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Un mundo irremediablemente urbano

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En 2015 la mayor parte de la población en el mundo vive en «ciudades» (54%) y se espera que esta cifra se incremente en 2050 a 66%.1 La urbanización del mundo parece un hecho irreversible: no sólo no hay utopías que promuevan el retorno al campo o la creación de comunidades rurales autosustentables2 en un momento en que las tecnologías del transporte y las comunicaciones permitirían facilitarlo, sino que la población del campo se sigue trasladando a las ciudades en las regiones menos urbanizadas (Asia y África). Así, la población urbana se incrementó de 2 300 millones de habitantes en 1990 a 3 900 millones en 2014, y se prevé que se incrementará hasta 6 300 millones en 2050.3 En este contexto, el número de megaciudades de más de 10 millones de habitantes en el mundo se ha incrementado de 10, en 1990, a 28 en 2014. Estas megaciudades alojan en conjunto a 453 millones de habitantes o 12% de la población urbana mundial: 16 megaciudades se encuentran en Asia, cuatro en América Latina (una de ellas es la Ciudad de México), tres en África, tres en Europa y dos en América del norte. Para 2030 el Programa Hábitat de la ONU prevé que habrá 41 ciudades con más de 10 millones de habitantes, todas ellas emergerán en el sur global, antes llamado tercer mundo.4

La migración del campo a la ciudad, que en el siglo XX definió la urbanización latinoamericana, es cosa del pasado. En el siglo XXI las migraciones de población son internacionales y se dirigen de países del sur a países del norte: mexicanos y centroamericanos arriesgan la vida al cruzar fronteras para trabajar en Estados Unidos, mientras que los africanos atraviesan por conductos clandestinos el mar Mediterráneo para llegar a Europa. Así, en 2010 más de 30 millones de latinoamericanos y caribeños residían fuera de su lugar de origen, fundamentalmente en Estados Unidos, Canadá y España,5 mientras que 10% de la población mexicana vivía fuera de su país, en gran parte en Estados Unidos. En cambio, en Brasil apenas 0.4% de su población total había emigrado.6 Ecuador es un país que ha perdido entre 10 y 15% de su población desde la década de 1990: en 2013 se tenía un registro de 428 000 y de 456 000 ecuatorianos residentes en Estados Unidos y en España, respectivamente.7

América Latina es la región más urbanizada del mundo, con casi 80% de su población viviendo en ciudades.8 Esta tasa es mayor que la de Europa, que alcanza 73% de su población viviendo en ciudades.9 Sin embargo, en algunos países este porcentaje se incrementa en torno a 90% (Argentina y Uruguay) y a 85% (Chile y Brasil), mientras que en América Central la tasa de urbanización ronda 55% (lo que significa que hay una gran cantidad de población potencialmente emigrante). En México la tasa de urbanización en 2010 era de 77.8% y se preveía su incremento a 80.6% para 2020.10 Es decir, que cuatro de cada cinco mexicanos vive en ciudades.

Además, la mayoría de las ciudades grandes y medianas en México, como en el resto de América Latina, son metropolitanas. Es decir, son ciudades que físicamente se extienden en más de una entidad político-administrativa. Se trata de una realidad urbana que constituye un enorme desafío para las democracias locales y la gobernabilidad urbana, pues día a día miles de personas, que tienen sus derechos políticos y pagan sus impuestos en el lugar donde duermen o tienen su domicilio, se trasladan a otras partes de la ciudad para trabajar, consumir, estudiar o visitar. En 2010 en México se habían definido de manera oficial 59 zonas metropolitanas que se extendían en 367 municipios y delegaciones de 29 entidades federativas. Aquí vivían 63.8 millones de habitantes, equivalentes a 56.8% de la población nacional.11

Además, el crecimiento demográfico en América Latina se ha reducido. Entre 1950 y 2010 la tasa de fecundidad bajó de 5.8 a 2.09 hijos por mujer y la esperanza de vida se incrementó de 51.4 a 74.5 años en promedio. Asimismo, en nuestra región la estructura etaria presenta un «bono demográfico», donde la población económicamente activa es mayor que la población no activa (situación que no durará más de 30 años): en 2010 la población menor de 14 años era de 28%, la de 15-64 años, de 65%, y la de más de 65 años, de 7 por ciento.12

Este grado de urbanización, acompañado de una considerable reducción de las tasas de crecimiento demográfico, ha llevado a algunos autores a considerar que en América Latina la «explosión urbana es asunto del pasado»13 y que la región ha transitado de la «urbanización sin fin, al fin de la urbanización».14 Es decir, que arribamos a una fase en donde la expansión de nuestras ciudades ya no sería necesaria, como en el pasado, porque la inmigración del campo a la ciudad prácticamente culminó; mientras que el incremento de la población actual de las urbes es por crecimiento demográfico natural. Sin embargo, a pesar de la desaceleración del crecimiento demográfico, aún persiste una lógica de crecimiento urbano expansivo, promovido por el mercado inmobiliario, como se comentará adelante, en esta fase de capitalismo neoliberal.

En este contexto, la agenda pública, los problemas sociales, la pobreza y las políticas públicas se han urbanizado. Además de ello, un tema que contribuye a colocar a las ciudades y a su futuro como un tema central es la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos, Hábitat III, que se realizará en Quito, Ecuador, en octubre de 2016.

Patrimonio urbano de la Ciudad de México: la herencia disputada

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