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2013 AMOR QUE SIEMPRE VUELVE

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2 de enero

Los que no pueden dar un poco de sí mismos siempre dan muy poco... ¡No se puede reemplazar el corazón por un simple regalo! Cuando un compañero se va, se hace un vacío de silencio a nuestro alrededor. Todo calla menos el corazón... ¡Gracias, amigo, por tu vida entera tal y como fue!



18 de febrero

En el Evangelio, las tentaciones forman parte también de nuestra frágil búsqueda. Dios se va afianzando en nuestra vida en medio de muchas resistencias y engaños. Pero el Espíritu camina con nosotros. Me llamó la atención que Lucas nos recuerda que, a Jesús, el Espíritu «lo fue llevando por el desierto» para ser tentado. El Guía es el Espíritu, y Jesús aprende a «ser conducido», que es lo más importante para nuestra vida. Creo que somos conducidos, como Pedro, a donde no queremos muchas veces... pero así se va cumpliendo lo que Dios quiere de nosotros.


24 de febrero

El vínculo cotidiano entre la fe y la vida tiene que ver, básicamente, con la transparencia. Transparentar la gloria, vivir la Presencia, hacer de nuestras calles un Tabor.



3 de marzo

Paradojas del amor: el símbolo de la zarza es la esterilidad; el de la higuera, la fecundidad. Pero como la zarza que arde, habitada por él, hace fecunda la vida de Moisés, del mismo modo el Viñador cava alrededor de la higuera estéril y le echa estiércol para que sea fecunda y dé fruto... ¡con mucha paciencia!



11 de marzo

¿Quién merece mi confianza? ¿El que se va o el que se queda? ¿De quién tengo que oír: «Este hermano tuyo...»? ¿Por qué me resisto tanto a entrar en el convite fraterno? ¿Escucho en el corazón: «Tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo»? ¿Hasta dónde tengo que perder para entrar en mi profundidad y volver, volver, volver...?



13 de marzo

Elección del papa Francisco: Servus servorum Dei. ¡Amén, que así sea!

Algo sobre el corazón y la fuerza de Dios para convertirlo. Nos disponemos a un corazón «contrito», es decir: estremecido, si nos dejamos afectar por el sufrimiento de los demás, sean semejantes o diferentes, todos próximos. Igual que el corazón se ensancha con la alabanza, se estremece con la compasión. Así se convierte en lugar de culto interior, eucaristía de entrega y proximidad de Dios y de los hermanos. Verdaderamente, «el altar está en todas partes...» en donde ponemos el corazón de carne, regalo del Señor, al arrancarnos el de piedra y darnos su Espíritu.



20 de marzo

Aprender a penetrar en el misterio personal del otro, pero sin querer agotarlo, acercarnos a las aguas mansas de su intimidad sin enturbiarlas, dejarnos sorprender por su misterio... Estos son los requisitos de la felicidad. Se trata de posibilitarle siempre esa comunión esencial con su propio misterio en el encuentro asombrado con el nuestro, participar al unísono del gran don que ambos hemos recibido de Dios: la comunión más esencial con el misterio de la Vida.



23 de marzo

Estoy pensando que, a veces, por nuestra obcecación, no logramos escuchar la palabra ardiente de Jesús en lo íntimo del corazón. Como los dirigentes judíos de su tiempo, nos resulta difícil pensar que, siendo tan cercano, tan humano, pueda venir de Dios... Paradoja hiriente para nosotros: ¿será que, a base de sentirlo tan cotidiano, perdemos de vista su grandeza? ¡Palabras de Vida para siempre!



27 de marzo

En estos días me resuena: «Lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplaron, lo que tocaron nuestras manos de la Palabra de Vida». No podemos guardar por más tiempo el secreto, tenemos que hacerlo oír donde aún no ha sido descubierto. Es una alegría y un compromiso: una obligación de transparentar mejor la dulzura de la entrega, el amor que sabe amar, que espera, que sufre... ¿Cómo podremos escribir de nuevo la vida ya vivida?, ¿cómo abrirla a otra visión, a otro derrotero?

Desde Bolivia, una consideración cuaresmal: Jesús va a la muerte por la falta de fraternidad. Como José, a quien sus propios hermanos tiran a la cisterna –símbolo del sepulcro– y venden por veinte monedas de plata... Su túnica ensangrentada, que muestran a su padre Israel, es una memoria eucarística, anamnesis de quien muere para rehacer la fraternidad desgarrada. La túnica sin costuras de Jesús, que no se desgarra, sino que se echa a suertes, símbolo de una humanidad suturada por la gracia del amor y de la entrega.



29 de marzo

El Gólgota: la afinidad del deseo con la muerte se nos oculta siempre; estas son las dos realidades más separadas de nuestra vida. ¿Es la muerte la tumba irremediable del deseo ilimitado del corazón? ¿O hay alguna posibilidad de experimentar alguna forma de muerte precisamente como ruptura del límite del humano deseo? Esta misma experiencia de amor y de muerte, en la que el deseo ardiente nos sitúa como referencia ineludible, siempre me ha hecho pensar que se nos regala en ella un ensanchamiento radical del alma, una capacidad de percepción del amor y del deseo totalmente nueva. Algo así como la noche oscura de los místicos, que es capaz de unir la más radical ausencia con el más ardiente deseo.



1 de abril

Desde San Salvador, tierra de mártires. Vivir la pasión del Señor no es difícil si se está en contacto con los dolientes. Las palabras, los gestos, la voz y el rostro, los cuerpos maltratados... Lo más difícil es contemplar en ellos la resurrección. La fuerza del Compasivo es aquí un grito de deseo ardiente: «Con gran deseo he deseado celebrar la Pascua con ustedes...». ¡Y así hasta hoy!



2 de abril

Desde el grito gozoso: «¡El Señor está vivo!», ya no existe el fin de la historia, porque siempre habrá un nuevo comienzo. Nuestra tarea y misión consiste en descubrir en cada tiempo lo «nuevo» imprevisto, con todas sus implicaciones, y sacar a la luz toda la fuerza inédita de su novedad. ¡Feliz Pascua!



3 de abril

Meditando en el camino de Emaús: ¿cuál es la razón por la que unos ven y encuentran y otros no? ¿Qué es lo que abre los ojos y el corazón? ¿Qué nos falta a los que permanecemos indiferentes, a los que sabemos indicar el camino, pero no nos movemos? La respuesta es sencilla: la presunción de saberlo todo ya, que vuelve nuestros corazones cerrados e insensibles a la novedad de Dios. ¿No nos conmueve en lo profundo que Dios pueda ser tan «nuevo» que quiera encontrarse con cada uno de nosotros?



4 de abril

La Pascua es saborear una experiencia de gracia. Es un desde dónde se vive y se lee la historia, la propia y la del pueblo. La cuestión es: ¿cómo ha ido surgiendo en nosotros, cómo amaneció la presencia de su favor en nuestra vida? ¿Dentro de qué historia, de qué narración vital? ¿En qué momentos de nuestra vida la hemos gustado? ¿Entre qué nubes? ¿Qué novedad se me ha regalado a mí? Y aún más, ¿qué camino me hace recorrer en adelante? ¡Dios nos transforma dándose a nosotros, no al revés! No nos pide que ya estemos transformados para entregársenos. La gloria-amor de Dios, en esta tierra salvadoreña, me sigue susurrando hoy: «Xavier, ¿en qué mundo vives?».



10 de abril

«No temas, yo soy el primero y el último» (Ap 1,17). El que era en el principio, origen sin origen, el Primero y el Último. Es decir: el dueño del tiempo, porque lo ha vencido, lo ha dominado con el poder en su entrega. Liberarnos del temor es su primera palabra tras volver del abismo de la muerte. El miedo es siempre lugar del pecado, sello de la culpa. Por miedo no nos atrevemos a afrontar la muerte y perecemos. El miedo nos paraliza y nos detiene el flujo de la vida. ¿Cuáles son los miedos que nos atenazan el futuro? El Renacido es el que vive y es capaz de transmitirnos la Vida, la plena, la verdadera, la vida abundante de la que siempre carecemos. ¿Le reconoceremos entre los sepulcros en los que le buscamos?



18 de abril

De cada uno de nosotros se dirá: «¡Este ha nacido allí!», como dice el salmo. Realmente, la Pascua nos devuelve a la inocencia del origen: al lugar del agua que espera pacientemente ser removida y darnos su vida. El camino estéril se hace fecundo y vuelve la alegría: «¡Todas mis fuentes están en ti!». Como el etíope en el camino de Gaza, ahora eunuco por el reinado de Dios...



23 de abril

No podemos sustituir a Dios en nuestras relaciones. Estamos sellados por su aliento, cuidados por su amor providente, alcanzados en el centro de nuestro cuerpo de carne, en la frente del corazón. Él sigue siendo el Primero: prioritario en el don, amasador de nuestra arcilla, hecha y deshecha a su gusto. Pero los que nos dañan, a los que a veces dañamos, son también impronta de la luz de Dios, están viviendo de su chispa vital, amando y respirando de su misma corriente de Vida. ¿Cómo no nos adelantamos a defender sus derechos, cómo no nos desvivimos por su vida frágil?



26 de abril

Amo lo que somos en la luz que nos sorprende en la Pascua. Luz de Luz, Icono que refleja el original, no las copias. Que ilumina y destaca lo que vemos, que nos enseña a ver con otros ojos, porque «se nos abren» para una visión nueva de las cosas. Luz nueva en nuestra mirada, en medio de muchas oscuridades egoístas, resplandor del Amor, que nos hace amar lo que somos y lo que los otros nos regalan... ¡Regalo inmerecido que nos hace suyos!



10 de mayo

El Espíritu es aquel al que se invoca –¡Paráclito!– y se siente atraído por la fragilidad. Solo faltan ocho días para que celebremos una nueva invasión de su Fuerza, de su Dulzura, de su Calidez, de su Luz. Nuestra debilidad, nuestra amargura, nuestra frialdad, nuestra noche, le atraen... Pentecostés en tono íntimo e intenso, sin apenas señales exteriores, pero con la hondura del silencio y el contacto de un pie en la arena de mi corazón... Celebro su Huella y el fervor de su paso. Tanto peso cotidiano me abruma algunas veces (sufrientes, amenazados, desconcertados, ¡no desesperados...!). Su contacto es bálsamo y caricia: brisa, viento suave, susurro en el rostro cansado. Como para Elías en el Horeb. ¡Ven, sí, ven a tu Iglesia!



17 de mayo

Leo algo sobre la invasión y hondura de la experiencia de Pentecostés: «Llegan a ser ellos mismos en profundidad cuando se dejan amar por él entre las sábanas del alma» (mejor las sábanas del mundo, ¿no?).



22 de mayo

Estamos tan habituados a lo cotidiano, tan empapados en la rutina de nuestra neutralidad, que se nos hace difícil volver sobre nuestros pasos perdidos. Pero somos los buscadores que son encontrados. Eso somos. Al buscar a Dios nos encontramos fácilmente con nuestro propio reflejo. Creemos buscarle, pero solo damos vueltas alrededor de nosotros mismos, como en una noria. Repetimos los gestos envejecidos y nada descubrimos. Para sensibilizarnos más ante el impacto del Dios oculto en nuestro corazón, ¿cómo cambiar los hábitos, ralentizar el paso, aprender a tocar con mayor delicadeza? ¿No será que tendremos que pensar que primero debemos ser encontrados por el Dios que se esconde? ¿Cómo rehacer de nuevo el talante de la vida?



4 de junio

Poniendo de fiesta el Corazón queremos ser un signo de la implicación de Dios en lo profundo del corazón de nuestro mundo, también él desgarrado por tantos conflictos. Queremos ser signo de la seguridad confiada de su Presencia, de la misericordia y el perdón ofrecido tan generosamente. Porque, en realidad, no se puede comulgar sin haber muerto alguna vez. Solo así nos atrevemos a una vida intensa: en comunión con los desheredados, en amor que duele, en abnegación como superación de lo meramente conveniente, confiando en el cuidado de su Corazón abierto y amoroso. Y en la participación en la muerte del Señor experimentamos su camino de gloria y su vida abundante.



15 de junio

Nuestro corazón se prostituye. Porque, en lugar de estar abierto solamente para Dios y para el hermano, se convierte en un mercado de voces y de demandas. Comprar y vender en lugar de dar y recibir. ¿Para cuándo el rescatar ese lugar de inviolabilidad recogida e íntima? ¿No sabemos reconocer en nosotros la falta de coraje para retirarnos en soledad? El Espíritu, que es el que nos habla al corazón, conoce nuestra más íntima morada. Sabe bien de nuestros otros huéspedes, de nuestra vulnerabilidad ante ellos, de lo fácil que les resulta instalarse allí, al encontrar nuestra casa dispuesta y arreglada. ¿Es nuestro interior morada suya o trono de señores indeseables?



10 de julio

Lo vivido en Bogotá y el consejo de una amiga: «Sé esponja»... El amor empapa y agudiza siempre la mirada y despierta el corazón. Escrutar lo escondido es una obra de quien se hace presente a nuestros más íntimos pensamientos, porque nos quiere. El acoso de Dios sobre nuestra vida es el del enamorado que quiere entrar en lo recóndito de la alcoba. ¿Cómo vivimos el amor que nos sondea, que nos conoce por dentro? La Palabra de Dios es una fuerza de corrupción. Siempre nos busca en lo cotidiano, en el saber tozudo de cada día, para introducir una duda, un interrogante que nos cuestiona y nos altera el orden de las cosas. Es un amigo inoportuno para nuestra senda de infidelidades consentidas, para nuestro contentamiento egoísta. ¿Cómo no dejarle que desmorone nuestras buenas razones, nuestra inútil esterilidad?



31 de julio

Celebrar san Ignacio como una fiesta, pero también desde una aguda experiencia de los verdaderos límites, nos sobrepasa: desborda tanto la conciencia de nuestra opción como de nuestro pecado y nos reconcilia, porque nos revela el gozo de no ser nada y de ser queridos sin nada y como esa nada. Esos son los momentos de orar desde la pobreza amada, comunicada sin egoísmo, expresada desde el despojo de nuestra sensibilidad, recibida y otorgada como una invitación a la sencillez y al desasimiento. Esa seducción de nuestra pobreza es la que nos hace beber en la fuente de un gozo mayor: el de sabernos aceptados así, sin ninguna grandeza que nos revista, rendidos al amor, que nos sitúa siempre fuera de nuestros propios límites, confiados y seguros: «Tomad, Señor, y recibid...».



2 de septiembre

Entre tantos tambores de guerra en Siria también con él seremos capaces de vencer, en medio de tanta amenaza y sufrimiento de los pequeños. La muerte no tiene ya la última palabra, porque el Viviente se la ha arrebatado al volver de la tumba. Vencer con él es nutrirse de nuevo, recuperar el derecho a comer del árbol de la Vida. Aquel del que ya no cuelga ninguna prohibición. El paraíso está abierto aquí, entre nosotros, pero es un terreno liberado del miedo que el Amor nos ha abierto en el corazón. ¿Nos haremos capaces de resistir hasta la sangre para aprender la obediencia de la paz y recuperar la dignidad original?



7 de septiembre

En esta hora de amenazas para Siria muchos nos preguntamos: «¿Es posible seguir otro camino?». El papa responde con firmeza: «Sí, es posible para todos». Francisco ha indicado la cruz como lugar donde se puede leer la respuesta de Dios: «Allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. [...] Sal de tus intereses, que atrofian tu corazón; supera la indiferencia hacia el otro, que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido, y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad».



18 de septiembre

Nuestro bienestar cuelga de manos encadenadas que lo sostiene. Los signos del amor están dispersos y escondidos en toda la historia y precisan de una mirada enamorada para saber apreciar las huellas, orientarse por rastros muy sutiles, que no todos saben captar. Hace falta una mirada de lince y un olfato de sabueso para explorar las quiebras de humanidad ante un Dios encarnado que se nos muestra en la carne y en la debilidad y desaparece de nuestra vista cuando le escrutamos en los signos del poder y del prestigio.



2 de octubre

No hay vocación sin razón de amor. Pero razón de amor no hay que no se diga desde sí misma desde la esencia misma del que ama. Más aún: desde las entretelas del mismo amor. Razón de amor que no quiere suscitar expectativas vanas, ni ofrecer respuestas apresuradas, ni soluciones que no satisfacen... ¿Qué hacer para ponerse en situación de ser capaz de acoger la invitación a superar un cierto estilo de vida, tal vez muy cómodo? La fidelidad es una clave central de la vivencia del cristiano, como la fue de Jesús, y a la vez parece ser una virtud pasada de moda, como si simplemente hablar de ella nos resultara incómodo y casi vergonzante. Pero ¿es verdad que deberíamos arrumbarla en el desván y olvidarnos de ella? ¿Tanto ha cambiado nuestra sensibilidad que ya no nos atrevemos a vivir como él de los pactos sólidos, auténticos, comprometidos?



7 de octubre

¿Cómo fundar en nuestra vida verdaderas fidelidades de deseo? ¿Se puede ser fiel a la promesa dada y, a la vez, vivir intensamente de la fuerza del deseo? ¿No son los deseos algo urgente, pero pasajero, de lo que nunca nos debemos fiar? Pienso que la verdadera fidelidad tiene su cuna en el deseo hondo de la persona, en donde nace la confianza esencial, la estima por los otros, la aceptación confiada de lo bueno y hermoso de la vida. La desconfianza en los deseos debilita la fidelidad y, con frecuencia, nos aboca a una fragilidad grande a la hora de tomar decisiones o de asumir compromisos.



13 de octubre

No debemos dejar que los agravios se pudran en el corazón... En un momento son la gota que rebosa el vaso de nuestra resistencia... ¡No dejar que el sol se ponga sobre nuestras desavenencias es lo evangélico!



7 de noviembre

A Dios le perdemos por inconsciencia, porque con su empuje nos sentimos violados en la intimidad, porque tememos que nos toque lo desconocido. Dejamos de abrir el corazón para no tener que aceptar el escándalo de nuestro desamor, el miedo de nuestra insensibilidad egoísta. Lo que le estorba al corazón no es la presencia de las cosas, sino la ausencia del amor. Lo que nos falta es capacidad de presencia: a nosotros, al hermano, al mismo Dios. Lo que nos estorba es la opacidad en la que vivimos, la oscuridad de lo que no está habitado, pleno. ¿Aprenderemos a dejarnos amar sin miedo, francamente, sin barreras, alguna vez?



3 de diciembre

Una frase leída de corrido en la prensa me hace romper el silencio de meses: «Se está penalizando a los más débiles». ¿Hemos recapacitado en lo que significa? ¿No nos avergonzamos al hablar de un tiempo de espera y esperanza? ¿A qué conversión estamos invocando? ¿Cómo decir Adviento sin sonrojarnos? «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida que haga lo mismo» (Lc 3,11). Lo más sencillo, sin complicaciones, para preparar el camino del Señor.



4 de diciembre

Dios es más íntimo, por su Espíritu, en el centro de nuestra interioridad de lo que solemos pensar. Más íntimo aún que nuestra misma intimidad, como nos recuerda san Agustín. Ello quiere decir que solo tenemos una forma de saberlo y gustarlo en nosotros: por el ejercicio del amor oblativo, por la dinámica del desprendimiento. La libertad de los hijos es la libertad total de quienes solo buscan vivir sin trabas, desarmados, inviolables, porque en su entrega radical están desprendiéndose de su siempre ansiada e inútil protección y se muestran de verdad muy capaces de descubrir el punto crucial del torrente activo del Amor y la vida.



9 de diciembre

¿Por qué nos empeñamos en pintar de blanco el humo negro de nuestras chimeneas? ¿No sería mucho mejor dejar de contaminar con nuestras combustiones emocionales la convivencia, el diálogo, la cordialidad?



19 de diciembre

Dios, todos los días y a todas horas, nace en verdad, por la gracia y el amor, en cada uno de nosotros. Por este nacimiento es por lo que no debe quedar en nosotros más que una búsqueda simple y pura de Dios, sin ningún otro deseo de tener nada propio, con la única voluntad de ser de él, de darle cabida en nosotros de la manera más íntima, para que él pueda llevar a cabo su obra y nacer en nosotros sin que interpongamos ningún obstáculo...

Si el ser humano prepara así el lugar en el fondo de sí mismo, Dios, sin duda alguna, estará obligado a llenarlo, y a llenarlo completamente; si no fuera así, el cielo se rompería para llenar el vacío. Dios no puede dejar las cosas vacías. Entonces la Palabra de este nacimiento podrá ser pronunciada en ti y tú podrás escucharla. Pero debes saber que, si quieres hablar, él se callará. No se puede servir mejor a la Palabra que escuchándola y callándose. Si tú sales completamente de ti mismo, Dios entrará todo entero; en la medida en que tú sales él entra, ni más ni menos.

El misterio en lo cotidiano

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