Читать книгу Esta no es la vida que pedí - Michealene Cristini Risley - Страница 14

Cabello azul los viernes

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“Me preguntaba si él había notado su cabello azul. De hecho, aquel hombre no mostró inguna reacción al ver que la anciana que tenía sentada frente a sí, en su opulenta oficina de banquero, portaba el cabello más azul que jamás hubiera visto en su vida. Soy Deborah Stephens, y esa mujer de cabello azul era mi abuela.

”Su cabello azul, combinado con una actitud desenfadada, ojos penetrantes y una calidez provinciana, no dejaban dudas de que el Señor Banquero era tan solo un obstáculo menor entre ella y su objetivo: un préstamo. Nunca se le ocurrió que hubiera razones que le impidieran tener éxito: la falta de garantías (su casa no estaba a su nombre), ningún historial crediticio, y el hecho de que, en aquellos días (hace apenas unos treinta años), en Estados Unidos una mujer ni siquiera podía tener una tarjeta de crédito a su nombre. No obstante, sabía que el Señor Banquero no era rival para la dama de cabello azul.

”Sus mechones plateados eran teñidos de azul una vez por semana: un tinte, un rizado y un peinado todos los viernes por la mañana, invariablemente. El proceso completo la hacía sentirse bella, poderosa y resuelta. En consecuencia, llegué a amar ese cabello azul casi tanto como la amaba a ella. Por otro lado, crecí creyendo que todas las mujeres de cierta edad, seguras de sí mismas, teñían su cabello de azul.

”Aquel día fue decisivo para mí. Sí, mi abuela recibió el préstamo, un crédito de estudios universitarios, para mí. Sus habilidades de negociación podían abrir las puertas de cualquier sala de juntas de un corporativo. Sin embargo, no tenía educación y era pobre. Su riqueza consistía en profundas creencias religiosas y una bondad incondicional. También poseía la tenacidad de un bulldog, ya que nunca dejó que la palabra ‘no’ se interpusiera en su camino.

”Lo que le faltaba en dinero, mi abuela lo compensaba con abundancia de sueños. Creía firmemente en mí, más de lo que yo creía en mí misma. Sin importar las circunstancias o los desafíos, estaba decidida a que alcanzara en la vida aquello que tanto ella como mi madre solo habían soñado. Toda mujer debería tener en su vida una dama de cabello azul como mi abuela. Esa persona que piensa que eres maravillosa, incluso cuando no te sientas como tal. La mujer que siempre cree que todo es posible, sin importar las probabilidades.

”Gracias a ella asistí a la universidad, conseguí un emocionante trabajo en un corporativo y gané más dinero en un año que el que mi madre había ganado en diez. Años más tarde fui cofundadora de un despacho de consultoría gerencial, escribí seis libros y di discursos en todo el mundo. Brindando consultoría a líderes (incluido un presidente de Estados Unidos), tuve la oportunidad de trabajar con algunas de las personas más poderosas del país, en un mundo que había estado cerrado para mi abuela. Sin embargo, ella era mi inspiración.”

Esta no es la vida que pedí

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