Читать книгу Sobre la relación entre Hegel y Marx - Carlos Pérez Soto - Страница 8

3. Un caso realmente extraordinario

Оглавление

Lo que se escribe sobre Marx, mucho más que en el caso de Hegel, es el principal escenario de toda clase de excesos filológicos y extraacadémicos. La urgencia política y el carácter cuasi místico con que se abordan hasta sus más mínimos pronunciamientos, incluso por quienes se declaran no marxistas o antimarxistas, ha generado una verdadera tradición de mitos acerca de las constancias que tenemos sobre «lo que realmente pensaba».

Quizás el caso más flagrante sea el mítico texto de La Ideología Alemana y, en particular, de su primera parte, que lleva el título «Feuerbach». Terrell Carver y Daniel Blanck han examinado muy detenidamente el asunto en un libro notable: A political history of the editions of Marx and Engels’s ‘German Ideology Manuscripts’2. Tras hacer una detalladísima historia de las ediciones del manuscrito, desde las ediciones parciales publicadas antes de la clásica, hecha por David Riazanov en el marco del MEGA I3 hasta los intentos de lograr un consenso para su publicación en el marco de la edición del MEGA II4, los autores llegan a unas conclusiones sorprendentes.

La primera es que el texto de la sección «Feuerbach» nunca fue pensado como un posible libro. Peor aún, ni siquiera se trataría de un manuscrito único, escrito de principio a fin. Se han logrado identificar en él entre siete y once manuscritos distintos, que simplemente fueron archivados por Marx uno junto a otro. Al examinarlos por separado se constata incluso que ni siquiera se trata de manuscritos destinados a ser publicados, sino tan solo de apuntes preparatorios, independientes, destinados a otros tantos artículos que Marx y Engels efectivamente publicaron. ¿Conclusión?: uno de los textos más emblemáticos «escrito por Marx» no es sino una colección de apuntes fragmentarios, provisorios, sin coherencia sistemática ni continuidad teórica.

¡Pero eso no puede ser! Bueno, eso fue efectivamente lo que pensó el notable camarada David Zimkhe Zelman Berov Goldendach, que se hacía llamar David Riazanov. Todo empezó por la manía de Carlos Marx de guardar absolutamente todos los apuntes manuscritos que producía. En algún momento Marx tomó un gran legajo de papeles surgidos de su prolífica pluma a lo largo del invierno 1845-1846 y simplemente procedió a coserlos por el lomo, con unas triviales aguja e hilo común y corriente. Cualquiera que revise el índice del actual mamotreto publicado como La Ideología Alemana comprobará que la mezcla de papeles es tal que incluso contiene un texto que no procede ni de Marx ni de Engels, sino de un socialista utópico alemán, que en ese entonces era relativamente cercano a ellos: Karl Grün. Solo unos cuarenta años después, cuando Marx ya se había fundido con el infinito, el legajo, ahora en manos de Federico Engels, fue rotulado, por Engels, como La Ideología Alemana y sus páginas iniciales como «Feuerbach». Después de la muerte de Engels los papeles pasaron a manos de su secretario y albacea, Eduard Bernstein, que los retuvo hasta su muerte, en 1932.

Un detalle divertido de esta historia es que Bernstein cuidó con tal celo los manuscritos que atesoraba que incluso difundió una de las leyendas más recurrentes sobre ellos: que habían sido parcialmente destruidos por «la crítica roedora de los ratones». Como se sabe, esta notable frase está consignada, por el mismísimo Carlos Marx, en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, que logró publicar en 1859. Como el texto era muy conocido, Bernstein solo se limitó a sugerir que era literalmente cierto, en parte como disculpa por su resistencia a hacer públicos los textos. Lo cierto es que cuando se examinan hoy en día los manuscritos, que se conservan en Amsterdam tal cual como Marx los dejó, se constata que la historia es simplemente un mito: ni Marx, ni Engels, ni Bernstein dejaron, ni habrían dejado, que los muy eruditos ratones ejercieran tal crítica.

El hecho es pues que un legajo de papeles de Marx pasó, por medio de copias fotográficas, desde Bernstein a las solícitas y comprometidas manos del camarada Riazanov. Maravillado por el testimonio directo de «LA PALABRA», Riazanov estimó que contenían ni más ni menos que el testimonio del origen del materialismo dialéctico. Consideró que el proletariado no podía ignorar este testimonio y que era su deber hacerlo público. La cuestión es, sin embargo, que se encontró con una serie de páginas que contenían largos párrafos débilmente ligados entre sí, con frecuentes saltos, redundancias y repeticiones, con una redacción variable, con alusiones difíciles de identificar, con un aparente destinatario que cambiaba a lo largo del texto. Pues bien, en cumplimiento de sus más altos deberes militantes, el camarada Riazanov no encontró nada mejor que cortar (¡!), pegar (¡!), hilar (¡!), e incluso agregar frases hilativas o explicativas (¡!), hasta producir un «texto pedagógico», unitario, que fuese útil para la educación de las masas y para la formulación doctrinaria sistemática del marxismo. Y entonces ¡voilà!, he ahí un «libro de Marx» que Marx nunca escribió. ¿Es esta clase de texto la que un académico riguroso consideraría como una muestra de primer orden de «lo que pensaba el autor»?

2 Terrell Carver & Daniel Blank: A political history of the editions of Marx and Engels’s ‘German Ideology Manuscripts’, New York, Palgrave Macmillan, 2014.

3 Publicada en el Marx Engels Gesamtausgabe [MEGA I], como cuarto volumen de la sección I, dedicado a los manuscritos de Marx y Engels escritos entre 1845 y 1846, Instituto Marx – Engels de Moscú, 1932.

4 Marx Engels Gesamtausgabe II, proyectadas, y en curso de publicación desde 1990, por el Internationale Marx-Engels-Stiftung (IMES). Se ha contemplado que la edición total conste de más de 120 volúmenes, divididos en cuatro grandes secciones.

Sobre la relación entre Hegel y Marx

Подняться наверх