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A un joven médico desanimado

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Siento profunda simpatía por usted. El Señor no lo ha abandonado. Él es un Dios de tierna compasión y admirable amor y benignidad, que no desea que usted ande en tinieblas. No necesita retraerse, porque el Señor dice: “Su vida no necesita ser un fracaso. Haré que me pertenezca. Le mostraré que aprecio su alma. Contenderé con él y lo levantaré. Él no debe perecer. Tengo una obra especial para que él la realice. Si él se une conmigo, si cree en mí y si trabaja para mí, sus puntos más débiles de carácter, a pesar de sus fracasos anteriores, llegarán a ser sus puntos más fuertes”.

No concentre su mente en el ejemplo defectuoso de los cristianos nominales. Por cierto que usted verá en la vida de ellos cosas que no son correctas. Pero si usted insiste en contemplar sus faltas, llegará a ser como ellos. En lugar de fijarse en la vida de sus congéneres, mire a Jesús. No verá en él imperfección alguna, sino perfección, justicia, benignidad, misericordia y verdad. Adopte al Salvador como su ejemplo en todas las cosas. Por mirar a los hombres en lugar de contemplar a Jesús usted ha cometido su grave error.

Sin excusa

Usted no tiene excusa para vivir una vida no cristiana. Cristo vino a este mundo, sujeto a la voluntad de su Padre, con un Propósito sumamente importante: mostrar a los hombres y las mujeres lo que Dios desea que sean y lo que por su gracia pueden llegar a ser. Vino para mostrar a los seres humanos cómo es un carácter a la semejanza del cielo.

Pero la intención de esta carta no es condenarlo, sino animarlo a que aparte la vista de los ejemplos pecaminosos y en cambio la fije en el Ejemplo perfecto, y dirigir su atención hacia la senda de paz y santidad. El misericordioso amor de Dios continúa siendo para usted. Pero él desea que adopte un sistema de vida mejor que el que ha tenido en el pasado. Esto no lo conseguirá manteniendo la vista fija en la vida de personas defectuosas, de quienes pretenden ser cristianos, sino contemplando a Cristo, el Enviado de Dios, quien en este mundo y en su naturaleza humana vivió una vida pura, noble y perfecta, estableciendo así un ejemplo que todos pueden seguir con seguridad.

El Señor le está extendiendo la mano para salvarlo. Anhelo ver que usted responda a su invitación: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo” [Isa. 27:5].

Ha habido muchas cosas que lo han tentado a que vacile en su fidelidad a la verdad, pero el Salvador ha estado dispuesto a guiarlo en cada paso. Dios reclama como sus ayudadores a hombres jóvenes. Samuel era tan sólo un niño cuando el Señor lo usó para efectuar una obra buena y misericordiosa... [1 Sam. 1:24-28; 2:11]

Hay que edificar un carácter para la eternidad

Aunque algunos sirven en las filas del enemigo, nadie necesita abandonar al Señor. Ilumine su alma con la luz de la Palabra de Dios. Recuerde que cada día está edificando su carácter para esta vida y para la eternidad.

Lo que la Biblia enseña acerca de la edificación del carácter es muy explícito. “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” [Col. 3:17]. Colóquese bajo su control, y luego pida su poder protector. Él dio su vida por usted. No le cause aflicción. Tenga cuidado con todo lo que diga o haga. Cristo desea que usted sea ante otros hombres jóvenes su representante, su médico misionero evangélico comisionado.

Recuerde que la religión en su vida no debe ser solamente una influencia entre otras, sino la influencia que domine a todas las demás. Sea estrictamente temperante. Resista todas las tentaciones. No haga ninguna concesión al astuto enemigo. No escuche las sugestiones que él coloca en boca de hombres y mujeres. Usted tiene una victoria que ganar. Tiene que obtener nobleza de carácter; pero no puede lograr estas cosas mientras está deprimido y desanimado por los fracasos. Rompa las ataduras con las que Satanás lo ha atado. Es innecesario que usted sea su esclavo. Jesús dijo: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” [Juan 15:14].

Jesús lo ama y me dio un mensaje para usted. Su gran corazón de ternura infinita lo anhela. Le envía el mensaje de que usted puede recobrarse de los efectos causados por la trampa que le tendió el enemigo. Puede recuperar su autorespeto. Puede llegar al punto de considerarse no un fracasado, sino un conquistador, por medio de la influencia elevadora del Espíritu de Dios. Aférrese de la mano de Cristo y no se suelte de ella.

Usted puede ser una gran bendición para otros si se entrega sin reservas al servicio del Señor. Se le concederá poder de lo alto si toma su posición del lado del Señor. Con la ayuda de Cristo puede escapar de la corrupción que existe en el mundo a causa de la concupiscencia, y ser un noble ejemplo de lo que Cristo puede hacer por quienes cooperan con él [2 Ped. 1:4].

La elección de los asociados

No elija la compañía de servidores del pecado, con lo cual se expondría a la tentación. La nobleza de carácter no se logra cuando uno se asocia con personas objetables. No ponga de lado los importantes requerimientos de la Palabra de Dios. Su única esperanza está en colocarse en la debida relación con Dios. Usted supuso que podría endurecer el corazón para actuar sin hacer caso de la verdad y la justicia. Pero no lo consiguió. Ha anhelado tomarse de la mano de alguien que pudiera ser un sostén, una fortaleza y un apoyo.

El propósito de Dios para nosotros es que siempre nos dirijamos hacia arriba. Aun en los deberes más insignificantes de la vida común debemos crecer continuamente en la gracia, acompañada de motivos elevados y santos; poderosos, porque provienen de aquel que dio su vida para proporcionarnos los incentivos necesarios para llegar a tener éxito completo en la formación del carácter cristiano.

Cristo ha realizado una expiación por usted, de modo que no tiene que ir por la vida con un carácter formado a medias. Tiene que ser fuerte con la fortaleza de Dios, afirmado en la esperanza del evangelio. Como usted conoce los requerimientos de Dios, le ruego que no siga siendo una persona débil.

Tengo mucha esperanza en que llegará a ser todo lo que el Señor anhela que usted sea: un médico misionero evangélico. Usted no debe ser solamente un médico cada vez más hábil, sino uno de los misioneros designados por el Señor, que siempre colocará su servicio en primer lugar.

Dar lo mejor a Cristo

No permita que nada perturbe su paz. Entregue los afectos más santos del corazón a aquel que dio su vida para que usted pudiera encontrarse entre las familias redimidas en los recintos celestiales. Luchar por la corona de la vida no le causará insatisfacción ni disminuirá su utilidad. El Gran Maestro desea reconocerlo como su mano ayudadora. Él pide su cooperación. ¿No le dará usted todo lo que tiene y lo que es? ¿No consagrará sus talentos a su servicio?

Esta vida es su tiempo de siembra [Gal. 6:7, 8]. ¿No se comprometerá usted con Dios para que su semilla sembrada no produzca maleza, sino una cosecha de trigo? Dios obrará con usted: aumentará su utilidad. Le ha confiado talentos que con su poder usted puede usar para producir una valiosa cosecha.–Carta 228, 1903.

El ministerio médico

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