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LA CARA OCULTA DE LA LUNA

La información deportiva, aunque parezca una paradoja, nunca ha gozado de muy buena prensa. esa mala fama se la ha ganado a conciencia. durante años, el periodismo dedicado a narrar, glosar e interpretar los fenómenos deportivos, sobre todo los que gozaban de un seguimiento masivo, como es el caso del fútbol, estuvo en manos, con demasiada frecuencia, de tipos que no habían abierto un libro en su vida o que apenas habían superado el bachillerato elemental de la época. eso sí: poseían un gracejo especial en la expresión, hablaban con desenvoltura, peroraban con una autoridad que parecían pontífices dictando encíclicas y aparentaban saber de futbol más que los ingleses que lo inventaron. es decir, como cualquier hijo de vecino, pero con más descaro y desparpajo. el resto de deportes, por su interés minoritario, apenas tenían plumas que les glosaran o voces que los narraran pero, sin duda, contaban con mejores comentaristas porque los entendidos en la materia requerían de una preparación previa que no se les exigía a los futboleros.

Durante años, para el periodismo deportivo sólo existió el fútbol y apenas surgía algún especialista en otro deporte, se le echaba en cara su heterodoxia y se le afeaba en público su rareza.

En manos de semejante calaña estuvo, durante los años del franquismo, gran parte de la información deportiva que emitían los diferentes medios. Había excepciones, como en todo, y de vez en cuando surgían expertos de prosa brillante, oratoria ordenada y conocimientos amplios. pero el periodismo deportivo estaba considerado como el hermano lego del convento informativo, porque a él se destinaban los que no servían para otros menesteres. como si hubieran sido condenados a galeras.

A mayor abundamiento, si los primeros espadas de la época regalaban su prosa a la ideología del régimen, los subalternos del deporte se vendían, literalmente, a la dádiva de los dirigentes de turno, así fueran de clubs o de federaciones. eran tiempos duros, en los que el periodismo estaba mal considerado socialmente y peor remunerado salarialmente. los oficiantes de la información, en muchos casos, eran pluriempleados obligados a poner su (in)dignidad al servicio del poder.

Con el advenimiento de la democracia y la aparición desmesurada de medios de comunicación, el panorama mejoró, pero los periodistas deportivos eran observados por encima del hombro por sus colegas dedicados a la información política, emergente y acreditada socialmente en aquellos años. esa especie de fervor y dedicación a la vertiente sociopolítica, provocó un desinterés hacia la faceta social del deporte, que fue aprovechada por una cohorte de saltimbanquis para escalar puestos en el ranking del show informativo que, ya por entonces, comenzaba a tomar cuerpo en el panorama de la comunicación.

De manera que el deporte pasó, de ser un espacio subalterno en la oferta informativa, a convertirse en un espectáculo circense en manos, la mayoría de las veces, de charlatanes indocumentados. de ahí, al griterío actual y la maraña de opinantes, solo había un paso que, en efecto, se dio.

Menos mal que en medio de esa selva de ruidos y panfletos, surgieron firmas como las de vicent añó. desde su experiencia en la práctica atlética, y con su posterior formación universitaria, añó comenzó a aportar a la información deportiva, rigor, documentación y razonamientos contrastados. ingredientes de los que anda muy necesitado el sector. sus artículos en las páginas del diario Levante-EMV, siempre al filo de la actualidad y siempre fundamentados en cifras y datos, cuentan con la frialdad que da la distancia pero también con el interés que proporciona el estudio a fondo del tema. añó contextualiza los números y ofrece siempre la visión de la otra cara de la luna: la que queda oculta a los ojos del profano.

Con aportaciones como la suya, el periodismo deportivo comenzó a recuperar credibilidad, a contar con capacidad introspectiva, a dejar de ser un mero chauchau verborréico y equipararse al resto de las áreas informativas de cualquier medio de comunicación.

Un buen ejemplo de esa transformación se recoge en el presente volumen, que recopila una buena parte de las observaciones y las reflexiones de su autor en torno al fenómeno deportivo como práctica, espectáculo, negocio e instrumento político. como material pedagógico y como objeto de pensamiento al que añó aporta su caudal de conocimientos, el deporte ha alcanzado rango universitario. añó ha sido uno de los pioneros en aportar ese bagaje cultural para una disciplina largos años despreciada, que no merecía otra calificación que el despreciativo título de «maría». ahora, ya hay catedráticos en esa asignatura que, es objeto de sesudas tesis doctorales.

J.V. Aleixandre

Redactor Jefe de Deportes de Levante-EMV

Pasión por el deporte

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