Читать книгу Biblioteca histórica. Libros IX-XII. - Diodoro de Sicilia - Страница 7

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1 Estos fragmentos sobre los Siete Sabios pueden compararse con los relatos completos de Diógenes Laercio.

2 Generalmente se acepta el origen ateniense de Solón, como hace el mismo Diodoro en I 96, 2. No hay acuerdo en las fuentes respecto a la procedencia salaminia, error seguramente de algunos autores atribuible a diversas causas, como por ejemplo, la leyenda de que las cenizas del legislador fueron esparcidas por Salamina (CRATINO , fr. 228 KOCK; cf. DIÓGENES LAERCIO , I 62); que la isla que estuvo en poder de la vecina Mégara y que fue reconquistada por los atenienses enardecidos por los versos de Solón (cf. fr. 2); o que le fue dedicada una estatua en Salamina (cf. DEMÓSTENES , Sobre la embajada fraudulenta 251, frente a ESQUINES , Contra Timarco 25-26). De Execéstides, el padre de Solón, PLUTARCO (Vida de Solón 1, 2-3) dice que era miembro de una familia noble, puesto que descendía de Codro, pero que su riqueza e influencia eran de clase media (cf. asimismo ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 5, 3); y añade, siguiendo a Heraclides el Póntico, que su madre era prima de la madre de Pisístrato.

3 La virtud (aretḗ) , por antonomasia para Solón era la justicia, y junto a la justicia, en su actuación moral y cívica, vemos que, para mantenerse entre uno y otro bando, era también necesario el valor. Solón defendió su reforma política con valentía, «como un lobo acosado por los perros» (cf. SOLÓN , fr. 24 DIEHL ). Cf. C. GARCÍA GUAL , Los Siete Sabios (y tres más) , Alianza Ed., Madrid, 1989, págs. 61 sigs. El sabio era, según Protágoras. un didáskalos tês aretês , «un maestro de excelencia», de virtud, un experto en saberes que le hacían guía de la comunidad.

4 Epainouménēn. O «la altura moral que se adquiere con la educación» con la lectura pepaideuménēn.

5 Traducción de dýnamin de los manuscritos; pero, según la conjetura dóxan de Dindorf y Vogel, habría que entender «una mayor fama».

6 Frente a las figuras de los míticos héroes antiguos, los Siete Sabios, a los que se dedica la mayor parte de los fragmentos de este libro IX, no son grandes guerreros, sino que se caracterizan por una filosofía hecha de sabiduría moral, de inteligencia política y de una moderación ligada a la conciencia de la limitación humana; son los constructores del orden social de la ciudad de la época arcaica y sus armas son la habilidad, el diálogo y la inteligencia. Cf. C. GARCÍA GUAL , ob. cit., Madrid. 1989.

7 El momento culminante de la actividad política de este hombre de estado, legislador, viajero y poeta fue el año 594/93 a. C., el año de su arcontado. cuando le fueron otorgados poderes especiales para reformar la constitución. Según los cronógrafos antiguos ésta, o algunos años antes, hacia el 600, era la fecha de su acmé, es decir, debió de nacer unos cuarenta años antes, y la muerte le sobrevino poco después de implantarse la tiranía de Pisístrato el 560 a. C.; o sea, hacia el 640 a. C. y hacia el 558 a. C. podemos situar su nacimiento y muerte. La figura de Solón es pues plenamente histórica y podemos trazar su biografía a partir de su propia obra y de testimonios externos (cf. principalmente PLUTARCO , Vida de Solón y ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses , que probablemente utilizaban como fuente obras perdidas del propio Solón); pese a ello, ya en el siglo v se veía envuelta por la leyenda; Solón se convirtió en el prototipo del sabio y se le relacionó con diversas personalidades históricas, a veces contra toda posibilidad cronológica, como el caso de su encuentro con Creso, del que habla HERÓDOTO , I 29. Frecuentemente resulta complicado separar la realidad histórica de la leyenda, del mismo modo que en el estudio de su legislación se ha de esclarecer lo que es obra de Solón y los elementos anteriores o posteriores que se le atribuyen. Su obra poética es un testimonio y a la vez una justificación de su actividad política y legislativa, actividad orientada a solucionar las tremendas diferencias sociales y políticas entre una aristocracia terrateniente y una población campesina endeudada y sometida a la esclavitud, tal como permitía la constitución de Dracón (cf. ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 5, 1-2). Pese a sus importantes reformas, abolición de las deudas y la esclavitud, y al establecimiento de las bases de una constitución democrática, su labor no satisfizo a muchos, lo que le hizo decir que en los grandes asuntos es difícil complacer a todos; animado por su espíritu de moderación, atacó los excesos de los ricos, pero no se puso enteramente de parte del pueblo que aspiraba a un cambio radical, con lo que se abrió el camino a la tiranía de Pisístrato.

8 Atenas, naturalmente.

9 Solón no sólo trató de reestructurar la sociedad ateniense, sino que también se preocupó por las costumbres de sus conciudadanos. La pacificación social y la moderación debían reducir los excesos provocados por las riquezas y el afán de poder. Dictó leyes contra el lujo excesivo y, según Diógenes Laercio, recortó los honores a los atletas vencedores en los juegos mientras que aumentó los ofrecidos a los caídos en el campo de batalla, de cuyos hijos se ocuparía el Estado

10 Harmodio y Aristogitón pertenecían a la noble familia de los Gefireos y en el 514 a. C. se confabularon para matar a Hipias, hijo y sucesor de Pisístrato en el 527 a. C. y a su hermano Hiparco; pero el complot falló ya que sólo se pudo dar muerte al hermano menor, Hiparco. Los dos tiranicidas pagaron su intento con la muerte e Hipias no cayó hasta el 510 a. C. (cf. infra , X 17), pero su acción fue exaltada por la tradición filodemocrática de los siglos v y IV a. C., que les atribuyó el título de restauradores de la libertad.

11 Cf. Heródoto, I 6-94. Creso, el último rey de la dinastía de los Mérmnadas, subió al trono de Lidia en el 560 a. C. sucediendo a su padre Aliates, cuya política de expansión continuó sometiendo las ciudades griegas de la costa de Asia Menor y obligándolas al pago de tributo (cf. Heródoto, I 6, 2; 26, 2-3). Se interesó por el mundo griego y su cultura y Sardes se convirtió en un importante centro comercial y cultural; le atrajo asimismo la religión de los griegos y Heródoto nos da testimonio de la consulta del rey lidio a los oráculos griegos (I 46, 2-56, 1; 90, 4-91, 1), de sus ofrendas a diversos santuarios griegos (I 92, 1-2) y de su contribución en la construcción del templo de Ártemis de Éfeso, incendiado por Heróstrato en el 356 a. C.

12 El encuentro de Solón y Creso, al que se refieren muchos testimonios, se enfrenta a un serio obstáculo cronológico, puesto que, como hemos dicho, la muerte de Solón se sitúa poco después del 560 a. C., año en que sube al trono el rey lidio, por lo que parece históricamente improbable una visita del ateniense a la corte de Creso. A este encuentro se refieren HERÓDOTO (I 29-33) y PLUTARCO (Vida de Solón 27); pero Diodoro se aparta de ellos omitiendo la descripción del lujo de la corte lidia y los detalles de la respuesta de Solón. Esta visita de Solón a Creso, como otros encuentros, se fundamentan en el carácter viajero del sȧbio, deseoso de explorar otros pueblos y culturas. Heródoto nos ha dejado un relato admirable, y luego el encuentro del rey y el sabio se ha convertido en un tópico (Alejandro y Diógenes, o Alejandro y los gimnosofistas; cf. C. GARCÍA GUAL , ob. cit. , Madrid, 1989, págs. 80-81).

13 En el relato de Heródoto, después de mostrar a Solón el palacio y los tesoros, Creso le pregunta a quién considera el hombre más feliz, esperando que le señale a él, pero el sabio le da el nombre de Telo de Atenas, que, tras una vida dichosa rodeado de una buena familia, supo morir gloriosamente. Creso insiste entonces confiando en un segundo puesto, pero de nuevo le sorprende Solón citando a Cléobis y Bitón. El rey, contrariado, le pregunta si su dicha y riquezas no eran dignas de consideración, a lo que Solón le responde que, al ser la divinidad «envidiosa y perturbadora» y el hombre «una pura contingencia», no puede llamarse a nadie feliz hasta que se haya visto su final, sino, todo lo más, afortunado. Entonces Creso le despide enfadado, pero, pasado el tiempo, pierde a su hijo y es derrotado y hecho prisionero por Ciro, que le condena a la hoguera. A punto de arder, Creso grita tres veces el nombre de Solón; le escucha Ciro, que detiene la ejecución y se entera de la historia, lo que le lleva a perdonar a Creso y a hacerle su consejero. Una historia ejemplar sobre lo imprevisible del destino humano.

14 Ciro, el fundador del Imperio Aqueménida, subió al trono de Persia en el 560 a. C. Sometió Media y a su rey Astíages hacia el 550 a. C., después de incitar a los persas a rebelarse y tras ocupar Ecbatana (cf. HERÓDOTO , I 125-128 y JUSTINO , I 6, 7-17); reprimió rebeliones, emprendió numerosas expediciones militares y organizó su vasto imperio. Una de sus conquistas fue Lidia, región puente entre Oriente y el mundo griego que empezaba en las ciudades costeras de Asia Menor. Lidia alcanzó una gran prosperidad e influencia durante la dinastía de los Mérmnadas, iniciada por Giges (h. 680-650 a. C) y finalizada con Creso, cuyo enfrentamiento con Persia (cf. HERÓDOTO . I 75, 2-81; 83-85 y JUSTINO , I 7, 3-10) acabó con la victoria de Ciro, que se apoderó de Sardes e hizo prisionero a Creso (545 a. C).

15 El relato de Diodoro sobre Creso es similar al de Heródoto (I 86-87), salvo en la invocación a Apolo y en el aguacero milagroso que apagó la hoguera.

16 Las locuras, la desmesura y las acciones injustas de los ciudadanos pueden arruinar la ciudad; la Disnomía, el «mal gobierno», le acarrea desdichas sin cuento, mientras que la Eunomía, el «buen gobierno», procura orden y equilibrio; frente a las locuras de los ciudadanos la prudencia y la virtud de un buen gobierno protegen la ciudad y contrarrestan o evitan excesos, abusos, sentencias torcidas, actos soberbios y el odio de la discordia civil. Cf. las elegías Eunomía (fr. 3) y A las Musas (fr. 1).

17 Se trataba del trípode de oro que, según la tradición, habría arrojado al mar Helena durante su viaje de regreso de Troya. PLUTARCO , Vida de Solón 4, cuenta que lo sacaron unos pescadores de la isla de Cos y que lo disputaron con unos extranjeros de Mileto que habían comprado la pesca antes de que las redes fueran izadas. Este incidente provocó una guerra entre las dos ciudades hasta que el oráculo de Delfos dictaminó que el trípode debía entregarse al hombre más sabio. Pero existen diversas versiones sobre el famoso trípode (cf. C. GARCÍA GUAL , «El trípode y los sabios», ob. cit. , Madrid, 1989, págs. 211-215). En el certamen los sabios se pasaron el objeto precioso de uno a otro, en un gesto de sorprendente modestia, hasta que llegó a Solón, que dijo que Apolo era el primero en sabiduría y lo entregó al dios (cf. DIÓGENES LAERCIO , I 27-33). Cf. asimismo infra , IX 13, 2.

18 La sacerdotisa que en el ádyton del santuario de Apolo de Delfos emitía, como intermediaria entre el dios y el hombre, las respuestas oraculares; según la tradición, estaba sentada en un trípode en un estado de trance más bien dionisíaco provocado por las «emanaciones sagradas» que surgían de unas fisuras en el suelo. Muchos estudiosos ponen en duda esta teoría tradicional de la falla y el vapor profético, pero cf. J. Z. DE . BOER -J. R. HALE -J. CHANTON , «New evidence for the geological origins of the ancient Delphic oracle (Greece)», Geology , vol. 29, núm. 8, (2001) 707-710; L. PICCARDI , «Active Faulting at Delphi, Greece: Seismotectonic Remarks and a hypothesis for the geologic environment of a myth.» Geology , vol. 28 núm. 7 (2000), 651-654.

19 En Diógenes Laercio (I 30 sigs.) se encuentran diversas variantes; unos, por ejemplo, afirmaban que el trípode iría en una nave que Periandro envió a Trasibulo, tirano de Mileto, y que naufragó en aguas de Cos y que luego fue recuperado por unos pescadores; según otros, el trípode que Helena había arrojado al mar de Cos fue a parar a manos de unos ciudadanos de Lébedos que habían comprado toda la pesca a unos pescadores de Cos, lo que, pese a la mediación de Mileto, originó una disputa entre ambas ciudades, que no acabó hasta la intervención del oráculo; para Fanódico (FGrHist 397, fr. 4 a) el trípode se encontró en el mar cerca de Atenas y fue enviado a Bías. Las dos respuestas del oráculo que aparecen en Diodoro se encuentran también en DIÓGENES LAERCIO (I 28 y 33).

20 El trípode había sido forjado por Hefesto, que se lo regaló a Pélope el día de su boda; luego fue robado por Paris cuando raptó a Helena, y arrojado al mar de Cos a instancias de ésta, que profetizó que sería causa de disputas.

21 Los antiguos lo consideraban el primero de los famosos Siete Sabios, el filósofo que abrió la investigación sobre los principios de lo real; para él la archḗ de todo era el agua. Desde la época de su vida, en pleno siglo VI a. C., se transmitió su prestigio como astrónomo, geómetra, viajero, estudioso de la naturaleza y estadista; fue el primero en predecir un eclipse de sol, el del 585 a. C.

22 Sobre el recorrido del trípode, el trípodos períodos , véase PLUTARCO , Vida de Solón 4, 2-4, que recoge diversas tradiciones. Tras ser entregado a Tales de Mileto, éste lo habría pasado a Bías, quien a su vez se habría desprendido de él; finalmente llegó de nuevo a Tales, y de Mileto fue enviado a Tebas para ser consagrado a Apolo Ismenio. Pero, según Teofrasto, el trípode fue enviado primero a Bías, a Priene, de donde pasó a Mileto, a Tales, que lo envió a otros sabios; finalmente llegó de nuevo a Bías y fue enviado a Delfos.

23 Algo antes del 561/560 a. C., cuando se hizo con el poder Pisístrato. Cf. HERÓDOTO , I 59, 3-6. Sobre el intento de Solón de disuadir a Pisístrato, cf. PLUTARCO , Vida de Solón 29, 5.

24 La guardia personal de un gobernante absoluto solía recibir el nombre de doryphóroi , es decir, los «portadores de lanzas» o «lanceros» (cf. HERÓDOTO , I 8, 1), pero en el caso de Pisístrato, como observa el mismo HERÓDOTO en I 59, 5, fueron «maceros» (korynēphóroi ), puesto que sus guardaespaldas le escoltaban provistos de mazas de madera. Pisístrato consiguió que el pueblo le concediera esta guardia gracias a una estratagema; se hirió a sí mismo y a los mulos que llevaba y se presentó así en el ágora, como si hubiera sido víctima de un atentado. Con la ayuda de estos hombres llevó a término el golpe de estado apoderándose de la Acrópolis (cf. HERÓDOTO , I 59, 6; PLUTARCO , Vida de Solón 30, 1-3, 5; ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 14, 1; DIÓGENES LAERCIO , I 60 y 66; POLIENO , I 21, 3; JUSTINO , I 8, 6-10).

25 Sobre la actitud de Pisístrato respecto a las leyes de Solón y a las relaciones de los dos hombres después del golpe de estado, cf. PLUTARCO , Vida de Solón 31, 2; HERÓDOTO , I 59, 6; ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 22, 1. Las noticias, además de escasas, son contradictorias. Así Heródoto afirma que Pisístrato no modificó las magistraturas existentes ni alteró las leyes y que su gobierno fue acertado, mientras que Aristóteles dice que el tirano abandonó la legislación de Solón. Plutarco escribe que Pisístrato manifestó su estima por Solón, que acabó dando consejos al tirano y aprobando muchas de sus aciones.

26 El escita Anacarsis, si hacemos caso a DIÓGENES LAERCIO (I 41), fue introducido en la lista canónica de los Siete Sabios por el historiador Éforo, pero sabemos que su fama era bien conocida en época anterior. Heródoto (IV 76-77) nos habla de la leyenda trágica de Anacarsis, víctima de las costumbres extranjeras y de sus relaciones con Grecia, y en IV 46 lo menciona como un sabio de reconocido prestigio. Platón también señala su talento y lo asocia a Tales (cf. República X 600 A). Fue un sabio viajero; la tradición recogida por Heródoto se refiere a su viaje a Cícico, y otra tradición que encontramos en Plutarco (Vida de Solón 5) y en DIÓGENES LAERCIO (I 101) cuenta su viaje a Atenas y su encuentro con Solón.

27 Nombre antiguo de Delfos (Pythṓ, oûs) , nombre relacionado con el de la serpiente Pitón (Pýthōn) a la que el dios dio muerte.

28 Los malieos habitaban Málide, región que mira al golfo Malíaco; de allí era Misón, uno de los Siete Sabios, que residía en Quenas, pueblo situado en el Eta, la cordillera situada entre el Pindo y el Parnaso.

29 Periandro fue hijo de Cípselo, el que derribó la oligarquía de los Baquíadas en Corinto. Sobre ellos, cf. HERÓDOTO , V 92. La cronología de la tiranía de los Cipsélidas ha sido objeto de debate. Hay una cronología «alta» (defendida por Felix Jacoby, entre otros, a partir de la Crónica de EUSEBIO y de fragmentos atribuidos a Apolodoro de Atenas) y otra «baja» (propuesta por Julius Beloch y algunos autores modernos, basada en los sincronismos de Heródoto entre Periandro, Creso y los Pisistrátidas). Según el cómputo alto tradicional (cf. F. JACOBY , «Apollodors Chronik», Philologische Untersuchungen , Berlín, 1902, págs. 405 sigs.), Cípselo se estableció como tirano en Corinto hacia el 655 a. C. y se mantuvo hasta el 625 aproximadamente. Le sucedió su hijo Periandro, que gobernó desde el 625 hasta el 585 a. C. Pese a su creciente despotismo, confirmado por Heródoto al decir que fue más cruel que su padre, posiblemente como reacción a los deseos de los aristócratas de volver a la oligarquía, desarrolló una política de engrandecimiento de Corinto a la que convirtió en una gran potencia naval, comercial y colonizadora; y en un importante centro cultural que acogió, por ejemplo, a Arión de Metimna (cf. HERÓDOTO , I 23-24). El prestigio de Corinto le llevó a formar parte de los «Siete Sabios», personajes de los siglos VII y VI a. C. famosos en las ciudades griegas, aunque Platón (Protágoras 343a), debido a la consideración que en los siglos V y IV se tenía de la tiranía y a la fama de crueldad de Periandro, no incluía a Periandro entre aquéllos.

30 Cf. HESÍODO , Trabajos y días 467.

31 Quilón de Esparta también fue contado entre los «Siete Sabios» (cf. PLATÓN (Protágoras 343a). Se sabe que desempeñó el cargo de éforo en el 556 a. C., pero por lo demás es una figura legendaria a la que conocemos por los aforismos que encontramos en las Vidas de los filósofos ilustres de DIÓGENES LAERCIO . PAUSANIAS (III 16, 4) nos habla de un heroon en el que recibía culto heroico.

32 Expresada de modo conciso, «lacónico», es decir, «espartano».

33 Cf. JENOFONTE , Recuerdos de Sócrates IV 2, 24 sigs. Sobre el gnôthi sautón («conócete a ti mismo»), esta sentencia adoptada por Sócrates que invita a la moderación y a la conciencia de la propia limitación, cf. asimismo ARISTÓTELES , Retórica II 21. Estas máximas délficas constituyen la síntesis de la sophrosýnē del hombre griego.

34 Encontramos una historia semejante en HERÓDOTO , I 165, donde los foceos juraron no regresar a Focea hasta que una masa de hierro candente lanzada al mar no reapareciera en la superficie.

35 Fr. 923 NAUCK.

36 Es decir, contra toda prenda, garantía, compromiso o juramento que constituye un vínculo.

37 En el 479 a. C., antes de la famosa batalla que obligó a retirarse al ejército persa de Mardonio. Sobre este juramento, cf. infra , XI 29, 2-3.

38 Diodoro piensa seguramente en el tratado con Persia estipulado en el 449/448 a. C., la llamada «paz de Calias» por el nombre del personaje que estaba al frente de la embajada ateniense. Cf. infra , XII 4, 5, y notas 26-28.

39 Respecto al interés de Creso por ganarse el favor del dios de Delfos, a sus sacrificios y ofrendas, y especialmente a los ciento diecisiete lingotes de oro y a la estatua de un león de oro puro, cf. HERÓDOTO , I 50-51.

40 Sobre el ataque persa a Delfos en el 480 a. C., después de las Termópilas, cf. infra , XI 14, 2-4, y notas 119-121; HERÓDOTO , VIII 35 sigs.

41 Se alude aquí a dos pueblos que pusieron sus ojos en el dominio y los bienes de Delfos, los focenses y los gálatas o galos. Los focenses habitaban la Fócide, región de Grecia Central situada entre Lócride, Dóride y Beocia; en su territorio se encontraba Delfos, por lo que no dejaron de tener problemas con otros pueblos, con los anfictiones o administradores del santuario. Ya a principios del siglo VI a. C., tuvieron que ceder el control del santuario a los tesalios cuando fueron derrotados en la Primera Guerra Sagrada por la liga tesalia apoyada por Atenas y Sición. Luego, en la época de la tiranía de Hipias, los focenses, ayudados por los beocios, expulsaron a los tesalios más allá de las Termópilas y recuperaron el control del oráculo; y hacia el 457, guerrearon contra la Dóride, pero esta política expansiva fue frenada por Esparta, que obligó a los focenses a la restitución de sus conquistas (cf. infra , XI 79, 4-6). La victoria de Enófita, una respuesta ateniense a los intentos espartanos de imponerse en la Grecia Central, la ocupación de la Fócide y la expedición ateniense contra Tesalia indican la decidida voluntad ateniense de controlar la anfictionía délfica (cf. infra , XI 83, 3). Pero después de la derrota ateniense de Coronea del 447, los focenses se inclinan por Esparta, a la que apoyan durante la Guerra del Peloponeso y en los primeros años del siglo IV . Luego, en el 356, se produce uno de los graves incidentes a los que aquí se alude; los focenses (o focidios), siempre dominados por la tentación de saquear los tesoros acumulados por la devoción de los griegos en el santuario de Delfos, se deciden a «tomar en préstamo» los tesoros, apoyados por Esparta. A los sacrílegos se enfrenta la anfictionía de Delfos, dirigida por Tebas y apoyada por locros y tesalios, e interviene Filipo de Macedonia. Se acaba la aventura focense. Por otra parte, los gálatas, celtas procedentes de Occidente, hacia el 280 empezaron a extenderse en diversas oleadas desde la zona danubiana hasta Grecia y Asia Menor; y en el 279/278, mandados por Breno, se dirigieron contra Delfos atraídos por sus tesoros, pero fueron rechazados en una batalla en la que la fe popular atribuyó la victoria a Apolo, enojado por el ataque a su santuario. Antígono Gonatas, en el 277, en la victoria de Lisimaquia, liberó a Grecia del peligro de los gálatas, que pasaron a Asia, a establecerse en los territorios que por ellos recibirían el nombre de Galacia (cf. DIODORO , XXII 3, 2; 4, 1).

42 Era celebrada la abundancia y la calidad del vino de Lesbos.

43 Pítaco de Mitilene (ca. 650-570 a. C.), otro de los Siete Sabios, fue inmortalizado por su enemigo, el poeta Alceo (cf. C. GARCÍA GUAL , ob. cit. , Madrid, 1989, págs. 99 sigs.). Con sus ataques e insultos el poeta, aristócrata rencoroso e intransigente, ha contribuido a la fama del gobernante. Tras la muerte del tirano Mírsilo, cantada por ALCEO (fr. 332 LOBEL -PAGE) , fue elegido Pítaco para gobernar Mitilene con plenos poderes, con el título, según ARISTÓTELES (Política , III 1285 a), de aisymnḗtēs , un pacificador, un tirano legalizado nombrado para arreglar una situación de crisis. Diodoro es una de las fuentes que nos presenta una valoración positiva de este personaje, que, antes de su elección para arreglar la larga discordia civil de su ciudad, ya se había distinguido en su lucha contra el gobierno de dos tiranos, Melancro y Mírsilo. Su gobierno de diez años trató de buscar el equilibrio social entre los aristócratas y el pueblo. Cf., asimismo, DIÓGENES LAERCIO , I 74-81, respecto a aspectos anecdóticos de su actuación, y ESTRABÓN , XIII 1, 38-39; 2, 3.

44 Mató al estratego ateniense Frinón, envolviéndolo en una red, cuando mitileneos y atenienses combatieron por el dominio de Sigeo, en el Helesponto. Sobre las luchas entre Atenas y Mitilene por la posesión de Sigeo, cf. HERÓDOTO , Historia , trad. y notas de C. SCHRADER , libros V-VI [BCG 39, Madrid 1981], V 94-95 y notas 474 sigs.

45 Cf. DIÓGENES LAERCIO , I 75, donde leemos «La mitad es más que el todo», en relación a que sólo aceptó una pequeña parte de un regalo excesivo; esta máxima además se ha considerado un buen lema para un gobernante que supo retirarse a tiempo.

46 Cf. infra , frags. 25; 26, 2 y 27, 4.

47 El gran poeta lírico, el aristócrata Alceo se opuso firmemente a los gobiernos tiránicos de su ciudad y pasó buena parte de su vida en el exilio. Sus hermanos, más viejos que él, habían colaborado con Pítaco en el derribo de la tiranía de Melancro (cf. fr. 75 LOBEL -PAGE ; DIÓGENES LAERCIO , I 74). La familia de Alceo mantuvo relaciones con Pítaco durante un tiempo, pero luego se distanciaron y Alceo, que atacó ferozmente a Mírsilo y celebró con alegría su muerte, no diferenció mucho a Pítaco de sus antecesores y le acusó de conculcar los juramentos y devorar la ciudad (cf. fr. 129 LOBEL -PAGE). La noticia que da aquí Diodoro sobre el perdón de Alceo aparece asimismo en DIÓGENES LAERCIO , I 75.

48 Bías, otro de los Siete Sabios, nacido en Priene, una ciudad jonia situada en la desembocadura del río Meandro (cf. ESTRABÓN , XIV 1, 12). Sería contemporáneo de Creso de ser cierta la anécdota recogida por HERÓDOTO (I 27) de un encuentro del rey de Lidia con Bías, que habría disuadido a Creso de construir una flota para atacar a los isleños del Egeo. Sobre el nombre, Biante o Bías, cf. C. GARCÍA GUAL , ob. cit. , Madrid, 1989, págs. 89 sigs.

49 Cf. PLUTARCO , Vida de Solón 4, 4, donde se cita a Teofrasto respecto a esta tradición de la entrega del trípode a Bías.

50 Sobre su talento y su fama como orador y sobre su inteligencia o habilidad negociadora, por el que tras su muerte se le tributó un culto heroico, se han transmitido numerosas leyendas y anécdotas.

51 Crotón (gr. Krótōn) o Crotona (lat. Crotōna).

52 Cf. ESTRABÓN , VI 1, 12. El atleta crotoniata, que vivió en la segunda mitad del siglo VI a. C., se granjeó una gran fama por sus numerosas victorias en los Juegos Olímpicos, Píticos, Ístmicos y Nemeos, y asimismo por su intervención en la guerra de Crotona contra Síbaris en el 510 a. C. (cf. infra , XII 9, 6), pero tuvo un final lamentable ya que murió devorado por las fieras tras quedar apresado en la trampa de un árbol. Sobre la fama de este Milón, cf., asimismo, HERÓDOTO , III 137, 5; PAUSANIAS , VI 14, 5; infra , XII 9, 5.

53 Polidamante de Tesalia fue otro célebre atleta que también tuvo un final miserable aplastado por el techo de una cueva que se resquebrajó y que el atleta, insensatamente, creyó poder sostener. Cf. PAUSANIAS , VI 5, 4 sigs.

54 Ciudad de Tesalia situada cerca de Farsalo.

55 El pueblo de Cirra fue responsable de acciones sacrílegas contra el santuario de Delfos (cf. ESTRABÓN , IX 3, 4; ATENEO , XIII 560b-c). Aquí Diodoro se refiere a un episodio de la primera Guerra Sagrada, a un intento de los focenses hacia el 590 a. C. de controlar el santuario, intento contrarrestado por la intervención de los tesalios, apoyados por Atenas, con especial papel de Solón (cf. ESQUINES , Contra Ctesifonte 3, 107-108; PLUTARCO , Vida de Solón 11, 1; PAUSANIAS , X 37, 6-7) y de la ciudad de Sición.

56 Respecto a esta respuesta del oráculo, cf. ESQUINES , Contra Ctesifonte [3] 112; PAUSANIAS , X 37, 6. Se piensa que este oráculo de los manuscritos de Esquines fue añadido por algún antiguo editor a partir del texto de Pausanias. Parece haber un cierto contraste con el contenido del oráculo de la Pitia que aparece en el mismo texto de Esquines (108), ordenando a los atenienses y a los miembros de la Anfictionía que combatieran hasta el final contra el pueblo de Cirra, devastaran sus tierras, saquearan su ciudad y esclavizaran a sus habitantes, y finalmente consagraran el territorio a Apolo Pitio, a Ártemis, a Leto y a Atenea Pronea, sin consentir allí cultivo alguno.

57 El momento cumbre de la actividad política de Solón fue su arcontado, el año 594/93 a. C., cuando la ciudad le confirió poderes especiales para reformar la constitución. Para los cronógrafos antiguos esta fecha seria su acmé , es decir, debió de nacer unos 40 años antes. Su muerte tendría lugar poco después de implantarse la tiranía de Pisístrato el año 560 a. C., según la afirmación de Fanias de Éreso (recogida por PLUTARCO , Vida de Solón 32, 3).

58 Tirano de Acragante (570-554 a. C.). Se hizo con el poder hacia el 570, no mucho después de la fundación de Acragante (situada tradicionalmente hacia el 580: cf. TUCÍDIDES , VI 4, 4 y notas 15-17). La amenazadora proximidad de los cartagineses creó seguramente en aquella ciudad condiciones especiales que propiciaron la tiranía de Fálaris, conocida sobre todo por las anécdotas sobre su crueldad y por la criminal utilización del toro de bronce, obra de Perilao o Perilo. Según la tradición murió de una pedrada durante una revuelta popular (cf. Escolios a PÍNDARO , Olímpicas I 68).

59 Luciano de Samosata en el primer período de su producción literaria fue autor de unos discursos sofísticos con el título de Fálaris. Parece que el opúsculo constaba de tres discursos, de los que los manuscritos han conservado dos (cf. LUCIANO , Obras , tomo I, intr. J. ALSINA , trad. y notas de A. ESPINOSA , BCG 42, Madrid, 1981, págs. 71 sigs.).

60 Diodoro se referirá de nuevo al toro de Fálaris en otros dos pasajes, en XIII 90, 4-5 y en XIX 108, 1.

61 Cf. Píticas I 95.

62 Cf. supra. IX 4, 1.

63 Cf. asimismo PLUTARCO , Vida de Solón 3, 7; DIÓGENES Laercio, I 50.

64 Fr. 10 DIEHL. El poeta pasa de la ley física, de la fuerza creciente de la tempestad, al acontecer moral y político, a la amenaza inminente de la esclavitud impuesta por el tirano.

65 Fr. 8 DIEHL.

66 Cf. supra , IX 4, 2.

67 Jerjes reinó del 486 al 465 a. C, y el nacimiento de Heródoto se sitúa tradicionalmente en el 484 mientras que su muerte ocurrió hacia el 425 a. C.

68 Respecto a las fuentes de este pasaje (= DIODORO , II 32), Heródoto y Ctesias, y a sus inexactitudes, cf. DIODORO DE SICILIA , Biblioteca Histórica. Libros I-III. intro., trad. y notas de F. PARREU ALASÁ , BCG 294, Madrid, 2001, pág. 99. En cuanto a los quinientos años de este pasaje, cf. los quinientos veinte de HERÓDOTO , I 95, 2, frente a los mil trescientos de DIODORO , II 21, 8, y a los más de mil doscientos de II 28, 8, cifras basadas en Ctesias, que alargaba mucho la hegemonía asiria.

69 Este período democrático entre la caída de los asirios y la elección de Ciáxares no existió.

70 Astíages fue hijo y sucesor directo de Ciáxares. Cf. HERÓDOTO . I 107 sigs. Ctesias presentaba una serie de soberanos medos más larga al asignar a la hegemonía de los medos una duración mayor, de más de trescientos años frente a los ciento veintiocho de HERÓDOTO I 130, 1 y a los ciento cincuenta que se obtienen sumando diversos reinados asimismo según los datos de Heródoto.

71 El 711-710 a. C.

72 El 560-559 a. C.

73 Talo escribió tres libros de cronología que abarcan los sucesos comprendidos entre la guerra de Troya y la Olimpíada 167 (112-109 a. C.), de acuerdo con Eusebio (cf. Crónica de EUSEBIO en traducción armenia: Die Chronik aus dem Armenischen übers. mit textkrit. Commentar , trad. alemana de J. KARST , 1911, pág. 125, 22 = C. MÜLLER , Fragmenta Historicorum Graecorum , vol. 3, pág. 517).

74 Cástor de Rodas, erudito del siglo I a. C. autor de unas Crónicas en seis libros. Eran una cronología universal que llegaba hasta el 60 a. C., año de la pacificación de Asia por obra de Pompeyo. Cf. FGrHist II B, 1130.

75 Polibio de Megalópolis, el gran historiador ligado al círculo de los Escipiones, autor de cuarenta libros de Historias que narran acontecimientos ocurridos entre el 264 y el 144 en Oriente y en Occidente, de concepción científica e inspiración tucidídea.

76 Flegón de Tralles, liberto de Adriano, autor de las Olimpíadas , una obra cronológica que va de la primera Olimpíada hasta la muerte de Adriano en el 138 d. C. Cf. FGrHist II B, 257.

77 Ed. Gifford, Oxford, 1903. Cf. G. BOUNOURE , «Eusèbe citateur de Diodore», Rev. Ét. Gr. [95] (1982), págs. 433-439.

78 Cf. HERÓDOTO , I 107 sigs.; JUSTINO , I 4, 2-4. Sobre los sueños de Mandana o Mandane y el intento de matar a Ciro recién nacido, cf. HERÓDOTO , I 107-113; CTESIAS , FGrHist 90 F, 66, 3; JENOFONTE , Ciropedia I 2-4; JUSTINO , 14, 5-5, 4.

79 La rebelión de los persas conducida por Ciro, con la inspiración de Harpago (cf. Heródoto, I 123-126), llevó a la lucha contra los medos de Astíages, a la traición de las tropas medas y a esta vergonzosa huida (cf. HERÓDOTO , I 127, 3). Según Heródoto, Astíages empaló a los magos que le habían aconsejado dejar marchar a Ciro.

80 De su crueldad habla también HERÓDOTO (I 130, 1).

81 Sobre este plan de Creso de construir una flota, cf. HERÓDOTO , I 27. El proyecto estaba en la línea de la política de expansión hacia la costa de Asia Menor que llevó al monarca a atacar Éfeso y someter a los jonios y eolios de Asia. Esta anécdota de la visita de Bías o Pítaco es una más de las muchas que circulaban en relación con los Siete Sabios; y Pitaco no pudo ser el que llegó a Sardes por aquel tiempo, dado que vivió dos generaciones antes que Creso (cf. DIÓGENES LAERCIO , I 74-81).

82 «Los lidios... ganar» se lee al final del capítulo, pero lo trasladamos aquí de acuerdo con Vogel.

83 Cf. HeRÓDOTO , I 29, 1.

84 Cf. supra , fr. 2, 1 y nota 12.

85 La brachylogía , la brevedad en el hablar, en las preguntas y respuestas, en oposición a los largos discursos. Cf., por ejemplo, PLATÓN , Gorgias 449b. Por lo que respecta a Anacarsis, eran conocidos su laconismo, su franqueza y su simpatía por Esparta, debida probablemente a sus costumbres austeras y a la tendencia a las expresiones breves y sentenciosas (cf. C. GARCÍA GUAL , ob. cit. , Madrid, 1989, págs. 137 sigs.).

86 Cf. supra , fr. 2, 1-2.

87 De un Esopo legendario, un esclavo frigio que vivió en Samos en tomo al 600 a. C., nos habla HERÓDOTO , II 134. Cf. asimismo DIÓGENES LAERCIO , I 72, que sitúa la época de florecimiento del fabulista en la Olimpíada 52 (572/569 a. C.), con lo que sería históricamente aceptable su presencia en la corte de Creso.

88 La misma idea en boca de Esopo aparece en PLUTARCO , Vida de Solón 28, 1.

89 La trágica historia de Adrasto, nieto del rey Midas, que fue a la corte de Creso desterrado por haber dado muerte a su hermano, también sin querer, es objeto de una extensa y dramática narración de HERÓDOTO (I 34-45). El nombre «Adrasto» tiene un significado trágico: es «el incapaz de sustraerse (a su propio destino)», el de ocasionar la muerte, involuntariamente, a seres queridos. Adrasto es asimismo el instrumento de la venganza divina (némesis) contra Creso, que había creído ser el más feliz de todos los hombres.

90 Seguramente es un comentario del escoliasta.

91 Sobre Fálaris, cf. supra , IX 18-19; fue derribado por una rebelión popular en el 554 a. C.

92 Ante la expedición contra Ciro, Creso envió emisarios a los oráculos de Grecia y de Libia, y la respuesta que más le satisfizo fue la del dios de Delfos: «Yo sé el número de los granos de arena —le dijo— y las dimensiones del mar; y al sordomudo comprendo y al que no habla oigo. A mis sentidos llega el aroma de una tortuga de piel rugosa, que en recipiente de bronce cociéndose está con carne de cordero; bronce tiene abajo y bronce la recubre». (HERÓDOTO , I 47, 3, trad. de C. SCHRADER). La respuesta a la que aquí se refiere Diodoro es en realidad la segunda que el oráculo de Delfos dio a Creso (cf. HERÓDOTO , I 53, 3). El monarca lidio, complacido con la respuesta, obsequió con dos estateres de oro a cada uno de los ciudadanos de Delfos y no entendió la ambigüedad oracular que no dejaba claro si el reino destruido sería el de Ciro o el suyo.

93 Esta respuesta corresponde a la tercera que aparece en HERÓDOTO (I 55, 2).

94 Creso se alegró mucho pensando que un mulo jamás reinaría sobre los medos y que, por lo tanto, ni él ni sus descendientes perderían el trono (cf. HERÓDOTO , I 56, 1). Pero la interpretación del oráculo era diferente, ya que la palabra «mulo» encerraba una referencia al origen medo-persa de Ciro. Para esta interpretación, cf. HERÓDOTO , I 91, 5-6.

95 La región que se extendía entre el Ponto Euxino y la Cilicia. La llegada de Ciro había sido precedida por una incursión de Creso contra Capadocia con la intención de vengar a Astíages, destruir a Ciro y agrandar su reino a costa de los persas (cf. HERÓDOTO , I 71; 73 sigs.). La reacción de Ciro fue inmediata (cf. HERÓDOTO , I 76, 2). Heródoto subrayaba la agresión de Creso (I 130, 3) para justificar su posterior ruina.

96 Heródoto (I 76, 3) habla de una embajada enviada a los jonios para tratar de apartarlos de Creso.

97 Cf. HERÓDOTO , I 69-70, respecto a la alianza de Esparta con Creso. JUSTINO (I 7, 9-10) habla de las relaciones de Creso con diversas ciudades griegas.

98 Creso tuvo dos hijos; uno era el mudo aquí aludido y el otro era Atis, al que había dado muerte Adrasto durante una cacería (cf. supra , fr. 29).

99 A este hecho sorprendente se refiere HERÓDOTO , I 85, en el curso de su narración de la toma de Sardes por Ciro. Cuenta cómo un persa se abalanzaba sobre el rey lidio con ánimo de matarlo y cómo el hijo mudo, al ver en grave peligro a su padre, rompió a hablar y exclamó: «¡Soldado, no mates a Creso!», tras lo cual ya pudo hablar durante toda su vida.

100 Se refleja aquí la reflexión de Ciro sobre la inestabilidad de las cosas humanas cuando, tras oír a Creso en la pira que invocaba a Solón y enterarse de la lección del sabio ateniense sobre la felicidad humana, ordenó apagar a toda prisa el fuego que iba a abrasar al rey lidio (cf. HERÓDOTO , I 86, 6 sigs.).

101 Cf. supra , IX 2, 3-4.

102 Cf. HERÓDOTO , I 88, 2-89.

103 Cf. HERÓDOTO , I 87. 1-2. donde Creso invoca a gritos a Apolo para que acuda en su ayuda.

104 Cf. supra , IX 2, 2; 27, I. Sobre el trato cortés de Ciro y su admiración por Creso, cf. HERÓDOTO , I 88, 1.

105 Harpago era el guerrero medo que había recibido la orden de Astíages de matar a Ciro recién nacido (cf. HERÓDOTO , I 108 sigs.) y que después ayudó a Ciro a subir al trono y le prestó importantes servicios como la conquista de Jonia (cf. HERÓDOTO , I 162-169).

106 Sobre el envío de emisarios a Ciro, que todavía se encontraba en Sardes, cf. HERÓDOTO , I 141. Los griegos de Asia estaban dispuestos a ser súbditos de Ciro en las mismas condiciones que lo habían sido de Creso; pero Ciro, según Heródoto, les contestó con una fábula, la del flautista y los peces, de sentido semejante a la experiencia a la que aquí se refiere Harpago.

107 Cf. HERÓDOTO , I 141, 4; 152, 2-3. El envío de emisarios espartanos a Ciro estuvo precedido por el viaje de embajadores jonios y eolios a Esparta para recabar la ayuda de los lacedemonios. Éstos decidieron no enviarles ayuda, pero despacharon algunos hombres en un pentecontero con un comunicado amenazador que denotaba el desconocimiento del poderío persa.

108 Hacia el 560 a. C. Arcadia, región central del Peloponeso, estaba en las miras de la política expansionista de Esparta, que encontró la resistencia de Tegea, ciudad surgida en un proceso de sinecismo en la zona sudoriental; tuvo lugar una guerra violenta que concluyó a mediados del siglo VI con la derrota de los tegeatas, que tuvieron que ceder la Escirítide a Esparta.

109 También encontramos esta ambigua respuesta del oráculo en HERÓDOTO , I 66, 2, referida a la primera guerra contra Tegea, que acabó con una victoria de la ciudad arcadia y el apresamiento de muchos lacedemonios, que tuvieron que medir a cordel el llano de Tegea no como dueños de un terreno, sino cargados de grilletes efectuando una tarea propia de esclavos.

110 A raíz de su fracaso ante los tegeatas, los lacedemonios enviaron una delegación a Delfos, donde la Pitia les profetizó la victoria si conseguían llevar a su patria los huesos de Orestes, hijo de Agamenón (cf. HERÓDOTO , I 67 1-2).

111 Epitárrothos , «protector» y en consecuencia señor, dado que el traslado a Esparta del protector de Tegea transfería a los espartanos los derechos que tenía sobre la ciudad. Al no encontrar le tumba de Orestes, los espartanos enviaron de nuevo emisarios a Delfos, donde recibieron esta respuesta, que encontramos en HERÓDOTO , I 67, 3-4.

112 Los dos vientos que soplaban eran los fuelles de la fragua. El texto es elíptico.

113 Es decir, la forja del hierro. Respecto a la interpretación de este oráculo, cf. HERÓDOTO , I 68, 4. Según la narración de Heródoto, quien descubrió la tumba de Orestes fue Licas, uno de los cinco agatoergos (encargados de misiones civiles o diplomáticas elegidos entre los caballeros más ancianos), el cual prestó atención al relato del herrero de la fragua de Tegea, que había encontrado en su patio un ataúd de siete codos, de dimensiones excepcionales en consonancia con la gran estatura de los héroes del pasado.

114 Se refiere a la procesión de las Panateneas, inmortalizada por Fidias en el rriso del Partenón; se iniciaba en el Cerámico y terminaba en la Acrópolis con la ofrenda del peplo. Las Panateneas se celebraban cada año en honor de Atenea Políade, la diosa protectora de la ciudad; cada cuatro años la fiesta adquiría un carácter más solemne; eran las Grandes Panateneas, que tenían lugar en el tercer año de las Olimpíadas, en el mes de hecatombeón julio-agosto). Tenían un carácter panhelénico y acudía gente de todo el mundo griego.

115 El verbo phileîn, utilizado antes con el significado de «besar», se traduce aqui por «amar».

116 Sphákeloi . Según la Suda (s. v. sphákeloi) el labrador habría replicado que del campo obtenía «dolores y convulsiones». Esta segunda anécdota, de las dos recogidas en este capítulo, se encuentra también en ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses, 16, 6; ZENOBIO , IV 76; Y VILLOISON , Anecdota Graeca, II 40. Con estos episodios la tradición filosófica celebraba la moderación de Pisístrato.

Biblioteca histórica. Libros IX-XII.

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