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SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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En 1933 se realizaron elecciones en Alemania, Adolf Hitler accedió al cargo de Canciller, comenzaron los rumores sobre otra guerra. Los polacos no tenían industrias, fabricaban muy poco material bélico, no contaban con armamento para enfrentarse ante el ataque de un país poderoso.

El 1º de septiembre de 1939, la tropa alemana ingresó a Polonia. Mientras los polacos resistían con gran valentía el ataque del ejército alemán, muy superior en armamento, en el mismo mes Rusia invadió la zona oriental, violando todos los convenios y principios morales.

Rusia anexó las provincias orientales, según lo previsto por el protocolo secreto del pacto Molotov-Ribbentrop, iniciando la doble ocupación.

Ambos países tomaron prisioneros a miles de integrantes del ejército, dejándolo desintegrado. Diferentes tropas huyeron a Lituania en busca de refugio, donde fueron detenidos y enviados a prisión. Otro grupo atravesó Hungría y Rumania para dirigirse a Francia e integrarse al Ejército Polaco en el exilio. Lucharon en el norte de África contra el ejército del general Rommel.

Las tropas polacas refugiadas en el extranjero participaron en las operaciones bélicas aliadas en casi todos los frentes.

Muchos militares decidieron quedarse en el país y formar diferentes guerrillas junto a pobladores civiles, entre ellas “Armia Krajowa”, dirigida por el general Stefan Roweki “Grot”.

El comandante en jefe de las fuerzas armadas, general Sikorski buscó exilio en Francia; a los pocos días, Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania.

Ante la ocupación alemana de Francia, el líder polaco se vio obligado a refugiarse en Londres; junto a representantes de partidos políticos formó el gobierno polaco en el exilio, reconocido por los aliados. Hacia aquel país se trasladaron los comandos polacos de Aviación y Marina.

Polonia quedó dividida en tres zonas: Gran Alemania, donde sus habitantes debían firmar un documento en el que manifestaban “me siento alemán y me comprometo a colaborar con su ejército”; la Gobernación General, una zona habitada por polacos, en la que instalaron los guetos y campos de exterminio de ciudadanos judíos, y la zona oriental, ocupada por Rusia.

En la zona ocupada por Alemania exigían a los pobladores que se identificaran, a qué nacionalidad pertenecían. Muchos pobladores eslavos: polacos, checoslovacos, rusos y ucranianos, fueron destinados a realizar trabajos forzados.

Los integrantes de la SS5, vestidos con uniforme negro e insignias de calaveras, persiguieron a opositores políticos y sospechosos. Adjudicándose el derecho a ejecutar a los enemigos del régimen, sin juicio previo. Asesinaron a nobles, sacerdotes y miembros destacados de la vida política y cultural.

Ejercieron una política de exterminio con la población judía. Organizaron los guetos y señalizaron sus límites con pintura blanca sobre la calzada, colgaron carteles anunciando “zona con peligro de tifus” en idioma polaco y alemán. Construyeron un muro que los dejó definitivamente aislados del resto de la población. Hacia el lugar llevaron a los descendientes del pueblo hebreo de toda Polonia y también a los que reclutaron en otros países.

Los prisioneros fueron trasladados a los campos de concentración; los hicieron ingresar a las cámaras de gas y, desde los hornos crematorios, salieron por la chimenea para elevarse al cielo, transformados en una enorme columna de humo.

Con el crimen como bandera, intentaron destruir el tejido social de la población, devastando las estructuras básicas. Atacaron la clase social culta; cerraron las universidades y escuelas secundarias, deportaron y fusilaron a muchos de sus profesores. Bombardearon el Castillo Real, la Catedral y el Gran Teatro.

El monstruo de la guerra se había apoderado del país; en cada atardecer, reinaba el toque de queda en sus calles vacías. Los integrantes de la Gestapo y la SS, siendo ciudadanos provenientes de un “pueblo culto”, eran bestias como el tigre, entrenadas para matar.

Integraban una organización en la que era imposible no cumplir la orden de un superior; ante la desobediencia, se era ejecutado en forma sumaria.

En la zona ocupada por Rusia detuvieron a miles de militares –entre ellos, al general Wladyslaw Anders–, los que fueron enviados a las cárceles. Trasladaron a grandes grupos humanos a lugares remotos e inhóspitos de Siberia, sus pobladores nativos construían las viviendas sobre troncos, para evitar el contacto con la nieve y adaptarse a las bajas temperaturas.

A los hombres deportados les daban instrucción militar, debían sentarse sobre el pastizal, con los pies apoyados dentro de una zanja circular rodeando al oficial, para escuchar su disertación sobre la doctrina comunista y explicaciones sobre cómo deberían comportarse en el frente de batalla.

En 1941, ingresaron las tropas alemanas a Rusia, produciendo un cambio en la situación política mundial. El general Sikorski le propuso al gobierno de Stalin poner fin a viejas rencillas y colaborar con los aliados, lo que fue aceptado por el gobierno ruso. Firmaron el pacto polaco-soviético, un acuerdo que consistía en una cooperación de ambos países para vencer al enemigo común.

Desde Londres exigieron la inmediata liberación de todos los polacos prisioneros en las cárceles y los deportados a campos de trabajo en Siberia, logrando que fueran “amnistiados”. El líder ruso los quería integrar a su ejército, pero no tenía forma de alimentarlos ni de proveerles uniformes ni armamentos.

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