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Los recursos naturales: luces y sombras1

Ángel Morales Rubio2

1. Introducción

En primer lugar deseo agradecer al Profesor Jorge Hermosilla, Vicerrector de Participación y Proyección Territorial, su invitación para intervenir en la Jornada Universitat de València – Xàtiva “Recursos Territorials Valencians: Factors de desenvolupament local”.

Al hablar de recursos naturales se deberían considerar las conclusiones de los estudios realizados en la década de los 70 por el club de Roma (Meadows et al., 1972) “Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años”.

Esos límites ya se sobrepasaron en la década de los 90, y es que las consecuencias de tanto empeño en un desarrollo continuado, de esa sobreiluminación mental de la mayoría de los dirigentes, ha hecho que estemos ciegos para ver el problema. Los beneficios rápidos de un desarrollo insostenible esquilman el medio, dejan conflictos que cuestan solucionar y su remediación implica, en numerosas ocasiones, un gasto superior al beneficio obtenido. La explotación indiscriminada de los recursos supone el agotamiento de los mismos. Lamentablemente, a día de hoy, gran parte de la humanidad, y lo que es mas grave, de sus gobernantes, no han entendido todavía la importancia y trascendencia de las conclusiones de aquel informe y continúan considerando los recursos como fuentes inagotables de riqueza, anteponiendo la rentabilidad económica a corto plazo frente a la rentabilidad medioambiental o social.

2. Recursos naturales valencianos

En cuanto a los recursos naturales más próximos, se podrían clasificar en tres grandes grupos los diez recursos más significativos: i) Agua, suelo, bosque y costa, ii) Agricultura, ganadería, pesca y caza, y iii) Minería y energía. Todos ellos, aunque se pueden tratar de manera independiente, en mayor o menor medida están interconectados entre sí y la intervención sobre uno de ellos afectará irremediablemente al resto de los recursos (Morales-Rubio, 2014).

Agua: Las aguas interiores valencianas, representadas por los ríos y sus afluentes, presentan un elevado valor ecológico por su riqueza faunística y diversidad vegetal y, además, actúan como corredores naturales lineales que favorecen la migración de la fauna y la distribución de taxones. Es un recurso escaso e imprescindible y se deberían mantener los niveles adecuados de calidad de las aguas evitando toda aquella actividad que pudiera causar su degradación. Muchos esfuerzos se han realizado en este sentido en los últimos años por medio de la construcción de estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR), y si bien estos sistemas suelen funcionar adecuadamente para la depuración de los contaminantes mayoritarios, no son tan eficaces cuando se trata de eliminar fármacos de las aguas residuales, llegando incluso estos compuestos a afectar a la fauna acuática.

Suelo: El suelo es otro recurso importante que se debe conservar y mantener. En función de su composición se pueden clasificar en: i) suelo fértil, con un elevado contenido de materia orgánica y apto para la agricultura y para el mantenimiento de los bosques, y ii) suelo inorgánico, rico en minerales que puede tener interés geológico o que en ocasiones será viable su explotación minera. La pérdida del suelo fértil en nuestro territorio es un problema importante. La deforestación por incendios intensos, la urbanización descabellada, la erosión o las lluvias torrenciales no ayudan a su mantenimiento.

Bosque: La superficie de uso forestal en la Provincia de Valencia es de 581.938 ha, siendo el pino carrasco (Pinus halepensis) la especie predominante (39%) (Morales-Rubio y Barba, 2015). Esta proporción tan elevada de pino implica una falta de biodiversidad vegetal que debería remediarse aumentando el número de carrascas y encinas que, con sus bellotas, son la base de alimento para una gran variedad de fauna. Esto implicaría que también la biodiversidad animal fuera aumentando en el territorio. Por otra parte, la sequía reiterada de los últimos años y la falta de inviernos rigurosos ha hecho que plagas y enfermedades forestales jueguen un papel importante en la fragmentación de las áreas forestales. Incluso algunos insectos perforadores pueden completar dos ciclos biológicos en un año como consecuencia de estos inviernos más benignos. El caso del insecto perforador Tomicus, que está diezmando los bosques de pinos en la provincia de Valencia, es un claro ejemplo. (Ver imagen 1).

Costa: La costa es uno de los recursos más valiosos desde el punto de vista económico para los municipios litorales. Sin embargo, la transformación de la costa iniciada a finales de la década de los sesenta, ha traído como consecuencia que las dunas y los marjales fueran sustituidos masivamente por bloques de apartamentos, puertos deportivos, malecones, paseos marítimos o chalets en primera línea de playa. La costa de la provincia de Valencia, con 110 km de longitud y 57 zonas de baño repartidas en 46 playas, es un recurso turístico incuestionable y activa la economía. Sin embargo, hay grandes desequilibrios entre las diferentes épocas del año, en época estival los municipios turísticos se ven desbordados para atender adecuadamente a la afluencia masiva de visitantes y en los meses invernales la economía de los mismos se ve fuertemente disminuida (Morales-Rubio y Barba, 2015).

Imagen 1: Masa boscosa de Les Rodanes (Vilamarxant) en el Parque Natural del Turia afectada gravemente por el ataque del insecto Tomicus.


En la actualidad, tan solo un 38,8% de la superficie del suelo comprendido entre los primeros 200 m de la franja litoral corresponde a un uso natural, existiendo en esta franja 4 áreas protegidas: i) la Marjal de la Safor, ii) les dunes de la Safor, iii) la marjal del Moros y iv) l’Albufera. Estos espacios protegidos pueden ser una fuente de ingresos para los municipios cercanos a ellos por medio de un turismo no estacional que busca el contacto con la naturaleza en cualquier época del año.

Agricultura: Se puede considerar a la agricultura como un recurso tanto natural como económico. Es un recurso básico que no se debería perder y que volverá a ser la base del desarrollo en el futuro. Sin embargo, una agricultura extensiva y no respetuosa con los ciclos naturales tiene efectos no deseados: i) salinización de los acuíferos por el abuso del consumo de aguas subterráneas que, junto con la deforestación por incendios y la urbanización sin control, hacen que los acuíferos no se recarguen y se favorezca la intrusión marina en las áreas próximas al mar, ii) salificación de los suelos al regar los campos continuamente con aguas superficiales, en las que las sales en disolución se quedan y se acumulan poco a poco en el suelo al evaporarse el agua; se considera como una forma de desertificación por la acumulación de sales en el suelo y, con el transcurso del tiempo, imposibilitan el crecimiento de las plantas, iii) eutrofización de las aguas por un exceso de nutrientes (nitrógeno y fósforo) consecuencia del continuo abonado de los campos que hace que las aguas de escorrentía estén enriquecidas en los mismos y, al llegar a lagos y ríos, se produce un crecimiento exponencial del fitoplancton que aumenta la turbidez del agua y, en último término, acaba con el oxígeno disuelto en la misma, impidiendo la vida acuática, y iv) residuos plásticos y pesticidas que aumentan la contaminación en el suelo y en el agua.

Se debe apostar por una agricultura respetuosa, de cercanía y de calidad que proporcione productos de elevado valor añadido, siendo los productos ecológicos o con denominación de origen marcas a tener en consideración (ver imagen 2).

Imagen 2: Nota de prensa sobre el Caqui con denominación de origen protegida “Kaki Ribera del Xúquer”.


Ganadería: Las grandes instalaciones deberían sustituirse por granjas con más espacio para los animales y se debería dar solución a los residuos orgánicos que generan.

Caza: La falta de depredadores, ha ocasionado que algunas especies animales se reproduzcan en exceso y estén provocando problemas en la agricultura (conejo y jabalí) o desequilibrios ambientales (urraca). Su número podría verse regulado por medio de una caza controlada, evitando o prohibiendo aquellos métodos que no fueran selectivos.

Pesca: La pesca, tanto en aguas interiores como en el mar, es un recurso natural que tampoco es ilimitado. Es necesario un control adecuado de esta actividad para asegurar la conservación poblacional de las diferentes especies. En el caso de la pesca en aguas marinas se sabe desde hace años que los especímenes de mayor tamaño y de mayor edad tienen contenidos, de mercurio y compuestos orgánicos tóxicos, incluso superiores a los límites máximos establecidos como seguros. Estos contaminantes se suelen acumular en las partes grasas de los pescados, y por tanto si se consumen pescados grandes habitualmente, el tejido graso se debería eliminar para minimizar el riesgo de toxicidad.

Minería: La minería es sin duda una de las actividades más agresivas en la extracción de los recursos que contienen los suelos inorgánicos. Modifica drásticamente el paisaje, genera contaminación y afecta a la fauna y flora de la zona (ver imagen 3). De entre ellas, la actividad más peligrosa para el entorno es la denominada fractura hidráulica que, para extraer el gas natural adsorbido en las fisuras del suelo profundo, puede incluso romper el equilibrio y la estabilidad de las capas internas del suelo. Para este proceso de extracción del gas atrapado en las rocas semipermeables se inyecta en el suelo, a elevadas presiones, una gran cantidad de agua con diversos productos químicos y arena. La fragmentación del suelo en las capas interiores del mismo puede provocar seísmos de mayor o menor intensidad, y los productos químicos empleados pueden producir la contaminación de los acuíferos.

Imagen 3: Cantera a cielo abierto (Alpuente).


Energía: La necesidad del cambio del modelo energético a corto plazo es evidente por el agotamiento de los recursos convencionales y por la dificultad de encontrar nuevos yacimientos cercanos. Las nuevas fuentes de energías limpias o renovables, como la solar y la eólica, junto con otras que se desarrollarán en un futuro próximo harán posible que disminuyan los problemas por residuos peligrosos y gases de efecto invernadero. Sin embargo, estas energías limpias también tienen sus efectos colaterales.

La energía eólica, con sus aerogeneradores en los montes valencianos (ver imagen 4), están llenando la noche de luces blancas intermitentes que interfieren en la vida nocturna de las especies animales adaptadas a la oscuridad en estos espacios alejados de las ciudades. Además un número importante de aves y murciélagos mueren todos los años por choques con los mismos. En cuanto a la energía solar, la calidad del silicio necesario para su empleo en las placas solares debe ser de una pureza muy elevada, y la fabricación de este tipo de silicio necesita de cantidades ingentes de energía eléctrica.

Imagen 4: Campo de aerogeneradores (La Yesa).


Turismo: Por último, y aunque no se considere como un recurso natural, debemos tratar al turismo como un recurso muy importante para el desarrollo económico de muchos municipios. Además, el turismo tendrá un buen efecto de llamada si se saben “vender” los recursos naturales a los potenciales visitantes. No obstante, el modelo de turismo de finales de siglo XX; el turismo de masas, de sol, playa y fiesta, poco respetuoso con el medio ambiente y que todavía hoy en día está presente en los medios de comunicación, es el modelo que se debe evitar. Incluso los parques naturales no están exentos de estos peligros (ver imagen 5). Los espacios naturales protegidos, en sus diferentes catalogaciones, son el reclamo para un turismo respetuoso y cultural.

Imagen 5: Malos usos en el Parque Natural del Turia.


Además, los espacios nocturnos sin iluminación son reclamo para poder ver las estrellas en el firmamento; estrellas que nos han robado en las ciudades por el afán de iluminar hacia el cielo, sustituyendo las luces naturales por luces artificiales. La Universitat de València en algunas de sus exposiciones sobre el territorio valenciano ha hecho eco del valor de este nuevo recurso, el cielo nocturno (ver imagen 6).

3. Conclusiones

Los recursos naturales se pueden considerar como una fuente de riqueza de los municipios que los contienen. Sin embargo, estos recursos no son inagotables, tienen vidas finitas, y si se gestionan inadecuadamente se puede llegar a la pérdida completa de los mismos. Por otra parte, los diferentes recursos naturales son interdependientes entre sí, es decir, el uso que se haga de uno de ellos afectará en mayor o menor medida al resto de recursos.

Se debe apostar por aquellos recursos considerados como inagotables y cuidar a aquellos otros que por su fragilidad pueden poner en peligro el desarrollo de las generaciones futuras de un territorio.

Imagen 6: Paneles informativos sobre la contaminación lumínica en los parques naturales


4. Bibliografía

MEADOWS D.H., MEADOWS D.L., RANDERS J., HAKIMZADEH F., MACHEN J.A., ANDERSON A.A., MURTHY N.S., BAYAR I., SEEGER J.A., ZAHN E., ANDERSON J.M., BEHRENS W.W., HARBORDT S., MILLING P., NAILL R.F., SCHANTZIS S., WILLIAMS M., (1972) “Los límites del crecimiento”, Club de Roma.

MORALES-RUBIO A., (2014) “El río Túria y su territorio: Un banco de recursos naturales” Colección Universitat i Territori, Volumen 3, 629-639.

MORALES-RUBIO A., BARBA CAMPOS E., (2015), “El medio natural valenciano”, Capítulo 3, 33-82; en Los recursos territoriales valencianos: Bases para el desarrollo, Universitat de València.

1 Conferencia impartida en Xàtiva, en el marco de la jornada “Universitat de València - Ayuntamiento de Xàtiva: Recursos territoriales valencianos: Factores de desarrollo local”. 6 de noviembre de 2014.

2 Catedrático de Química Analítica (Facultad de Química. Universitat de València). Ex–representante de las Universidades Valencianas en la Junta Rectora del Parque Natural del Turia.

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