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Prólogo

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POR DEVA BLUE

Los párpados pesan, elevando a hazaña épica el mantener los ojos abiertos. Pero lo consigues, porque esa mujer se merece ser mirada y admirada. No quieres perder de vista todo lo que está haciendo, no te perdonarías perder detalle de todo lo que te está provocando.

No reconoces tu garganta como tuya, pues no le has permitido emitir aquellos gemidos quedos, que a cada segundo se vuelven más sonoros y más desesperados. Sin embargo, ahí están, como una oda, como el estribillo de una canción escrita solo para ella.

Esta vez no puedes resistirlo, cierras los ojos, porque estás muriendo, o eso crees. Y es una muerte dulce y que no temes. Estás rozando el cielo —¿o es su cabello?— cuando sus labios, su lengua, sus dedos… Toda ella juega contigo, mientras sus caricias convierten tu sangre en lava ardiente, que amenaza con arrasar todo a su paso.

El roce de sus labios contra los tuyos, suave comparado con el movimiento ahora frenético de sus dedos en tu interior, te pilla por sorpresa. Te pide, no, te exige que la mires y no puedes desobedecer. Abres los ojos, y te hundes en los de ella. Y es entonces cuando llega, con un último y sonoro suspiro, con un arco precioso de la espalda; el tan esperado orgasmo, ese placer fugaz, que os convierte a ambas en eternas.

***

Parece mentira que, aún hoy, y con la cantidad de erótica que consumimos, el sexo sea un tema tabú, sobre todo para las mujeres. No es raro oír a una mujer negar que ve porno, o que se sonroje porque alguien la pille viendo una escena subida de tono de alguna serie o película —qué mala suerte, que si hay una sola escena en toda la cinta, siempre será en ese momento cuando entre alguien. Y, además, será el polvo más largo del mundo—. También es fácil identificar a esa que lee erótica en el transporte público, porque intentará esconder el título de su novela y mirará a su alrededor cada poco, preocupada, supongo, porque alguien pueda adivinar sus pensamientos. ¿Y soy yo la única a la que sus amigas han pedido que baje la voz cuando hablaba de sexo, aunque el volumen fuese ya moderado tirando a bajo?

Supongo que es un tema de educación; se nos ha enseñado que el sexo es algo sucio, algo de lo que avergonzarse. Marilyn Monroe dijo: «El sexo es parte de la naturaleza. Y yo estoy en armonía con ella». Qué gran verdad. Nadie debería olvidar que todos somos libres de disfrutar de nuestra sexualidad. No hay nada malo en ello, en tener fantasías, en cumplirlas, siempre que sea de forma segura, sensata y consensuada, como bien dice el lema del BDSM, el cual es protagonista de esta novela.

Hay mucho misterio en torno a este mundo, y también mucha confusión. La ignorancia es la madre del atrevimiento, dicen, y si el sexo es un tema tabú, ¿qué decir de esta rama? Pura depravación. O, al menos lo era, hasta que se puso de moda en literatura y cine.

No tengo dedos suficientes —en manos y pies— para contar las muchas novelas de este género que han surgido en los últimos tiempos y eso no es malo, puesto que gracias a ello se ha terminado con varios prejuicios que había contra los practicantes del BDSM. Sin embargo, esto también tiene su parte menos buena, y es que entre tantos títulos —algunos mejores que otros—, Fugace piacere podría pasar desapercibido.

Thais ha sido muy valiente con esta novela. En un mundo literario de amo y sumisa, donde el hombre suele ser el poderoso y la mujer una joven inexperta e inocente, la autora ha roto los esquemas presentando como protagonistas a dos mujeres, ambas fuertes, ambiciosas, decididas. Mujeres con metas y con debilidades; humanas. Mujeres como podría ser yo misma.

Una decisión arriesgada, que puede no gustar a todos los públicos, pero que Thais maneja de forma magistral, consiguiendo como resultado una novela excitante y única. En estas páginas no encontrarás simple sexo sin sentido, sino unas escenas eróticas redactadas de manera deliciosa, con una historia de autodescubrimiento detrás bien definida. Fugace trata, además de lo obvio, de cómo la vida puede cambiarte de la manera que menos esperas. De cómo una pequeña decisión, una palabra o una mirada pueden llevarte a recorrer el camino al que estabas destinada sin saberlo. De cómo el destino, en forma de rubia en este caso, te convierte en lo que realmente eres.

Con una trama diferente a lo visto hasta ahora, una narración ligera, unas dóminas capaces de hacer soñar a cualquier mujer —hasta a las heteros— y un par de relatos inéditos de regalo, este libro que tienes ahora en tus manos es un placer que podrás revivir cada vez que el cuerpo te lo pida.

Así seas de las que gritan cuando hablan de sexo, o de las que tapan el título de su novela; sea cual sea tu orientación sexual o tus gustos; si prefieres el sexo vainilla, si te gusta dominar o prefieres el rol de sumisión, o ambos; si eres hombre —qué desconsiderado de mi parte dirigirme solo a ellas—… seas quien seas, y como seas, deseo sinceramente que disfrutes de este fugace piacere.

Fugace Piacere y otras historias

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