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Capítulo 5

La escolástica hace escuela

Tú eres maestro en Israel, ¿y no entiendes estas cosas?, respondió Jesús.

—Juan 3.10

Dado que por su naturaleza el hombre está dotado del libre albedrío, que le inclina ahora al bien, ahora al mal, de dos maneras puede obtener de Dios la perseverancia en el bien. La una consiste en que el libre albedrío sea determinado al bien por la gracia consumada; y esto es lo que ocurrirá en la gloria. La otra consiste en que Dios, con su impulso, incline al hombre al bien hasta el fin. Ahora bien, según consta por lo ya dicho, el hombre puede merecer lo que constituye el término del movimiento del libre albedrío dirigido por el impulso divino, pero no lo que constituye el principio de ese mismo movimiento. Y, en consecuencia, puede merecer la perseverancia de la gloria, que es el término de aquel movimiento, pero no la perseverancia de esta vida, que depende solamente de la moción divina, principio de todo mérito. A quien Dios otorga el beneficio de esta perseverancia, se lo otorga gratuitamente.

—Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica [1265]

El mundo en el que surgió la Reforma protestante fue un mundo religioso, eclesiástico y teológico. Desde nuestros tiempos tan seculares, nos cuesta imaginarnos una época en la que todas las cuestiones que interesaban a la sociedad debían resolverse de acuerdo con el pensamiento teológico vigente y, no pocas veces, luego de recias disputas entre teólogos o escuelas de teología rivales. Quizás desde esa época la teología ha tenido tan mala prensa hasta nuestros días, pues la percepción popular la vincula con discusiones oscuras sobre temas puramente especulativos, alejados de la vida y las preocupaciones terrenas y cotidianas que desvelan al común de los mortales. Lo cierto es que el clima de época —como diríamos ahora— estaba saturado de pensamiento religioso, y los técnicos más citados para resolver disputas eran los doctores de la iglesia. Los expertos eclesiásticos debían opinar de temas muy diversos: desde qué intereses era lícito cobrar por un préstamo hasta qué pecados eran considerados mortales y cuáles no. No existían —como en nuestro tiempo actual— áreas segmentadas y separadas de la vida social: todo estaba atravesado por lo religioso.

Había, por supuesto, diversas escuelas y tradiciones que disputaban entre sí el dominio del campo teológico que, como se ve, era la gran arena de las disputas ideológicas de la época. Desde el siglo iv en adelante, se había ido imponiendo en la llamada Patrística (el pensamiento de los Padres de la iglesia) las ideas de San Agustín que, fuertemente influenciado por el filósofo griego Platón, había elaborado una síntesis consistente entre la tradición platónica de la filosofia griega y el pensamiento cristiano. Pero, a partir del siglo x, esa hegemonía conceptual se vio puesta en entredicho por una nueva corriente de pensamiento: la escolástica. La escolástica se convirtió pronto en la principal corriente teológica del mundo medieval. Pueden considerarse sus padres fundadores a Anselmo de Canterbury (1033–1109) y Pedro Abelardo (1079–1142), que comenzaron a elaborar una nueva relación entre la fe y la razón de la que había postulado San Agustín casi 500 años antes. Para este último, la razón era apenas una “sirvienta” de la fe; pero en los escolásticos, su importancia comienza a ser mucho más crucial, permitiéndose incluso obtener conclusiones por sí misma. ¿Sería posible demostrar por la razón la misma existencia de Dios? Pues hasta allí habría de llegar el optimismo de esta nueva corriente teológica. La escolástica impulsó una renovación en las formas del estudio y del conocimiento; este proceso coincidió con la formación de las primeras universidades (Bolonia, 1089; Oxford, 1096; París, 1150; Módena, 1175), en las que estos nuevos métodos e ideas habrían de desarrollarse y expandirse.

Pero el aporte fundamental para estos nuevos aires de pensamiento iba a llegar con las obras de Pedro Lombardo (1100–1160) y Santo Tomás de Aquino (1224–1274). Fue este último —un monje dominico italiano—, el primero en elaborar un trabajo teológico a fondo que incorporaba al diálogo con la teología cristiana a otro pensamiento filosófico: el de Aristóteles. A la síntesis clásica entre cristianismo y pensamiento platónico, comenzó a sucederle otra: la incorporación del pensamiento aristotélico en Occidente. Con Santo Tomás las formas de la escolástica llegan a su madurez y se imponen en toda Europa por medio de la utilización de las categorías de Aristóteles, para pensar la teología cristiana y el método de elaboración teológica basado en una nueva lógica dialéctica y racional.

La existencia de Dios puede ser demostrada de cinco maneras distintas: 1) la primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro [...] Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que se mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios. (Santo Tomás de Aquino. Primera vía de la demostración racional de la existencia de Dios)

Si bien los escolásticos se adherían al viejo axioma de Agustín sobre la fe y la razón: “Creo para entender, entiendo para creer”, la influencia de Aristóteles y de su método lógico influyó para que la razón comenzara a ser utilizada como una potencia humana que podía ponerse lado a lado con las declaraciones de la fe. No hace falta decir que esto constituye un lejano antecedente de la modernidad, así como el método que consistía en expresar una hipótesis o enunciado, para luego acumular las objeciones y finalmente las conclusiones racionalmente fundadas. De algún modo, los teólogos escolásticos inventaron el método de reflexión académico-científica. La escolástica reconoció varias fuentes de autoridad; por un lado, y siguiendo a la tradición: la Biblia y los escritos de los Padres de la Iglesia, pero también como método y mediación filosófica, las obras de Aristóteles y sus grandes intérpretes: judíos y musulmanes de la Edad Media y, en menor medida, también la filosofía platónica, que no fue abandonada del todo.

La aceptación —muchas veces sin crítica— de las conclusiones doctrinales sancionadas a partir de estas fuentes, reforzó la dogmática de la iglesia, le hizo perder creatividad y fosilizó sus aportes. Si bien el método postulaba cierta autonomía de la razón frente a lo dogmático, esta autonomía no era tal cuando se cuestionaba una autoridad reconocida y, en cambio, muchas veces llegaba a conclusiones altamente especulativas. Las categorías materiales de la filosofía aristotélica como acto y potencia, forma y materia, sustancia y accidentes, fueron clave para la elaboración de ciertas soluciones teológicas como la doctrina de la transubstanciación. A la muerte de Santo Tomás, la escolástica ingresó en una rápida decadencia. La pérdida de originalidad filosófica y teológica, sumado a un método que podía resultar proclive a las interminables disquisiciones, terminaron por generar una producción teológica barroca, sobrecargada y plagada de cuestiones accesorias y especulativas.

La Reforma protestante fue, por un lado, heredera de la escolástica en la medida que sus teólogos se habían formado bajo la influencia de esta tradición, hegemónica en su época. Esto explica algunas tendencias que se mostraron pronto en la teología de la Reforma como un precoz dogmatismo o la insistencia en elaborar teologías cerradas y con un importante componente racional y especulativo. Pero, por otro lado, la teología de los reformadores implicó una ruptura con la escolástica, pues posibilitó el renacer y la actualización de otras tradiciones teológicas que habían sido puestas en un segundo plano. Así sucedió con el pensamiento agustiniano acerca del pecado, la salvación y la gracia, que resultaron importantes para las nuevas formulaciones teológicas de la Reforma, así como la importancia que alcanzó la tradición mística alemana del maestro Eckhart (1260–1328) y otros pensadores de espiritualidad del medioevo que resultaron inspiradoras para el pensamiento de muchos teólogos del movimiento reformador.

¿Por qué la escolástica es importante para entender la Reforma?

1. Porque elaboró un método teológico donde la razón ocupaba un lugar de mayor importancia que en tradiciones teológicas previas. En ese sentido, abrió la puerta al pensamiento moderno, del cual el proceso reformador formó parte. La importancia del debate teológico, la agenda de temas doctrinales y la contraposición de aportes e hipótesis fueron elementos que se incorporaron a la producción del pensamiento reformado.

2. Las reflexiones sobre la existencia de Dios, de la relación entre razón y fe, y la teología de la salvación, fueron antecedentes importantes para que los teólogos de la Reforma formularan su propia síntesis.

3. El agotamiento del pensamiento escolástico también provocó la búsqueda de nuevas respuestas frente a las grandes preguntas de la teología cristiana. Llevó a un debate sobre la autoridad de la tradición y a buscar el redescubrimiento de aportes invisibilizados, por lo que había llegado a ser un pensamiento dominante.

Para comprender la Reforma Protestante

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