Читать книгу Naturaleza de las cosas: Versión en prosa del poema «De rerum natura» - Tito Lucrecio Caro - Страница 4
Оглавление[17] Homeomería, semejanza de todas las partes.
849. Nec tamen esas ulla parte idem in rebus Inane...
Pero el mencionado autor en parte alguna admite el vacío ni concibe límites en la división de los cuerpos: entiendo que acerca de estos asuntos incurrió en error lo mismo que otros pensadores cuyas ideas ya dejo refutadas.
854. Adde quod imbecilla nimis primordia singit...
También aprecia como deleznables los elementos primarios y de igual naturaleza que las concreciones constituidas; y considera, por tanto, que están expuestos á fenecer bajo la violencia de ataques exteriores; ¿cuál de aquellos cuerpos ofrecerá entonces resistencia á la acción destructora de la muerte? ¿el fuego ó el agua? ¿por acaso el oro? ¿cuál de éstos? ¿la sangre ó los huesos? Ninguno, sin duda; porque todos esos cuerpos se descomponen como otros muchos que á nuestra vista perecen todos los días. Y ya queda antes probado que ni las cosas pueden nacer de nada ni completamente aniquilarse.
867. Præterea quoniam cibus auget corpus, alitque...
Cierto es que todos los cuerpos se nutren y crecen por la virtud de substancias primarias diluidas en los alimentos, y que nuestras venas, nuestra sangre, nuestros huesos y nervios de partes diferentes se componen; pero afirmar que los elementos de los cuerpos son la esencia de los huesos, de la sangre y de los nervios en proporción adecuada, no es decir que los principios que integran los cuerpos sólidos y líquidos hayan de constar de partes heterogéneas proporcionadas á las venas, la sangre y los huesos; porque si los cuerpos que vemos nacer de la tierra estuviesen dentro de ella en pequeña cantidad tales como se nos muestran, constaría la tierra de todas las diversas porciones que de ella surgen: y si aplicamos esta idea general á todos los casos particulares, habríamos de creer que el fuego, el humo y la ceniza están en la leña, y que ésta contiene en sí aquellos materiales en diversas porciones.
882. Linquitur hic tenuis latitandi copia quædam...
Apenas hay salida para escapar de esta conclusión; y sin embargo, de esa clase de argumentos usa Anaxágoras, el cual sostiene que todos los cuerpos llevan en sí, como en germen, otros que de ellos se derivan, y de los cuales son visibles los que principalmente están en la superficie; pero estas ideas repugnan á la sana razón, y para admitirlas sería preciso ver que el trigo, en el polvo á que lo reduce la piedra del molino, mostraba señal de la sangre ó de otras partes de nuestro cuerpo que con él se nutren, ó bien que dejase correr la sangre al ser molido entre dos piedras; y que por igual razón la hierba destilase leche tan pura y tan grata como la que se extrae de las ubres de las ovejas; menester sería también que en los terrones se hallasen legumbres, árboles, plantas en partes imperceptibles, y que los quebrados troncos descubriesen humo, ceniza, fuego y llama, en ellos ocultos; pero nada de esto sucede y es preciso confesar que en los cuerpos no se contienen otros iguales mínimos ya determinados, sino que en todos existen elementos simples que son comunes á otros muchos seres, los cuales son diferenciados por virtud de las variadas combinaciones en que aquellos elementos intervienen.
904. At sæpe in magnis sit montibus, inquis, ut altis...
Y sin duda has observado que en las elevadas montañas las fustigadas copas de árboles, mecidas por tempestuoso vendaval, arden con fuego que deja brillar largos torbellinos de movientes llamas; pero no por eso has de entender que en la madera existe el fuego, sino que en ella hay partes que por efecto del rozamiento se inflaman y comunican el incendio á todo un bosque; pues si tanta llama hubiera estado escondida en la selva no existirían árboles que pudieran preservarse del fuego durante mucho tiempo ni bosques habría que no se hubiesen convertido ya en ceniza.
914. Jam ne vides igitur, paulo quod diximus ante...
¿No comprendes, como poco antes ya te he dicho, la importancia que tienen las combinaciones de que son los elementos susceptibles, según la diferente posición y cantidad en que intervengan, y los distintos movimientos que engendren ó que reciban? ¿No sucede con esos fenómenos lo mismo que con las palabras lignis é ignis latinas, compuestas cuasi de las mismas letras aunque representan ideas muy diferentes?
922. Denique jam quæcumque in rebus cernis apertis...
En fin, si juzgas que no se puede explicar la causa de los fenómenos sin atribuir á los elementos que los producen iguales propiedades, necesario es conceder que se ríen como nosotros y que se bañan de amargas lágrimas.
928. Nunc age, quod superest, cognosce, et clarius audi...
Ahora, escucha y oye verdades que voy á descubrirte, y que, si no me engaño, son de exposición difícil, pero que exploraré estimulado por el premio de la gloria é impulsado por suave amor que me inspiran las Musas; animado por este sentimiento, me elevaré á las cimas del Parnaso y recorreré campos, hasta ahora no hollados por ninguna planta; iré á beber grato licor de fuentes vírgenes y me apresuraré á coger desconocidas flores con las que tejeré para mi cabeza corona insigne mejor que todas las que hasta hoy las Musas han concedido: primeramente porque enseño altas verdades é intento romper la dura esclavitud con que las religiones han abatido los ánimos, y además, porque suavizaré un estudio árido con las gracias de la poesía que convierte en agradable un asunto obscuro; así obraré conforme á razón. De igual modo que los médicos al propinar á los niños amarga medicina, untan de sabrosa miel los bordes de la copa en que la administran á fin de que inexpertos y atraídos por la dulzura que paladean sus labios, sin recelo beban el licor amargo y deban la vida á traición agradable, así yo ahora que he de explicar asuntos ásperos y desabridos para los que no están acostumbrados á ellos y fastidiosos para el vulgo, quiero exponerte mi doctrina en el ameno lenguaje de las Piéredes y con acentos de dulce harmonía, para que al buscar recreo en la lectura de mis versos, adquieras conocimiento de las leyes de la vida y del orden universal.
958. Sed quoniam docui, solidissima materiai...
Ya he dicho que los elementos de la materia son siempre sólidos y se mueven en toda eternidad sin que la destrucción los alcance; pero ahora deberemos de inquirir si las concreciones corpóreas tendrán fin ó no lo tendrán, y si el espacio indefinido, en que incesantemente se mueven los principios eternos, está encerrado en límites y es susceptible de medición en algún sentido.
965. Omne quod est igitur nulla regione viarum...
El Universo es infinito; de lo contrario tendría extremos: pero no pueden concebirse límites sino por quien está fuera de ellos mismos y puede llevar su consideración más allá de los puntos en que termina lo limitado. Creeríamos que el Universo tiene límites, cuando pudiéramos señalar sus extremos; pero el mundo no puede tener esas fronteras, porque en cualquiera parte de él que ocupáramos habríamos de ver que teníamos por delante para contemplar espacios infinitos.
975. Præterea si jam finitum constituatur...
Además, si consideramos limitado el espacio y suponemos que en sus extremos alguien se coloque y dispare una flecha con violento impulso, ¿piensas que el objeto así lanzado habría de recorrer el aire constantemente, ó supones que algún obstáculo se opondría á su vuelo? Hay que decidirse por uno de los términos de ese dilema; pero cualquier partido que sigas te ha de obligar á reconocer que no hay extremos finales en el Universo; porque ya supongas que la flecha sea detenida por un obstáculo ó ya imagines que incesantemente vuele, es lo cierto que nunca podrás figurarte que llega á tocar el límite del mundo; y si por acaso creyeras que alguna vez terminaría su marcha, habré de preguntarte: ¿qué se haría entonces de la flecha? Forzosamente nunca podrá tocar el fin del espacio y siempre le quedará una ilimitada extensión que recorrer.
991. Præterea spatium summai totius omne...
Aún hay más: si el Universo estuviese incluido ó colocado en una determinada porción del espacio, tendría necesarios límites; las grandes masas por su propia gravedad ocuparían el fondo y allá en las mayores alturas no podría subsistir ningún ser ni habría aire ni Sol: toda la materia yacería confusa en caótica eternidad; pero no es esto lo que ocurre; los cuerpos, en el orden harmónico universal, no pueden permanecer en constante quietud porque no existe ese lugar profundo en que se hacinaran para el reposo: en movimiento incesante los seres se reproducen y se organizan en virtud de los subsidios que reciben de los elementos eternos activos universales que forman las concreciones corpóreas.
1005. Postremo ante oculos rem res finire videtur...
En fin, es patente que la Naturaleza ha determinado los límites de los cuerpos; las colinas están circunscriptas por el aire, el aire por los montes, las tierras altas por el mar y el mar está encerrado entre las tierras altas. No tiene, sin embargo, el Universo nada que lo termine; la Naturaleza y el espacio ocupado por los mundos, forman como un río que perpetuamente corre y que avanza sin encontrar límites: así el Universo no tiene término alguno; es infinito.
1015. Ipsa modum porro sibi rerum summa parare...
El Universo de ningún modo puede quedar circunscripto; la Naturaleza está en todas partes; con la materia se limita el vacío y el vacío con la materia; pero espacio ocupado y espacio vacío todo es materia con mayor ó menor rarefacción; el Universo infinito así se muestra. Si tanto el espacio como la concreción corpórea no determinasen recíprocamente sus respectivos límites, ni el mar, ni la tierra, ni la bóveda brillante del espacio, ni la progenie humana, ni los cuerpos sacrosantos de los númenes podrían durar un solo instante; las partes simplicísimas de la materia, faltas de cohesión, se elevarían por el infinito espacio desocupado, sin orden ni harmonía, y nunca llegarían á formar cuerpos determinados concretos por estar siempre separadas. Ciertamente los elementos de la materia no se han movido por reflexivo determinado impulso en las direcciones en que hoy se hallan, ni han establecido por cálculo convencional ó por concierto libre el orden que constituye el Universo; lo que ha sucedido es que fluctuantes por toda eternidad en el inmenso espacio y agitados con impulsiones recíprocas, después de seguir toda clase de movimientos y toda especie de combinaciones, han llegado por adaptaciones recíprocas y por harmonía derivada de sus propias condiciones á constituir esta Suma total del Universo; y del cumplimiento de la ley emanada necesariamente de su acción invariable en el transcurso de innumerables siglos, se ha establecido el orden existente, en cuya virtud las aguas de los ríos abundosas proveen al mar de las pérdidas sufridas; la tierra, fertilizada por el Sol y por la reversión de sus vapores, renueva la pompa de sus producciones; florecen las especies de animales, y los cuerpos fulgurantes etéreos envían siempre sus destellos. Ese concierto de la Naturaleza sería con facilidad interrumpido si infinitos elementos no trabajasen continuamente en la renovación de los organismos; porque así como los seres individuales mueren cuando están privados de alimento, así también el Universo llegaría á aniquilarse cuando la materia interrumpiese la constante labor que le da movimiento y vida.
1049. Nec plagæ possent extrinsecus undique Summam...
Y no por efecto de presiones exteriores podría conservarse el orden en que el Universo está constituido; impulsos de fuera para adentro, repetidos con frecuencia, engendrarían otros nuevos que en unos casos mantendrían la harmonía del Universo; pero otras veces las partes de la materia, forzadas por el choque, saltarían y dejarían espacio suficiente para que las porciones aglomeradas pudieran desprenderse de todo enlace y dispersarse. Es, pues, necesario que la acción de los primeros cuerpos obre sin interrupción; y debe reconocerse que esas presiones exteriores al existir suponen y demuestran que los elementos de la materia son infinitos.
1059. Illud in is rebus longe fuge credere, Memmi...
Con relación á estas ideas, no debes de creer ¡oh Memmio! que todos los cuerpos tiendan, como algunos dicen, hacia un centro del Universo, y que nuestro mundo no sienta influencias exteriores que coadyuven á la gravitación general, porque todas sus regiones por sí mismas buscan el centro del equilibrio (opinión ideada en favor de la teoría que sostiene la acción de la pesantez ejercida de abajo hacia arriba, y de que algunos cuerpos vivan en la tierra en dirección contraria á los que están en la superficie en una posición parecida á la que tiene con nuestro cuerpo su propia imagen proyectada en las tranquilas ondas). Con esas ideas pretenden algunos explicarse el hecho de que animales de varia especie puedan residir en las regiones inferiores del mundo; de que nosotros mismos no podamos elevarnos á las alturas, y el hecho de que haya sobre la tierra individuos que ven el Sol cuando nosotros contemplamos las estrellas, y que tengan con nosotros las estaciones cambiadas, aunque disfruten como nosotros de días y noches.
1075. Sed vanus stolidis hæc omnia finxerit error...
En aquel error han caído los que atrevidamente dedujeron falsas conclusiones de hechos exactos. No es posible imaginar un punto medio en el espacio ilimitado, y aunque nos lo figuráramos no podríamos reconocerle una acción propia y especial sobre los cuerpos. Todo y cualquier lugar del espacio que llamamos vacío, ya sea designado con el nombre de centro ó con otro distinto, deja paso á los cuerpos graves; porque no hay un sitio donde al llegar un cuerpo arrastrado por su propio peso este cuerpo sea obligado á permanecer estático en el vacío; el espacio no puede impedir que un cuerpo cualquiera pesado lo penetre con arreglo á las leyes de la Naturaleza. Por ese motivo, la atracción del centro no es bastante para conservar la harmonía de la creación.
1090. Præterea, quoque jam non omnia corpora fingunt...
Fingen también que la tendencia hacia el centro no es propia de todos los cuerpos, sino de aquellos especialmente compuestos de tierra ó de agua, tales como los ríos que se despeñan desde altos montes para confundirse en el vasto Océano, ó como la sólida porción del mundo; por lo contrario, las tenues auras y los cálidos vapores siempre tienden á separarse del centro, y si vemos que la bóveda celeste de fulgores brilla y que su claridad nos alumbra, es porque en ella se reunen elementos que por ser ligeros de la tierra escapan, aunque desde allí contribuyen á la nutrición de los seres animados y á la fructificación frondosa de los árboles. Así también suponen que por encima de las estrellas existe un firmamento que todo lo rodea, el cual, mediante eficaz presión ejercida sobre nuestro mundo, evita que salga del centro fuego celeste que franquee los términos de la mansión humana; impide que todo sea invadido por completo desorden; que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y la tierra se abra debajo de nuestros piés; que nuestros cadáveres, destrozados y envueltos entre las ruinas del cielo y de la tierra, se confundan en profundo caos; que los elementos primarios queden sin energía, y rotas las puertas de la disolución, se precipiten por ellas en turba amontonada todos los seres, y de cuanto existe no quede más que universal desierto.
1114 á 1118. Hæc si pernosces parvâ perfunctus opellâ.
Pero si comprendes bien las razones que te expongo, ya que las unas auxilian á las otras, no ha de robarte más negra noche la claridad que te ilumine para que puedas penetrar en el arcano de la Naturaleza; porque de unas cosas brotará luz bastante para que distingas otras.