Читать книгу Crepúsculo de los Dioses - ULLLA RAMERA - Страница 7
3 La conferencia
ОглавлениеLos Hindúes del desierto hacen promesa de no comer pescado
Las primeras reuniones giraban en torno a aquella cuestión sensible, y en grupos pequeños se discutió vigorosamente. Las conversaciones ya habían puesto en evidencia las dificultades que puedan surgir si alguien se atreve de llamar a un dios para un tribunal, incluso tratándose de un dios menos importante, como era el caso aquí. Sin embargo, todos los participantes de la conferencia mostraron rostros preocupados, y realmente no se alcanzó una atmosfera relajante en las filas de los inmortales.
Brahma, Zeus y Hermes estaban sentados a la mesa tomando néctar y ambrosía, y ellos hablaron sobre el primer caso verdaderamente complicado en la historia de los dioses. Todos los tres con caras serias. Finalmente, Brahma se levantó y dijo:
Como todos son dioses, naturalmente es difícil juzgar a otro dios en un caso excepcional. Pero ¿qué debemos hacer? Nosotros no podemos dejar del lado esta solicitud, para no perder nuestra credibilidad entre los mortales!
Solamente en segundo plano todavía era de considerarse: ¿Quién sería el juez? También sobre este tema hablaron los dioses en pequeños círculos, pero mismo esta pregunta incluía el tema de la aprobación de la acusación contra alguien, por decirlo así, de la propia profesión.
Sobre esta cuestión personal fue debatido menos intensamente, y dentro de un plazo relativamente corto, una clara tendencia era previsible. En soma, todos concordaron que Zeus debería ser el juez. El argumento prácticamente común era: Él ya es el actual presidente de la confederación divina y definitivamente eso, debía ser parte de las responsabilidades del cargo.
La mayor dificultad sería la elección de los siete jurados, esto dio origen a discusiones interminables y Zeus pronunció el problema:
La tarea requiere que estos jueces sean independientes y libres. Así pues, ellos no podrían ser dioses.
Los Africanos pensaron en dar la tarea a los demonios, pero esta idea, en la opinión de la mayoría, fue rápidamente descartada. Los dioses encontraron esa idea muy peligrosa, ya que aquellos podrían ser demasiado felices de jugar una mala pasada a cualquier dios: No, ellos ciertamente no servirían.
Y los mortales? Eso sería una posibilidad, dijo Brahma, pero el problema con ellos puede ser que se aferren demasiado a sus creencias y tienen mucho miedo de sus dioses.
Wotan opinó: Ellos no se atreverían a decir un juicio! A no ser que haya algunos que no les importan los dioses, estos tal vez puedan ser creíbles y confiables.
Después de pesquisar mucho, Hermes se levantó, tomó la palabra y dijo: Yo sé que sí existe un tipo de humanos que ni siquiera se preocupan por dioses y sus religiones. Se llaman ateos!
Sabiendo de la existencia de mortales que no creían en dioses, en ninguno de ellos, dio escalofríos en la mayoría de los inmortales, pero concordaron en que estos son los únicos que no se dejarían influenciar por prejuicios o por creencias.
En círculos pequeños los dioses se retiraron durante una hora en grupos de trabajo internacionales. Esta vez fue Wotan que, con papel y lápiz caminaba de un grupo a otro tomando notas sobre el procedimiento de las discusiones. Zeus miró al reloj, soltó un mini flash y así terminó la iniciativa de los grupos de trabajo.
Al concluir de la apariencia de las caras bastante relajadas, era muy probable un resultado de un acuerdo común. Wotan con su voz poderosa pidió silencio intentando proclamar el resultado para todos:
Señoras y señores colegas, he observado con mucho cuidado esa discusión de una hora, antes de nuestra conferencia real, y yo creo que les puedo anunciar una clara opinión mayoritaria. Para las señoras y los caballeros divinos lo siguiente quedó muy claro:
El veredicto del jurado debe ser prudente, dijo él, lógico y bien pensado. La sentencia debe convencer a toda la comunidad divina. Por lo tanto, por favor, escuchen mi propuesta: Aparte del hecho que los jurados deben ser ateos, ellos también todavía deberían ser filósofos que están realmente preocupados por las cuestiones metafísicas. Entonces voy a solicitar: Los siete miembros del jurado deberían ser mortales, ¡además ateos y filósofos! Después de que los intérpretes tradujeron la solicitud a sus dioses, hubo un murmullo general, especialmente los Africanos rezongaron un poco, muchos fruncieron el ceño, pero con la abstención de los Africanos, los votos resultaron casi unánimes.
El tenor general: Que deben ser mortales, bueno, probablemente no había otra posibilidad. Sin embargo, ¿ateos y filósofos también?
Brrrrrr. ¡Qué idea horrible!