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2015 DIOS SE HA CAMBIADO DE CASA
Оглавление15 de enero
Nosotros pensamos que no es que Dios haya muerto, sino que se ha cambiado de casa. Nos habíamos habituado a buscar a Dios en su propia casa, que también debía ser la nuestra, aunque no siempre lo supiéramos. Desde la noche de los tiempos, el empeño del ser humano ha sido descubrir el Misterio original del mundo y, por tanto, también de nuestras vidas.
Pero, también desde siempre, esa pretensión humana llevaba en su interior un deseo inconfesable: despojarlo de su inviolabilidad, recortar los perfiles de su figura medio borrosa y dibujarlo de nuevo a nuestro antojo. Construirle a Dios una casa y encerrarlo allí: un lugar seguro para encerrar al que no se deja acotar por nadie, porque suyos son los espacios siderales y habita más allá de las estrellas.
Era una pretensión lógica, en cierto modo, porque ese Dios, siempre mayor que cualquiera de sus imágenes, lo experimentamos cercano y próximo. Él había querido que lo buscáramos, ya que no estaba lejos de nosotros, porque en él vivimos, nos movemos y somos. ¡Cuánto nos equivocamos...!
23 de enero
Aceptar seriamente al ser humano, con sus pasiones y deseos, es la única base para poder trazar la correlación e interdependencia de la acción libre de Dios y la respuesta, libre y, por tanto, responsable, de la persona. El deseo, los afectos, las pasiones, el miedo, la ira y la tristeza no son consecuencia directa del pecado de origen, sino condiciones creaturales en las que se desarrolla, gratuitamente, la cercanía y la transformación de Dios. Afirmarlos en lo que tienen de humano es un modo ya de colaborar con su resolución y aprendizaje humilde de nuestra condición.
9 de marzo
Solo cuando por el amor emigramos incesantemente hacia Dios, los sentidos unificados perciben todas las cosas como referidas a Dios en la luz del Espíritu. Gracias a una atención dirigida enteramente hacia Dios. Por eso el corazón es el lugar que unifica sentidos interiores y exteriores.
17 de marzo
En el mito de la caída, en el paraíso original, se nos ilustra cómo es primero el querer ser como dioses y después el descubrimiento de la vergüenza ante la propia desnudez. El yo que se reafirmó yendo contra Dios y compitiendo con él se reafirma ahora yendo en contra de la propia sexualidad, que es el lugar por excelencia del deseo.
30 de marzo
En la contemplación atenta de la pasión del Siervo queremos escuchar y contemplar sin adueñarnos de la historia, más bien afinando el oído para acoger sus llamadas. No podemos seguir leyendo su relato sin escuchar una voz profética que nos denuncia nuestra insensibilidad y nos anuncia una nueva comunidad con el pobre. La oración y la compasión son hermanas, ¡nacen del mismo vientre!
6 de abril
El Resucitado conserva en las manos y en el costado, abiertas, sus heridas. Es el Crucificado quien se nos presenta vencedor de la muerte y capaz de engendrar en nosotros su Vida. Nos quiere mostrar sus heridas para que sepamos que se las ha apropiado: son las nuestras, pero le pertenecen porque ha cargado con nuestros delitos. Mostrar a otros las propias heridas es un desafío, supone apertura y humildad. Tocar, con pasmo, las heridas de los demás es un acto de comunión que nos resucita y nos incluye, como a Tomás, en la resurrección del Siervo.
21 de abril
«Aquí está el pan que baja del cielo, para comerlo y no morir» (Jn 6,50). El paraíso recobrado es vivir de este Pan, nuevo maná; no el fruto prohibido, sino el deseado, porque quien come de este pan vive para siempre. La inmortalidad perdida en el árbol del conocimiento se recupera comiendo los frutos del nuevo árbol de la vida. La nueva Vid, que ha sido trasplantada al campo de nuestra humanidad y que nos alimenta, como la viña a los sarmientos. Comer del fruto prohibido mata; comer el fruto de la cruz salva y nos vivifica para siempre.
22 de abril
(Por el fin de las muertes en el Mediterráneo.)
La tragedia, como género literario, hace referencia a cómo los personajes son enfrentados contra el destino de los dioses con resultados de muerte o infortunio. Lo que ha ocurrido el domingo en las aguas del Mediterráneo, sin embargo, está lejos de poder considerarse como tal: no son tragedias inevitables, sino una responsabilidad de todos los que formamos la Unión Europea.
19 de mayo
El Dios que se esconde es más íntimo por su Espíritu en el centro de nuestra interioridad de lo que solemos pensar. Ello quiere decir que solo tenemos una forma de saberlo y gustarlo en nosotros: por el ejercicio del amor en nuestra profundidad, por el desprendimiento oblativo. Es entrar en una comunión muy íntima con lo más hondo y real de nuestra vida: a su entera y total disponibilidad. Espíritu de Dios, ¡espeleólogo de nuestras simas!
Nuestras palabras, las nuevas, salen de nuestro corazón por la fuerza del Espíritu. Él ora en nosotros, él nos bendice con su ferviente amor, en nuestras palmas abiertas se acumulan las historias vividas, él las conduce al corazón de Dios. El arte de vivir es arte que se desarrolla contemplando el final. Volver a los ancianos: escuchar una palabra de sabiduría. La calidad de vida es la vida impregnada por el Espíritu. ¡Ven, Espíritu, oración de la Vida!
7 de junio
El Espíritu de Jesús, que en la eucaristía se nos da de una forma inmerecida, es el que despierta en nosotros la fuerza de cohesión, es decir, de comunión con los otros hombres y mujeres ungidos por la misma experiencia. Y es gracia de unión eclesial. «Tomad lo que sois: cuerpo de Cristo. Sed lo que tomáis: cuerpo de Cristo» (san Agustín).
Lo que somos en la eucaristía es la comunidad de los creyentes unidos entre nosotros y con la cabeza para formar un organismo de entregados a la muerte, cohesionados por la misma entrega de Jesús. Comunidad de conjurados: creyentes, amantes y esperanzados, es decir, disponibles al futuro de Dios.
13 de junio
Captar la unidad de la vida es el arte de la contemplación. Nos esforzamos en ver más allá, pero esto siempre será un ejercicio de la voluntad, y lo que pensemos siempre será una realidad exterior. Estará solamente presente en nuestra mente, faltará un conocimiento «en comunión». Si se trata de una comunión con Dios solo intelectual, solo pensada idealmente, de tipo moral, entonces difícilmente se puede sostener mucho tiempo. Cuando el resto del mundo piensa de otro modo, entiende de otro modo, lo realiza de otro modo o incluso se desentiende de él...
25 de junio
(Mi cumpleaños.)
La felicidad depende del amor. Es el amor el que le da sabor y gusto a la vida. Una inteligencia espiritual habla de gustos, de sabores que permean todo el ser humano, porque pone en contacto con la vida. Porque la razón, aunque esté orgullosa de sus logros, al final no abraza nada de la vida.
4 de julio
«Centinela, ¿cuánto queda de noche? Vendrá la mañana y otra vez la noche. Si queréis preguntar, preguntad, ¡venid otra vez!» (Isaías).
En negra noche se nos acaba la luz de la esperanza. Huérfanos a la espera de una mano tendida, de un beso en la frente del corazón. Se nos insta a salir, pero solo un halo de luz despunta por el nuevo horizonte desolado y frío. Queremos volver a encender la hoguera de nuestra fe, aunque sea a costa de quemar las ramas viejas del desencanto.
¿Adónde volver nuestra mirada? ¿A qué abrazos volver que no sean los tuyos? Deseamos volver a tus brazos, Espíritu maternal, a tus caricias, que nos serenan el hondón del alma, que nos llaman a abrazar otra vez siempre y de nuevo a nuestros hermanos...
Volver a las palabras que nos aquieten y nos desestabilicen, que nos protejan el corazón y nos lleven a descubrir los signos del Indecible. Es un estilo más digno de vida el que anhelamos. Despojo de lo inútil que nos presente, en medio del conflicto en que vivimos, una tarea nueva, un grito palpitante de gozo en la garganta: tierra reseca y agostada.
Al desierto nos vamos con el canto doliente de los que son expulsados de nuestra tierra, pero con ellos dispuestos a ir más allá, a deshacernos de la codicia estéril, del hipócrita llanto. Nos echarán en cara que presentamos lo que no se quiere ver, lo que molesta, los jirones de la sabiduría necia, para narrar una historia que no nos avergüence.
La elocuencia de los huecos del deseo de nuestras vallas de miseria y de miedo, que nada nos protegen. Nos dejaremos curar, sí, dejaremos que tu mano nos toque y que la piel se renueve a tu caricia, que se abran nuestros ojos muertos.
Y aquí estamos: temblando y clamando a ti mientras queremos, como Adán, tapar inútilmente nuestras vergüenzas...
(Oración a mi vuelta de Costa de Marfil.)
9 de julio
No se trata de alcanzar una ciencia que nos enseñe cosas, sino que nos cambie el ánimo y nos desprenda de lo propio conocido y sabido. Se trata de dejarnos alterar por el amor, y para eso no es suficiente ninguna sabiduría, porque toda sabiduría es fría, y no se puede forjar el hierro en frío. El amor galvaniza nuestro corazón y modela nuestra voluntad. ¡A eso estamos llamados!
15 de julio
Estamos interconectados con los sistemas de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento que fluyen a través de nosotros. Vivimos dentro de esos movimientos que afectan a los demás y que les provocan también a ellos un caos a veces imprevisible. Ello nos permite ver el mundo como un flujo constante en permanente fascinación por lo nuevo y desconocido que llegamos a ser. Nos ayuda a afrontar situaciones de incertidumbre y contingencia, que, al fin y al cabo, es nuestra condición de creaturalidad. Somos un laboratorio en continua transformación, nuestra «forma» está creada y sostenida por el mismo flujo del que formamos parte. Somos lo que comemos, respiramos, experimentamos, sentimos, amamos, etc. Todo ello en un proceso continuado de transformación.
Tal vez, en lugar de desgastarnos intentando cambiar nuestra vida, algunos preferimos buscar y encontrar la armonía perdida. Porque, en realidad, de lo que se trata es de renovar y transformar nuestra vida, que es estable y, a la vez, siempre cambiante.
28 de julio
Es fundamental desarrollar una corporeidad espiritual, una imagen espiritual que sea capaz de acoger al ser humano en su integridad y lo mueva hacia la transformación en un cuerpo espiritual, no sujeto a la corrupción. La contemplación es en sí misma purificadora. Podemos volver a ser lo que somos: imagen de Dios, única imagen de Dios en el universo, y capaces de conocer a Dios en nosotros, en la medida en que recuperamos la semejanza, la connaturalidad con Dios. Encontramos en nosotros la visión de la paz, que es el lugar de Dios.
31 de julio
No podemos olvidar que la exclusión que generamos con nuestros silencios y nuestra complicidad con la injusticia y el mal es un lugar que se nos va instalando en el corazón. Excluimos de nuestro mundo a los que hemos desahuciado primero de nuestro cálido ámbito interior. Aquí se juega la verdad de la Compañía de Jesús de ser misión abierta al futuro: «[...] de nuestra parte, más que ninguna exterior constitución, la interior ley de la caridad y amor que el Espíritu escribe e imprime en nuestros corazones ha de ayudar para ello» (Constituciones S.J., n. 134). (Día mundial contra el tráfico de las personas.)
17 de agosto
¿Cómo construirle a Dios una casa en nuestra tierra? O, dicho de otro modo: ¿con qué palabras podemos hablar de Dios hoy para que, por nuestro discurso, se pueda hacer él presente en lo que somos, sentimos, amamos?
Las palabras son nuestra casa. Habitamos un mundo de palabras dentro de las que moramos, nos relacionamos con los demás, pensamos, trabajamos, nos hacemos personas y alabamos al Señor de la Vida. En nuestros discursos, en las narraciones de lo que nos pasa, es donde damos cauce a Dios en nuestra comunidad, en nuestra tierra.
Las historias de los hombres y mujeres de nuestro mundo son las palabras con las que Dios escribe su propia historia. Dios se nos ha hecho presente como Palabra primordial, que se dijo de una forma creadora en el origen del universo y como palabra profética que anunció su presencia y su deseo de pactar con la humanidad; pero también como palabra de denuncia que defendió al pobre e indigente y se comprometió con la suerte de los desheredados de la historia.
Pero, todavía de una manera más próxima a nosotros, Dios se ha hecho biografía en miles de vidas de hombres y mujeres que han hecho del seguimiento de Jesús la causa y razón de sus vidas. Los santos de la Iglesia –hombres y mujeres– no son un asunto del calendario, sino que son la presencia viva del Señor en una porción concreta de humanidad santa y pecadora. Y, en este sentido, todos estamos llamados a la santidad.
Somos biografía de Dios, porque él es el protagonista oculto de nuestra propia historia de vida. Y ser creyentes en nuestro atormentado mundo no es sino proferir una palabra que, aunque ya se ha dicho, aún no ha sido oída, una palabra que viene de Dios. Este es el misterio y la tarea de nuestra fe.
Lo que sucede es que nuestros discursos están plagados de nosotros mismos, no son un diálogo con él y con nuestros hermanos y hermanas, sino un monólogo en el que nos decimos y decimos, como loros, palabras en las que solamente nuestras ansiedades o nuestros logros rebotan en la pantalla de nuestro propio egoísmo.
24 de agosto
En nuestros contextos cotidianos, el problema es más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje: se trata de algo más serio, de «cambiar de Dios» y descubrir un Dios diferente, que se parezca más al Dios de nuestro Señor Jesucristo. Se trata de descubrir que se ha producido un cambio, que se nos ofrece una nueva manera de relacionarnos con el Dios tierno, clemente y misericordioso. Es la revolución de la ternura.
3 de septiembre
La acogida es que dejemos entrar a los demás en nuestra morada. Que acojamos con ternura al hermano que nos solicita, que nos ejercitemos en la paciencia de quien se rinde a su invasión, aunque sea inoportuna, que le dejemos moverse con holgura por las habitaciones de nuestra alma. El otro, los otros, nos habitan y nos colman de gozo al darles cabida en los arcanos de nuestro corazón, en el centro de las expectativas y vivencias de la menguada existencia de la que disponemos.
El servicio humilde nos hace descubrir una capacidad de ser habitados que a veces nos desconcierta de tan enriquecedora como es. Poderles servir es el regalo mayor que los otros nos hacen, porque adelgazan nuestro propio yo, ensanchan hasta límites insospechados nuestro horizonte de expectativas y nos pueblan con una fecundidad ignorada y sorprendente.
8 de septiembre
Vivir a la intemperie es una condición existencial del ser humano de todas las épocas, pero especialmente de la nuestra, que ha sido calificada como «sin hogar». Somos huérfanos, desarraigados de la casa común que habían edificado, a una, la tradición y la cultura. Vivimos con las raíces al aire, sin un lugar común donde arraigar la existencia, y nos sentimos urgidos por la honda nostalgia de la patria perdida.
Pero esa condición de nuestra modernidad tardía nos pone delante una ocasión de oro: aceptar con gozo la condición nómada y sabernos sin patria permanente, siempre peregrinos en una tierra que, siendo nuestra, deberemos cultivar para los otros, para la generación que nos continúe, hijos de la vida como nosotros, para los que queremos dar otro arraigo, otra solidez a su existencia.
26 de septiembre
Participamos de Dios en profundidad porque Dios tiene una memoria real y creativa. Nuestro don de la memoria es ambiguo. La memoria está estrechamente estructurada con la sabiduría. Es fundamental para abrir el corazón. La memoria del ser humano es, a la vez, respuesta al amor de Dios. Dios, vida de la vida, de mi vida...
5 de octubre
Nos entregamos a un Dios que nos sumerge en la realidad y nos mueve desde su incandescencia, nos abraza en su misma intimidad. Dios, Roca y Norte, Principio unificador de todo, que convierte en posibilidad lo que parece una amenaza. Dios fuente de libertad. Pero, además, esa presencia de Dios en lo cotidiano de nuestra vida es una presencia activa. Dios labora, trabaja, hace historia creyente en medio de las situaciones de ambigüedad propias de cada época. Y nos implica en la ayuda y el amor a las personas concretas con las que vivimos, a las que queremos, con las que luchamos.
La centralidad de Dios en nuestra experiencia es lo que nos hace libres y dialogantes, fuertes para afrontar los cambios históricos y sociales. Como Dios es siempre «más», hemos de darlo «todo» por este pequeño mundo del que formamos parte. Dios, que se va formando en nosotros, nos lo ha dado todo, y por eso pone en juego todo nuestro ser. Nos arraiga con solidez y nos confronta con la realidad en esta sociedad fría, anónima, desintegradora.
19 de octubre
Dar dignidad: lo que le corresponde al ser humano en cuanto persona, es decir, en cuanto ser libre, es sobre todo el reconocimiento de su dignidad humana. Lo que se debe a todo ser humano en virtud de su dignidad es el respeto, la aceptación y el afecto personal. En este sentido, la justicia puede ser entendida como la mínima medida del amor, y el amor como medida plena de la justicia.
Adorar es el espacio donde ahondar la mirada sobre nuestro mundo y entrar en la perspectiva de Dios, para quien este mundo, con toda su riqueza y su miseria, es amable. Adorar es ponernos ante el Señor y dejarnos tocar por él, es volver a casa, volcar nuestro corazón. Es el lugar donde vaciarnos, entregar lo que se nos pone en la vida, donde callar nosotros y que sea él el protagonista.
Vivimos la adoración en el corazón, allí donde somos nosotros mismos, donde respiramos, aprendemos, somos transformados, convertidos y sanados. Y así, configurados por él, podemos dar lo que de él recibimos en autenticidad. Sabemos que la iniciativa no es nuestra, sino de Dios. Nos sentimos amados por él y contemplamos silentes su gran misericordia.
5 de noviembre
«La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios, que sale a encontrar a todos, sin excluir a nadie [...] Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre» (Bula del Jubileo 12).
Si no queremos perder la esperanza, no podemos dejar de hacernos preguntas sobre la justicia en este mundo. De otro modo abdicaríamos de la dignidad del ser humano: ¡los verdugos triunfarían sobre las víctimas!
21 de noviembre
Solo podemos hablar con sentido de Dios cuando él emerge dentro de la experiencia humana en el camino de nuestra vida con los demás y con el mundo. Dios nunca está sobre el mundo ni mucho menos fuera de él. Dios aflora en medio de la experiencia del ser humano en el mundo como aquel que está siempre más allá, increíble, abierto y siempre inagotable, en el camino del ser humano y en la construcción de la historia.
30 de noviembre
Esto es lo que esperamos y celebramos en este tiempo de Adviento: que nuestra soledad más radical, ese misterio íntimo de donde se siguen todas las debilidades y complejos del ser humano, quede sustituida por una comunión de intimidad con el Misterio; es algo que siempre nos desconcierta.
Aunque Jesús así nos lo ha mostrado al venir a este mundo, de eso no nos cabe duda. Dios, el misterio enigmático que nos atemoriza, se nos ha hecho Abbá en Jesús precisamente al introducir nuestra soledad en él. Así, hemos podido intuir la cercanía y la ternura exigente de su Presencia, que se esconde en la fragilidad de nuestra condición.
Ha sido el Hijo, el Amado, el que nos ha proporcionado esa entrada última en el Misterio que todo lo sustenta. Precisamente es de esa intimidad de donde se desprende una fuerza sanadora muy grande. Nuestra soledad ha comenzado a arder de deseo y esperanza; este es el núcleo del mensaje del Adviento de Jesús: la irrupción de su Reino en el interior de nuestros corazones de carne.