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Los Atributos de Dios

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Un serio problema de los no creyentes, o de aquellas religiones politeístas y panteístas, es la humanización de Dios, o la necesidad de “ver para creer”. Por el contrario, el Cristianismo se fundamente en la fe, que la Palabra nos indica que “es anticipo de las realidades que se esperan y prueba de las que no se ven” (Heb.11:1). No obstante, Jesucristo apelaría a los milagros y prodigios de manera tal que, si la gente no creía en sus palabras, por lo menos creyesen en Él por sus obras (Jn.5:36). El propio apóstol Juan dio testimonio de ello, al decir que Jesús hizo muchas cosas que, si se quisieran narrar una por una, ni en todo el mundo cabrían los libros que serían necesarios escribir.

Pero la gran mayoría de la humanidad no cree verdaderamente en Dios porque acorde a su percepción egocentrista de la vida, y basados en eventos o circunstancias que desde su perspectiva no le son positivos o productivos, para ellos eso probaría la inexistencia de un “Dios Bueno”. Porque de no ser así, piensan ellos, no les causaría dolor y sufrimientos, no los mantendría en la pobreza, no les ocasionaría tristeza y depresión; y por otra parte, una Deidad magnánima no les privaría del poder y riqueza que desean, o el reconocimiento que aspiran, o la seguridad que procuran (deseos de la carne). La respuesta de tales es ignorar a Dios, o repudiarlo en su corazón, porque no les da lo que desean (lo que contradictoriamente significa que si creen que existe). Obviamente, ignoran la perspectiva eterna de Dios, y no pueden ver un problema como una prueba para soluciones duraderas, ni una privación como un camino a la bendición. Lamentablemente, ésos no se salvan, ni ayudan a que los suyos se salven (ciegos que guían a ciegos). Que el Señor se apiade de ellos, les abra los ojos para que vean el Camino, y el entendimiento para comprender la Verdad. Con este propósito, describiremos lo que la Palabra enuncia sobre nuestro Dios, su magnificencia y cualidades:

A) Dios es Omnipotente: el poder de Dios es sencillamente inimaginable para la mente humana, pero intentaremos una descripción basada en lo que la inmensa mayoría de los científicos consideran como el momento de la creación de “nuestro Universo” (si hay otros, como algunos sugieren, sólo incrementaría aún más la percepción de su poder). Esta es la llamada “Teoría del Big-Bang”, la que sostiene que en la fracción de un segundo se produjo una materialización de energía molecular del tal magnitud que, a velocidades superiores a la luz (la máxima medida observada por el hombre), billones de estrellas y partículas fueron lanzadas al espacio (que pre-existía), formando billones de galaxias, a su vez con billones de estrellas, y eventualmente otras formaciones como los “agujeros negros”, de increíble densidad y fuerza gravitacional. Estas formaciones estelares están a su vez a billones de años luz de distancia (km x velocidad de la luz) unas de otras, y siguen su movimiento expansivo en el universo a una velocidad que va en aumento (algo que Albert Einstein no advirtió). Para darnos cuenta aún más de lo infinitésimo del ser humano y de nuestro planeta, la realidad cósmica perceptible (lo que podemos ver con la ayuda de nuestros “sofisticados” telescopios satelitales), es tan sólo el 4.9% del universo. Del otro 95.1%, al que llaman “materia negra”, se sabe muy poco, pero se estima que un 26.8 % es “materia negra” per se (que no interactúa con materia ni radiación), y el otro 68.3% es “energía negra” (que no contiene partículas o masa), a la que también llaman “anti-materia¨, de características desconocidas. No obstante, la arrogancia y petulancia de nuestros científicos es tal, que con la “Revolución Tecnológica” y el advenimiento de la Inteligencia Artificial, supuesta y eventualmente millones de veces superior a la inteligencia del “hombre biológico” que Dios creó, presumen eventualmente “conquistar el Universo”.

Si bien hacen 2.700 años que el profeta Daniel anunció que en “los días tardíos el conocimiento aumentará”, hoy podemos claramente anticipar que Dios pronto pondrá un límite a las intenciones satánicas que manipulan estas especulaciones científicas. ¿Quién puede dudar que este “progreso” del que se habla no está sino contaminando al mundo en lo espiritual, emocional y material, a la vez que ocasionando desequilibrios en el clima y naturaleza del planeta, ergo del hombre? Tomemos en cuenta lo que las Escrituras nos dicen del Poder de Dios:

 “Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento anuncia las obras de sus manos” (Sal.19:2);

 “Tú fundaste la Tierra en los comienzos y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, mientras Tú permaneces” (Sal.102:26-27);

 “Así dice el Señor, que creó el cielo y lo extendió, que dilató la Tierra y cuanto en ella brota, que da respiro al pueblo que la habita, y aliento a los que andan por ella” (Is.42:5);

 “Desde la creación del mundo, están claramente visibles, a través de sus obras, las perfecciones invisibles de Dios, tanto su eterno poder como su deidad, de suerte que ellos (los incrédulos) no tienen excusa” (Rom.1:20)

B) Dios es Espíritu Omnipresente: nuevamente, usando nuestro don de fe, recordemos que Dios es Espíritu, luz infinita que no tiene confinamiento alguno. Está fuera del espacio y del tiempo.

 “Pero ¿quién es capaz de construirle un templo, cuando los cielos ni los cielos de los cielos pueden contenerlo? (2 Cro.2:5);

 “En todo lugar los ojos de Yahveh, vigilan a los malos y a los buenos” (Prov.15:3);

 “Él habita sobre el globo de la Tierra, y sus habitantes son como langostas. Extiende como un toldo los cielos, los despliega como tienda que se habita” (Is.40:22);

 Por eso, su Palabra nos dice que “…los que lo adoran tienen que adorarlo en espíritu y verdad” (Jn.4:24).

 Y también, “A Dios nadie le ha visto jamás; el Hijo único, Dios, el que está en el seno del Padre, Él es el que lo dio a conocer” (Jn.1:18).

 Cuando las Escrituras se refieren a las “manos” de Dios, a sus pies, ojos, dedos, alas, y plumas, son referencias para facilitar nuestro entendimiento y son figurativas.

C) Dios es Omnisciente: Él representa la sabiduría en su infinita expresión, el conocimiento de todo lo que es comprensible en el pasado y en el futuro, porque el tiempo y el espacio no lo constriñen. Su inteligencia y memoria no tienen límite. Él percibe lo visible y lo invisible, las cosas del espíritu, las del alma y las de la carne. Las de la Tierra, las del espacio celestial, y hasta lo infinito. Él está en lo infinito y en lo más pequeño, nada le está oculto a Dios. Ni las fuerzas del bien, ni las del mal. Bienaventurado el que discierne y acepta la omnisciencia de Dios, porque “los necios desprecian sabiduría y disciplina” (Prov.1:7), y la sabiduría de este mundo es necedad para Él. Y “quién conoció la mente del Señor, de modo que pueda aconsejarle”? (1Cor.2:16).

 Revisemos lo que algunas escrituras dicen sobre la omnisciencia de Dios:

 “En Él residen la sabiduría y el poder, suyos son el consejo y la prudencia” (Job 12:13);

 “Si subiera a los cielos, allí estás, si bajara al Seol, estás presente; aunque me alce en las alas de la aurora o me instale en el extremo de los mares, aún entonces tu mano me conduce, tu diestra me alcanza” (Sal.139:8-10);

 ¡“Oh profundidad de la riqueza y de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Que insondables son sus decisiones, y qué inexplorables sus caminos!” (Rom.11:33);

 Aunque a veces nuestra conciencia nos reprenda al tomar en cuenta nuestras debilidades, “Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todas las cosas” (1 Jn.3:20).

D) Dios es Inmutable y Eterno: Moisés recibió del Señor la comisión de ir a Egipto, que en ese entonces era la nación más poderosa del mundo, donde debía hablar con el Faraón y reclamarle que libere al pueblo judío de su esclavitud y los deje salir. Ante semejante comisión, éste le preguntó: ¿y quién soy yo para hablarle así al Faraón? El Señor le dijo: Ve, porque Yo estaré contigo. Y Moisés insistió: ¿quién le diré al pueblo judío que me manda? Respondió Dios: “Yo Soy el que Soy. Así dirás a los hijos de Israel: “Yo Soy me envió a vosotros”. Que maravillosa respuesta a una pregunta innecesaria. Dios “es el que es”, soberano de todo, Rey de Reyes y Señor de Señores, sin origen ni fin. Moisés entonces tenía una apreciación muy superficial de con quién hablaba, y esto no ha cambiado hoy para la mayoritaria de la humanidad. Como lo hemos mencionado previamente en este libro, la inmutabilidad de Dios, sin la ayuda del Espíritu, no es posible comprenderla.Desde que el ser humano nace está sujeto al cambio: físicamente, en sus emociones e intelecto, y luego en su espiritualidad. Su entorno igualmente cambia. Y finalmente, si lo logra, su relación con Dios también cambia y frecuentemente “culpamos” a Dios de ello, sin advertir que es el hombre quien transmuta, porque no hay variación alguna en Él. Las Escrituras afirman esta verdad:

 “Mil años a tus ojos, son igual que el ayer, que ya pasó” (Sal.90:4);

 “Ellos perecerán, mientras tu permaneces: todos ellos se gastan como un manto, cuál vestido que se muda. Pero Tú eres el mismo, tus años no terminan” (Sal.102:27);

 “El Padre de los astros, en Quién no hay fases ni períodos de sombra” (Sant.1:17);

 “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre” (Heb.13:8).

Preparación para la Vida

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