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Оглавление1. La decisión y la acción basadas en la razón
Este primer capitulo esta dedicado a revisar las relaciones de la decisión y la acción; asimismo descubrir el origen y evolución de lo que se considera la corriente dominante en la materia que pone a la razón como el eje de la decisión, para luego referir los excesos y los efectos colaterales que esta forma de decidir y actuar, fría y poco humana, ha dado lugar. En consecuencia, se repasan los llamados a abrir la razón al humanismo, a diversas inteligencias, a la pasión, a la intuición con la intención de renovarla. El capitulo culmina con la identifican los rasgos del modelo de decisión denominado racional puro y su lógica basada en la anticipación de las consecuencias, que a la fecha se ha tenido como la única y la mejor formula, finalizando con una breve exposición de otras lógicas y modelos alternativos que se detallaran en los siguientes capítulos.
La acción y la decisión
Según Savater lo que distingue al humano de otros seres vivos es que actúa, que quiere hacer cosas y que hace las cosas que quiere; actuar para el humano es más que vivir, no es sólo ponerse en movimiento para satisfacer un instinto, es más que eso: es llevar un proyecto que trasciende lo instintivo y donde la acción está vinculada a la previsión, pero también a lo imprevisto. Es una forma emprendedora de responder a las urgencias y demandas de la realidad, pero también de explorarla y descubrir en ella capacidades aún no apreciadas. El ser activo no sólo obra a causa de la realidad, sino que activa la realidad misma, la pone en marcha de un modo que sin él nunca hubiera llegado a ocurrir (2004).
A partir del principio anterior resulta pertinente preguntar ¿Cuáles son las bases y motivaciones de la acción? ¿porqué la gente hace lo que hace y como lo justifica? Las respuestas a estas preguntas conducen a distinguir las cuatro mayores ramas de las teorías de la acción que se muestran en el Cuadro 1.1 inmediato.
Cuadro 1-1 Grandes ramas de la teoría de la acción
Bases de la acción | Oponente: la naturaleza | Oponente: otros jugadores |
Razón y racionalidad | 1.Teoría de la decisión | 2.Teoría de Juegos |
Identidad y reglas | 3.Teorías Institucionales | 4.Teorías Ecológicas |
Fuente: March,1999
De acuerdo con el cuadro anterior, son 4 las teorías que le dan sustento a la acción y que en función a sus bases y oponentes se explican como sigue:
1.Teoría de la decisión: el jugador es racional, primero piensa y luego actúa; juega contra la naturaleza la cual es conocida, al menos la distribución de probabilidades de sus diferentes estados; las decisiones que se toman son acto seguido puestas en practica.
2.Teoría de juegos: el jugador es racional y juega contra otros jugadores, su actuación es por iniciativa propia o por reacción, pero siempre pensando en los otros, sean estos racionales o no, todos juegan dentro de un marco de convenciones legales y sociales.
3.Teorías institucionales: el jugador actúa por iniciativa propia contra la naturaleza, pero de acuerdo con sus identidades y siguiendo reglas fijadas en un sistema de normas generalmente aceptadas, y
4.Teorías ecológicas, el jugador actúa de acuerdo con su identidad y siguiendo ciertas reglas del juego, el juego es contra otros jugadores que están siguiendo las mismas reglas, aunque estas pueden evolucionar con el tiempo (coevolución de los jugadores y las reglas).
Es evidente que ha sido la teoría de la decisión en su modalidad racional, la corriente principal de la acción en las ciencias sociales, es decir, asume que la acción es resultado de elecciones previas hechas por individuos, grupos y organizaciones, incluso una de las pocas definiciones las vincula de manera elegante: la decisión es compromiso para la acción (Langley, Mintzberg, Pitcher, Posada, Saint-Macary;1995) ; adicionalmente, la lógica que subyace a la mayor parte de la teoría de la decisión, es la consecuencial denominada así por el papel fundamental que en ella juega la anticipación del impacto de cada alternativa, es decir, su consecuencia (March,1994).
La segunda gran rama de pensamiento que subyace la acción, son las teorías institucionales, las cuales explican la acción como resultado de seguir reglas socialmente aceptadas derivadas de la identidad y la situación que un actor enfrenta. La lógica subyacente aquí es la denominada lógica de “lo apropiado” que March y Weil (2005) ilustran apoyándose en Don Quijote de la Mancha, el celebre personaje de Cervantes, quien no duda en batirse por una dama cuyo honor ha sido mancillado, precisamente porque esa conducta es la que se espera de un hidalgo; su actuar no esta sujeta a la comparación de la fortaleza o el armamento de su oponente, hacerlo así seria seguir la lógica de las consecuencias.
La teoría de los juegos tiene como base la racionalidad de la conducta de jugadores que luchan entre si; es un tema preferido por economistas, matemáticos y politólogos, con ese conocimiento asesoran a gobiernos en sus intentos por anticipar y desalentar acciones bélicas y competitivas; las teorías ecológicas pueden verse como una prolongación de la teoría de los juegos al incluir mucho mas actores y reglas en el estudio de la acción.
Lo que sigue de este capitulo estará dedicado a la revisión de la teoría e ideología de la decisión racional y su lógica consecuencial, que se asume como antecedente obligado de la acción y la conducta humana, a sus bases filosóficas, a su impacto social, al modelo de racionalidad completa o pura con que opera, a los efectos colaterales que ha suscitado, a las criticas y a las visiones o modelos alternativos que se proponen.
El discreto encanto de la decisión
La primacía de la decisión sobre la acción se ha extendido a partir de la literatura que insiste en que debe ser racional, es decir, estar basada en la razón según un proceso dividido en tres momentos como sigue (Sfez,1987):
•preparación (deliberación),
•decisión (elección) y
•ejecución (acción).
Poco importa insistir en que la decisión es parte de un encadenamiento o un proceso difícil de separar, se le considera como el momento estelar, desdeñándose la ejecución por ser servil y a la deliberación por ser invisible (cognitiva). En general, hay muchos mas intereses representados en la decisión que en la acción o instrumentación, por ejemplo, en un estudio de 55 casos de ejecución de decisiones se encontraron 426 intereses representados en la decisión y 236 en la instrumentación (Miller y Wilson, 2019).
Decidir, asimismo, se considera como una parte importante del ejercicio del poder que concentran las elites y desde esta posición resiste la critica al resaltar sus funciones y ventajas para el individuo y la sociedad como sigue (Sfez,1987):
•permite al sistema operar: el sistema actúa a través de sus actores con la condición de dejarles la ilusión que son sujetos libres y creadores y por ende decisores.
•permite al ciudadano, sujeto pasivo, soportar al mundo; el hombre de todos los días que quiere apasionadamente creer en la decisión como el salvavidas ideológico, intermediario obligado entre la libertad y el determinismo, principalmente cuando ejerce su poder de compra en medio de la publicidad.
•permite fragmentar los actos del Estado: fragmentar para crear contrapesos, fragmentar para permitir la libertad dentro del orden: yo delibero y yo actúo (legislativo y ejecutivo,), yo decido y ejecuto, yo vigilo (ejecutivo y judicial).
•permite separar lo estratégico (largo plazo) de lo operativo (corto plazo); en las organizaciones: la función de la dirección es la decisión y la de los operarios la ejecución.
En el Occidente la decisión en su modalidad racional se encumbró como una ideología; tiene su origen en Grecia donde en diversos modos y grados se identificó a la razón (logos) como una de las características humanas esenciales, una característica superior porque para los griegos la razón era una virtud y la acción razonada conducía al mayor bien; a partir de allí se difunde en una veintena de países esparcidos en tres continentes, los cuales no obstante estar divididos por el idioma, la mitología y sus persistentes rivalidades tribales, finalmente tienen en común su aprecio por la razón como la esencia de la decisión.
Mas adelante la consideración de la decisión como antecedente de la acción, es impulsada por la teoría y la enseñanza de las ciencias sociales, como sigue: i) en economía al definirse como la ciencia de la escasez, la decisión es un momento estelar, por ejemplo, son muy importantes la fijación de precios y la mezcla capital-trabajo en una unidad económica; ii) en la ciencia política, la decisión se le considera como parte del ejercicio del poder al descubrirse que son pocos los que deciden y muchos los que instrumentan y padecen las consecuencias; iii) La antropología y la sociología reconocen que, si bien la decisión se asimila a la libertad, en muchas ocasiones es una ilusión que mantiene funcionando al sistema social, porque, en realidad hay poco o nada que decidir. Otra causa de la importancia de la perspectiva de la decisión es la facilidad con que se experimenta con ella, en psicología, por ejemplo, es frecuente la simulación de situaciones de decisión en las cuales a los participantes se les invita a elegir una vez que se les brinda información sobre diversas alternativas y sus consecuencias (Brunsson, 2007).
La emergencia de las organizaciones en la sociedad también impulsa a la teoría de la decisión como la base para la acción organizacional, más aún, como la perspectiva de la toma de decisiones proviene de la decisión individual, el proceso de la decisión organizacional casi siempre es descrito en los mismos términos que lo individual y la investigación sobre el tema esta basada en las decisiones de poderosos directivos-propietarios o cuando mucho, en coaliciones individuales; es evidente, que en una organización el proceso de decisión se vuelve mas complejo ya que depende de decisiones previas y se sujeta a restricciones fuera del control de los individuos; adicionalmente en las organizaciones con mucha facilidad se separan la elección y la acción, volviendo natural que unos individuos decidan y otros instrumenten las decisiones. En el capitulo dedicado a la decisión y la gestión se abundará sobre la complejidad de la decisión organizacional.
Por otra parte, si bien en la actualidad, existe una amplia investigación empírica que demuestra que hay muchas decisiones que no son racionales y no son insignificantes, pero el gran linaje de las decisiones racionales y su amplia la literatura normativa, no deja ver este importante hecho, en consecuencia, la decisión, según los filósofos se ha reificado, es decir, siendo una categoría abstracta, se maneja como si fuera concreta opacando con ello a la acción que sí lo es, este fenómeno ha sido resultado de una larga historia.
El cultivo de la razón
Casi cinco siglos han pasado desde que se inicio la era caracterizada por la obsesión con el progreso y la insistencia en una forma de pensar que, a falta de mejor descripción, se denomina razón, y con cada día que pasa, mas ideas, estructuras y creencias se cuelgan de la frágil espalda de los escasos conceptos que rodean a la razón, su persistencia podría sugerir que se ha llegado a un acuerdo acerca de lo que es, pero no, en realidad no hay una definición concreta que goce de aceptación general, más aún cuando se introducen términos como racionalidad, racional, racionalismo, racionalización o razonable. A continuación, se hace un breve recuento de la evolución de la razón, mas dos ideas para facilitar su delimitación, una cercana: el interés y una contraria: la pasión.
Etapa clásica
En la antigüedad la idea de la decisión no tenia un lugar definido puesto que en es ese tiempo estaba muy arraigado el pensamiento de que las conductas estaban determinadas por Dios y la autoridad de los Reyes; fueron los griegos los que al introducir el concepto de logos o razón la vinculan con la libertad y la igualdad, con ello surge el dialogo entre compañeros y la argumentación razonada contra el acto mágico, es el nacimiento del compromiso entre iguales y contra los decretos arbitrarios de la autoridad.
Pero la libertad griega, como su idea de democracia, era selectiva, no incluía a esclavos o a los ciudadanos comunes, fueron los primeros cristianos los que insistieron en la igualdad de todos frente a Dios. Tomas de Aquino, al incluir a la razón como una manera de acercarse y conocer a Dios, sienta las bases de la decisión moderna que es la libertad y tendrá su máximo esplendor con Descartes y la Filosofía de las Luces, propia del Siglo XVIII. Descartes con su idea del cogito1 y la autonomía propia del «yo pienso” plantea como sinónimos pensar y razonar. El centro de atención se ha vuelto el individuo pensante y por extensión las buenas leyes responden a la razón, pero las malas no y en contra ellas pueden levantarse los individuos libres. Tal es el panorama de la revolución francesa y el siglo de las luces (Ralston-Saul;1992).
Con la revolución francesa la razón asciende al poder desde el momento en que la vieja estructura de clases (con la realeza y la nobleza a la cabeza) es sustituida por dos nuevos liderazgos que concentran las decisiones o influyen en ella: el tecnócrata y el héroe. Esta tendencia predomina desde entonces, aunque no hay consenso popular, oficial, ni filosófico, que acepte que estas dos son las cabezas complementarias de la estructura del poder racional. El tecnócrata inició su existencia como servidor ideal del pueblo, un hombre liberado de la ambición y del egoísmo, aunque luego, con sorprendente rapidez, evolucionó hasta convertirse en alguien que usa el conocimiento que posee, con un distante desprecio por el pueblo, como se explicará mas adelante (Ralston-Saul,1992).
El héroe fue un fenómeno más complejo, apareció de manera imprevista desde las sombras de la razón, pasando a primer plano cuando el pueblo se impacientaba o aburría con sus gobernantes y la tecnocracia se mostraba incapaz para gobernar. En los momentos de mayor confusión, el héroe salía de las sombras y se presentaba como la cara entusiasta de la razón, el hombre que podía satisfacer las necesidades del pueblo y ganarse su amor, el hombre que podía asumir la dificultosa tarea de razonar, decidir y actuar por cuenta del fatigado y confundido ciudadano.
Atrapados entre los tecnócratas y los héroes estaban los que se consideraban así mismos, auténticos individuos de la razón: los humanistas que se aferraban con firmeza a su sensata moralidad, pero sin la suficiente eficiencia y entusiasmo para resistir en esa lucha entre la lógica fría de la razón y la lógica heroica, no obstante, algunos libraron una acción de retaguardia predicando la tolerancia y la defensa de lo humano, fueron los casos de Pascal Paoli en Córcega, Jefferson en Estados Unidos, el primer ministro Pitt en Inglaterra, Michel de L’Hopital en Francia. Pero la maquinaria racional continuó su camino siendo afirmada por Kant. Un siglo después Nietzsche demostró que la razón estaba dominada por la pasión y los superhombres como Napoleón, que precisamente había cabalgado a lomos de la razón y en nombre de ella había reorganizado y gobernado Europa, estaban envueltos en la pasión por lo legal y lo administrativo (Morin, 2015).
Los filósofos moralistas franceses de la Antigüedad impulsaron la razón al considerarla como una de las motivaciones de la conducta humana, junto con la pasión y el interés. A la razón la concebían por sus atributos de búsqueda de la verdad y de justicia; a la pasión como la que agrupa los sentimientos nobles, pero también los estados de locura, de excitación sexual y de intoxicación; mientras que el interés lo refieren como la inclinación humana por lo material, pero también por lo inmaterial, como la búsqueda del honor o gloria, por ejemplo. Las tres motivaciones tienen interesantes interacciones y comparaciones en cuanto a su fuerza, por ejemplo, razón y pasión son opuestas y se dice que ésta ultima fácilmente se sobrepone a la primera, también a la pasión se le considera como una poderosa aliada y guía del interés, precisamente esta última motivación es la que va a permear en las teorías de los economistas modernos fundadas en el homo economicus, que se comentará líneas abajo. Es importante notar que, en aras de la razón, la pasión dejo de estudiarse no obstante su capacidad para apoyar o socavar las mejores intenciones (Elster, 2011).
A partir del siglo dieciocho se registra un progreso material importante junto con una mayor armonía social, es la época de los avances científicos como la creación del cálculo infinitesimal2 un método matemático general, novedoso y susceptible de ser aplicado a una enorme cantidad de problemas, el cual tanto por la técnica a que dio lugar, como por su notación, se asoció a la decisión y ésta se volvió productiva, inaugurando así una tendencia que liga a la razón con la ciencia y al método científico y en este campo a la razón se le define como un sistema de organización de conocimientos; es el tiempo de la ciencia clásica donde leyes, causalidad y determinismo son atributos constitutivos del mundo objetivo y la inteligibilidad se justifica como un reflejo propio del ser y la verdad del mundo (Nepote, 2011).
Etapa moderna
Si bien en una sociedad basada en la fe y en la revelación, la Iglesia es la institución sagrada al simbolizar la glorificación de Dios y el humano acepta su guía divina; pero en una sociedad moderna basada en la razón, en la racionalidad y en una concepción de que es el humano quien controla su destino, la toma de decisiones se vuelve la institución sagrada. El mundo es imaginado como producto de la intención y acción humana deliberada, que la intención se transforma en acción mediante la decisión y en general, que cualquier elección es guiada por la razón (March,1994).
En la modernidad, la ciencia avanza con dos pilares: la experiencia, cuya veracidad se alcanza mediante la experimentación, y la inteligibilidad, que debe traducirla en términos racionales, es decir, en conocimiento organizado. Pero la articulación entre lo empírico (los hechos) y lo racional (lo científico, el conocimiento organizado) no es inmediato, ni fácil; unas veces, para que sea racional se manipula el conocimiento y la realidad empírica se simplifica; otras veces, una concepción racional previa se “maquilla” y se presenta como una nueva teorización; en otros términos, lo que se hace es una especie de racionalidad ad-hoc, que a la larga se va convirtiendo en racionalización, o peor, en racionalismo: una visión de que el mundo es evidentemente racional y el “ser” del mundo obedece a una legislación universal de orden.
El siglo XX es el del encumbramiento de la razón, pero también de estallidos de violencia y distorsiones del poder sin precedentes. Cuando se argumenta que nuestra civilización esta construida para evitar la barbarie, cuesta trabajo aceptar, que el asesinato de seis millones de judíos haya sido un acto totalmente racional, en el sentido de que fue planeado (Bauman,1989). Esmeradamente, racionalmente, a decir verdad, atribuimos la culpa de nuestros crímenes al impulso irracional, cerrando los ojos al malentendido central y fundamental: la razón, que es un marco mental fácil de controlar por la pasión y por quienes se sienten libres del peso del sentido común y del humanismo.
Debe reconocerse, por otra parte, que el cultivo de la razón impulsó el progreso material y en lo social impulsó el debate entre temas importantes como la disyuntiva entre la libre empresa y la planificación económica nacional; el dilema entre la construcción del progreso mediante la conciencia planificadora o el desarrollo empírico de las leyes del mercado y la libertad individual. El debate entre las ideas anteriores fue abordado bajo la sombra del marxismo y el liberalismo económico, subyaciendo en el fondo el campo de la decisión: las obras y acciones o son de la autoría del sujeto individual, es decir del empresario, actuando en un espacio de libertad como es el mercado, o bien, son del proletariado como sujeto colectivo que, por su conciencia de clase, cree que tiene el derecho de cambiar el orden del mundo, mediante la planificación. Evidentemente, los contenidos de los proyectos son diferentes, pero la racionalidad, la normalidad y las formas de organización son idénticas (Sfez, 1987).
En los países de economía capitalista, la razón se convirtió en franco racionalismo: la visión de un mundo enteramente racional cuya esencia obedece a un orden universal; la consigna que lo que es real es racional y viceversa a tenido dos consecuencias: i) en lo sagrado, la sociedad se secularizó eliminando mitos y supersticiones; y ii) en lo profano, la industrialización, la urbanización, la burocratización y la tecnificación de la sociedad, justificando con ello la manipulación de personas, al ser tratadas como cosas en aras de los principios de orden, de economía y de eficiencia. La racionalización cobró mayor fuerza en la era neoliberal que inicia en la década de los 80 del siglo pasado y sólo ocasionalmente fue atemperada por el humanismo y el pluralismo de las fuerzas sociales agrupadas en sindicatos y partidos políticos.
En el fin del Siglo XX la razón se distingue por la coherencia lógica de una idea o de una teoría y por su adecuación a la experiencia, que tiene como consecuencia la racionalidad que es la manera de pensar basada en el uso de la razón (Morin,2015), pero pese a sus consecuencias inesperadas antes comentadas, las modificaciones aún son tenues como , por ejemplo: se rechaza la linealidad de los fenómenos gracias a los avances de la cibernética y el pensamiento sistémico, pero en lo general persiste la idea que lo normal es pretender que las decisiones logren eficiencia-utilidad en las acciones, es decir que la razón este al servicio del interés, un ejemplo patético de esto persiste en las industrias farmacéutica y alimenticia, cuando producen y administran de manera indiscriminada antibióticos al ganado, no tanto porque hayan animales enfermos sino para que engorden mas rápido, la consecuencia es que las bacterias desarrollan defensas contra estos medicamentos y luego son transmitidas a los consumidores, trabajadores y comunidad circundante de las granjas3 .Queda claro que en este caso la razón se vuelve completamente instrumental, un pistolero a sueldo que puede emplearse al servicio de cualquiera de las metas que se tengan, buenas o malas (Simon,1989).
En el campo de las ciencias sociales, la racionalidad introdujo interesantes cambios, en primer lugar gracias a la Teoría General de los Sistemas se empiezan a vislumbrar el carácter organizacional de la decisión y a concebirla como vinculada a otras de similar y diferente magnitud, aunque todas ellas dentro de un marco de una finalidad global dada; la planificación es justamente la preparación agrupada de las decisiones para el logro de la coordinación y orden en medio de la complejidad del sistema.
March y Simon (March y Simon,1958; Simon, 1997) son los que admiten por primera vez los limites cognitivos de la racionalidad (racionalidad limitada) y plantean que tanto los individuos como las organizaciones mas que maximizar se conforman con alternativas cuyas consecuencias satisfacen algún criterio previamente establecido. El concepto de racionalidad limitada es un cambio apreciable, pero poco divulgado, no obstante, se aplica —aunque no se reconoce— de manera cotidiana por directivos de empresa.
Ya en las postrimerías del siglo pasado, empieza a visualizarse que la decisión no es ya la bella elección en línea recta que genera productividad y progreso proviniendo de un ser libre; se cobra conciencia que el individuo ya no es acertado, que la sociedad tiene un futuro incierto, ha comenzado la era de la incertidumbre que enrarece la información, el principal insumo de la decisión y por ende la debilita, su agonía es pues la agonía del liberalismo clásico, de sus frivolidades y de sus obras (Sfez, 1987).
El racionalismo y sus consecuencias
Algunos pensadores empiezan a advertir que la racionalidad al no integrar la ética, la política y los sentimientos, conduce a los excesos y a deformaciones en la teoría y la práctica como son el homo economicus y el tecnócrata que enseguida se comentan.
Homo economicus: hombre acertado
El homo economicus, es un concepto fundamental de la economia del liberalismo clásico, es el individuo de ideas claras que sabe efectuar sus selecciones con discernimiento. Como consumidor escoge los mejores productos al mejor precio, como productor sabe fabricar los productos mas adecuados conforme a las materias primas y a la tecnica que dispone y hacerlos al gusto de los consumidores. Como ciudadano, sabe elegir a los mejores representantes y asi designar a los mejores funcionarios. Como representante o ministro, sabe efectuar las selecciones colectivas o individuales mejor adaptadas al estado de una sociedad.
El homo economicus representa tres cualidades: esta completamente informado, es infinitamente sensible y es racional. Completamente informado porque conoce no solo el curso de la actividad que emprende, sino también todas sus consecuencias; infinitamente sensible porque percibe todas las variaciones de su ambiente, hasta las mas imperceptibles; es racional en dos sentidos: pone orden en su ambiente y decide de manera que logra obtener el máximo de utilidad. Poner orden significa tener una clara preferencia, propósito o funcion de utilidad, de manera que puede clasificar las alternativas y finalmente elegir la mejor, la optima (Sfez,1987).
Pero este homo economicus es y siempre ha sido una ilusión por sus bases conceptuales y por sus resultados en la práctica. Con respecto a lo primero, se refiere a las bases cartesianas de linealidad, la racionalidad y libertad, que se esquematiza como sigue:
Figura 1-1: Linealidad de la decisión Fuente: Sfez,1987.
De acuerdo con la figura anterior, la acción necesaria (E) para la satisfacción de un deseo es siempre precedida por la percepción de la necesidad (C), la preparación (d) y la decisión (D); siendo las desviaciones posibles a esta lógica las siguientes (Sfez,1987):
•ausencia de E : veleidad: reflexión sin acción.
•ausencia de d y D: bestialidad: acción sin deliberación.
•ausencia de D y E: intelectualismo: deliberación sin acción.
Adicionalmente al homo economicus se le cuestiona su énfasis en la causalidad u ordenamiento necesario, el orden es un asunto de razón y la libertad, para que el sujeto siga libremente los dictados de la razón. Por último, sus criterios de progreso y ganancia-eficacia que guían la acción, tienen serias dificultades de cumplirse en la práctica.
Según Sunstein y Thaler (2017) hay ilusión en la idea del homo economicus, puesto que equivale a que el individuo pueda pensar como Albert Einstein, que tenga la capacidad de memoria de un gran ordenador y la voluntad de Mahatma Gandhi. En síntesis, la decisión del homo economicus es la buena decisión en línea recta, es la que garantiza al sujeto libre, las selecciones de productividad progresista, pero es el exceso de racionalidad lo que constituye el fracaso mas flagrante de la teoría que sustenta al homo economicus, esto se ve claro en el tecnócrata, su versión recargada.
El tecnócrata
El ascenso de la razón al primer plano alcanza un grado de desequilibrio extremo cuando queda personificada en el tecnócrata que oscurece los efectos perniciosos y arroja los demás elementos a las fronteras marginales de la respetabilidad dudosa, con consecuencias funestas, algunos ejemplos se ofrecen enseguida.
Robert McNamara es el individuo que cumple más dramáticamente el papel del hombre de razón, moderno tecnócrata, versión moderna del Cardenal Richelieu ( tecnócrata y cortesano, miembro de la corte real con influencia en el soberano por su conducta ingeniosa y obsequiosa4); McNamara que en 1961 abandonó la presidencia de Ford Motor Co. para convertirse en Secretario de Defensa del gobierno estadounidense de JF Kennedy , era visto en ese entonces como alguien que introducía en el sector publico los modernos métodos de gestión de la empresa privada; finalmente, ya siendo presidente LB Johnson, renuncia a la Secretaria de Defensa al darse cuenta que la Guerra de Vietnam se estaba saliendo de cauce; luego como jefe del Banco Mundial intento salvar a un desesperado Tercer Mundo enviándole un caudal de dinero que no aliviaron sus problemas. McNamara, creía firmemente que la aplicación de la razón, la lógica y la eficiencia producen necesariamente el bien, pero a la postre sus actos derivaron en desastres incontrolables de los que Occidente aun no se ha recobrado5.
Otro caso fue el de Edward Heath que como primer ministro inició en Gran Bretaña el mismo proceso que McNamara inauguró en Estados Unidos. Su oficina de revisión de políticas centrales contrató a gente brillante, contaba con un estilo de planificación basado en métodos de análisis que le facilitaban el control de la efectividad de los programas, pero parecía incapaz de vincular su creencia en los métodos con el efecto de su aplicación en el mundo real. Los mineros del carbón arruinaron la carrera de Heath, su larga huelga derribó a su Gobierno, a diferencia de McNamara ocupaba un cargo de elección. Se suele atribuir el fracaso de Heath a su carácter frágil y a una visión excesivamente intelectual del funcionamiento del gobierno. Ninguno de ambos comentarios es inexacto. Lo interesante de Heath es precisamente su convicción de que la gente y los sistemas podían cambiar radicalmente por el simple acto de reencauzarlos para que logren una mejor forma de hacer las cosas. En realidad, no le importaba si los métodos que él proponía eran mejores, tenia una absoluta convicción de que lo eran, eso lo define como una versión temprana del tecnócrata con poder político (Ralston-Saul, 1992).
Raúl Muñoz Leos es otro caso ilustrativo de la inoperancia del tecnócrata; director de la empresa pública mexicana PEMEX, de 2000 a 2004, no produjo mejores resultados como se supuso que ocurriría por haber sido antes director general de la multinacional Dupont. Más aún, fue sancionado con una multa millonaria por haber entregado recursos al sindicato sin cumplir la legislación aplicable. También se le inhabilitó para ocupar cargos durante 10 años; sanción inocua, si las hay, pues nadie osará emplearlo y mucho menos el inculpado aceptaría volver al gobierno6. Un caso mas actual y grave, siempre relativa a la conducción de Pemex, es el de Emilio Lozoya. Egresado de Harvard —como McNamara— y con una carrera ascendente por organismos internacionales, en mayo de 2019, debido a las irregularidades detectadas durante su gestión (2012-2016) al frente de la empresa mas grande de México, Lozoya tiene una orden de aprehensión emitida por un juez federal y “ficha roja” para su búsqueda en el extranjero por la Interpol y finalmente es detenido en España.
En síntesis, si bien los modernos tecnócratas parecen tener diversos rasgos, están ligados por las características siguientes (Ralston-Saul, 1992):
•Muestran una gran dificultad para integrar o integrarse a un proceso democrático, su talento no congenia con el debate público ni con una relación abierta con el pueblo. Se vuelven altaneros y ocultan su desprecio, o bien son ridículamente amigables, como si el pueblo fuera idiota, o simplemente caen en la confusión y se van por otras direcciones. Son diestros en los métodos y los sistemas, en las batallas clandestinas y en el arte de deformar o retener información. Son mercaderes del conocimiento y lo venden a cambio de poder. Atribuyen gran valor al secreto.
•Saben del poder paralizante que en la práctica tienen los informes, que los datos son conocimiento y el conocimiento es verdad. Los informes y los “datos duros” son muy apreciados y los usan como recurso de poder en toda la sociedad occidental, saben que controlarlos equivale a controlar el debate y con ellos terminan diluyendo la función de los órganos de gobierno colectivo, tanto públicos como privados (cabildos, consejos y juntas) destinados a usar el sentido común colegiado.
•Sus actitudes y conductas hacen que los viejos aristócratas y cortesanos parezcan profundos y civilizados. Es que el tecnócrata cuenta con una formación intensa en un arte u oficio, pero desconoce todo lo relacionado con la historia y contexto; uno de los motivos por los que no pueden reconocer la relación necesaria entre el poder y la moralidad, es que las tradiciones morales son producto de la civilización y tienen poco conocimiento de ésta.
Los tecnócratas evidencian porqué la razón y su uso indiscriminado conducen a una racionalidad cerrada, a un racionalismo que únicamente obedece a la lógica clásica o niega todo aquello que la rebasa. También muestran al racionalismo como una ideología que predica la pertinencia universal de la razón para todo conocimiento y conducta, según el cual todo lo que existe tiene una razón de ser, qué hay una asociación clara entre inteligibilidad racional y el ser.
Por lo anteriormente expuesto, el homo economicus y el tecnócrata, evidencian la incapacidad de la razón como sistema de conocimiento para aprehender al sujeto como tal, incluso si lo circunscribe como homo sapiens7, en ambas concepciones el individuo tiene una subjetividad muy limitada, no afectiva, que deshecha por inasimilable una parte enorme de la realidad que es todo lo que se refiere a la complejidad del individuo, por lo tanto, el racionalismo es una racionalidad cerrada e incompleta al no considerar como dice Morin (2015):
•Lo singular, lo individual que es borrado en aras de la generalidad abstracta.
•Lo concreto (contingente), lo existencial, siempre afectivo, por ende, subjetivo y falto de razón.
•Todo aquello que no es sumiso al estricto principio económico de eficacia, es decir, lo que es “gasto”, dilapidación, lo festivo, la donación, lo destructivo, en fin, todo aquello que el racionalismo ha visto como propio de seres irracionales, poco razonables, o bien lo que considera como formas balbucientes, débiles de la economía.
•La poesía y la estética, que se toleran en tanto que diversiones, pero que no tienen el valor de conocimiento, de verdad.
•El juego, que solo se tolera si se ve como aprendizaje, o como medio agradable de cumplir una tarea y si puede ser cuantificada como una meta, mucho mejor, pues se convierte en un modelo, en una norma.
•El desorden, el azar, que conllevan lo absurdo, la anarquía, a los qué hay que refutar y combatir, incluyendo todo aquello que se denomina: trágico, sublime, ridículo, sobre todo lo relacionado con: humor, dolor y amor.
En suma, el racionalismo al rechazar la parte a la vez grávida y obscura, etérea y onírica, afectiva y subjetiva de la realidad humana — que es sin duda la realidad del mundo— que ha estado presente en la parte maldita/bendita de la poesía y de las artes, por lo tanto, padece de una carencia inédita con respecto a lo que es el sujeto, la afectividad, la existencia, la complejidad, la vida.
Finalmente, es justo reconocer que después del largo periodo recorrido por la razón, se ha dado un paso claro, un paso que nos aleja de la revelación divina y del poder absoluto de la Iglesia y del Estado; esa lucha muy real y ardua contra la superstición y el poder arbitrario, se ganó con el uso de la razón y del escepticismo, pero cuando se consideró como arma moral tuvo como efecto inesperado, la separación y distanciamiento de otras características humanas ya mencionadas como: la afectividad, la intuición y ante todo la pasión. Para contrarrestar lo anterior fue necesario ir mas allá de la razón y acercarse a los conceptos de humanismo e inteligencia, así como desvelar los lazos ambiguos y fundamentales que existen entre lo racional y lo irracional (Morin, 2015) (Ralston-Saul, 1992).
Humanismo, inteligencia y razón renovada
La puesta del individuo en el centro del interés de la ciencia y el arte fue definitiva para el surgimiento del humanismo, las humanidades y el estudio de sus atributos únicos como la acción y la inteligencia, esto a su vez condujo al replanteamiento de la razón y sus métodos. Lo que sigue es una apretada síntesis de este proceso.
El Humanismo y su evolución
Morin (2015) revisa la trayectoria del humanismo antes de proponer su regeneración, según este autor han habido dos humanismos, el primero presente en el siglo XVI estaba ligado al estudio y práctica de las humanidades que en aquel tiempo estaban en su apogeo; poco después pasó de ser humanidades para quedar como la humanidad, el conjunto de seres humanos y de allí derivó en humanismo que en la civilización occidental se manifestó con dos rostros antinómicos: él primero es el de la cuasi-divinización del humano y su derecho a dominar a la naturaleza, que dio lugar a las expresiones homo sapiens/faber/economicus que a su vez, transmiten la idea que el hombre es la medida de todas las cosas y fuente de todo valor. Esta es una especie de humanismo antropocéntrico, que aspira a ganar legitimidad absoluta con argumentos tales como: la fuerza de la razón, los poderes de la técnica y el monopolio de la subjetividad y lleva a concebir a un hombre autárquico, sobrenatural, centro del mundo, amo de la naturaleza, que termina destruyéndola.
El segundo humanismo, sigue diciendo Morin (2015), fue el formulado por Montaigne en dos frases: “yo veo a todos los hombres como mis compatriotas” y “los bárbaros nos parecen tan maravillosos como nosotros les parecemos”, Montaigne practicó su humanismo al reconocer la humanidad plena de los indígenas americanos cruelmente conquistados y dominados, provocando con ello el malestar de sus dominadores. Este humanismo fue enriquecido por Montesquieu al agregarle un componente ético: “entre la patria y la humanidad se debe elegir la humanidad”. Finalmente, como corolario, en el siglo XVIII, tiene lugar la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, reconociendo como principio la plena calidad humana en cada ser de nuestra especie y la existencia de una identidad común, más allá de las diferencias.
Pero el humanismo no ha tenido una trayectoria fácil, su fuente, es decir, las humanidades, en los siglos dieciséis y diecisiete, tenían una posición delicada como disciplina, porque se creía que eran la zona donde podían esconderse con mayor facilidad la superstición y el prejuicio, se requería de la ciencia para eliminarlos y muchas veces fue un buen pretexto para limitar el avance de las humanidades. Por ejemplo, cuando el Cardenal Richelieu de Francia se quejaba que ocupaban demasiado espacio, no le preocupaba tanto los peligros de la superstición, sino la amenaza que representa la educación humanista cuando el Estado estaba procurando crear una elite útil.
La apreciación de que las humanidades constituyen una interferencia para la educación útil resurge una y otra vez, por ejemplo, el Instituto Aspen, principal centro de estudios empresariales de Estados Unidos, ofrecía, hasta hace poco tiempo, un curso de humanidades de una semana, con un titulo obscuramente cómico: ¿Pueden las humanidades incrementar la efectividad de la gestión? Otras organizaciones educativas recientemente invitaban a un curso como este: ¿paga ser una empresa social y ambientalmente responsable? Estos falsos y tristes remedios están proliferando en un intento de insuflar humanismo en seres formados racionalmente, también conducen a cuestionar si las élites contemporáneas, a pesar de sus múltiples títulos, están realmente educadas.
Se estima que, en correspondencia con su falta de bagaje histórico, las elites suelen leer lo menos posible evitando ante todo la historia, la filosofía y la narrativa, limitando sus lecturas a novelas escapistas, periódicos y documentos técnicos. Quizás lean algunas biografías, que cumplen el mismo papel voyeurista que las vidas de santos cumplían en las sociedades anteriores. Mintzberg (2004) en su critica a la formación de maestros en administración, MBA por sus siglas en inglés, concluye que es una mala formación aplicada a gente mal seleccionada, por lo que recomienda que a los graduados se les debe grabar en su frente la figura formada por dos huesos cruzados y una calavera, con la leyenda: incapacitado para administrar.
Harari (2014) por su parte, comenta que el humanismo comulga con la idea que el homo sapiens posee una naturaleza única y sagrada que lo hace fundamentalmente diferente de la naturaleza de todos los demás seres y fenómenos, que el bien supremo es el bien de la humanidad y esta creencia coincide con el primer humanismo a que se refiere Morín (2015). A partir de lo anterior, Harari (2014) argumenta han surgido tres sectas rivales que luchan por imponer su definición de “humanidad”:
•Humanismo liberal: cree que la “humanidad” es una cualidad de los humanos individuales y que la libertad de los individuos es por tanto sacrosanta. El mundo interno de los humanos individuales da sentido al mundo y es el origen de toda autoridad ética y política; ante un dilema hemos de mirar dentro de nosotros y escuchar nuestra voz interior: la voz de la humanidad. Los principales mandamientos del humanismo liberal están destinados a proteger la libertad de esta voz interior frente a cualquier intrusión o daño. A estos mandamientos se les conoce colectivamente como “derechos humanos”.
•Humanismo socialista: los socialistas creen que la “humanidad” es colectiva y no individualista. Consideran sagradas, no la voz interna de cada individuo, sino la de la especie homo sapiens en su conjunto y busca la igualdad entre todos los humanos, consideran la desigualdad como la peor blasfemia contra la humanidad porque confiere privilegios basado en cualidades secundarias de los humanos, por encima de su esencia universal.
•Humanismo evolutivo: su definición de “humanidad” esta influida por la teoría de la evolución, consideran que los humanos no son algo universal y eterno, sino una especia mutable que puede evolucionar hacia el superhombre o degenerar en un sub-humano; los nazis son los representantes mas famosos de esta definición. Siendo su principal ambición proteger a la humanidad de la degeneración y fomentar su evolución progresiva, según ellos la raza aria era la forma de humanidad más avanzada y tenia que ser protegida y alentada, mientras que sus formas degeneradas (judíos, gitanos, homosexuales, etc.) tenían que ser aislados, incluso exterminados. Ya hace tiempo que los biólogos demostraron que las diferencias entre las diversas estirpes humanas son mucho mas pequeñas que lo que los nazis postulaban.
Harari (2014) concluye afirmando que la mayor parte de los sistemas políticos y judiciales actuales, están basados en el humanismo liberal, no obstante, la biología ha demostrado que no hay tal superioridad anímica del humano sobre otras especies, ni libre albedrio, porque su comportamiento está determinado por hormonas, genes y sinapsis, son “las mismas fuerzas que determinan el comportamiento de chimpancés, lobos y las hormigas” (p.263).
Morin (2015), asimismo se refiere a un racionalismo humanista que ha emergido como una ideología de emancipación y de progreso por su lucha permanente contra los mitos y la religión, así como por la promoción del saber empíricamente fundado y verificable. El principio de universalidad de este racionalismo, junto con su idea del hombre libre, ha sido el fermento de la emancipación de los esclavos y de los oprimidos, de la igualdad de los derechos del hombre ciudadano y del derecho de los pueblos a su autodeterminación. El racionalismo humanista tiene confianza en el homo sapiens y lo considera razonable, aunque vacío de toda afectividad e irracionalidad, no obstante, ha universalizado el principio de libertad.
Pero al ser abstractos los principios universales, no consideran las diferencia culturales e individuales y por tal motivo el movimiento racionalista humanista fue monopolizado por el hombre blanco, adulto y occidental, excluyendo a aquellos que, se pensaba, no tenían la dignidad del sapiens, como los primitivos, los atrasados, los menores, quienes fueron tratados como objetos y dominados hasta la época de la emergencia de los movimientos de descolonización y liberación nacional. Al final, si se considera la unión del fermento crítico con la pasión por la igualdad y justicia que lo caracterizan, es posible concluir que el racionalismo humanista es una ideología básicamente positiva.
Por todo lo anterior Morin (2015) propone regenerar el racionalismo humanista considerando lo siguiente:
•Acabar con el mito de la primacía del hombre sobre la naturaleza.
•Desechar tanto la visión que idealiza, como la que degrada al humano.
•Concebir lo humano siempre en su realidad trinitaria: especie/individuo/sociedad.
•Pensar siempre al individuo humano como sujeto, evitando lo que en ciencias sociales sucede a menudo: su manejo como objeto de cálculo económico, estadístico, político o como una máquina rentable y competitiva.
Asumir las ideas anteriores implica: 1) reafirmar el primer principio humanista que consiste en reconocer la humanidad plena de todo individuo, cualquiera que sea él y venga de donde venga; 2) hacer este principio un asunto universal y a la vez concreto; ambas ideas deben ser las bases de las nuevas humanidades; y 3) conectar las humanidades con la ciencia.
Los impulsores de las nuevas humanidades deben promover una cultura rica en “nutrientes” provenientes de la cultura de las humanidades tradicionales (filosofía, literatura y artes) y la cultura científica contemporánea. Estas culturas evidentemente son de naturaleza diferente, la humanista es de carácter general y permite reflexionar sobre nuestra condición y nuestro propio destino, a partir de obras e ideas antiguas —como las de Heráclito, Platón y Lucrecio— y modernas —Montaigne, Pascal, Vico, Goethe, Leopardi, etc. —; la cultura científica, por su parte, es una cultura de especialización donde los conocimientos son separados y se carece de una capacidad reflexiva con excepción de lo hecho por algunos grandes hombres de ciencia al final de su carrera (Morin,2015).
La ausencia de comunicación entre las dos culturas a hecho que la científica, especializada y carente, como se dijo antes, de capacidad de reflexión, emprenda aventuras incontroladas. Mientras que las humanidades, con una capacidad reflexiva y critica, gira como un molino vacío sin el “grano” de los conocimientos científicos. Una muestra de lo que se puede generar con la comunicación entre ambas culturas es la idea de la trinidad humana de Morin (2015) que propone que lo humano es a la vez: individuo, biológico y social. Es un individuo, que contiene una parte, un momento de la especie humana y un momento, una parte de una sociedad. Esta idea solo ha sido posible con la integración de las aportaciones de la física, la biología, la antropología, la etiología animal, la ecología y las humanidades. En ese sentido van los trabajos de Damasio (2018) al buscar explicar la relación entre cerebro (neuro-ciencias) y la cultura social (antropología).
Un humanismo regenerado va a requerir, argumenta Morin (2015), una razón abierta, sensible y compleja que no interfiera y sí apoye. Esto implica renunciar a reducir al calculo tanto el conocimiento como la acción, así como rechazar la razón fría que obedece incondicionalmente a la lógica formal. La razón debe ser siempre sensible a todo lo que afecta a los humanos, debe seguir el axioma: no hay razón sin pasión, ni pasión sin razón. Más aún, la razón sensible debe integrar al amor, que es la más fuerte y más bella relación intersubjetiva conocida. El amor en la humanidad desborda las relaciones entre individuos, irriga el mundo de las ideas y sobre todo, insemina la idea de la verdad dando lugar al amor a ella, que es el complemento necesario de la libertad, pues sin amor a la verdad, la libertad se vuelve destructiva.
Múltiples inteligencias
En cuanto a la inteligencia, para March (March y Weil, 2005) la razón y la racionalidad son solo dos de sus diversas manifestaciones —considera incluso que están sobre valoradas — sus trabajos demuestran los limites de la razón y la necesidad de complementarla con otros enfoques , tales como la “tonteria” (foolishness) es decir, cuando se busca sin propósito, cuando se construyen los motivos de la conducta sobre la marcha, o bien cuando se insiste en explorar rutas riesgosas que a la larga llevan a la innovación. Argumenta que aún cuando las ciencias sociales algunas veces lo ignoran, a menudo actuamos por otros motivos diferentes a la razón, como cuando intentamos llegar a ser lo que queremos ser, sin la expectativa de una recompensa inmediata y nos embarcamos en viajes por el placer intrínseco de viajar y no por la recompensa del posible destino8 .
Inteligencia, argumenta March (2010), va más allá de explotar el mundo para satisfacer nuestras necesidades, conlleva dos componentes diferentes e interrelacionados, primero: adaptación efectiva al medio ambiente, para lograrla los individuos y organizaciones requieren recursos y capacidades, hacer buen uso de ellos, contar con conocimientos acerca de los mundos en los que existen, tener buena suerte y tomar buenas decisiones. Deben enfrentar a la competencia por los recursos, a las incertidumbres acerca del futuro y a otros factores externos sobre los cuales, en el mayor número de los casos, no tienen control. Finalmente, poblaciones de individuos y organizaciones sobreviven, en parte, presumiblemente porque poseen inteligencia adaptativa, sin embargo, su suerte no está asegurada. La especie humana “sapiens” ha sobrevivido por mucho tiempo en la tierra, aunque a costa de la desaparición de otras especies y la mayor parte de las organizaciones, que —-con excepción de la Iglesia Católica y ciertas universidades—- tienen una corta vida relativa (Harari,2014).
El segundo componente de la inteligencia incluye la elegancia de las interpretaciones de las experiencias de la vida. Es muy importante para los seres humanos, el que sus experiencias tengan sentido, estas interpretaciones están muy presentes en las conversaciones sobre las causas de los eventos y en las teorías psicológicas, económicas, políticas y sociales. El estilo o elegancia asignado a las interpretaciones es una certificación del estatus humano y una base para el ranking de individuos y organizaciones9.
En síntesis, las interpretaciones decoran la existencia humana y su significación es independiente de su contribución a la efectividad de la acción. Este componente de la inteligencia glorifica la contemplación, comprensión y la apreciación de la vida, no su control. Busca también lograr una mejor comprensión de nuestro mundo, encontrarle sentido y con ello aumentar el disfrute de nuestras vidas. La riqueza de nuestra inteligencia sólo parcialmente determina la riqueza de nuestras acciones y la belleza de nuestras vidas. Nuestras acciones y la satisfacción que obtenemos de ellas a menudo dependen más de nuestras representaciones de la realidad, que de la realidad misma y su problemática interpretación (March y Weil, 2005).
A fin de cuentas, lo importante ahora es precisar que es lo que nuestra civilización entiende, intuye o siente como razón, idea que se ha metamorfoseado en racionalidad y acto seguido es preciso indagar acerca de: ¿Cuáles son nuestras expectativas? ¿Cuál es la ideología que rodea estas ideas? ¿Cómo podemos renovar la razón y la racionalidad?
La racionalidad renovada
En la actualidad la racionalidad tiene muchos significados, en primer lugar, se refiere al pensamiento guiado por la razón, el calculo y el análisis; al despliegue de acciones que llevan de manera directa a los resultados deseados; lo racional es también sinónimo de una acción fría y calculada; otras veces tiene el sentido de sano, razonable, es un juicio acerca de la salud mental que despliega quien toma una acción o sigue un procedimiento que lleva a una acción; por otro lado, en psicología se usa el término racionalización como una construcción lógica pero delirante, partiendo de fantasmas o de hechos mal interpretados, es una justificación, en una sola palabra (Morin,2015).
En sociología y en economía, racionalidad significa métodos y técnicas para lograr un fin con los menores recursos posibles. La racionalidad es instrumental o técnica, cuando se usa sin tomar en cuenta los fines y quienes los patrocinan, pudiendo estos incluso ser criminales; la racionalidad es sustantiva cuando se concentra en reflexionar sobre la importancia y pertinencia de los fines buscados; pero la asociación entre ambas no es automática, dicho de otra manera, siempre que se busque la racionalidad instrumental, es necesario preguntar para qué o para quién, ¿Qué interés se busca satisfacer? lo cual lleva a discutir la racionalidad sustantiva, que es la fundamental; las escuelas de economía, gestión e ingeniería dedican mucho espacio a la enseñanza de métodos y técnicas, instrumentos de racionalidad instrumental pura y poco o nada a la sustantiva (March, 1994).
Como se argumentó en párrafos anteriores, en el límite, los procesos de racionalización tienen efectos perversos que a corto o a largo plazo conducen a la muerte, por ello es necesario abandonar la idea de fundar la razón solamente en la lógica y desarrollar una nueva que sea sensible, amorosa, abierta, incierta, viva y compleja, que se reconozcan los límites de la razón y la necesidad de guiarla para que pueda guiar, para lo cual es necesario revisar y ajustar tres aspectos claves de la racionalidad típica, como sigue (Morin,2015):
1.Método de conocimiento: la racionalidad es un componente indispensable del pensamiento, más no es todo el pensamiento. Mas allá de la razón, están la pasión, la locura, la contradicción, donde pueden estar las semillas de la innovación y del conocimiento nuevo, de hecho, la nueva ciencia descubre la contradicción cuando profundiza en lo real.
2.La realidad del ser: lo real excede a lo racional; haciendo necesario comprender que en lo material como en los seres vivos, co-existen orden y desorden, mientras que en los individuos el homo es sapiens-demens, es un animal razonable y es naturalmente privado de razón.
3.Conducta humana: eliminar la razón como fundamento absoluto y suprimir el derecho antropológico de usar y abusar de todas las cosas. La razón practica no debe ser más depredadora ni manipuladora, sino la base para concebir una relación ecológica y un nuevo ethos en lo concerniente a la organización del trabajo, de la vida, de la sociedad.
Estos son los principios, según Morin (2015), que deben guiar la revisión de la razón y así: eliminar el racionalismo, reconocer la riqueza de la irracionalidad y abrir la racionalidad hacia una relación compleja, es decir incierta, complementaria y antagonista con la realidad, lo cual conduce inevitablemente a reconsiderar el modelo vigente de decisión y acción, como a continuación se comenta.
La decisión racional pura10: la institucionalización del modelo y su revisión
Varios siglos de insistencia de la decisión como antecedente ineludible de la acción han dado lugar un modelo basado en lo que March (1994) ha denominado lógica consecuencial que es el marco para la decisión racional pura, es decir una decisión óptima; lógica y modelo han quedado arraigados en las ciencias y en la sociedad en cuanto a que se han institucionalizado al asumirse como el único y mejor camino (Brunsson, 2007). A continuación, se presentan algunos rasgos de la institucionalización de la lógica consecuencialista y su modelo racional, enseguida se describe el modelo racional puro y se culmina la sección con las propuestas de ajuste y complementación que hasta ahora se han desarrollado, en buena medida resultado de los cuestionamientos a la razón y la racionalidad antes apuntados.
La institucionalización
La decisión, la lógica consecuencialista y el modelo racional puro se han convertido en instituciones11 y están fuertemente conectadas con otra institución igual de penetrante que es la idea de individuo, es decir: un todo indivisible con claros límites y características tales como libre albedrío —la habilidad de elegir libremente pensamientos y deseos— así como la capacidad de actuar con autodeterminación, estas características se consideran relativamente estables en tiempo y en espacio. Ser individuos supone también contar con una fuerte identidad.
Cuando la individualidad es un valor importante se puede suponer que la gente toma muchas decisiones y que sus acciones son precedidas por ellas. En síntesis, el que la gente sea considerada como individuos y la racionalidad sinónimo de inteligencia, son parte de la realidad institucional y parece ser lo apropiado en una cultura secularizada, donde se considera que el futuro es controlado por las decisiones de los seres humanos y no por Dios, el destino o la suerte.
Ahora bien, los rasgos básicos de la imagen mental que se tiene de los individuos también son encontrados en otra institución central de nuestro tiempo: la organización formal. Similar a los seres humanos las organizaciones son percibidas como un tipo de individuos, conforme la ley son personas12 con identidad, limites definidos y objetivos específicos. Las organizaciones formales son pensadas como teniendo alguna forma de jerarquía y cuentan con un mando central o Dirección que asegura que las acciones sean función de objetivos declarados y formales. La organización tiene cierto grado de independencia social y la Dirección cierto grado de libertad de elección.
El hecho que la organización sea considerada como un tipo de individuo hace que la intencionalidad y racionalidad sean tomadas, en general, como las formas de inteligencia mejor adaptadas para ella. Aún cuando quienes trabajan en los niveles operativos inferiores siguen las reglas establecidas por los mandos medios, se espera que la organización como un todo sea intencional y racional siendo la tarea de la Dirección lograrlo. La identidad de la organización se describe en términos de sus objetivos —especificaciones de lo que se desea lograr a futuro— y a partir de lo anterior resulta automático asociar racionalidad con eficacia (medida en que los objetivos se logran) y eficiencia (medida de la economía de medios); de esta manera, las decisiones racionales son las que desencadenan acciones que llevan a los resultados deseados con eficacia y eficiencia, cumpliendo asi con los requerimientos centrales de las organizaciones.
Una vasta literatura y la formación en economía y gestión ha reforzado la institucionalización del modelo de la decisión racional pura, Simón (1997), cómo se mencionó antes, fue el primero en argumentar que el individuo es intencionalmente racional pero solo de manera limitada lo logra y con ello desató una serie de estudios acerca de la decisión que a la postre le dieron el premio Nobel de Economía, sin embargo, por la institucionalización ya comentada, su logros tuvieron poco eco y sigue siendo común que quien no siga el modelo racional pura sea considerado incompetente y se siga manteniendo como aspiración.
Modelo racional puro
Este modelo, que puede verse como una extensión del ilustrado en la figura 1-1, pretende responder cuatro preguntas básicas:
1.La cuestión de las alternativas: ¿Qué acciones son posibles?
2.La cuestión de las expectativas: ¿Cuáles son las futuras consecuencias y la probabilidad de ocurrencia de cada alternativa?
3.La cuestión de las preferencias: ¿Qué tan valiosas para el decisor son las consecuencias asociadas a cada alternativa?
4.La cuestión de la regla de decisión: ¿Cómo elegir entre las alternativas en términos de su valor o contribución de sus consecuencias?
Para responder a lo anterior, siguiendo la lógica consecuencial y bajo la modalidad racional pura, es necesario revisar todas las opciones disponibles para elegir la mejor, la óptima, en función a sus consecuencias en las preferencias, tal y como se bosqueja en la figura siguiente:
Figura 1-2 El Modelo Racional Puro Fuente: elaboración propia.
De la figura anterior vale la pena destacar sus dos etapas básicas, la cognitiva y la conductual, donde:
•La etapa I cognitiva, es la parte del proceso que no es observable y es motivo de estudios de la psicología y de las denominadas neuro-ciencias, consta de 4 pasos:
–los pasos numero 1 y 2 que se derivan de la idea del homo sapiens con capacidad de reflexión y critica continua, que le permiten descubrir brechas entre un estado ideal y la realidad, que es el motor de todo el proceso de decisión-acción, que prácticamente no cesa a consecuencia del aprendizaje13 (línea que conecta el paso 6 con el 1).
–Los pasos 3 y 4 son la esencia de la lógica consecuencial, que, conforme a la modalidad de racionalidad pura, aspira a identificar y revisar todas y cada una de las posibles alternativas de acción incluyendo la anticipación de sus consecuencias en las preferencias. La regla consiste en elegir la mejor, la optima, es decir aquella alternativa de acción con mayor impacto o consecuencia en las preferencias.
•La etapa II conductual, tiene una parte de preparación y otra de realización que puede ser observable una vez tomada la decisión y en ocasiones partir de ella se puede inferir la parte subjetiva, consta de 2 pasos:
–paso 5 que es la anticipación de los pormenores de la instrumentación de la alternativa de acción elegida en el paso 4, que sirve de base al paso 6.
–paso 6, que es realización de la acción, la verificación de las consecuencias, la evaluación y la retroalimentación que llevando un aprendizaje que puede ser de 2 niveles: i) al paso 3 para buscar y elegir una nueva y mejor opción (aprendizaje de bajo intelecto), o ii) al paso 1 que da por resuelto el problema o bien se demanda replantearlo (aprendizaje de elevado intelecto).
Modelos como el anterior, como se ha destacado en secciones previas, son claramente lineales, capturan algunos elementos de verdad, pero no logran explicar todo, por ello la lógica consecuencial y el modelo de decisión racional pura tienen algo de fe y algo de teoría, pero es una idea muy arraigada y prácticamente plantea que acción y elección racional son sinónimos (March, 1999).
Revisión del modelo racional puro
Los cuestionamientos al modelo racional puro empezaron a emerger tímidamente ante los hechos empíricos que no lo sustentaban del todo y al no contar con una teoría alternativa, la critica equivalía a ir en contra del progreso; Brunsson (2007) refiere la necesidad de revisar la teoría y la investigación en materia de decisiones, considerando que:
•Las intenciones y la anticipación de las consecuencias de la decisión no necesariamente llevan a la elección de acciones.
•No siempre hay una relación entre decisión y acción, es factible observar acciones sin decisiones y viceversa.
•No siempre los tomadores de decisiones luchan por lograr un alto grado de racionalidad y cuando lo hacen no siempre lo logran.
•Las causas (motivaciones, intenciones) y las consecuencias (logros buscados y obtenidos) de las decisiones no necesariamente corresponden.
Un breve recuento de los estudios más celebres que en buena medida corresponden a la excitativa de Brunsson de cuestionar la lógica consecuencial y su racionalidad pura, llegando incluso a proponer otras lógicas y otras modalidades, se describen de manera sucinta a continuación:
5.Racionalidad limitada y búsqueda satisfaciente: reconoce las restricciones en materia de tiempo, recursos y capacidad cognitiva, que impiden procesar todas y cada una de las opciones de acción y elegir la mejor; frente a ello demuestra que la búsqueda se detiene cuando se encuentra una opción que satisface un criterio o aspiración de logro (March y Simon,1958; Simon, 1997; Simon,1979).
6.Racionalidad intuitiva y decisión naturalistica: consisten en la búsqueda de opciones de acción y la elección, dicha búsqueda es llevada a cabo de manera rápida, incluso inconsciente, en la mente del decisor experto. (Simon, 1987; Mintzberg, 1989; Salas, Rosen y DiazGranados ,2010; Dorfler y Ackermann, 2012; Lipshitz, Klein y Carroll, 2006; Gore, Banks, Millward y Kiryakidou, 2006).
7.Lógica de lo apropiado: ante un problema, el decisor busca ser congruente con su identidad y las reglas de acción que de ella se derivan y actúa, March (1994) y March y Weil (2005) ilustran y fundamentan la pertinencia de esta lógica de fuerte contenido ético.
8.Aprendizaje experiencial y “tener sentido”: frente a la ambigüedad materia de intenciones, motivaciones y preferencias y la incertidumbre en cuanto a opciones y consecuencias posibles, el aprendizaje experiencial es una forma de decisión sencilla que reduce la parte cognitiva a los pasos 1 y 2 para pasar a la parte conductual y retroalimentar al paso 1 (ver figura 1-1). Por su parte, tener sentido es la parte mas psicológica porque la decisión se reduce a los pasos 3 y 4 (parte cognitiva figura 1-1) (Brunsson, 2007; Langley A, Mintzberg H, Pitcher P, Posada E y Saint-Macary J,1995; March JG, 1988; March, J.G.1994; March J.G,1999; March JG, 2010; Mintzberg y Westley, 2001).
9.Lógica de la acción: el decisor elige una opción en función a la consecuencia que se anticipa en los pasos 3 y 4 (figura 1-1), no le interesa su causa ni que sea la mejor, busca y elige una acción por lo factible de su instrumentación y porque su consecuencia le hará verse mas responsable y legitimo ante sus apoyadores; en ese caso las consecuencias pueden llegar a ser parte de las intenciones o preferencias de los tomadores de decisiones (línea que retroalimenta el paso 3 de la figura 1-1) (Brunsson, 2000 y 2007).
10.Heurísticas y sesgos de la decisión: los psicólogos economistas estudiosos de la decisión, basan su trabajo reconociendo que hay una serie de factores emotivos que impiden al individuo ser racional y a los mercados funcionar de manera eficiente, sin embargo, mantienen como criterio normativo conductual la búsqueda de una utilidad esperada. Básicamente es una continuación del modelo de racionalidad limitada; buscando actualizar a la micro-economía neoclásica, los autores se agrupan bajo el titulo de Economía Conductual y varios de ellos han ganado premios en economía en honor a A Nobel14 (Kahneman D, 2011; Akerlof y Shiller, 2012; Sunstein y Thaler; 2017).
Los puntos anteriores son la base de la estructura de este libro, cada uno de ellos es desarrollado en un capitulo y en su descripción se ratifican las referencias al modelo de racionalidad puro de la figura 1-2 para marcar sus diferencias, pero antes, considerando el fuerte vinculo de la decisión y la acción con las organizaciones, se dedica el capitulo siguiente a explorar dicho vinculo como la responsabilidad primordial de sus dirigentes.
Conclusiones
La acción como un distintivo del ser humano ha tenido en la teoría de la decisión la explicación dominante al grado que ha opacado a otras alternativas para desencadenarla, según esta teoría toda acción tiene como precedente una decisión deliberada, ésta a su vez, es impulsada por la percepción de una necesidad o deseo; otras explicaciones, como las que plantean las teorías institucionales, postulan que la decisión deliberada o no, es resultado de seguir ciertas reglas sociales que se derivan a su vez de las identidades y la situación, han quedado relegadas.
La decisión como compromiso o preludio a la acción es una tradición heredada de la civilización occidental que la considera como una parte importante del ejercicio de la libertad individual; mas tarde es reforzada por la teoría y la enseñanza de las ciencias sociales, como sigue: en economía al definirse como la ciencia de la escasez, la decisión de qué y cómo producir se perfila como uno de sus más importantes momentos; en la ciencia política se le considera como parte del ejercicio del poder al descubrirse que son pocos los que deciden y muchos los que instrumentan y padecen las consecuencias de la decisiones tomadas. La antropología y la sociología reconocen que, si bien la decisión se asimila a la libertad, en muchas ocasiones es una ilusión que mantiene funcionando al sistema social, porque, en realidad hay poco o nada que decidir.
Con el ascenso de las organizaciones en la sociedad, la decisión se concibe como la tarea fundamental de los directivos y gana prestigio, poco se reconoce que está ligada a otras decisiones y sujeta a eventos no controlables. Por todo ello la decisión, según los filósofos se ha reificado, es decir, siendo una categoría abstracta, se maneja como si fuera concreta opacando a la acción que sí lo es, esto ha sido resultado de una larga historia.
La decisión en su versión racional proviene básicamente de la Grecia clásica donde surge la razón que se visualiza como una virtud y a la postre será su gran apoyo; posteriormente el filosofo francés Descartes al resaltar el pensamiento como un atributo de la existencia humana, impulsa a la razón como el método por excelencia para pensar, decidir y actuar haciendo sinónimos pensar y razonar. Los enciclopedistas y la revolución francesa también hicieron su parte al garantizar la libertad de pensamiento y acción para todos, quitándole el poder de decisión a la nobleza y la realeza para depositarla en manos del héroe y el tecnócrata. Los filósofos moralistas introducen la pasión y el interés las que junto con la razón las conciben como las tres motivaciones humanas fundamentales y las consideran las bases para las definir las preferencias y por ende, poderosas guías de la decisión y la acción.
Con la modernidad se impulsa una sociedad basada en la razón, en la racionalidad y una concepción de que es el humano quien controla su destino; la toma de decisiones emerge como la institución sagrada. El mundo es imaginado como producto de la intención y acción humana deliberada, que la intención se transforma en acción mediante la elección y el poder, en general, que cualquier elección es guiada por la razón. Mas tarde la razón se convirtió en parte importante del método científico y con las revoluciones industriales, la ciencia derivó en tecnología, lo que dio pie a que razón y decisión se concentraran en la búsqueda interesada de soluciones eficientes y eficaces; la razón se vuelve completamente instrumental, un pistolero a sueldo que puede emplearse al servicio de cualquiera de las metas que se tengan, buenas o malas y por ese camino la razón degeneró en racionalismo.
La visión de un mundo enteramente racional tuvo varias consecuencias importantes en la sociedad, entre ellas: la secularización, la industrialización, la urbanización, la burocratización y la tecnificación; en medio de este ambiente surgen la idea del homo economicus y el tecnócrata como un poderoso personaje. El homo economicus es el individuo completamente informado y cuya conducta es racional, es decir, decide con una clara preferencia, proposito o funcion de utilidad,de manera que puede clasificar las alternativas y finalmente elegir la mejor, la optima. Pero este homo economicus es y siempre ha sido una ficciòn por sus bases conceptuales y por sus resultados en la práctica.
El tecnócrata, por su parte es el personaje que domina el conocimiento especializado necesario para la decisión racional y con ese atributo logra la posición o el control de puestos de mando, ya sea como director o como asesor de los que tienen esta responsabilidad; los tecnócratas evidencian de qué manera la razón y su uso indiscriminado conduce a una racionalidad cerrada, a un racionalismo que únicamente obedece a la lógica clásica y niega todo aquello que la rebasa, es decir, la parte afectiva, pasional y subjetiva de la realidad humana — que es sin duda la realidad del mundo— que ha estado presente en la parte maldita/bendita de la poesía, de las artes, de la ciencia y al hacerlo padece de una carencia inédita con respecto a lo que es el sujeto, la afectividad, la existencia, la complejidad, la vida. Los ejemplos de tecnócratas y sus resultados son patéticos.
Será hasta la segunda mitad del siglo XX el tiempo en que por primera vez se admitan los limites cognitivos de la racionalidad (racionalidad limitada) y se plantee que tanto los individuos como las organizaciones mas que maximizar se conforman con alternativas cuyas consecuencias satisfacen algún criterio previamente establecido. El concepto de racionalidad limitada es un cambio apreciable en la teoría, pero su aceptación y divulgación es imperceptible y su práctica no es reconocida.
Justo es reconocer que la razón y la decisión racional dieron lugar al progreso material del final del Siglo XX y a la eliminación de mitos y supersticiones, pero hay que descontarle las calamidades involuntarias como contaminación ambiental, el riesgo de explosiones nucleares y la desigualdad económica y social de los pueblos; La racionalización vuelve a cobrar fuerza en la era neoliberal que inicia en la década de los 80 del siglo pasado y a lo largo de su prevalencia sólo ocasionalmente ha sido atemperada por el humanismo y el pluralismo de las fuerzas sociales agrupadas en sindicatos y partidos políticos.
El camino recorrido por el humanismo no ha sido fácil y en el trayecto han surgido varios tipos, algunos muy cuestionables, otros como el racionalismo humanista que contiene ideas que vale la pena recuperar y regenerar para: 1) reafirmar el primer principio humanista que consiste en reconocer la humanidad plena de todo individuo, cualquiera que sea él y venga de donde venga; 2) hacer este principio un asunto universal y a la vez concreto y 3) conectar las humanidades con la ciencia que avanza sin tregua, de manera que, se logre una comunicación y un enriquecimiento entre las culturas de ambos conocimientos, facilitando la emergencia de conceptos mas completos como la trinidad humana (individuo-bio-social) y la renovación de la razón para que incluya lo hasta ahora impensable: la pasión y la irracionalidad .
La evolución de la noción de inteligencia humana también ha enriquecido al humanismo, actualmente se reconoce que la inteligencia tiene varios componentes, la razón es apenas uno de ellos, hay inteligencia adaptativa (sobrevivir) e interpretativa (vivir), este último componente se distingue por su elegancia —se encuentra en la literatura de ficción (novela, cuento y poesía)—, y está dedicado a glorificar la contemplación, comprensión y la apreciación de la vida, no su control. Busca también lograr una mejor comprensión de nuestro mundo, encontrarle sentido y con ello aumentar el disfrute de nuestras vidas.
Adicional a renovar el humanismo e incluir de múltiples inteligencias para fraguar una nueva razón, es posible recuperar el racionalismo si se reconocen los límites de la razón típica y la necesidad de guiarla para que pueda guiar, para lo cual es necesario revisar y ajustar tres aspectos claves tales como: i) que la racionalidad es un componente indispensable del pensamiento, más no es todo el pensamiento. Mas allá de la razón, están la pasión, la locura, la contradicción, donde pueden estar las semillas de la innovación y del conocimiento nuevo. ii) que lo real excede a lo racional lo que vuelve necesario comprender que en lo material como en los seres vivos, co-existen orden y desorden, mientras que en los individuos el homo es sapiens-demens y iii) que es necesario eliminar la razón como fundamento absoluto y suprimir el derecho antropológico de usar y abusar de todas las cosas. La razón práctica no debe ser más depredadora ni manipuladora, sino una base para concebir una relación ecológica y un nuevo ethos en lo concerniente a la organización del trabajo, de la vida, de la sociedad.
En resumen, una nueva razón debe ser sensible, amorosa, abierta, incierta, viva y compleja, es decir incierta, complementaria y antagonista con la realidad, todo lo cual conduce inevitablemente a cuestionar la noción dominante de decisión como paso ineludible para la acción, con su lógica consecuencial y su modelo racional pura. Pese a su institucionalización, en buena medida los principales estudios críticos hasta ahora desarrollados en materia de decisión, han derivado en ajustes y correcciones al modelo dominante, buscando hacerlo mas realista, dando lugar a la racionalidad limitada y a la intuitiva, pero también han surgido nuevas lógicas como la de “lo apropiado” o la lógica de la acción, todos ellos serán desarrollados en capítulos posteriores junto con uno previo dedicado al análisis de la decisión y la gestión de organizaciones.
Notas
1. cogito, ergo sum. en español: pienso, luego existo. Casi siempre se omite su antecedente: dubito, ergo cogito, es decir: dudo, luego pienso.
2. Atribuido a I. Newton y GH. Leibniz, (Nepote,2011).
3. The New York Times, international weekly, periódico Reforma, 13 de julio 2019.
4. Ver Ridículo (1996) premiada película francesa de Patrice Leconte, que da cuenta de esta situación.
5. Ver Niebla de la Guerra (2003), premiado documental de Errol Morris donde McNamara hace un examen de su tiempo y las decisiones a su cargo. Apocalipsis de FF Coppola (2020, versión del director, restaurada) muestra la locura en que se convirtió la guerra de los Estados Unidos contra Vietnam.
6. Miguel Angel Granados Chapa, Columna Plaza Publica, periódico Reforma del 30 de julio 2007.
7. Sobre la dudosa sabiduría de los hombres de la especie sapiens, se recomienda leer la interesante y bien documentada obra de Yuval Noah Harari : De animales a dioses, Debate , Mexico, 2014.
8. Al respecto vale la pena leer el poema de Constantino Cavafis, Ítaca: Cuando emprendas el viaje hacia Itaca, ruega que tu camino sea largo….
9. Se atribuye a James March (1928-2018) estadounidense fundador de la teoría de la organización y poeta, la siguiente frase: “prefiero las ideas elegantes a las relevantes”.
10. El adjetivo puro se usa para enfatizar que este modelo aspira a lograr una decisión optima y de esta manera distinguirla de la racionalidad limitada que será abordado a detalle en un capitulo mas adelante.
11. En el sentido sociológico una institución se refiere a creencias o convenciones que indican la conducta idónea de individuos y organizaciones, que se dan por sentado y no se cuestionan; la sociedad sanciona a quienes no siguen dicha conducta y premia a los que sí lo hacen. Ejemplos de instituciones modernas son: la empresa mercantil, el mercado y las comunidades o redes.
12. Conforme las leyes mexicanas las organizaciones son “personas morales” frente a esto Searle (2014) argumenta que una mejor definición seria “personas ficticias”, sobre todo para diferenciarlas con las personas físicas.
13. Aprender es la capacidad de modificar la conducta como resultado de la experiencia (March, 2010) en el capitulo 6 se explora a detalle el aprendizaje como lógica de decisión.
14. Como hace notar Thaler (2016), el premio que comúnmente se conoce como Nobel de Economía, no forma parte de los premios que A. Nobel encargó entregar anualmente a la Academia Sueca de Ciencias como parte de su legado, sino que es un premio que anualmente entrega el Banco Central Sueco, quizás esto explique lo bizarro que a veces resultan sus nominaciones.