tiene el fruto adherido a las hojas. Éstas son las diferencias más corrientes de las hojas y están comprendidas en los ejemplos citados.

139 (Unas hojas están compuestas de fibra, corteza y carne, como las de higuera y la vid, otras de sólo fibra, digámoslo así, como la caña y el trigo.

Pero la humedad es común a todas, pues se encuentra [9 ] en las hojas y en todas las demás partes anuales —cabillo, flor, fruto, etc.—, pero, sobre todo, en las partes no anuales; de modo que ninguna parte carece de ella. Parece que algunos cabillos están compuestos sólo de fibras, como los del trigo y caña, y otros de los mismos materiales que los tallos.

[10 ] Algunas flores están formadas de corteza, de venas y de carne; otras sólo de carne, como las que están en el centro del aro.

Dígase lo mismo de los frutos, pues unos están compuestos de carne y de fibra, otros solamente de carne y otros de piel también. Además, la humedad es compañera de éstos. De carne y de fibra está formado el fruto del ciruelo 140 y del pepino 141 ; el de los morales y el del granado, de fibra y de pellejo. La materia componente está desigualmente repartida en los diferentes frutos, pero se puede decir que, en todos, la parte externa es corteza, la interior carne. Ésta envuelve, a veces, también al hueso.)

CAPÍTULO UNDÉCIMO

1. Diferentes clases de semillas . — 2. Semillas encerradas en vaina, en cascabillo, en cápsula . — 3. Semillas desnudas, semillas carnosas y semillas secas . — 4. Semillas apiñadas y semillas separadas. Semillas encapsuladas y no encapsuladas . — 5. Semillas diferentes: las de la uva y trigo, y las de las manzanas y peras . — 6. Naturaleza carnosa de las semillas del granado y del higo: diferencia entre ambas .

[1 ] Lo último de todo en las plantas es la semilla. La semilla posee dentro de sí misma, como cosa connatural, humedad y calor, y, si faltan estos dos elementos, la semilla se hace estéril, como los huevos con igual carencia. En algunas plantas la semilla está inmediatamente después de la envoltura, como en la palmera, el avellano y el almendro; no obstante, puede haber más de una cubierta, como ocurre en la palmera. Lo situado entre la envoltura y la semilla es, algunas veces, carne y hueso como en el olivo, el ciruelo y otros. Algunas semillas están encerradas en una vaina, otras en un cascabillo, quienes en una cápsula y otras están completamente desnudas.

En una vaina están no sólo las semillas de las plantas [2 ] anuales, como las leguminosas y una gran cantidad de las silvestres, sino también algunas de árboles, como el algarrobo 142 , que algunos llaman higuera egipcia, el árbol del amor 143 y la koloitía 144 de Lípari e islas adyacentes. En un cascabillo están las semillas de algunas plantas anuales, como el trigo y el mijo 145 . De la misma manera, otras plantas tienen las semillas en cápsulas o desnudas; en cápsulas, como la amapola y otras semejantes a ésta; pero el sésamo 146 es algo aparte; muchas de las verduras, como el eneldo 147 , el culantro 148 , el anís 149 , el comino 150 , el hinojo 151 y otros, tienen las semillas desnudas.

[3 ] De los árboles no hay ninguno que tenga la semilla desnuda, sino que ella está envuelta en carne o en cáscaras, que son, o bien de naturaleza coriácea, como la bellota y la castaña, o leñosas, como la almendra y la nuez. Mas no hay árbol que tenga sus semillas encerradas en una cápsula, como no sea que se considere como tal al cono, porque puede separarse de los frutos.

Las verdaderas semillas de algunos árboles son, de suyo, carnosas, como las que tienen contextura de nueces o bellotas. En algunas semillas la pulpa está alrededor del hueso, como ocurre en la del olivo, laurel y otros. Hay semillas que son sólo un hueso o de la naturaleza del hueso, y son, por así decirlo, secas, como las semillas de plantas del tipo del cártamo 152 y el mijo, que consisten solamente en un hueso o son de naturaleza parecida al hueso, y muchas verduras. La semilla del dátil es la más claramente huesosa; pues no tiene cavidad alguna, sino que está toda seca; si bien, como ya dijimos, algo de humedad y calor hay también en él evidentemente.

Las semillas difieren también en que unas están apiñadas, [4 ] y otras separadas y dispuestas en hileras, como las de la calabaza 153 , calabaza vinatera 154 y las de algunos árboles como el cidro 155 . Mas de las que están apiñadas, unas están envueltas por una sola cápsula, como las del granadp, el peral, el manzano, la vid y la higuera; otras que están agrupadas no están cubiertas por una sola envoltura, como, de entre las plantas anuales, las que están en una espiga, a menos que se considere a la espiga como una cápsula. En este grupo habrá que considerar al racimo de la vid y otros frutos del mismo jaez, al igual que a todas aquellas plantas que, a causa de la buena nutrición o de la excelencia del terreno, producen sus frutos apiñados, como, según dicen, ocurre con el olivo en Siria y en otros lugares.

Pero he aquí otro particular que determina una diferencia: [5 ] que hay frutos apiñados que cuelgan de un solo cabillo y de una simple inserción, como se ha dicho al referirnos a plantas con fruto en racimo o espigas cuyas semillas no se desarrollan dentro de una misma envoltura; mientras que otras se desarrollan de otra manera. Porque, en cada caso, si uno considera las semillas o las cápsulas separadamente, tienen su propio lugar de inserción cada uva o granada, o bien cada grano de trigo o cebada. Parece que esto no es ni mucho menos el caso de las pepitas de las manzanas y peras, puesto que éstas están en contacto mutuo y están encerradas como en una membrana coriácea, a su vez encerrada en el pericarpio o pulpa.

[6 ] Sin embargo, cada uno de éstos tiene también su propio lugar de inserción y. su propia naturaleza. Esto resulta sumamente claro al separar las semillas de la granada; ya que el hueso está adherido a cada una y la adhesión no es borrosa como lo es en los higos, por causa de la humedad. También aquí existe una diferencia, si bien en ambos casos las semillas están envueltas en una cierta materia carnosa como también cuando envuelve ésta y las otras partes del fruto. Porque esta materia húmeda y carnosa envuelve en la granada a cada hueso, separándolo de los demás; pero las semillas del higo, así como las granillas de la uva y todas las plantas que tienen la misma constitución, tienen en común la misma carne. Sin embargo, se pueden encontrar más diferencias como éstas; y no deben ignorarse las más importantes y que atañen especialmente a la naturaleza de la planta.

CAPÍTULO DUODÉCIMO

1. Fragancia y sabor de los frutos . — 2. Estudio del flujo o humor de los árboles . — 3. Diversidad de olores y sabores de las diversas partes de una misma planta . — 4. Hojas, frutos y raíces comestibles y olorosos o no, según las especies .

[1 ] Como las diferencias relativas al gusto, a la figura y a la forma son poco menos que evidentes a todos, no es menester referirse a ellas. Sólo hay que decir que el pericarpio guardador no tiene caras planas ni tiene ángulos. En lo tocante a los sabores, unos son parecidos al vino, como el de la vid, el moral y el mirto; otros, oleáceos, como el del olivo, el laurel, el avellano, el almendro, la picea, el pino de Alepo y el abeto blanco. Otros sabores son parecidos al de la miel, como el del higo, el dátil y el castaño. Hay algunos muy penetrantes, como el del orégano, el tomillo salsero 156 , el mastuerzo 157 y la mostaza 158 . Hay sabores acres, como el del ajenjo 159 y la centaurea 160 . A algunos los distingue su fragancia, como al anís y al enebro (kedrís ). Otros parecen aguanosos, como los sabores del ciruelo; otros, ácidos, como el de la granada y algunas manzanas. Mas incluso los gustos referidos a esta clase deben considerarse siempre vinosos, si bien unos tienen una índole y otros otra. Pero sobre todo esto habrá que hablar más detenidamente cuando hablemos de los sabores y enumeremos sus clases, las diferencias recíprocas y la naturaleza y propiedades de cada una.

El humor de los árboles, según se ha dicho ya, presenta [2 ] diferentes modalidades de gustos. Es, a veces, lechoso, como el de la higuera y el de la adormidera; a veces, resinoso, como el del abeto, la picea y las coniferas; otras veces, enguachado, como el de la cepa, el peral y el manzano, así como el de verduras tales como el pepino, la calabaza y la lechuga silvestre; otros, por el contrario, tienen una cierta acerbidad, como el jugo del tomillo y del tomillo salsero. Hay jugos aromáticos, como el del apio, el eneldo, el hinojo y otros por el estilo. En términos generales, cada árbol posee un jugo propio de su especial naturaleza, y podría añadirse que cada planta, ya que cada planta posee un determinado temperamento y mixtión de humores, que indudablemente aparecen también como propios en los frutos correspondientes. En la mayoría de éstos se adivina una similitud con la planta, que no es exacta ni aparente, sino que se aprecia, sobre todo, en el pericarpio; y éste es el motivo de que la naturaleza del jugo presente un aspecto de madurez genuina y completa. De hecho, hay que considerar a este jugo como materia y al otro como forma o sustancia específica.

[3 ] Las semillas mismas y sus involucros tienen diferentes sabores. En términos generales, todas las partes de los árboles y plantas, como la raíz, el tallo, la rama, la hoja y el fruto, guardan alguna relación de afinidad con la naturaleza del todo, aunque haya variedades de olores y gustos de tal manera que, de las partes de una misma planta o árbol, unas son fragantes y gustosas, mientras que otras son completamente sin olor e insípidas.

[4 ] En algunas plantas las flores son más olorosas que las hojas, y en otras, a su vez, son las hojas y las ramitas, como las destinadas a la confección de coronas. En otras plantas son los frutos; en otras, ni el fruto ni ninguna otra parte. En algunas, las raíces o, al menos, una parte de ellas. Dígase lo mismo con respecto al sabor: algunas hojas y pulpas de los frutos son comestibles, otras no. El caso más significativo es el del tilo, ya que las hojas de este árbol son dulces y muchos animales las comen, pero el fruto nadie lo come; porque lo contrario no sería sorprendente, es decir, que las hojas no fueran comestibles y sí lo fueran, por nosotros y por los otros animales, los frutos. Más adelante trataremos de investigar las causas de esto y de otras cosas semejantes a éstas.

CAPÍTULO DECIMOTERCERO

1. Distinto tamaño, vellosidad y color de las flores de los árboles y de las plantas herbáceas . — 2. Plantas con flores bicolores y «doblete». Flores unipétalas . — 3. Diferencias fundadas en la manera de crecimiento y en la posición de la flor . — 4. La flor de la hiedra y el moral, del pepino y el cidro. Flores estériles . — 5. La flor del granado. Plantas machos y hembras dentro de la misma especie .

Por ahora queda bien claro que, en todas las partes [1 ] de la planta, hay muchas diferencias que se manifiestan de varias maneras, porque hay flores que son vellosillas, como la de la vid, el moral y la hiedra; hay algunas petaloideas, como la flor del almendro, el manzano, el peral y el ciruelo. Algunas de estas flores son grandes, pero la del olivo, aunque petaloidea, es insignificante. De la misma manera también en el número de las plantas anuales y herbáceas, las hay que son petaloideas unas y otras vellosillas. Hay flores que son bicolores, otras monocolores. La mayoría de las flores de los árboles son de un solo color y, precisamente, blancas; y casi la única que es roja es la del granado, y rojiza las de algunos almendros. Mas ningún otro de los árboles cultivados es de vistosas flores ni las tiene bicolores, pero sí pueden tenerlas los árboles silvestres, como el abeto blanco, pues la flor de éste es azafranada. Y dicen que las flores de todos los árboles que crecen a orillas del Océano 161 tienen el color de las rosas.

[2 ] Casi la mayoría de las plantas anuales son de este tipo; es decir, sus flores son bicolores y dobles. Digo «dobles», porque la planta tiene otra flor dentro de la flor, en medio, como la rosa, la azucena y la violeta. Algunas flores constan de un solo pétalo y tienen los demás como insinuados. Esto ocurre en la corregüela, por ejemplo, pues en la flor de esta planta no se ve separación de pétalos; tampoco se ve esta separación en la parte inferior del narciso, pero se ven prolongaciones angulares en los extremos. Y la flor del olivo es aproximadamente igual.

[3 ] Hay también diferencias fundadas en la manera del crecimiento y en la colocación de la flor; pues algunas plantas la tienen ésta en torno al mismo fruto, como la vid y el olivo. En el olivo, cuando se desprenden las flores, se observa que están perforadas y esto se considera como señal de que el árbol ha tenido buena floración, porque si la flor aparece consumida o mojada, el árbol se despoja del fruto juntamente con la flor y, entonces, ésta no aparece agujereada. La mayoría de las flores tienen la cápsula que encierra el fruto en medio o puede suceder también que la flor esté situada en lo alto de aquél, como en el granado, el manzano, el peral, el ciruelo 162 , el mirto y, de entre los subarbustos, en el rosal y muchas de las plantas que se emplean para hacer guirnaldas, porque éstas tienen las semillas abajo, debajo de la flor. Y esto es de toda evidencia en la rosa, a causa de lo abultado de la cápsula que contiene la semilla. Algunas plantas tienen las flores encima de las mismas semillas, como el cardo de liga, el cártamo o alazor 163 y todas las plantas parecidas al cardo; porque éstas tienen una flor unida a una semilla. De la misma manera también algunas plantas herbáceas, como el anthḗmōn 164 y, entre las verduras, el pepino, la calabaza y la calabaza vinatera; pues todas estas plantas tienen las flores encima de los frutos, unidas a ellos, y mientras los frutos están madurando, las flores se mantienen durante mucho tiempo.

En otras plantas, como la hiedra y el moral, la adhesión [4 ] de las flores es peculiar a ellos; en ellos, en efecto, la flor está completamente adherida a toda la cápsula frugífera; así que no está colocada encima de ella ni en una cápsula seminal que envuelva a cada semilla por separado, sino en la parte central del conjunto; sólo que a veces no es reconocible a causa de la vellosidad.

Hay flores que son estériles, como, en los pepinos, las que nacen en las extremidades de los tallos, por lo cual los cultivadores las desmochan porque impiden el crecimiento de la planta. Se dice que las flores del cidro que tienen un a modo de huso de rueca en el centro son fértiles, pero las que no lo tienen son estériles. Y habremos de examinar si ocurre también en cualquiera otra de las plantas floríferas que produzcan flores estériles si éstas crecen aparte de las flores fértiles o no. Porque algunos géneroa de vides y granados no pueden madurar sus frutos, sino que su producción se limita a dar flores.

[5 ] 〈La flor 165 del granado se hace abundante y maciza y, en general, su crasitud y anchura son como las de las rosas. Pero por debajo es de aspecto diferente; es como una jarrita de dos asas ladeada y con mellas en los labios.〉

Dicen algunos que, de las plantas pertenecientes a la misma familia, unas florecen y otras no; por ejemplo, la palmera macho produce flores, no así la palmera hembra, que, sin embargo, produce fruto sin que preceda floración alguna.

Tal es la diferencia entre plantas de la misma estirpe. Puede aplicarse lo mismo, en general, a plantas incapaces de madurar sus frutos. De lo dicho anteriormente resulta claro que las peculariedades de la flor se manifiestan en numerosas diferencias.

CAPÍTULO DECIMOCUARTO

1. Los árboles difieren en la manera de producir sus frutos . — 2. Localización de los frutos en las diversas partes de las plantas . — 3. Plantas cultivadas y silvestres. Otras clases de plantas: plantas acuáticas y terrestres . — 4. Las plantas cultivadas tienen nombre, no así muchas silvestres . — 5. Plantas silvestres machos y hembras. Las cultivadas ofrecen muchos aspectos diferentes .

[1 ] Los árboles, respecto a la producción de frutos, se diferencian en lo siguiente. Algunos frutos se producen en los vástagos nuevos, otros en las ramas del año anterior y otros en ambos. La higuera y la vid los tienen en las ramas nuevas. El olivo, el granado, el manzano, el almendro, el peral, el mirto y casi todos los de esta clase los tienen en las ramas del año anterior; pero, si por acaso alguno de estos árboles concibe y produce frutos en las ramas nuevas (acontece esto en algunos, como el mirto, y especialmente en el desarrollo que tiene lugar después de la salida de Arturo), no llega a cuajar, sino que se malogra a medio camino. Ahora bien, algunos manzanos segunderos y otros árboles frutales los producen en las ramas nuevas y en las del año anterior; así se comporta el ólynthos 166 , que madura sus frutos y produce higos en las ramas nuevas.

Es peculiarísima la producción de frutos en el tronco, [2 ] como en el del moral, pues dicen que en éste el fruto sale del tronco. Otros dicen que también nacen de la misma manera en las ramas de árboles, como el algarrobo; porque este árbol da fruto en las ramas, aunque no mucho. Llaman algarrobo al árbol que produce los llamados higos «egipcios». Hay árboles y plantas, en general, que producen fruto en las extremidades, otros en los lados y algunos en ambas partes. Pero es más corriente la producción de fruto en la cima en otras plantas que en los árboles, por ejemplo, entre los cereales, los que tienen cascabillo, y entre los arbustos, el brezo, el aligustre 167 , el sauzgatillo y algunos otros, y entre las hortalizas, las que tienen raíces bulbosas. Entre las plantas que producen el fruto en ambas partes hay ciertos árboles y hortalizas, como el bledo 168 , el armuelle 169 y la berza. Decimos «árboles», porque también el olivo, que es un árbol, se comporta así, y dicen que cuando produce el fruto en el extremo está testimoniando su fertilidad. También la palmera fructifica, en cierta manera, en la extremidad, pero este árbol tiene las hojas y los brotes en la copa; porque, sin duda, toda su fertilidad reside en ella. Así, pues, hemos de intentar examinar, partiendo de estas consideraciones, las diferencias que pueden apreciarse en las diversas partes de las plantas.

[3 ] Las diferencias que afectan a la sustancia entera de la planta parecen ser las siguientes: las hay cultivadas, las hay silvestres. Unas son fértiles, otras estériles. Las hay de hoja persistente, las hay de hoja caduca, como dijimos, y otras carecen'totalmente de hojas. Hay plantas que producen flores, otras no. Las hay que entallecen y enfrutecen tempranamente; otras son tardías en producir tallos y frutos. Hay otras diferencias parejas a éstas. Tales diferencias se aprecian, sin duda, en las partes o son connaturales a ellas. Pero la distinción más característica y, en cierta manera, mayor es la que se da también en el reino animal: que unas plantas son acuáticas y otras terrestres. Porque hay un género de plantas que sólo puede prosperar en la humedad, mientras que otras, si se cultivan en tierra firme, pierden sus características y se hacen inferiores. Hablando en términos generales, hay muchas formas de árboles y de plantas que dependen del género a que pertenecen.

[4 ] Porque casi ningún género está constituido por una sola forma, sino que las plantas llamadas cultivadas y silvestres son las que manifiestan de manera más clara y sobresaliente esta diferencia, por ejemplo, higuera/cabrahígo, olivo/acebuche, peral/piruétano. En cada una de estas parejas hay diferencias entre los frutos y las hojas, entre las demás formas y partes. Mas las plantas silvestres son casi todas innominadas: pocos las conocen. En cambio, la mayoría de las cultivadas tienen nombre y su conocimiento está más generalizado. Me refiero, por ejemplo, a la vid, a la higuera, al granado, al manzano, al peral, al laurel, al mirto y otras; porque, cuando el uso de algo se divulga, se hace obligado el examen de las diferencias.

Pero ésta es la peculiaridad respectiva de cada una [5 ] de estas dos clases: en las plantas silvestres la única o principal diferencia consiste en que son o machos o hembras, pero en las plantas cultivadas se advierten más características. Es más fácil, en el primer caso, apreciar y enumerar las formas; en el segundo es más arduo a causa de la muchedumbre de aspectos diferentes.

Mas hay que intentar contemplar las diferencias de las partes y las demás cuestiones que pertenecen a la naturaleza de las plantas. Pero importa hablar seguidamente de la generación, porque es el complemento natural de lo que ya hemos dicho.


1 Ficus sycomorus L. Es el sicómoro de Egipto, del que vuelve a hablarse en IV 1, 5; 2, 1-2 y 2, 4.

2 La leguminosa llamada, en español, «almorta», «tito», «guija» o «muela» y, científicamente, Lathyrus amphicarpus L. tiene flores y frutos epígeos e, igualmente, otros frutos en estolones subterráneos, como también la Arachis hypogaea L., es decir, el cacahuete.

3 Colocasia esculenta (L.) Schott (C. antiquorum [L.] Schott, Arum colocasia L.). Es planta herbácea, de la familia de las aroideas, de raíz comestible si se cuece, porque, fresca, es acre y de mal sabor. Es oriunda de la India e Indochina.

4 Es la pinácea Abies cephalonica Loudon, es decir, el abeto griego.

5 Hongo (Fungus ) se refiere a cualquier especie de hongo, mientras que trufa o criadilla de tierra es Tuber cibarium L., ascomiceto de gran importancia económica por su exquisito sabor. Cf., también, I 6, 5 y 6, 9. FORTES sólo da el género.

6 El apio, Apium graveolens L., es una umbelífera comestible, muy empleada en todos los tiempos. El apio silvestre o caballar es el Smyrnium olusatrum L. En tiempos fue también cultivado.

7 Menestor es un filósofo de Síbaris, secuaz de Pitágoras, contemporáneo de Empédocles, que escribió de botánica.

8 Teofrasto cita, muchas veces, diversos géneros de palmeras, pero, casi siempre, con la palabra phoînix se refiere a la llamada por los botánicos Phoenix dactylifera L.

9 La cañaheja o cañaferla es la Ferula communis L., bien conocida de los griegos, a quienes recordaba la proeza de Prometeo, el cual encerró en ella el fuego que robara a Helios.

10 La palabra griega raphanís designa a la crucífera Raphanus sativus L.

11 La palabra corresponde a la griega drŷs , que tiene un campo semántico dilatadísimo, como veremos, pero aquí se refiere al roble, es decir, al Quercus robur L.

12 Es el Populus nigra L., salicácea, cuyas yemas se utilizan hoy en la fabricación del ungüento de populeón, que es un calmante.

13 Es la rosácea Pyrus communis L. var. sativa . En otros lugares, que señalaremos oportunamente, se habla del «peral silvestre» o «piruétano».

14 La vid de este párrafo es la vitácea Vitis vinifera L.

15 Encontraremos, repetidas veces, la fagácea Quercus suber L., es decir, el alcornoque.

16 Es la oleácea Olea europaea L., cuya forma silvestre es el acebuche, del cual hablará en su lugar Teofrasto.

17 Figura en esta Historia con frecuencia un árbol como la higuera, Ficus carica L., cuyos siconos o higos constituían un elemento importante de la dieta alimenticia de los atenienses.

18 Se trata del arbusto rosáceo, que corresponde, en botánica, a Rubus ulmifolius Schott. Se volverá a citar en diversos pasajes de los libros I, III, IV y VI.

19 Lo que los ingleses y españoles llaman «espina de Cristo», lo llamaremos nosotros «paliuro», por no incurrir en manifiesto anacronismo. Se corresponde esta planta con el Paliurus spinachristi Miller (P. australis Gaertn).

20 Es una labiada, la Satureia thymbra L., planta de adorno y de condimento.

21 Es la rutácea, de fuerte olor, llamada Ruta graveolens L.

22 Es la Lavatera arborea L., malvácea, conocida en español con el nombre de «malva arbórea».

23 Quenopodiácea conocida con la denominación de Beta maritima (L.) Arcangeli.

24 El agno-casto o sauzgatillo es una verbenácea conocida con el nombre científico de Vitex agnus-castus L. Crece a orillas de los ríos, por lo cual hay quien lo confunde con el sauce.

25 Es la Hedera helix L., tan celebrada por los poetas griegos como adorno de la testa de Baco.

26 Myrtus communis L. Se le llama también «arrayán», palabra árabe (arraihan) que significa «el aromático». Los frutos en baya, carnosos, tirando a negros (los mirtones) son comestibles. En sus hojas se ven glándulas transparentes, que son muy aromáticas.

27 Es la betulácea conocida con el nombre científico de Corylus avellana L. Aquí se refiere Teofrasto al avellano silvestre. Hay lenguas, como el inglés, que tienen distinta palabra para designar al arbusto silvestre y al cultivado. Llaman los ingleses al primero hazel y al segundo filbert , porque madura sus frutos hacia el 22 de agosto, día de San Fili-berto . También el español posee duplicidad de nombres, pues al avellano silvestre se le llama «nochizo».

28 El manzano es, como se sabe, la rosácea Malus domestica Borkh. (Pyrus malus L.)

29 Se trata de la punicácea Punica granatum L., oriunda de Oriente y de la India.

30 Es la crucífera Brassica cretica Lam.

31 Se trata del filósofo Hipón de Samos.

32 Elefantina es una isla del Nilo entre Siene y la Pequeña Catarata.

33 Pinus , es la palabra genérica de la conífera.

34 Ilex aquifolium L., es un arbusto aquifoliáceo, con hojas coriáceas, brillantes, orladas de espinas largas, con fruto en drupa, globosa y roja.

35 Capparis spinosa L., es una planta rastrera perteneciente a la familia de las caparidáceas, cuyos frutos, previamente aliñados, son comestibles.

36 El altramuz, del que se trata aquí, es la leguminosa Lupinus albus L.

37 El peral silvestre o piruétano es la rosácea Pyrus amygdaliformis Vill. var. pyraster .

38 El olivo silvestre es la oleácea llamada también «acebuche», que los botánicos dicen Olea europaea L. var. silvestris Brot. Está en lo cierto Teofrasto al decir que los árboles silvestres tienen el fruto más desabrido. En algunas especies, como el acebuche, son incomibles. Teofrasto distingue entre kótinos y agriélaios , ambos, acebuches. El primero es el nacido de su mismo ser, el segundo es el nacido de la semilla del olivo doméstico.

39 Se refiere al sauce en general, a la salicácea del género Salix sp.

40 Este plátano que vive cerca del agua es el Platanus orientalis L. De la hibridación con el P. occidentalis L. se obtiene el P. hybrida Brot., platanácea tan corriente en España.

41 El «tamarisco», «tamariz», «taray», «taraje», «atarfe», que de todas estas maneras le llaman, es aquí el arbusto Tamarix tetandra Pallas, de la familia de las tamaricáceas.

42 Entre las betuláceas se cita aquí al Alnus glutinosa (L.) Gaerth, cuya corteza proporciona materias tánicas. En las raíces se suelen alojar los esporozoos Plasmodiophora alni y Frankia subtilis que originan tumores.

43 Se entiende que porque la marea los cubre parcialmente.

44 La albarrana o cebolla albarrana es una liliácea, cuyos cascos se emplean en medicina como diuréticos. Los botánicos la llaman Urginea maritima (L.) Baker, y tiene flores amarillo-pálidas sobre un escapo de un metro.

45 Esta liliácea, que los botánicos llaman Asphodelus ramosus L., se conoce también en español con el nombre de «gamón», o «varita de San José». Para los griegos era una planta funeraria, que figura ya en la Odisea (XI 539 y 573) cubriendo la llanura por donde deambulan los muertos.

46 Es la cupresácea Cupressus sempervirens L.

47 La laurácea Laurus nobilis L., es arbusto muy abundante en todas las épocas en Grecia. Es arbusto de Apolo y adorno de los atletas triunfadores.

48 Esta tiliácea, Tilia platyphyllos Scopuli o T. tomentosa Moench, crece espontánea, pero también se cultiva como árbol ornamental, cuyas inflorescencias y brácteas se usan en infusión como sedante.

49 El roble silvestre, roble de escamas grandes o macrolepis es la fagácea Quercus macrolepis Kotschy (Q. aigilops auct.), cuyas cúpulas son ricas en tanino.

50 Es el Arbutus andrachne L., ericácea, «madroño oriental» en español.

51 Este madroño, Arbutus unedo L., es distinto del anterior. Sus frutos rojizos se consumen frescos.

52 Se refiere aquí a la caña común, que es la gramínea Arundo donax L.

53 Triticum aestivum L. (T. vulgare [Vill.] Host), el principal cultivo del Ática y de la llanura de Tesalia.

54 Es la gayomba o Spartium junceum L., arbusto perteneciente a la familia de las leguminosas. Tiene flores grandes amarillas, olorosas y en racimos colgantes.

55 Aquí se refiere a la liliácea Allium cepa L., de la que Teofrasto distingue algunas variedades.

56 El Lolium temulentum L. o cizaña es una mala hierba, una gramínea que crece entre el trigo. La harina de su semilla es venenosa.

57 Es la ramnácea Rhamnus sp. de la que Teofrasto citará varias especies.

58 Es el Conium maculatum L., umbelífera muy venenosa por sus alcaloides.

59 El Juniperus oxicedrus L., que debe traducirse por «enebro oxicedro», «enebro de la miera», «broja».

60 Es la ulmácea Celtis australis L.

61 «Anea», «enea», «nea», «espadaña»: todos estos nombres recibe en español la tifácea Typha latifolia L.

62 Se refiere al género Juncus sp.

63 La juncia larga o de olor, de la que aquí se trata, es la ciperácea Cyperus longus L.

64 Es la ciperácea llamada Carex riparia Curtis o Butomus umbellatus L., como propone Fortes.

65 Son setas pertenecientes al género Fungus sp.

66 Buxus sempervirens L., es un arbusto euforbiáceo, según unos, y quelastráceo, según otros, de hojas persistentes, coriáceas y de madera amarilla muy dura, utilizada en xilografía. Es planta venenosa para el ganado. El veneno, contenido en todas sus partes, es la buxina, que provoca vómitos y diarrea.

67 Árbol de la familia de las abenáceas. Es el Diospyros ebenum L., de madera maciza, de mayor densidad que el agua, muy negra en el centro.

68 Es la caprifoliácea Sambucus nigra L., arbusto de grandes hojas compuestas pinnado-partidas, flores blancas en cimas corimbiformes y fruto en baya, negro en la madurez.

69 Aquí se trata del pino de Alepo, Pinus halepensis Miller.

70 El abeto blanco es el Abies cephalonica Loudon.

71 La palabra griega peúkē significa, unas veces, «pino» y, otras, como aquí, una clase de abeto, la «picea».

72 Es un arbusto de la familia de las cornáceas, el Cornus mas L., de drupas rojas y comestibles.

73 Es un árbol achaparrado, parecido a la encina, conocido en botánica con la denominación de Quercus coccifera L.

74 Es el laburno, o lluvia de oro, un arbusto de hermosas flores amarillas, designado por los botánicos con el nombre de Laburnum anagyroides Medicus (L. vulgare J. Presl.). Es árbol venenosísimo en todas sus partes, pero sobre todo en sus semillas.

75 Es la morácea Morus nigra L., oriunda de Asia central, de fruto en polidrupa, comestible y negro cuando maduro.

76 Es la rosácea Prunus dulcis (Miller) D. A. Webb (P. amygdalus Batsch).

77 De ella se habló en I 1-11.

78 La Langermannia gigantea Batsch ex Pers. (Lycoperdon giganteum Pers.) (Calvatia gigantea Pers.) Lloid, de forma globosa, comestible de joven, como todas las especies de este género, es un hongo basidiomiceto.

79 La trufa de verano es un ascomiceto llamado Tuber aestivum Vitt.

80 Por su dudoso sentido, omitimos la traducción de una palabra corrupta. La cebada es la gramínea Hordeum sativum Jess, de alto valor económico en todas las épocas. SPRENGEL , cree que es: H. vulgare L.

81 Es la poligonácea Rumex patientia L. Es la hierba de la paciencia o romaza hortense. También se llama en español «ruibarbo de los monjes», que se corresponde con el inglés Monk’s rubard . Es planta comestible.

82 Se trata de la crucífera Brassica rapa L.

83 El aro es una arácea, el Arum italicum Miller, que se llama también «llave del año», «rejalgar».

84 Aquí no se refiere al Crocus sativus L., o azafrán cultivado, sino, en general al género Crocus sp., que abarca muchas especies.

85 Es la crucífera Eruca vesicaria (L.) Cav. subsp. sativa (Miller) Thell. (Eruca sativa Miller).

86 Es la labiada Ocymum basilicum L., que ha sido en la Antigüedad hierba de significado erótico y funerario. Es hierba aromática que actualmente se emplea como especia y para aromatizar el chartreuse.

87 Es palabra usada en sentido lato para designar cualquier planta herbácea, quizás una hierba determinada, que luego el autor olvida mencionar.

88 La grama es la gramínea Cynodon dactylon (L.) Pers.

89 Es el Muscari comosum (L.) Miller; es el guitarrillo o nazareno, una planta liliácea, de flores violadas, con un penacho terminal de pedúnculos violáceos.

90 Es bien conocida esta liliácea, Allium sativum L., por su virtud alimenticia y medicinal.

91 Colchicum parnassicum Sart. Orph. et Heldr. Se llama también a esta liliácea «azafrán bastardo».

92 El nombre científico de esta poligonácea es Polygonum maritimum L.

93 Umbelífera conocida en botánica con el nombre de Ferula tingitana L.

94 Cachrys ferulacea (L.) Calestani (Prangos ferulacea [L.] Lindley).

95 Se supone que se trata de la leguminosa Vicia sibthorpii Boiss., que se compara al árakṓdes que debe de ser el Lathyrus tuberosus L., guija tuberosa, nocejas, oncejas, con tubérculos negros, carne blanca y comestible, aunque de poco valor.

96 Iris pallida Lam.: iris o lirio pálido, cuyos rizomas desecados adquieren delicado perfume a violetas y constituyen la droga llamada Rhizoma iridis .

97 Esta higuera es una morácea conocida como Ficus bengalensis L. En español se llama «bayán» o «higuera de Bengala». Tiene una altura de unos 30 m. Sus raíces aéreas, al alcanzar el suelo y penetrar en él, se convierten en verdaderas columnas, provistas de raíces, con las que se mantienen unidas al tronco primitivo. De esta manera un solo árbol origina bosques completos. Las hojas son coriáceas, de color verde oscuro, de unos 20 cm. de longitud. Los frutos son rojos y esféricos. Es oriundo este árbol de la India.

98 SPRENGEL cree que esta herbezuela es la Fragaria vesca L., a la que también parece referirse PLINIO , Hist. nat . XXI 17, 64: Circa Opuntem Opuntia est herba, etiam homini dulcis; mirumque e folio eius radicem fieri, ac sic eam nasci .

99 La ostrýa es el carpe negro, Ostrya carpinifolia Scop. Es árbol que se encuentra en el Sur y Sureste de Europa. Pertenece a la familia de las coriláceas. Su fruto se parece al del lúpulo.

100 Es la cornácea Cornus sanguinea L., arbusto de unos 3 m. de altura que recibe los nombres de «cornejo hembra», «sanguiñuelo», «sanapudio».

101 Se trata del Ficus caprificus Risso, empleado en la caprificación de la morácea Ficus carica L., la higuera.

102 Hay una laguna en el texto.

103 Ulmus glabra Hudson, ulmácea llamada «olmo de montaña».

104 Laguna en el texto.

105 Conífera con el nombre científico de Juniperus foetidissima Willd. La sabina es la cupresácea Juniperus phoenicea L. Las hojas de este árbol o arbusto son escamiformes, opuestas, verticiladas de tres en tres, de 1 mm. de longitud, de color verde plomizo o azulado. Los frutos son esféricos, de 6 a 8 mm. de diámetro con seis escamas. Suele tener una altura de 3 a 5 m. La forma de esta planta es, aproximadamente, cónica con ancha fronda en la base. De la sabina vuelve a hablar Teofrasto en diversos pasajes del libro III; en 1, 3 del IV, en varios del V y en IX 1, 2. El autor señala las semejanzas y diferencias de esta cupresácea, que él llama árkeuthos , con las diversas clases de cedro.

106 El tejo es una conífera: Taxus baccata L., tiene arilos carnosos, comestibles, aunque es venenosa la semilla y todo el resto del árbol.

107 Se trata del Quercus ilex var. agrifolio .

108 Es el labiérnago negro Phillyrea latifolia L. (Ph. media L.), arbusto de las oleáceas, con fruto en drupas globosas y negruzcas, del tamaño de un guisante.

109 El aladierno, Rhamnus alaternus L., es un arbusto perteneciente a la familia de las rámneas.

110 En castellano, mejor «espino de fuego». Es una rosácea que se llama Pyracantha coccinea M. J. Roemer (Cotoneaster pyracantha Spach.).

111 El madroño híbrido es una ericácea resultante de la hibridación de Arbutus andrachne L. x A. unedo L. → Arbutus x andrachnoidea Link.

112 Pistacia terebinthus L.

113 La denominación es traducción literal del griego dáphnē ágria , pero en español es mejor llamarla «adelfa» o «baladre». Es planta apocinácea muy venenosa: Nerium oleander L.

114 Es el espino perteneciente al género Rhamnus .

115 kedrís es como un diminutivo de kédros , o sea, un Juniperus communis L., enebro común.

116 Es la rosácea Rosa gallica L. (R. centifolia L.), rosa común, la rosa de cien hojas.

117 Se trata de la crucífera Matthiola incana (L.) R. Br., en español, el «alhelí encarnado».

118 Artemisia arborescens L. Es una compuesta, cuya denominación se corresponde con la de «ajenjo moruno». Quizás mejor: Santolina chamaecyparissus L., según Fortes.

119 Es la labiada Origanum majorana L.

120 Es una especie de tomillo muy ramificado y tendido, es decir, la labiada Thymus sibthorpii Bentham.

121 Es la labiada Origanum vulgare L. (O. viride [Boiss.] Halácsy).

122 Es cualquier amapola del género Papaver sp.

123 El piruétano es el peral silvestre.

124 El ricino es la euforbiácea Ricinus communis L. De sus semillas se obtiene el aceite de ricino, enérgico purgante.

125 Es la Daphne oleoides Schreber: mezéreon, un arbusto timeláceo. O, quizás, Daphne sp. y Thymelaea sp.

126 Es la rosácea Sarcopoterium spinosum (L.) Spach (Poterium spinosum L.), en español, «pimpinela espinosa».

127 La palabra española «siempreviva», Sempervivum tectorum L., es traducción de aeízōon «que vive siempre». Pertenece a la familia de las crasuláceas. Es planta que resiste la sequía y sus flores son inmarchitables.

128 Es el Teucrium polium L., labiada que en español se llama también «zamarrilla» o «polio». Antiguamente era un ingrediente de la triaca.

129 Se refiere a la Hyphaene thebaica (Del.) Mart, palmera originaria del Alto Egipto, Sudán y Kenia. Es, prácticamente la única que posee tallos ramificados y puede alcanzar 15 m. de altura. Las ramificaciones son dicotómicas, bifurcadas y cada una de ellas lleva en el extremo una roseta de hojas en abanico, no muy grandes, con pequeñas espinas y segmentos agudos. Las más externas son decididamente colgantes. Los estípites son delgados y lisos, sólo parcialmente recubiertos por las bases de las hojas caídas. Su porte general francamente distinto de las restantes palmeras. Las flores son unisexuales y producen unos frutos (drupas amarillo-anaranjadas) comestibles y perfumadas». Esta descripción está tomada de P. LANZARA y M. PIZZETTI , Guía de árboles , trad. esp., Ed. Grijalbo, Barcelona, 1979.

130 La zarzaparrilla es una liliácea llamada por la ciencia Smilax aspera L.

131 La palabra griega pterís designa al Dryopteris filix-mas (L.) Schott (Nephrodium filix-mas [L.] Strempel).

132 Picnomon acama (L.) Cass. (Cnicus acarna L.). En español, «cardo blanco».

133 Se trata de Drypis spinosa L.

134 La palabra griega ákanos designa el «cardo de liga» o «camaleón blanco», compuesta, que en botánica es Atractylis gummifera L.

135 Se refiere el texto a la liliácea Asparagus acutifolius L., llamado vulgarmente «espárrago triguero».

136 La achicoria, chicoria o almirón amargo es una compuesta, el Cichorium intybum L., que crece espontánea, pero que se cultiva también actualmente para utilizar su raíz pulverizada como sucedáneo del café.

137 Es la compuesta Lactuca serriola L. (L. scariola L.) con hojas espiniscentes que contienen abundante látex en todas las partes de su anatomía.

138 Es un arbusto siempre verde, de la familia de las esmiláceas, cultivado en los jardines. Su nombre científico es Ruscus hypophyllum L. El nombre de la especie (de hypó «debajo» y phýllon «hoja») indica que esta liliácea tiene las flores insertas en el envés inferior de los cladodios. Carece de brácteas foliáceas. Se encuentra en Gibraltar y Algeciras.

139 Lo comprendido entre paréntesis es una digresión.

140 Es la rosácea Prunus domestica L.

141 Se trata de la cucurbitácea Cucumis sativus L.

142 El algarrobo es la leguminosa Ceratonia siliqua L., árbol propio de la región mediterránea, cuyo fruto en legumbre (algarroba) es comestible. Se utiliza, sobre todo, para la alimentación del ganado.

143 El árbol del amor se llama también en español «árbol de Judea» y «árbol de Judas». Es el Cercis siliquastrum L. de los botánicos, de la familia de las leguminosas. Ofrece la particularidad de que sus bonitas flores rosadas aparecen antes que las hojas y se insertan directamente sobre los tallos.

144 De lo dicho por el autor se deduce que se trata de una planta, árbol o arbusto de las leguminosas, tal vez el Cytisus aeolicus Guss.

145 El mijo es una gramínea, Panicum miliaceum L., que se cultiva por su cariópside alimenticio, cuya harina se aprovecha para preparar las gachas.

146 El Sésamo, llamado también «ajonjolí» y «alegría» es una planta pedaliácea: Sesamum indicum L., cuyas semillas son comestibles. De ellas se puede extraer cerca del 50% de un aceite muy estimado.

147 El eneldo o aneldo, Anethum graveolens L., es una planta umbelífera usada como condimento.

148 Coriandrum sativum L.; es una planta herbácea, umbelífera, usada como condimento y en medicina.

149 Es la umbelífera Pimpinella anisum L., llamada también «matalahuga», usada actualmente para aromatizar el aguardiente.

150 Es la umbelífera Cuminum cyminum L., cuyas semilas se emplean como condimento.

151 Es la umbelífera Foeniculum vulgare Miller, de grato olor característico.

152 El cártamo, llamado también «alazor» es la compuesta Carthamus tinctorius L. Tiene las flores del color del azafrán y se usan para teñir. Las semillas son un buen pienso para las aves.

153 Es la cucurbitácea Cucurbita maxima Duchesne, llamada también «confitera», o «totanera».

154 Es la cucurbitácea Lagenaria siceraria (Molina) Standlye (L. vulgaris Ser.). Es la calabaza de San Roque, que lleva un estrechamiento en toda su superficie media y, una vez seca, se utiliza para llevar vino.

155 El cidro se daba en la antigua Media. El aroma de sus hojas atrajo ya la atención de los griegos, lo mismo que sus frutos. Atrajo también su atención el pistilo rodeado de sus estambres, al que los griegos dieron los nombres de ēiakátē y al que supieron asignar su verdadero papel en la reproducción. Los griegos supieron ver en el ovario del cidro el fruto inmaduro. Observaron, finalmente, que el cidro tenía flor, fruto y hojas en todas las estaciones. A este árbol lo llaman los botánicos Citrus medica L. Es de la familia de las auranciáceas y su fruto es la cidra.

156 Es una labiada, Satureia thymbra L., usada hoy para el aderezo de las aceitunas; de aquí su otro nombre de «tomillo aceitunero»; de ella se habló en I 3, 1, y de ella se hablará más adelante.

157 Una hierba comestible en ensalada, crucifera, parecida al berro: Lepidium sativum L.

158 Es la mostaza blanca Sinapis alba L.

159 Es la compuesta Artemisia absinthium L., de la que se obtiene el licor llamado «ajenjo».

160 Es la compuesta llamada Centaurea salonitana Vis.

161 Océano, por oposición al Mar Mediterráneo.

162 De la enumeración debe excluirse el ciruelo, cuya flor no está sobre el fruto.

163 Teofrasto, conoce dos clases de cártamo: el cártamo cultivado (C. tinctorius L.) y el silvestre (C. leucocaulos Sibth. et Sm.), ambos, compuestas.

164 Es una especie de manzanilla: Anthemis chia L.

165 Para la traducción de este párrafo nos hemos servido de la interpretación léxica de A. HORT , en su artículo «Three emendations in Theophrastus Historia plantarum», Class. Rev . 29 (1915), 35-37. Las enmiendas al texto tradicional son absolutamente necesarias para la recta interpretación del pensamiento de Teofrasto.

166 No hay testimonio de este árbol en ningún texto, pero se deduce que se trata de una higuera. En HESIQUIO , II 746, ólynthos es el «higo maduro».

167 El aligustre o alheña, Ligustrum vulgare L., es una oleácea de hojas parecidas a las del acebuche; tiene flores blancas y frutos negros del tamaño de un guisante.

168 Amaranthus blitum L.; para otros: A. lividus L.

169 Atriplex rosea L. o A. hortensis L.

Historia de las plantas

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