Читать книгу Pack Bianca y Deseo enero 2021 - Varias Autoras - Страница 11
Capítulo Seis
Оглавление–Será mejor que dejemos el tema –le advirtió Honor justo en el momento en el que las puertas del ascensor volvían a abrirse a sus espaldas en el aparcamiento y un coche oscuro se acercaba a ellos–. Aquí están el coche y Douglas.
Logan tuvo la sensación de que iba a añadir la palabra «afortunadamente». Se acercó al coche y abrió la puerta para Honor y su padre, y se sentó junto a esta después. Honor se apartó de él, dejando las cosas claras. Douglas, por suerte, no se dio cuenta de nada.
Tras detenerse en el hotel de Logan para que pudiese recoger su cámara de fotos, fueron media hora en coche hasta un edificio que estaba frente al mar, rodeado de negocios de poca monta y edificios de apartamentos.
Logan salió del coche y empezó a tomar fotografías a los alrededores antes de centrarse en el edificio en sí. Estaba rodeado por cercas provisionales y en ruinas, pero pudo apreciar en él la calidez de los ladrillos y empezó a imaginarse los huecos de las ventanas con nuevos marcos y cristales, ventanas que permitían ver el alma de los edificios.
Se olvidó de Honor y de Douglas y empezó a pasear por el lugar mientras tomaba cientos de fotografías. En un momento dado, miró a su padre y se dio cuenta de que este lo observaba con una sonrisa en los labios.
–Veo que te apasiona tu trabajo, ¿verdad, Logan?
Este asintió.
–Hay que conservar este tipo de lugares siempre que sea posible, eso es lo que me apasiona. Encontrar la manera más económica de seguir aferrados al pasado, al tiempo que nos aseguramos que el edificio podrá enfrentarse a los retos del futuro de la manera más ecológica posible. Ese es el desafío. Contadme lo que sepáis acerca de este sitio. ¿Cuándo se construyó el edificio, a qué estaba dedicado?
Douglas le contó que el edificio había sido un almacén durante los últimos ciento cincuenta años. Logan empezó a asentir y a tomar notas mentales mientras paseaban por la planta baja. Estaba deseando empezar a hacer bocetos. Siempre empezaba haciéndolos en papel, a la antigua usanza. Y después los pasaba a ordenador y utilizaba programas de diseño. Como era evidente, el equipo de diseño arquitectónico ponía después en práctica sus sugerencias, asegurándose de que todo encajase.
En aquel caso, lo que Logan quería era poder transmitir sus ideas y sus sueños a Douglas.
Sabía que había asumido un gran riesgo al ir allí. Tanto desde el punto de vista profesional como personal, pero lo había hecho porque era consciente de que encontrar a su familia biológica era más importante que cualquier otra cosa en su vida. En casa tenía un increíble equipo de personas que hacían que su empresa continuase funcionando. Él podía involucrarse más o menos en cada proyecto, lo que le permitía pasar allí una temporada descubriendo sus raíces.
Pasaron un rato allí y Logan se dio cuenta de que Honor empezaba a impacientarse por volver a la oficina. Él, sin embargo, podría haberse pasado todo el día allí. De hecho, volvería a la semana siguiente, pero en esos momentos necesitaba tener de su parte a Honor Gould.
–Me parece que ya tengo todo lo que necesito por el momento. Gracias por haberme acompañado a los dos –dijo mientras guardaba la cámara y se la colgaba del hombro.
–Es interesante verte trabajar –admitió Douglas mientras volvían al coche–. Me da la sensación de que tu enfoque es más artístico que práctico.
–A mí me gusta pensar que es ambas cosas, pero supongo que tienes razón. Si no eres capaz de ver la belleza en algo antes de empezar, ¿para qué continuar?
Douglas dejó escapar una carcajada.
–Un poco como cuando conoces a la mujer de tus sueños, ¿no?
Logan sonrió.
–Algo así. Dime, Honor, ¿habíais empezado ya a trabajar en la paleta cromática?
–Por supuesto, tengo a un equipo trabajando a tiempo completo en este proyecto desde hace un mes. Ya teníamos incluso las especificaciones de los apartamentos.
Parecía molesta. Como si el trabajo de su equipo no hubiese servido para nada.
–Me gustaría verlo si estás libre esta tarde.
–Estoy ocupada –replicó ella.
Su tono de voz hizo que Douglas la mirase con extrañeza.
–Entonces, mañana por la mañana –sugirió Logan.
–Le pediré a mi asistente que te lo enseñe nada más volver a la oficina.
Logan se dio cuenta de cuál iba a ser la postura de Honor y la observó mientras volvían a la limusina. Honor entró y se sentó de espaldas al conductor.
–Es una mujer guapa –comentó Douglas–, pero en ocasiones pienso que se parece demasiado a Keaton para que puedan tener un matrimonio feliz.
A Logan le sorprendió el comentario de su padre.
–¿Y eso?
–Ambos están demasiado centrados en llegar a lo más alto de Richmond Developments y me da la sensación de que se les ha olvidado dedicar tiempo a su relación. Se han quedado anclados en la fase de noviazgo y no la han superado. Nancy no deja de decirme que no me preocupe, pero yo no puedo evitar tener la sensación de que la cosa no va bien. La vida, la felicidad, valen más que todo eso.
Logan no supo qué responder, pero no le hizo falta, porque Douglas entró en el coche. Se sentó en el lugar que había ocupado Honor a la ida mientras que él se sentaba justo enfrente de ella. Sus rodillas se rozaron y Logan se dio cuenta de que a Honor le molestaba tenerlo allí.
Honor estaba deseando llegar a su reunión y apartarse de la tentadora presencia de Logan Parker. Verlo trabajar había sido toda una experiencia y cuando sus miradas se habían cruzado se había sentido como si Logan la hubiese tocado. Así que, nada más llegar al trabajo, se alejaría de él.
La noche anterior no había podido dormir después de que Keaton se marchase. Lo había rechazado y, al mismo tiempo, deseaba a su hermano gemelo, del que se tenía que olvidar. Lo que había hecho era terrible y sabía que no iba a poder tener relaciones íntimas con Keaton mientras aquel secreto se interpusiese entre ambos.
Logan había accedido a guardar silencio, pero Honor no sabía si podía confiar en él.
Intentó volver al presente al darse cuenta de que Douglas le había hablado mientras entraban en el ascensor del aparcamiento de Richmond Tower.
–Lo siento, pero estaba pensando en mi próxima reunión –mintió.
–Eso es lo que me gusta de ti, Honor, siempre anticipándote –comentó Douglas sonriendo–. Te decía que tienes que llevarte a Logan a la reunión. Es con la nueva empresa de paredes ecológicas, ¿verdad?
–Sí, pero le iba a pedir a Steve que le enseñase la paleta cromática.
–Logan tiene cosas más importantes que hacer. Quiero que se ponga al día con todo lo antes posible y la única manera de hacerlo es participando en las reuniones.
Honor apretó los dientes.
–Logan quería ver las paletas –le recordó a Douglas.
–Sí, y la verdad es que todavía estoy sufriendo las consecuencias del jet lag, así que agradecería poder quedarme en la oficina, absorbiendo ideas para el nuevo proyecto. Podría pasar mañana todo el día con Honor.
¿Todo el día? Honor se estremeció solo de pensarlo.
–Está bien –le respondió–. Ahora, caballeros, si me perdonáis, tengo que llegar a la reunión.
Salió del ascensor delante de ellos y se dirigió a la sala de reuniones que había reservado para aquella tarde. Se sentía tan molesta y distraída que ya estaba en la puerta cuando se dio cuenta de que se había dejado en el despacho sus notas y el ordenador. Así que cerró los puños con fuerza y fue a su despacho, donde entró tan deprisa que chocó con Logan.
Levantó las manos cuando sus cuerpos se tocaron y sus palmas se apoyaron en el pecho firme de él. Sintió deseo y recordó cómo había sido tenerlo piel con piel. Logan la agarró de los brazos para sujetarla y Honor retrocedió al instante.
–Lo siento –se disculpó casi sin aliento–. No he mirado al entrar.
–No pasa nada. Steve me ha dicho que necesitabas esto para la reunión, así que iba a llevártelo.
–Gracias –le respondió ella entre dientes, tomando la funda del ordenador.
Comprobó que tenía dentro todo lo que necesitaba y añadió:
–Hasta mañana.
Sin esperar a que Logan respondiese, se dio la media vuelta y se marchó, maldiciéndolo por estar allí y por existir. A pesar de sus buenas intenciones, al parecer era incapaz de estar en el mismo lugar que Logan Parker sin sentir calor por todo el cuerpo. ¿Qué le pasaba? Estaba prometida e iba a casarse. Con un hombre idéntico al hombre del que acababa de huir como alma que llevase el diablo.
¿Idéntico?, le preguntó una vocecilla en su interior.
Se le hizo un nudo en el estómago mientras reconocía que Keaton y Logan no se parecían tanto. Ella amaba a Keaton e iba a casarse con él. Era guapo, inteligente, en ocasiones, hasta ocurrente, cosas que le gustaban de él, pero no la atraía como Logan Parker. ¿Por qué no?
Honor jugó con el anillo de compromiso de camino a la sala de reuniones y, una vez allí, tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse. Aunque no lo consiguió hasta que no llegó el nuevo proveedor. Se dijo que algún día Keaton y ella dirigirían Richmond Developments juntos, como marido y mujer. Como Douglas y Nancy hacían. Eran muy parecidos. Tenían los mismos sueños y la misma manera de ver su futuro. Y todo eso no se le podía olvidar.
Logan estaba trabajando frente al ordenador cuando entró Kristin en el despacho.
–Ah, si estás aquí –le dijo–. Estaba buscando a Honor.
–Va a estar toda la tarde reunida con un proveedor. ¿Quieres que le dé algún mensaje?
–No, ya hablaré con ella luego –le respondió ella, intentando ver lo que había en la pantalla del ordenador de Logan sin ningún disimulo–. ¿Son las fotografías del nuevo proyecto?
–Sí. Hemos estado hoy. Estoy trabajando en un plan para convencer a tu padre de salvar la mayoría de los edificios.
–¿En serio? Ya sabes que aquí no hacemos eso. No es rentable.
Logan se encogió de hombros.
–Ya veremos.
–Confía en mí. No dirijo el departamento financiero por diversión. No es posible recuperar los costes de renovar esos edificios tan deprisa como si los tiramos abajo y los construimos nuevos.
Kristin se acercó más y se quedó allí, cruzada de brazos, con la misma actitud combativa del día anterior.
–En ocasiones no se trata solo de ganar dinero –comentó Logan.
Ella se echó a reír.
–¿Estás seguro de que eres de nuestra familia?
Logan no pudo evitarlo, rio también.
–Sí, estoy seguro. Por cierto, ¿sabes si están ya los resultados de la prueba de ADN?
–Supongo que ni siquiera el dinero de papá puede comprar eso. Tardarán un par de días más, aunque tengo la sensación de que él ya no necesita ninguna prueba.
–¿Y tú?
Kristin descruzó los brazos y se dejó caer en la silla que había enfrente de él.
–Te pareces a mi hermano, pero no hablas como él.
–Pero yo sé, aquí… –Logan se llevó la mano al corazón–, que soy tu hermano. Es muy extraño, ¿verdad?
Ella frunció el ceño antes de responder.
–¿Y qué ocurrirá si eres quien piensas ser? ¿Te quedarás en Seattle? ¿Buscarás un sitio en Richmond Developments?
–Todavía no lo sé –admitió él–. En casa tengo un buen equipo que lleva mi empresa, pero siempre hace falta que alguien lo dirija. Al fin y al cabo, la idea inicial fue mía y odiaría que alguien la cambiase mientras estoy aquí.
–¿Y has pensado alguna vez en dedicarte a la política? Porque no has respondido a mi pregunta.
Él sonrió.
–Es cierto. Si somos hermanos, debería serte sincero, ¿no?
Suspiró.
–Supongo que tengo la esperanza de hacerme un hueco aquí sin pisar a nadie. Sé que tanto Keaton como tú habéis trabajado en la empresa familiar desde que terminasteis la universidad y es probable que incluso antes.
Kristin asintió.
–¿Y?
–Que yo no quiero ser el recién llegado que pasa por encima de los demás para conseguir lo que quiere. Dicho eso, debería haber formado parte de esta familia y de Richmond Developments toda mi vida. Quiero un lugar en mi familia.
Kristin volvió a asentir.
–Lo comprendo, pero hasta que tengamos los resultados de las pruebas de ADN, estás en el limbo, ¿no? ¿Y qué has hecho con tu negocio? ¿Estás de excedencia mientras estés aquí, has nombrado a un sustituto?
–De momento, estaré tres meses de excedencia.
Kristin ladeó la cabeza y lo miró muy seria.
–Esto es muy importante para ti, ¿verdad? No se trata solo de encontrar a tu familia biológica, sino, más bien, de encontrar tu verdadera identidad.
Logan, que no había sido consciente de lo tenso que estaba, se relajó ligeramente.
–Eso es. Tenía que intentarlo. Pensé que en tres meses podría demostrar que pertenezco a esta familia y descubrir si encajo o no en ella. Si no, siempre tendré mi otra familia y mi trabajo en Nueva Zelanda. Tampoco planeo abandonarlos.
Kristin asintió y lo miró con curiosidad.
–¿Y qué le parece a tu familia de allí que hayas venido?
Logan hizo girar un bolígrafo entre los dedos mientras pensaba su respuesta.
–A algunas personas les preocupa que todo esto manche el nombre de mi madre, en especial, por el asunto del secuestro. No obstante, casi todos mis primos entienden el motivo por el que es tan importante para mí. No voy a darles la espalda. Siempre los querré y los respetaré. Mi abuela todavía vive y me ha dado su bendición. Seguimos considerándonos familia. Eso es todo.
–Nuestros abuelos ya no viven –comentó Kristin–. Fallecieron antes de que yo naciese y Keaton era demasiado pequeño para recordarlos. ¿Piensas que tu abuela también nos aceptaría a nosotros?
Logan sonrió de oreja a oreja.
–Os recibiría con los brazos abiertos. Lo mismo que todos mis primos.
–Papá y mamá son hijos únicos, así que tampoco tenemos primos. A mí me gustaría formar parte de una familia más grande.
–Al parecer, si los resultados son positivos, todos podremos beneficiarnos.
La expresión de Kristin se suavizó mientras hablaban del pasado de Logan y este se dio cuenta de que su hermana era en realidad una persona muy familiar, que también buscaba un lugar al que pertenecer, lo mismo que él. Logan empezó a tener la esperanza de que Kristin lo aceptase en la familia.
–Qué fotografías más buenas. ¿Qué cámara has utilizado? No es la del teléfono, ¿verdad? –le preguntó ella, cambiando bruscamente de tema.
–No.
Logan sacó la cámara y se la ofreció.
–Utilizo esta para trabajar, aunque también suelo llevarla cuando salgo por ahí. No quiero perderme nada que pueda ser una fuente de inspiración.
Kristin sonrió al ver la cámara.
–Oh, vaya –dijo de repente unos minutos después–. Se supone que tengo que estar en otra parte. Ya seguiremos charlando en otro momento.
Logan se puso en pie y le tendió la mano. Kristin dudó un instante antes de aceptarla.
–Gracias –le dijo él.
–¿Por qué?
–Por hablarme como si no fuese el enemigo. No lo soy.
Ella asintió.
–Sí, lo sé, pero no solo me tienes que convencer a mí.