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MONTE CASSINO

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Mientras los integrantes del Ejército Polaco luchaban en los frentes de Francia, Bélgica y Holanda, el II Cuerpo al mando del general Wladyslaw Anders llegó a Italia. Las tropas alemanas dominaban gran parte de este país, desde la caída del régimen fascista.

La tropa polaca se instaló en el pueblo de Cassino cuando todo se encontraba cubierto de nieve. Los hombres miraron hacia lo alto de la colina, donde se erguía el monasterio de Montecassino. Era una antigua fortificación romana para ejercer culto al dios Apolo; en el siglo IV san Benito lo convirtió en monasterio.

Los bombarderos ingleses y norteamericanos sobrevolaron la antigua construcción para descargar un arsenal de bombas, logrando demolerlo completamente. A su paso quedaron gruesas nubes trepando hacia lo alto. Oculta entre las cavernas, la tropa alemana resistía provista de buena artillería.

Habiendo destruido uno de los monasterios más célebres de Europa, los aliados solo lograron que el ejército alemán se hiciera más fuerte, ocultándose entre los escombros.

Al llegar la noche, la silueta del antiguo monasterio en ruinas, sitio de oración y estudio en la época medieval, se recortaba en lo alto de la colina. El general Anders se encontraba rodeado por su tropa, muchos de ellos habían sido sus compañeros de prisión en Rusia.

Algunos monjes los acompañaban mientras buscaban calor en torno a una fogata, añoraban su hogar y a los seres queridos que habían quedado lejos. Alguien tocaba una melodía con flauta y el grupo entonaba antiguas canciones. Mantenían el recuerdo de su lejano país, completamente borrado del mapa. Las mujeres recorrían el predio en jeep para asistir a los heridos y distribuir cigarrillos que les enviaban los ingleses.

Al finalizar las Pascuas se aproximaba la gran batalla final, un sacerdote celebró la misa, luego compartieron un almuerzo. Rodeando la mesa tendida, los soldados posaron para las fotos abrazados entre sí.

Las tropas de indios, neozelandeses, franceses y canadienses subieron la ladera del monte, desafiando la muerte sortearon minas y tanques. El II Cuerpo Polaco tomó un atajo; a las órdenes del comandante treparon la cuesta empinada del terreno rocoso, para lo que usaron sogas con ganchos para sostenerse. Cargaban en sus espaldas los fusiles y mochilas con municiones, ascendieron durante tres días manteniendo alta la moral. No pensaron en rendirse, vencerían al enemigo, aunque fuera lo último que hicieran en sus vidas.

Al amanecer del 18 de mayo llegaron a la cima sorprendiendo a los alemanes, los que tiraron las armas y se entregaron con las manos en alto. Otros se quitaron el uniforme y huyeron en ropa interior por el bosque quemado.

A las 9:50 de la mañana la patrulla del 12º Regimiento de Lanceros de Podolski, pertenecientes a la 3ª División de Fusileros de Carpacia llegó a las ruinas. Plantaron el estandarte de su división, luego elevaron la bandera blanca y roja.

Rodeados por esqueletos de árboles quemados, solo algunos fragmentos de paredes y columnas de hormigón permanecían en pie.

La bandera blanca y roja flameó sobre las ruinas del sitio con historia de santidad, cultura y arte, que se encontraba reducido a una gran montaña de escombros gris. Una melodía de clarinete anunció la derrota del enemigo y el fin de tan amarga batalla, en la que los polacos perdieron a muchos de sus hombres. La batalla se había cobrado la vida de 1070 polacos.

Al día siguiente, se realizó el acto con las autoridades, en el cual entonaron “Czerwone maki na Monte Cassino” con las partituras en sus manos, compuesta entre los días 17 y 18 de mayo de 1944, con letra de Feliks Konarski y música de Alfred Schutz.

El cementerio de Monte Cassino fue construido entre 1944 y 1945 por picapedreros italianos, con dirección del ingeniero Tadeusz Muszynski, según el proyecto de los arquitectos Waclaw Hryniewicz y Jerzy Skolimowski.

Fue inaugurado/consagrado oficialmente el 1º de septiembre de 1945 con una ceremonia multiconfesional (católica, ortodoxa, evangélica y judía) en la que participaron autoridades del Gobierno Polaco en el Exilio y del Comando de los Ejércitos Aliados.

También yacen militares y eclesiásticos que murieron posteriormente y fueron enterrados allí, como el general Anders, junto a su esposa Irena Renata, y el obispo Gawlina, entre otros.

En el obelisco erigido con una altura de 593 metros, en honor a todos los muertos de la 3ª División de Fusileros de Carpacia, está grabado en cuatro idiomas: “Per la nostra e la Vostra libertà noi, soldati polacchi, demmo l’anima a Dio, i corpi a la terra d’Italia, alla Polonia i cuori”.


Cementerio de Monte Cassino

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