Читать книгу El exilio de los marinos republicanos - Victoria Fernández Díaz - Страница 6
ОглавлениеPRESENTACIÓN
En medio del debate suscitado en Europa sobre la necesidad social del olvido o de la memoria en el tránsito al actual milenio, Humberto Eco señaló que “es la memoria del pasado la que nos dice por qué somos lo que somos y nos confiere identidad”. Con algo de retraso y parecida virulencia que en Francia o Alemania, se discute recientemente en España sobre la memoria histórica, ya sea en la academia, el Parlamento o la calle. Parecería que, fruto de la nueva demanda de memoria sobre la represión franquista durante y después de la Guerra Civil, ha llegado la hora de aplicar el tratamiento preciso para que nuestro país pueda superar la enfermedad adquirida, por exceso de olvido, durante la transición democrática.
La historiografía lleva haciendo sus deberes desde hace ya varias décadas, en pos de historiar la represión de ambos bandos durante la contienda, así como los tristes y múltiples efectos de la dictadura franquista sobre sus enemigos políticos. De hecho, incluso, podríamos pensar que ahora casi se ha llenado el vacío historiográfico existente hasta hace pocos años sobre el exilio republicano de 1939, puesto que desde múltiples trabajos se estudian los orígenes, los destinos o la diferente integración de los que, derrotados, fueron forzados al destierro.
El triunfo de los rebeldes y el reconocimiento internacional del gobierno de Franco generaron el exilio de cientos de miles de hombres, mujeres y niños, lo que provocó para el futuro de la sociedad española pérdidas incontables, pues con ellos salió no sólo una generación de artistas, científicos e intelectuales de primer nivel, sino gran parte de la clase política democrática y de miles de sus defensores. De muchos de ellos se han ocupado historiadores como Vicente Llorens, José Luis Abellán, Alicia Alted, Dolores Pla, Abdón Mateos o Clara E. Lida, entre otros muchos.
No obstante, quedan muchas experiencias, muchas voces por recuperar y demasiadas razones para seguir rehabilitando y reparando, aunque sólo sea simbólica y moralmente, a ciertas víctimas del exilio y del franquismo. Hay que seguir, aquí y ahora, propiciando “irrupciones de memoria”, como A. Wilde define a las peticiones que recurrentemente en Chile se elevan exigiendo que no se relegue al olvido el pasado de la represión pinochetista, y que, en el horizonte español, indicarían la resurgida vitalidad de la memoria en la actual sociedad española, al exigir reparaciones para los represaliados por el franquismo.
El trabajo de Victoria Fernández Díaz nos conduce, con mimo y con celo, al acceso de valioso material para alimentar una nueva irrupción de memoria: la que rehabilitaría del silencio a cientos de marinos españoles que, por compromiso y fidelidad al gobierno legítimo la II República, tuvieron que abandonar su país, con dolor y desgarro.
La autora ha realizado una labor exhaustiva y cuidadosa para reconstruir unas peripecias vitales insólitas, revisando fuentes y documentos de toda naturaleza y manejando información recogida en memorias, relatos y colecciones fotográficas inéditos, así como en decenas de entrevistas a protagonistas o a sus familiares. El magnífico relato hilvanado con esos mimbres tiene un doble valor. Uno inmediato, relacionado con su aportación historiográfica al estudio del exilio republicano, en concreto, al reconstruir la dispersión forzada de un grupo muy homogéneo, el de los marinos republicanos, que superó experiencias tan devastadoras como las padecidas en los campos de Hadjerat M’Guil o Sachsehausen, en la playas de Normandía o en los barcos de judíos deseosos de llegar a Palestina tras el fin de la II Guerra Mundial.
El segundo valor del trabajo de Victoria Fernández Díaz está en su aportación a la pedagogía democrática, siempre en construcción. Para que la cultura democrática española siga fortaleciéndose, nos parece imprescindible devolver el protagonismo a aquellos miles de hombres corrientes, como los que aparecen en este texto, que en medio de una guerra y de un largo exilio, eligieron y lucharon por la opción más legítima, representada en esa coyuntura por la II República. El reconocimiento de su valor y de su compromiso ético con la democracia española de entonces y su memoria recuperada nos permitirán reconocernos más plenamente como ciudadanos de una España democrática.
Afortunadamente ya, los esfuerzos de recuperación de historias y de memoria, como los que ha realizado nuestra autora, nos animan a pensar que la imposición de silencio que extendió por largos años el franquismo ha sido, finalmente, inútil. A pesar del tiempo transcurrido, los protagonistas de El exilio de los marinos republicanos forman ya parte de nuestro pasado reconocido y, por tanto, de nuestra propia identidad como españoles. Y debemos agradecer ese nuevo y feliz enriquecimiento a la constancia, el empeño y el buen oficio de Victoria Fernández Díaz.
Nuria Tabanera García
Universitat de València