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Capítulo 3 La visión más larga y esa Biblia pesada Randolph, Massachusetts

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La visión más larga de Elena de White (cuatro horas) ocurrió en 1845, un año antes de su casamiento con Jaime. Una de las acusaciones que se le hacían era que no podía tener una visión si Jaime White y Sara, hermana de Elena (ambos acompañaban a Elena en sus primeros viajes), no estuvieran presentes.

Otis Nichols, de Boston, con la esperanza de desenmascarar la acusación, “invitó a Elena y a Sara a su casa, dejando a Jaime en Portland. Entre los que se hallaban en el área de Boston que impugnaban la validez de la experiencia de Elena Harmon estaban dirigentes fanáticos, incluyendo a Sargent y a Robbins, que también sostenían que era un pecado trabajar”.

El mensaje de Sargent y Robbins a los adventistas milleritas era: “Vendan lo que tienen, y den limosnas”, queriendo decir, por supuesto, que les paguen sus gastos de mantenimiento. Sostenían que ahora estaban en el “jubileo, la tierra debía descansar y los pobres debían ser mantenidos sin trabajar”. Denunciaron las primeras visiones de Elena Harmon diciendo: “son del diablo”, porque ella había estado exponiendo los errores suyos.

Pocos días después de que Elena y Sara habían llegado a la casa de Nichols, Sargent y Robbins fueron invitados a ir y compartir estudios bíblicos, y a orar. Cuando llegaron y se enteraron de que ambas hermanas estaban en la casa, salieron a toda prisa en medio de un aluvión de excusas.

Pero, antes de irse, Nichols les dijo a ambos que Elena quería asistir a la reunión de su grupo de “No trabajar” en Boston el siguiente domingo. Cuando preguntó si los dos dirigentes tenían objeciones para oír el testimonio de ella, respondieron: “Ninguna en absoluto. Que venga el próximo domingo”.

Así que, se hicieron arreglos para que Elena y Sara Harmon asistieran a la reunión de este grupo para el domingo siguiente. “Pero la noche previa a la reunión propuesta, se le mostró en visión a Elena que esos hombres no tenían planes de encontrarse con ella; habían alertado a sus seguidores para reunirse en Randolph, veinte kilómetros al sur de Boston. En esa visión también se le dijo que debía encontrarse con este grupo en Randolph, que Dios le daría un mensaje que convencería a ‘los honestos y libres de prejuicios si sus visiones eran del Señor o de Satanás’ ”.

Cuando Elena, Sara y la familia Nichols llegaron al día siguiente a Randolph, encontraron un gran salón lleno de gente en la casa de Thayer. Elena escribió posteriormente: “Cuando entramos, Robbins y Sargent se miraron sorprendidos y comenzaron a refunfuñar. Me habían prometido que se encontrarían conmigo en Boston, pero pensaron que nos decepcionarían yendo a Randolph, y mientras nosotros estuviéramos en Boston, advertirían a los hermanos contra nosotros”.

Durante la reunión matinal, ¡“Robbins le dijo a Sarah [...] que Elena no podría tener una visión si él estaba presente”! En la reunión de la tarde, Elena tuvo la visión que supuestamente no podría haber ocurrido. Más tarde informó:

La bendición del Señor se posó sobre mí, y fui arrebatada en visión. Se me volvieron a mostrar los errores de estos hombres malvados y de otros que estaban unidos a ellos. Vi que no podrían prosperar, sus errores confundirían y distraerían; algunos serían engañados por ellos; pero que la verdad triunfaría finalmente, y el error sería abatido.

Se me mostró que ellos no eran honestos, y luego fui llevada al futuro y se me mostró que continuarían despreciando las enseñanzas del Señor, despreciando la amonestación y que serían dejados en oscuridad total, para resistir al Espíritu de Dios hasta que su capricho se hiciese manifiesto ante todos. Me fue presentada una cadena de verdad de las Escrituras, en contraste con los errores de ellos.

Cuando salí de la visión, las velas ardían. Había estado en visión casi cuatro horas.

Otis Nichols registró que cuando Elena comenzó a orar, pronto fue “arrebatada en visión... y continuó hablando en visión con una voz aguda que todos los presentes podían entender claramente, hasta alrededor de la puesta del sol”.

Es fácil comprender la consternación y la exasperación de Sargent, Robbins y los demás. ¿Cómo respondieron? Nichols dijo que estos dirigentes avergonzados “agotaron toda su influencia y sus fuerzas físicas para destruir el efecto de la visión. Se unieron para cantar en voz muy alta, y luego hablaban y leían de la Biblia alternadamente en alta voz a fin de que Elena no pudiera ser oída, hasta que se les agotó la fuerza y les temblaban las manos, de modo que no podían leer de la Biblia”.

Algunos de los seguidores de estos dirigentes humillados los reprendían, pidiéndoles que acabaran con su interferencia. Robbins respondió: “Ustedes están inclinados ante un ídolo. Están adorando a un becerro de oro”.

El señor Thayer, el dueño de casa, tuvo su propia forma de satisfacerse en cuanto a si la visión era del diablo. Había oído que al colocar una Biblia abierta sobre la persona en visión se podía detener a la gente bajo influencia satánica. Thayer le pidió a Sargent que colocara una Biblia sobre Elena, pero él se negó.

Thayer fue más allá. “Tomó una pesada y enorme Biblia familiar que estaba sobre la mesa y casi nunca se la usaba, la abrió y la colocó abierta sobre el pecho de Elena mientras esta estaba en visión, inclinada hacia atrás contra la pared en un rincón de la habitación”. Esto es lo que ocurrió a continuación:

Inmediatamente después de que la Biblia fue colocada sobre ella, se puso de pie y caminó hasta el medio de la sala, con la Biblia abierta en una mano y la levantó lo más alto que pudo, y con la vista fija mirando hacia arriba, declaró con solemnidad: “El testimonio inspirado de Dios”, o palabras de la misma importancia, y luego continuó durante mucho tiempo, mientras la Biblia era extendida en una mano y sus ojos miraban hacia arriba y no a la Biblia, dando vuelta las hojas con la otra mano y colocando el dedo sobre determinados pasajes y pronunciando correctamente las palabras con una voz solemne.

Si usted hubiese estado en esa habitación, ¿qué habría hecho? ¡Exactamente lo que muchos hicieron! ¡Se pusieron de pie y observaron aquellos textos bíblicos que Elena estaba señalando mientras mantenía la vista fija hacia arriba! Para el asombro de todos, ella citaba perfectamente esos textos.

¿Cuáles fueron algunos de esos textos? Nichols dijo que “algunos de los pasajes mencionados eran juicios contra los malvados y los blasfemos; y otras eran amonestaciones e instrucciones relacionadas con nuestra condición actual.

“En este estado continuó toda la tarde hasta casi la puesta del sol, cuando salió de la visión”.

Cuando Elena salió de la visión, Sargent, Robbins y su grupo estaban callados. Por el resto del tiempo estuvieron inquietos aunque desafiantes, y se negaban a reconocer la importancia de lo que habían experimentado.

¿Qué ocurrió con Sargent, Robbins y su grupo de “No trabajar”? Nichols informó que, pocas semanas después, Elena Harmon visitó Randolph por última vez y le dijo al grupo que mediante las visiones se había enterado de que la “maldición de Dios pronto seguiría su curso”.

¡Y así fue! En pocas semanas, el grupo se disolvió cuando algunos confesaron “actos de lo más vergonzosos” y los de corazón honesto se separaron para siempre. Unos veinte siguieron a Sargent y a Robbins, y continuaron denunciando las visiones de Elena Harmon y a los que se oponían a sus doctrinas de “No trabajar”. Un año después, incluso este grupo se desintegró, y muchos “¡se declaraban libres de todo pecado!”

Para Elena, de 18 años, era toda una responsabilidad enfrentarse con hombres tenaces, no solo de a uno por vez sino ¡con una sala llena de adultos desafiantes que la ridiculizaban! Pero, cuando una persona, sin importar la edad, ha visto la luz de la verdad, ninguna persona mala o terca puede desplazar esa luz.

¿Qué ocurrió con los pocos que se mantuvieron de parte de Elena aquel largo día observando su “visión más larga”? ¿Usted cree que alguna vez se olvidaron de Elena y de esa Biblia de entre ocho y nueve kilos sostenida en alto durante tanto tiempo? ¿O de sus descripciones perspicaces de la clase de oposición que la denunciaba a ella tan hipócritamente? ¿O su predicción enérgica de que este grupo de “No trabajar” pronto se desintegraría en sus propios pecados?

Pronto aprendieron que siempre es más seguro “cree[r] a sus profetas” (2 Crón. 20:20).

Los que vieron... y creyeron

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