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Formas de aprender

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Existen en nosotros, según estudiosos en el tema, más de una docena de formas diferentes capaces de ayudarnos a internalizar los contenidos o nuevos conocimientos, los cuales además, son inagotables.

Estas formas se conocen como “tipos de inteligencias” que fueron propuestas por diferentes psicólogos, en diferentes etapas.

El primero de ellos, Charles Edward Spearman (1863-1945), psicólogo inglés, propuso la Teoría Bifactorial, un factor general, genético (hereditario) que denominó “Factor G”, y un factor especial (Special), el “Factor S”, con el cual se manifestaría una habilidad específica, ubicados en la corteza cerebral.

Basado en este concepto, el psicólogo inglés Raymond Bernard Cattell (1905-1998) y sus discípulos John L. Horn y John B. Carroll, desarrollaron la Teoría de Catell, o también llamada frecuentemente “teoría Cattell-Horn-Carroll”, quienes proponen dos tipos de inteligencia, una “Fluida” y otra “Cristalizada”, desarrolladas, la primera por habilidades heredadas y la segunda, dada por la experiencia o el aprendizaje.

Howard Gardner (1943), psicólogo y pedagogo estadounidense, revoluciona el campo educativo en el año 1983, con su aporte de las “Inteligencias Múltiples”, estableciendo que las personas poseemos distinta formas de pensar y aprender, identificando ocho tipos de inteligencias, sumándose a las originales, otras 4 posibles, haciendo un total de doce.

A saber, estas inteligencias son:

1) La inteligencia lingüística-verbal,

2) Inteligencia lógico-matemática,

3) Inteligencia visual-espacial,

4) Inteligencia musical,

5) Inteligencia corporal-cinestésica,

6) Inteligencia naturalista,

7) Inteligencia interpersonal,

8) Inteligencia intrapersonal.

De la relación de las dos últimas, surge una novena:

9) Inteligencia emocional, propuesta por Daniel Goleman (1946), psicólogo, periodista y escritor estadounidense, quien, en su libro Inteligencia Emocional (1995), hizo famosa esta inteligencia compuesta por la intrapersonal y la interpersonal, y está conformada por cinco elementos:

– autoconciencia emocional,

– autocontrol emocional,

– automotivación,

– empatía y

– habilidades sociales.

Son muchas las investigaciones que afirman que la inteligencia emocional aporta muchos beneficios: minimiza los efectos del estrés y lo previene, mejora el bienestar emocional, mejora las relaciones interpersonales y el rendimiento laboral.

Se suma a éstas, una décima, la novena de Gardner, y es la

10) Inteligencia existencial, basada en la búsqueda de sentido, con la capacidad de filosofar, la práctica de la meditación y la contemplación.

Alan J. Rowe (1923), propone en su libro publicado en el año 2004, una nueva inteligencia, la décimo-primera, denominada:

11) Inteligencia Creativa, vinculada a la capacidad innovadora en la producción de ideas, en la adaptación a diferentes situaciones y respuestas novedosas.

Actualmente y aún en proceso de definición, nos encontramos ante una nueva inteligencia:

12) Inteligencia Colaborativa, relacionada con el trabajo en equipo tanto en organizaciones como en páginas web.

Howard Gardner propone la décima de sus teorías, (número 13 del total mencionado) que se halla aún en desarrollo (mientras escribo este libro), y la denomina:

13) Inteligencia Pedagógica, que es la capacidad que poseen algunas personas para transmitir conocimientos a otras. Explica que muchos individuos pueden saber jugar al fútbol, pero no todos serán capaces de enseñar a jugar al fútbol. Ésta, según Gardner, es una capacidad que ya se puede observar desde niños, cuando uno de ellos puede enseñar o guiar a otros niños, al transmitir lo que él ha aprendido.

Cuando me recibí de docente, en el año 1991, ya existían los postulados sobre las distintas inteligencias, pero no estuvieron como parte del currículum dentro del proceso de formación docente, y si no me equivoco, (año 2021) aún no lo están.

En el currículum de entonces sí figuraba el estudio de las etapas del desarrollo cognitivo de Jean Piaget (1896-1980), a saber:

De 0 a 2 años, desarrollo sensorio-motriz (imitación de esquemas conductuales);

De los 2 a los 7 años: etapa pre-operacional (caracterizada por el egocentrismo y el desarrollo de la imaginación);

De los 7 a los 11 años: etapa de acciones concretas (razonamiento lógico con situaciones concretas y experienciales);

De los 11 a los 15 años: etapa de operaciones formales (desarrollo de otros tipos de pensamientos, formulación de hipótesis, interés por las relaciones humanas y los procesos de identidad).

Se aclara que las etapas establecidas son aproximadas. Estas pueden cambiar de un individuo a otro, sujetos al entorno, motivación, estados de salud, etc.

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