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LOS POLACOS Y SU “DOM POLSKI” (LA CASA POLACA)
Por Sonia L. Ivanoff(*)

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Polonia, históricamente limitada por distintos reinos y estados y confesionalmente católica, sufrió distintas invasiones y desmembramientos territoriales hasta lograr sus límites actuales. Este particular derrotero histórico, sumado a factores socioeconómicos originó distintas “diásporas” de las cuales la Argentina ha sido parte. Sin embargo, la producida a partir de la primera posguerra fue la que aportó el mayor flujo de polacos a la Argentina.

Comodoro Rivadavia, ciudad de inmigrantes, fue el destino de algunos que se dedicaron principalmente en la actividad petrolera, pero también de un segundo grupo al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos contaron desde los inicios de la década del 20 con la ayuda de la Asociación polaca que perdura hasta hoy.

La primera oleada, a partir de la década del 20, se asentó mayoritariamente en la zona petrolera pero también unos pocos decidieron poblar la zona rural de la provincia del Chubut. La segunda oleada, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial hasta la década del 50 aproximadamente, fue netamente urbana y estuvo integrada por los llamados “nuevos polacos”.

Estos flujos fueron parte de la inmigración polaca atlántica, de aquellos 350.000 polacos, que entre 1864 y 1938, llegaron a América Latina. Marcin Kula6 menciona que la mayoría se dirigió a Brasil o Argentina, y más de 200.000 lo hicieron en el período de entreguerras, coincidiendo con el momento de organización del segundo estado polaco.

La emigración polaca previa a 19187 y más exactamente hacia 1914 (fin del dominio austrohúngaro sobre territorio de Polonia) se pierde en las estadísticas oficiales, pues emigraban con pasaporte ruso, alemán o austriaco8, lo cual dificulta su identificación. Sin embargo, se ha logrado recuperar información que muestra su presencia en Argentina, desde inicios del siglo XIX. El primer contingente de inmigrantes llegó a nuestro territorio entre 1812 y 1813, estuvo integrado por hombres que actuaron militarmente en Polonia; y algunos de ellos integraron “las huestes sanmartinianas en pos del ideal de emancipación”9. Posteriormente a lo largo del siglo XIX, lentamente otros fueron arribando, así en 1890, un grupo reducido de 24 polacos, “que eran exiliados políticos llegados en busca de paz y trabajo”10, crearon la primera asociación polaca “Dom Polski” (Casa Polaca) en Buenos Aires.

Esta primera institución social y otras que se crearon después de la Primera Guerra Mundial se unieron en 1944, conformando la Federación de Sociedades y Organizaciones Polacas en la Argentina. Federación que tuvo como finalidad propiciar la unión espiritual con la patria de origen, crear y mantener la unidad entre sus connacionales, y extender el amparo moral y material a los emigrantes a través de asistencia y ayuda11.

Esta inmigración polaca hacia 1925 representó el tercer grupo más importante de emigrantes que llegaban de Europa, luego de los italianos y españoles, y en 1928 ocupó el segundo lugar12. Estos grupos estuvieron integrados por un número importante de agricultores, pero también arribaban polacos con un oficio que les permitía insertarse en actividades como la construcción y la industria, o en la actividad petrolera, como especialistas en perforación, por tener conocimientos previos adquiridos en su tierra natal13. No todos los que llegaron conformaron un grupo homogéneo, se los puede dividir en función de su lugar de procedencia y sus pautas culturales, “polacos genuinos, el 20 %; para rutenos14 de Galitzia y rusos blancos de confesión grecorromana y ortodoxa, 35 %; para judíos o sea israelitas-confesión mosaica, 45 %”15. Todos estos grupos de polacos estuvieron representados en el territorio chubutense y especialmente en Comodoro Rivadavia, aunque un número importante era de la zona de Galitzia, donde existían campos petroleros.

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