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Introducción

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Como Red de Historiadoras Feministas, este libro ha representado una oportunidad y un gran desafío a la vez. Primero, porque nos ha puesto frente a la necesidad de mirar un período de larga duración, desde 1850 hasta 2020, la gestación, desarrollo y auge de diversos movimientos feministas y de mujeres, en diferentes tiempos, contextos y territorios, para dar visibilidad a la participación social y política de las mujeres en la historia de Chile.

El segundo desafío, que se desprende del anterior, significó analizar y evaluar si todos los movimientos y organizaciones de mujeres en la historia del país podían ser clasificadas como feministas. De esta reflexión concluimos que no existe una definición única, estática y atemporal para el feminismo. El feminismo es un movimiento que está en constante construcción, redefinición y debate, que expresa también la heterogeneidad de voces y posiciones en torno a contextos históricos, políticos y sociales que son dinámicos y cambiantes, como la historia y la vida misma de las mujeres, y de lxs demás sujetxs que se piensan políticamente en torno a los feminismos o cuyas vidas se dejan tocar por los feminismos. Por tanto, lo que podía resultar ser feminista para algunas mujeres de 1900, puede no ser lo mismo que entienden por feminismo las mujeres y disidencias del siglo XXI.

En este sentido, es necesario mencionar que, además de la diferencia propia que impone la distancia temporal, también han existido diferencias para entender los feminismos dependiendo de la clase social, la etnia o raza, las creencias religiosas y de las identidades de género y sexuales, las relaciones con el estado y los partidos políticos, entre otras cosas. Es por eso que, en este libro, hablamos de los movimientos de mujeres, feministas y, más recientemente, LGBTIAQ+, en plural, porque comprendemos que no todas las organizaciones de mujeres han identificado sus luchas políticas con los ideales del feminismo de su época, y que no todos los feminismos han sido iguales. Además, porque tampoco se ha entendido siempre de la misma manera el signo «mujer».

Por esta razón, hemos buscado también mostrar el tránsito que han tenido los movimientos feministas desde organizaciones de mujeres cisgénero en el siglo XX, hasta las organizaciones feministas LGBTIAQ+ del siglo XXI. Decidimos acercarnos a los feminismos preguntándonos cómo podíamos hacer una historia sobre lxs sujetxs políticos involucrados en las reflexiones desarrolladas en este libro. Tensionamos, entonces, el lugar estático de la mujer como único sujeto posible para pensar en clave feminista, estableciendo miradas críticas sobre los mandatos de los géneros y las sexualidades desde las que se han considerado y valorado los aportes, preguntas e impulsos ligados a los desarrollos de las disidencias sexuales y de quienes luchan y han luchado por desmontar las exigencias heterocispatriarcales compulsivas que ordenan nuestro mundo.

Desde esta perspectiva, asumimos que son muchos y muy diferentes los sujetos que han sido marginalizadxs de las narrativas históricas por el peso de los discursos de odio que se tejen y desprenden de las estructuras binarias que norman el sexo y el género y, por lo tanto, como un gesto de desvío y protesta frente a dichas estructuras, es que a lo largo de las siguientes páginas decidimos escribir utilizando un lenguaje inclusivo que desafíe la dureza de las marcas de género y nos permita abrir el camino a nuevas formas de hacerse un cuerpo y pensarse en relación a otrxs. Para esto, reemplazamos en ocasiones, la «o» masculina o la «a» femenina, con una «x». Creemos que esta acción marca una desobediencia respecto de los límites desde los cuales en los libros de historia se han pensado tradicionalmente los sujetos y puede dar cabida a incorporar en nuestra reflexión la experiencia y los sentires de aquellxs cuyas vidas e historias siguen estando aprisionadas en un marco de lo posible violentamente excluyente, por ser demasiado estrecho y normado. Asimismo, utilizamos mayoritariamente bibliografía y literatura escrita por mujeres y disidencias, buscando visibilizar la producción académica de las historiadoras de ayer y de hoy.

Es así como dentro de las pluralidades y diferencias de los movimientos feministas ha resultado necesario reconocer también que, sin la existencia de las demandas y luchas de cada uno de estos grupos, movimientos y organizaciones, habría sido imposible que el camino andado en la consecución de los derechos civiles, políticos, culturales, sexuales y reproductivos de las mujeres y disidencias hubiera avanzado hasta donde estamos hoy. Aunque sabemos que aún falta mucho para lograr la equidad, reconocimiento y derechos plenos, también sabemos y valoramos las trayectorias y luchas de lxs que estuvieron antes que nosotrxs, dejando huellas y luces indelebles en el camino, que han iluminado las rutas de lxs que vinimos después.

Este libro se ha escrito honrando esas historias y esas memorias feministas, intentando mostrar las continuidades y los cambios de uno de los procesos sociales y políticos más largos en la historia de Chile: la organización y lucha política femenina y feminista por los derechos y el reconocimiento social pleno de las mujeres, y más recientemente de las personas LGBTIAQ+.

Para dar cuenta de este proceso, este libro se divide en cuatro capítulos.

El Capítulo I, titulado «Ensayos, aprendizajes y configuración de los feminismos en Chile: finales del siglo XIX y primera mitad del XX», se divide en cuatro secciones, e inicia con el análisis de qué fue el feminismo como concepto y acción política para las organizaciones femeninas de hace más de cien años. En el marco de un período convulsionado por crisis económicas, guerras, dictaduras y graves problemas sociales, mujeres obreras, de sectores medios y de las élites se animaron a pensar cuál era la sociedad que querían y cómo querían ser consideradas y tratadas, comprometiéndose con un programa social y político que, a pesar de las diferencias entre ellas mismas, apuntó a la ampliación de la democracia y a la búsqueda de mejores condiciones de vida.

En la sección dos, que va desde los años 1850 a 1920, se da cuenta de las primeras organizaciones de mujeres documentadas en Chile, hacia mediados del siglo XIX, compuestas principalmente por mujeres de la élite, fuertemente vinculadas a la Iglesia Católica, quienes desplegaron sus acciones en torno a la caridad. Se aborda la lucha por el derecho a la educación, vinculada principalmente a mujeres laicas de la élite y sectores medios emergentes, quienes además abogaron por limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad. Luego, se presentan los albores del feminismo obrero, destacando las luchas de mujeres por derechos laborales y mejoras a la condición de vida de las familias proletarias, además de plantear profundos cambios estructurales a la sociedad, que incorporarán la emancipación de la mujer.

La sección tres estudia cómo los movimientos y organizaciones de mujeres se comienzan a transformar entre 1920 y 1935 en partidos políticos femeninos independientes, y otros dependientes de los partidos masculinos tradicionales. Con fines analíticos las hemos dividido en agrupaciones obreras, de clase media y de la élite, presentando una gran diversificación política, y teniendo algunas de ellas tintes feministas, y otras declaradas abiertamente feministas. El hito del voto municipal en 1935 es un logro importante de las demandas colectivas por el sufragio femenino, el que, junto a la demanda por más y mejor educación para las mujeres, será una de las principales banderas de lucha del periodo.

Por último, la sección cuatro del capítulo, que corre desde los años 1935 hasta 1949, se encuentra marcada por dos hechos relevantes; estos son: la participación por primera vez de las mujeres en las elecciones municipales y la promulgación del voto pleno. Los hechos acontecidos desde mediados de los años treinta hasta finales de los años cuarenta son una expresión de las deficiencias y exclusiones del sistema político, pero a la vez se impulsaron cambios que son significativos hasta el día de hoy. A lo largo de la sección se da cuenta de algunos procesos significativos para el período, como son: la configuración de los feminismos como una forma de pensamiento y de acción alimentada por la publicación de libros, revistas y periódicos; además, se hace referencia a los feminismos como acción política organizada, enfatizando en algunas de las experiencias que implicaron la generación de articulaciones nacionales y en hechos específicos, como fueron la participación en las elecciones municipales y las concepciones y tensiones que acompañaron al acto de promulgación del sufragio femenino.

El Capítulo II, que lleva por nombre «El poder de desafiar el poder. Movimiento de mujeres y feministas en la revolución y contra la dictadura. (1950-1990)», aborda el movimiento feminista y de mujeres en el periodo que abarca desde la obtención del sufragio femenino hasta el fin de la dictadura militar. Esta etapa se enmarca bajo la polarización del mundo en el contexto de la Guerra Fría, lo que implicó que los activismos feministas se desarrollaron a partir de una nueva relación entre la política, la ideología y los afectos.

En la sección uno, se estudia el llamado «silencio feminista», de acuerdo al análisis de la destacada académica y feminista Julieta Kirkwood (1990), categoría que fue utilizada para referirse a la situación de fragmentación del movimiento feminista en el periodo que va desde 1950 a 1973. Interesa destacar que dicho silencio no implicó que el feminismo desapareciera de las trayectorias individuales y en las nuevas organizaciones de mujeres. Destacamos además, para este periodo, la continuidad del discurso feminista maternalista desarrollado en el periodo anterior, que buscó, en los intersticios de la modernización económica y estatal, plantear propuestas para la superación de las condiciones de vida de las mujeres. Lo anterior, buscando contrastar el discurso institucional eugenésico infanto-materno, que asignaba a las mujeres función social de madres y donde la infancia era entendida como el capital humano para el futuro (Montero 2015).

En la sección dos, se aborda la temática de «Mujeres en tiempos de Revolución». En ella se destaca la relevancia de los largos años sesenta, como «momento/bisagra», de articulación entre la clase y el género en la militancia. Nos interesa destacar las tensiones, conflictos y luchas de las mujeres en los procesos de reformas y radicalización de las luchas sociales y políticas bajo la Unidad Popular. La experiencia acumulada y las redes de mujeres desarrolladas en este periodo resultan gravitantes para la rearticulación del movimiento feminista bajo la dictadura cívico-militar.

El movimiento de mujeres y las luchas feministas de la década de los ochenta a partir de la defensa de la vida y con el propósito de construir la «democracia en el país y en la casa», es abordado en la sección 3, titulada «La lucha de las mujeres contra la Dictadura Militar (1973-1990)».

El Capítulo III, «Movimientos feministas y LGBTQ+: de la transición pactada a la revuelta social, 1990-2020», resume los principales avances en cuanto a los últimos treinta años de los movimientos de mujeres, feministas y LGBTQ+, que se han caracterizado por una explosión de activismos, organizaciones y temáticas. En vez de «fragmentación» o debilidad en la multiplicación feminista, lo que rescatamos en este capítulo es la forma en que los feminismos se expanden y profundizan, a la vez que van conquistando espacios importantes dentro de los ciclos de movimientos sociales y de protestas, como también en los medios y la opinión pública.

El capítulo está dividido en tres secciones, de aproximadamente diez años cada una (1990-1999, 2000-2010, y 2011-2020). Comienza hablando de las posibilidades y los desafíos de «género» dentro de la posdictadura y cómo se expresan y tensionan diversas temáticas, en torno a temas como la institucionalización, las autonomías, y los derechos humanos dentro de los movimientos de mujeres, feministas y LGBTQ+. Se refiere a algunos de los principales avances en cuanto a las leyes y las políticas públicas de los gobiernos de la Concertación y el Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), como también las tensiones y los conflictos con grupos feministas y LGBTQ+, tal vez más conocidos en relación al «feminismo autónomo» e «institucionalizado», pero no limitado sólo a esto. A lo largo del capítulo se busca seguir este hilo, subrayando no sólo las iniciativas y aproximaciones activistas, sino también su relación, muchas veces conflictiva, con la institucionalidad, los partidos políticos y el Estado.

En la siguiente sección, se problematiza sobre el neoliberalismo, las demandas étnico-raciales y las nuevas generaciones de feministas y estudiantes, dentro de un contexto de desgaste del modelo político de la «democracia de los acuerdos» de la posdictadura. Sin duda, son los movimientos estudiantiles –como la Revolución Pingüina de 2006 y el Movimiento Estudiantil de 2011– los que remueven las aguas de lxs feministas y disidencias sexuales, que instalan y problematizan nuevas demandas y temáticas. No obstante, a la vez, los temas raciales y étnicos comienzan a aparecer cada vez con más fuerza en este período, estimulados, en particular, por la creciente militarización de la Araucanía, como también olas cada vez más grandes de migración, lo cual abrió discusiones importantes sobre racismo y colonialidad dentro del movimiento feminista hegemónico.

Estas reflexiones se vuelven centrales en la siguiente sección, titulada «Se abren las grandes alamedas y se llenan de feministas. Desde el movimiento estudiantil al tsunami feminista y la revuelta social». Así, este capítulo cierra, destacando cómo los feminismos se han vuelto cada vez más complejos –interseccionales, decoloniales, antirracistas y antineoliberales– a la vez que también se han masificado y llenado «todos los espacios», lo que se visibilizó con particular fuerza en el tsunami feminista del año 2018 y la revuelta social del año 2019, como también en otras fechas clave del calendario feminista, en los que se realizan masivas movilizaciones o acciones, tales como el 8 de marzo –Día Internacional de la Mujer–, el 25 de julio –Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora–, el 30 de julio –Día de la Marcha por el Aborto Libre, Seguro y Gratuito–, y el 25 de noviembre –Día de la No Violencia contra la Mujer–, entre otros.

Por último, el Capítulo IV, titulado «Decir feminismo no (es) solo hoy. Algunas reflexiones sobre tiempos, tensiones y preguntas para pensarnos desde y con la historia», es un corolario de análisis político de los movimientos feministas, centrado en la necesidad de establecer cuestionamientos acerca de los modos en que es posible aproximarse a los feminismos y a los significados que subyacen a este concepto, entendiendo que, aproximarse a las palabras y pensar colectivamente sus significados requiere esfuerzos en los que deben conjugarse las diferencias, los sentidos del reconocimiento y los imaginarios de lo político que se juegan en las propuestas transformadoras.

Para encontrarnos en la diferencia y seguir imaginando juntxs las rutas posibles de los feminismos hoy, necesitamos insistir en las palabras y rebasar de contenidos y preguntas los conceptos que se dejan tocar en el roce de los feminismos y el mundo.

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