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PRÓLOGO

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por

GEORGE LAKOFF


Hay una revolución en marcha, una revolución en nuestra forma de entender qué significa ser humano. Lo que está en juego es nada menos que la naturaleza de la mente humana.

En Occidente llevamos siglos pensando que somos animales racionales cuyas capacidades mentales trascienden nuestra naturaleza corporal. En esta idea tradicional, la mente es abstracta, lógica, impasiblemente racional, conscientemente accesible y, sobre todo, capaz de encajar directamente en el mundo y de representarlo. En esta visión de qué es ser humano el lenguaje ocupa un lugar especial: es un sistema mental interno de símbolos potente y lógico que expresa con transparencia conceptos abstractos que se definen en los términos del propio mundo exterior.

Esto es lo que me enseñaron sobre la mente, el lenguaje y el mundo. Y yo estuve presente, a mediados de la década de 1970, cuando empezó la revolución. Algunos filósofos, como Merleau-Ponty y Dewey, ya habían comenzado a tomar cartas en el asunto de la visión tradicional de la mente. Sostenían, muy al contrario de la idea tradicional, que el cuerpo lo tiene absolutamente todo que ver con la mente. El cerebro evolucionó para que nuestro cuerpo pudiera funcionar en el mundo, y es este compromiso corpóreo con el mundo —físico, emocional e intelectual— lo que da significado a nuestros conceptos y nuestro lenguaje. Sobre esta idea se inició la Revolución de la Encarnación.

Comenzó con estudios empíricos realizados sobre todo por lingüistas cognitivos que descubrieron principios generales que rigen en inmensas cantidades de datos. Hacia la década de 1980, ciertos científicos informáticos, psicólogos experimentales y filósofos poco a poco empezaron a tomarse en serio la encarnación de la mente. Pero a mediados de la década de 1990, los modeladores neuronales computacionales y, en especial, los psicólogos experimentales comenzaron a conocer las investigaciones sobre la cognición encarnada o corpórea: brillantes experimentadores como Ray Gibbs, Larry Barsalou, Rolf Zwaan, Art Glenberg, Stephen Kosslyn, Martha Farah, Lera Boroditsky, Teenie Matlock, Daniel Casasanto, Friedemann Pulvermüller, John Bargh, Norbert Schwarz y el propio Benjamin Bergen. Han demostrado experimentalmente más allá de toda duda la realidad de la cognición encarnada. El pensamiento lo llevan a cabo en el cerebro las mismas estructuras neuronales que gobiernan la visión, la acción y la emoción. El lenguaje cobra significado a través de los sistemas sensomotores y emocionales, que definen los objetivos e imaginan, reconocen y realizan las acciones. Hoy, en los primeros años del siglo XXI, las pruebas están sobre la mesa. El juego ha comenzado. La mente es corpórea.

La Revolución de la Encarnación ha demostrado que la esencia de lo que nos hace humanos, la capacidad de pensar y de utilizar el lenguaje, es por completo producto del cuerpo y el cerebro físicos. El funcionamiento de la mente, desde la naturaleza de los pensamientos hasta cómo entendemos el significado del lenguaje, está inextricablemente unido al cuerpo, a cómo percibimos, sentimos y actuamos en el mundo. No somos máquinas pensantes de sangre fría. Nuestra fisiología nos aporta los conceptos de nuestra filosofía.

Todos los pensamientos que tenemos o podamos tener, todos los objetivos que nos fijamos, todas las decisiones que tomamos o los juicios que nos formamos, todas las ideas que comunicamos, utilizan el mismo sistema corpóreo que empleamos para percibir, actuar y sentir. Ninguno de todos ellos es abstracto en modo alguno. Ni los sistemas morales ni las ideas políticas ni las matemáticas ni las teorías científicas. Y tampoco el lenguaje.

Este es el primer libro que se dedica a estudiar la apasionante variedad de ingeniosas pruebas experimentales que demuestran definitivamente que el cuerpo define los conceptos que emplea eso que llamamos mente. Pero los experimentos no se limitan a confirmar teorías y descripciones previas. Revelan que la cognición encarnada afecta a la conducta. Actuamos a partir de nuestra manera de pensar, y el pensamiento encarnado cambia cómo percibimos y cómo actuamos. Como sociedad, debemos reconsiderar qué significa esencialmente ser humano.

El cerebro y el lenguaje es una síntesis de deslumbrante belleza de la nueva ciencia del significado. Benjamin Bergen expone una introducción elocuente, cautivadora y extraordinariamente amena a los experimentos psicológicos y las investigaciones sobre el cerebro que demuestran cómo funciona la mente.

Este libro demuestra no solo que la acción habla más alto y claro que las palabras, sino cómo lo hace.


GEORGE LAKOFF

Berkeley, California

Julio de 2012

El cerebro y el lenguaje

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