Читать книгу Morirás por Cartagena - Víctor San Juan - Страница 6
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Hace más de dos siglos, en 1741, la Inglaterra del rey Jorge II, un país emergente, lleno de comerciantes ambiciosos, y dirigido por una aristocracia militarista y agresiva, de cuyas filas saldrían algunos de los generales y almirantes más famosos de todos los tiempos, decidió ampliar su área de influencia en América, ya sojuzgada por el norte, ordenando a su Armada, la Royal Navy, desembarcar en una ciudad clave de América del Sur para iniciar así también la conquista de este continente.
La idea no era nueva; tiempo atrás, los puritanos ingleses del Lord Protector Oliver Cromwell, promotor del Western Design, ya lo habían intentado en Santo Domingo, cosechando un rotundo fracaso. Lo cierto es que la debilidad de la España de entonces convertía en factibles estas intentonas. La hegemonía de los Austrias se había extinguido con el fin de siglo y la muerte de su último monarca, Carlos II El Hechizado. Tras la incierta Guerra de Sucesión, emergió una dinastía francesa dependiente de los designios del soberano del país vecino, Francia.
El nuevo rey español, Felipe V, procuró marcar distancias con la familia, pero, consciente de gobernar un gran imperio, no pudo o no supo ser lo prudente que las circunstancias aconsejaban, dejándose provocar por quienes deseaban despojarle de una parte de aquél. Intentó gobernar al alza, como una potencia de primera, sin tener en cuenta que sólo contaba con la debilidad y pundonor de un país de segunda. Ello colocaría a España en peligrosísima situación, apetitoso bocado de importantes intereses y sin apenas fuerzas para defenderse.
Cuando llegó la hora, ni Francia ni la lejana metrópoli pudieron ayudar a la ciudad americana que tuvo la mala suerte de convertirse en objeto de esta invasión. Valientemente, por sí sola, dejando a un lado patrioterismos, banderías y justificaciones, fue capaz de aprovechar la constancia, el coraje, la tenacidad y la pericia de un puñado de bravos, para batirse, cuerpo a cuerpo, contra el enemigo que amenazaba sus hogares, en una de las campañas más desiguales, apasionantes y encarnizadas que registra una Historia, a veces, demasiado olvidadiza.