Читать книгу Dramas de Guillermo Shakespeare: El Mercader de Venecia, Macbeth, Romeo y Julieta, Otelo - William Shakespeare - Страница 26
ESCENA III.
ОглавлениеCalle en Venecia.
SYLOCK, SALANIO, ANTONIO y el CARCELERO.
SYLOCK.
Carcelero, no apartes la vista de él. No me digas que tenga compasion..... Éste es aquel insensato que prestaba su dinero sin interes. No le pierdas de vista, carcelero.
ANTONIO.
Oye, amigo Sylock.
SYLOCK.
Pido que se cumplan las condiciones de la escritura. He jurado no ceder ni un ápice de mi derecho. En nada te habia ofendido yo cuando ya me llamabas perro. Si lo soy, yo te enseñaré los dientes. No tienes escape. El Dux me hará justicia. No sé, perverso alcaide, por qué has consentido con tanto gusto en sacarle de la prision.
ANTONIO.
Óyeme: te lo suplico.
SYLOCK.
No quiero oirte. Cúmpleme el contrato. No quiero oirte. No te empeñes en hablar más. No soy un hombre de buenas entrañas, de los que dan cabida á la compasion, y se rinden al ruego de los cristianos. No volvais á importunarme. Pido que se cumpla el contrato.
(Vase.)
SALANIO.
Es el perro más abominable de los que deshonran el género humano.
ANTONIO.
Déjale. Nada de ruegos inútiles. Quiere mi vida y no atino por qué. Más de una vez he salvado de sus garras á muchos infelices que acudieron á mí, y por eso me aborrece.
SALANIO.
No creo que el Dux consienta jamas en que se cumpla semejante contrato.
ANTONIO.
El Dux tiene que cumplir la ley, porque el crédito de la República perderia mucho si no se respetasen los derechos del extranjero. Toda la riqueza, prosperidad y esplendor de esta ciudad depende de su comercio con los extranjeros. Ea, vamos. Tan agobiado estoy de pesadumbres, que dudo mucho que mañana tenga una libra de carne en mi cuerpo, con que hartar la sed de sangre de ese bárbaro. Adios, buen carcelero. ¡Quiera Dios que Basanio vuelva á verme y pague su deuda! Entonces moriré tranquilo.