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¡Qué olor!

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Tu Biblia dice: “[…] Somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios”. 2 Corintios 2:15.

Cuando mis hijos eran pequeños disfrutaban de ver una película lla­mada La chinche apestosa. Este insecto iba a un campamento, pero es­taba muy preocupado porque emanaba un olor desagradable. Cada vez que algún acampante se acercaba para hablar con ella o para invitarla a jugar, ella se ponía muy nerviosa y su desagradable olor salía, lo que hacía que los demás huyeran.

Un día se dio cuenta de que cada vez que se sentía temerosa apestaba, así que decidió subir a lo alto de un árbol para desafiar su temor. Al ir subien­do, el miedo la paralizó y comenzó a despedir un desagradable olor. Los demás insectos del campamento la rescataron y lograron bajarla del árbol.

La llevaron al campamento y, cuando estaban celebrando el rescate, lle­gó un gran sapo y quiso comerse a todos los acampantes. La chinche temblo­rosa empezó a apestar y gracias a su olor pudo salvar a todos los insectos del campamento.

¿Qué tipo de olor tienes tú? ¿Un olor agradable que atrae a otras perso­nas? ¿O un olor que las hace huir de ti? No estoy hablando de un olor físico, sino del comportamiento que tienes con las personas que están junto a ti, como mami, papi, hermanitos, amigos, maestras, etc. Si los tratas bien, ¡te feli­cito! Tienes un olor agradable y eso le gusta a Jesús; pero si pasas el tiempo tratándolos mal, te invito a que les pidas perdón y le pidas a Jesús que te ayu­de a tratarlos bien.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a ser un niño agradable con todos y que pueda agradarte más a ti. Amén”.


Los animales nos enseñan…

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