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ii. La producción de formas substanciales: ‘semen’ y ‘rationes seminales’

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Nos parece oportuno continuar este apartado con una breve explicación de cómo son producidas las formas individuales, según Escoto, a partir de su evaluación y reformulación de la teoría sobre las rationes seminales. Desde la doctrina de la composición hilemórfica, la producción de nuevos seres en el mundo físico se presenta como la aparición de nuevas formas que previamente no existían. Para no caer en el problema de una creación ex nihilo en los procesos naturales, muchos pensadores medievales se apropiaron de la doctrina de las rationes seminales, describiéndolas como formalidades preexistentes en la materia que serían una especie de incoación de las formas a educir en un momento futuro. El Doctor Sutil rechaza esta idea general de entender la doctrina en cuestión29, porque si esa forma incoada fuese educida como la nueva forma en un cambio substancial, no habría verdadero cambio (Escoto rechaza que una forma substancial admita grados30), y si ella no tiene conexión con la siguiente, estaríamos ante un caso de creación en el mundo físico y la teoría resultaría superflua.

Un primer paso para reformular la teoría de las rationes seminales, lo encontramos en el modo en que Escoto define ‘creación’, el cual R. Cross resume así: “la producción p de algún ítem o ítems por un agente a, de tal manera que ningún otro ítem sino a es condición necesaria para p.”31 En este sentido, ninguna generación natural es creación, porque, para que esa mutación se realice, debe encontrarse no solo una causa eficiente sino también la materia primera en potencia subjetiva, estando dispuesta a que de ella se eduzca una nueva forma substancial, a diferencia de la creación, en la cual el sujeto receptor de la nueva forma, el creabile, se encuentra en potencia objetiva.

El segundo paso refiere al uso preciso del vocabulario, puesto que no se deben confundir los términos: semen y ratio seminalis. El semen es definido como “una substancia generable y corruptible, diferente al que genera y a lo generado, que media entre el primer generante y lo último generado”32, y su función es la de ser “un medio necesario”33 en la generación. Por otro lado, la ratio seminalis es una “cualidad activa, que el semen posee por el generante”, especificando que es “una forma determinada y consecuente con la del semen, hacia la cual se dirige.”34 A diferencia de otras posiciones, para el Doctor Sutil, la semilla es una entidad mediadora para asegurar el camino gradual que, de hecho, recorre la naturaleza para la producción de una nueva substancia, mientras que las razones seminales presentan el aspecto formal activo, una fuerza motora intrínseca35, que contiene lo que hoy llamaríamos la ‘información’ necesaria para guiar el proceso de generación.

Finalmente, Escoto diferencia el análisis de esta cuestión en lo que se refiere a la generación entre los seres vivos, quienes generan una nueva substancia similar a sí, de los inertes, donde no es evidente que haya semillas o entidades mediadoras, porque el proceso de producción que siguen parece inmediato. Respecto de los vivientes, afirma Escoto que “la forma de las semillas producidas inmediatamente no parece ser la intención principal de la naturaleza, sino [que son producidas] en vistas a otra cosa que será generada a partir del semen: así, tales formas son un camino (via) en el proceso natural que va de lo imperfecto a lo perfecto.”36 Las semillas son, por un lado, substancias con formas determinadas, y en este sentido entidades realmente distintas al sujeto que las genera. Por otro lado, garantizan el orden que hay en la generación natural, por ejemplo, el alimento no se transforma inmediatamente en carne sino que su fin es alcanzado después de algunos pasos intermedios, primero se torna en un cierto humor, luego se convierte en sangre y finalmente en carne37. Esta vía de generación natural va ‘de lo imperfecto a lo perfecto’, mientras que la resolución de los vivientes en los elementos es el proceso contrario. Escoto entiende que el semen es algo imperfecto porque, a pesar de ser una substancia, su actividad no es generativa sino solo alterativa, ya que por medio de su razón seminal se encuentra en un proceso continuo de cambio hasta que alcanza la última forma de ese desarrollo, que por ser el fin al cual la naturaleza tiende, se dice que es perfecta. Ahora bien, parece que esta vía natural contradice el principio filosófico por el cual ‘lo perfecto no surge de lo imperfecto’, pero esto es solo aparente, puesto que junto a esa fuerza intrínseca de la semilla concurre la actividad divina en la generación de los vivientes. Escoto recurre a la causa divina porque es el único camino que ve posible para resolver el problema de las especies. En efecto, se pregunta “¿cuál es la causa por la que hay un alma vegetativa en la planta y un alma sensitiva en el animal?”38, y la respuesta presenta dificultades porque la producción de esos seres no es inmediata, siendo la semilla una forma que solo dispone –por la ratio seminalis– a la alteración previa, la cual se corrompe al ser generado un compuesto, e incluso si algo de ella permanece no puede obrar por su virtud ni por la del progenitor, porque implicaría alcanzar una forma más perfecta que la suya, lo que sería absurdo. El Doctor Sutil agrega, por diversos motivos39, que tampoco puede darse la generación de las formas substanciales de los distintos vivientes a partir de los cuerpos celestes (por ser inanimados40 y por tanto menos perfectos que los vivientes), ni por las inteligencias (alegando al artículo 30 de la condena hecha por Esteban Tempier, en 1277). Luego, son producidas inmediatamente por Dios41. La virtud divina no solo crea inmediatamente las almas de los seres vivientes, sino que también es la garantía de sus diferencias específicas. Las especies tendrían, según Escoto, su fundamento último en el creador que dispone según su voluntad divina las esencias de los seres. Incluso, siguiendo a Galeno y Averroes, sostendrá que el dator formarum es el responsable de la especie de cada forma42.

Por último, el Doctor Sutil estudia el ámbito de la materia inerte. Los hechos de experiencia que propone como ejemplos a estudiar pueden resumirse así43: el cuerpo celeste que educe una forma desde el cuerpo en putrefacción; los minerales que unidos forman una piedra; y la corrupción de los elementos entre sí (como el fuego que actúa sobre el agua para evaporarla). Estos casos se podrían explicar por ciertas fuerzas que actúan para la realización de las transmutaciones citadas, y por lo tanto, serían comparables con la actividad desarrollada por las rationes seminales. En QQ. Met. VII.12, Escoto declara de manera definitiva que no hay ni se puede entender que haya tales fuerzas activas en los cuerpos inanimados44. Sin embargo, en Lect. y Rep. Par. II.18, el Doctor Sutil se muestra más conciliador. Habiendo establecido, en el caso de los vivientes, que las razones seminales son formas medias, y dado que también existen cambios entre los inanimados, conviene reconocer, análogamente, cierta semejanza con el proceso mediato de generación de los seres vivos. Sin embargo, esta comparación presenta dificultades, ya que en el caso de los cuerpos celestes, ellos educen una forma de distinta especie a la propia y en el caso de los elementos entre sí no hay formas medias, sino que la producción se realiza de manera inmediata. Pero, ¿qué podemos decir de los elementos respecto de los cuerpos mixtos? En el caso de los mixtos imperfectos, o mezclas, como la nieve y las lluvias, donde el elemento conserva su naturaleza, durante el proceso de formación del mixto podemos llamar semen al mixto medio y ratio seminalis a su cualidad activa. También sucede, de modo análogo, en la formación de los mixtos perfectos, es decir, las combinaciones. Este proceso natural entre los seres inertes se puede explicar de la siguiente manera, “cuando a partir de un elemento debe ser generado un [cuerpo] mixto (como una piedra o [algo] putrefacto), en primer lugar se educe alguna cualidad proporcionada a ese mixto, y finalmente se corrompe la forma del elemento”45, el cambio se inicia en un orden accidental y luego alcanza la forma. El cuerpo celeste, o cualquiera que sea más noble, puede educir la cualidad activa que posibilita alterar la forma del elemento y producir una nueva forma substancial del mixto que se generará46. De esta manera, se puede entender que el elemento funcione, análogamente, como semen y la cualidad activa alterativa que el cuerpo celeste educe como ratio seminalis47, acción que puede realizar, sin embargo, gracias a la concurrencia de la actividad que el agens universalis48 mantiene con él.

Causalidad y contingencia en la filosofía de Juan Duns Escoto

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