Читать книгу Cómo liberarse de una educación equivocada - Pablo de Jesús Romero - Страница 7

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Presentación

En numerosos contextos académicos he escuchado y leído en libros de “pedagogía” que la buena educación implica un saber hacer, es decir, enseñar y aprender a poner en práctica los conocimientos, afirmación con la que no estoy de acuerdo, pues nos ha hecho más daño que bien. América Latina necesita una educación que active el pensamiento, es decir, que forme personas que cotidianamente afinan su percepción, dudan, se preguntan, plantean sus propios cuestionamientos; por tanto, todo aquello que reciben en clase, leen en un libro o en la internet, lo confrontan con diversas fuentes, lo profundizan y ofrecen su propio punto de vista; esto es más útil que aplicar como tontos lo que otros dicen que hay que hacer.

La presente obra, ¿Cómo liberarse de una educación equivocada? es el resultado de más de treinta años de observación, estudio, investigación, reflexión y preocupación aguda en torno a las numerosas concepciones educativas equivocadas que siguen existiendo en miles de establecimientos educativos de América Latina, que en vez de emancipar o de formar un ser humano autónomo, amante de la curiosidad, comprometido con la duda, con un gran apetito de saber, libre pensador, amable consigo mismo, con los demás y con el entorno; se sigue cultivando un sujeto pasivo, poco consciente de su papel en este mundo y alienado con la tormenta de farándulas y distractores light que le rodean.

Si bien es cierto que ya existen instituciones educativas que liberan el pensamiento crítico y creativo de sus estudiantes, hay suficientes pruebas para afirmar que la educación actual que se imparte en América Latina no favorece la libertad de pensamiento; nuestras hijas e hijos no son formados para pensar por sí mismos, no son formados para el cuestionamiento de los saberes que se les imparte, no se forma para la libertad de expresión, para elaborar críticas con argumentos y evidencias; no se forma para la negociación, la concertación y mucho menos se está preparando para resolver conflictos de manera pacífica y constructiva; necesitamos entonces un sistema educativo que en armonía con sus tres subsistemas, el escolar, el familiar y el socio-cultural enseñe a nuestra generación a pensar por su propia cuenta y así liberarnos del bastón cognitivo de los demás.

Un establecimiento educativo que insiste en formar con un plan de estudio cerrado, que se limita a seguir una guía o un texto escolar único, cuyos estudiantes deben devolver la información que yace en ese texto, es una institución alienante; un contexto educativo que construye o actualiza proyectos educativos institucionales, manuales de convivencia y sistemas institucionales de evaluación, sin contar con la participación de representantes de toda la comunidad educativa, es un contexto excluyente. Un contexto educativo que abandona a sus profesores al interior de sus clases diciéndoles que ellos son “autónomos” y por tanto deben manejar la disciplina de sus estudiantes sin el apoyo de un Manual de Convivencia y unos protocolos, pues para eso son profesionales; es una institución caótica y cero fundamentada..

No todo lo que se dispone y se hace desde los ministerios, las secretarias de educación, y naturalmente desde las instituciones educativas es acertado; por ejemplo, desde algunos ministerios de educación se siguen divulgando torpes escalas de evaluación como deficiente, insuficiente, aceptable, sobresaliente y excelente; o esta otra: desempeño bajo, desempeño básico, desempeño alto y desempeño superior. Jamás a un ser humano se le trata de esta manera, además, existen otros tipos de escalas que estigmatizan a un ser humano con la categoría desempeño bajo y la categoría desempeño superior, como si hubiese un ser humano superior a otro. Con esta concepción de evaluación se está muy lejos de comprender el verdadero significado y sentido del acto de evaluar.

En las instituciones educativas latinoamericanas se ha abusado tanto de las pruebas escritas y orales con preguntas cerradas, que nuestros niños, niñas y jóvenes ya esperan con paciencia que les digan cuáles son las opciones: a, b, c, d. El mundo real no funciona así. En la interacción cotidiana tanto laboral como profesional y social, jamás se nos plantean preguntas de opciones cerradas, por ejemplo, no hay opciones de a, b, c, d, para una entrevista de trabajo, en el desarrollo de un proyecto de diagnóstico, de evaluación, de investigación o de innovación o para encontrar el amor, la pareja que nos va acompañar toda la vida necesitamos activar nuestra imaginación, pensar y proponer antes que escoger opciones que otros nos definen.

En América Latina, necesitamos un proyecto de educación que asegure cuatro compromisos cotidianos: 1. Comprender en forma autónoma y metacognitiva: el estudiante no vuelve a repetir definiciones como tonto, ahora, a partir de consultar por lo menos tres definiciones de un conocimiento específico, construye su propio concepto, en el museo de la escuela deben quedar guardadas esas viejas prácticas de obligar a un estudiante a memorizar en forma mecánica conceptos que además de no comprender, muy pronto se olvidan, 2. Pensar con fundamento: todos pensamos, pero no todos lo hacemos de la forma correcta, esto se debe a que necesitamos aprender métodos y estrategias para pensar mejor, esto es necesario hacerlo todos los días y en todas las asignaturas, una forma es comprometer al estudiante a que dude, analice, entre en conflicto con el texto, escriba al lado del texto sus propias preguntas, aquello que no entiende o aquello con lo que no está de acuerdo, 3. Innovar: en toda actividad, diseño de situación, guía, taller, tarea y prueba escrita, oral e interactiva es esencial comprometer al estudiante a que dé su aporte, propuesta, idea u opinión de mejora, modificación o cambio, de lo contrario no esperemos experimentar una sociedad de innovadores y emprendedores, 4. Ser mejor persona: a diario hay que trabajar incansablemente en formar un ser humano que posee conciencia social, es integral, actúa en forma idónea porque todo lo que aprende en todas las áreas del conocimiento, ha sido mediado por una formación en valores y principios.

Algunos gobiernos también cometen errores históricos como decretar una jornada única sin haber resuelto los problemas fundamentales de un sistema educativo que aún persiste en tener cientos de instituciones educativas en pésimo estado. Algunas no tienen ni paredes, ni sus pupitres completos o un abanico que alivie el intenso calor del salón de clases; en otras cuando llueve no es posible desarrollar las clases porque se inundan por completo. Existen, numerosos contextos escolares que no tienen la carga académica completa, ni un programa integral de actualización para todos los profesores en la disciplina que enseñan, en pedagogía y didáctica. Antes que hablar de programas excluyentes como “Ser pilo paga”; se debe asegurar el ingreso a la universidad o a instituciones técnicas de todos los jóvenes que deseen estudiar; todo esto es urgente resolverlo antes de pensar en una jornada única que contribuye a mantener y perpetuar la inequidad en la que unas instituciones educativas todo lo tienen y otras permanecen en la miseria; quienes piensan así, no han comprendido que no es posible asegurar la calidad sin equidad.

En este libro presento una serie de resultados de investigación y de afirmaciones de valor sobre cómo escapar de una educación equivocada; socializo una serie de experiencias educativas significativas, anécdotas de interés, actividades diversas, estrategias de aprendizaje, diseño de situaciones, herramientas didácticas, instrumentos y metodologías significativas para emancipar y liberar a nuestros estudiantes de una dogmática y cerrada estructura de educación absurda que mucho daño ha hecho por largos años.

En el desarrollo de esta obra, no ofrezco una concepción desesperanzadora, por el contrario, ofrezco una luz de esperanza en la construcción de una mejor educación que la que se está ofreciendo en la actualidad, apoyado en el conjunto de propuestas novedosas, estrategias y experiencias que planteo en esta obra.

Los profesores y los estudiantes tienen un lugar en este libro; así como lo tienen madres y padres de familia. Esta obra no se limita a la exposición de todo aquello que es equivocado en el contexto escolar; también socializo un conjunto de herramientas, recomendaciones y estrategias para liberarse de ese tipo de educación alienante.

Cómo liberarse de una educación equivocada, no es una respuesta, es una pregunta en la que se ensaya, cuestiona, reflexiona, critica y se proponen algunos puntos de partida que contribuyan a liberarse de las prácticas alienantes en la que se basa una supuesta “educación” centrada en la memorización mecánica y la repetición sin sentido de múltiples informaciones que se consumen sin acceder al asombro, a la duda, a la confrontación; dejando por fuera el derecho a opinar, a proponer e innovar.

Cinco capítulos conforman esta obra: I. ¿Seguir en lo mismo o cambiar de paradigma? II. ¿Qué se puede mejorar y por qué? III. ¿Un profesor para reproducir o para liberar el pensamiento? IV. Proceso de evaluación, ¿para atontar o para activar el pensamiento? y V. ¿Reproducir o innovar?

Cómo liberarse de una educación equivocada, es un esfuerzo por cuestionar y socializar las numerosas prácticas incoherentes y sin fundamento que yacen en la educación actual latinoamericana. De seguir con esas prácticas enajenadoras, estaremos muy lejos de consolidarnos como un continente en el que la calidad de vida sea natural en todos sus habitantes, en la que el pensamiento crítico, la innovación y el emprendimiento sean una expresión natural de la cultura.

Propongo, en esencia, una educación liberada de la mecánica, rígida y vertical enseñanza memorística y repetitiva; urgente es liberarnos de un profesor que se dedica a enseñar verticalmente, que imparte información y el estudiante la devuelve tal como la recibió en las rígidas y pasivas pruebas de evaluaciones centradas en preguntas cerradas. Tenemos que iniciar por convencernos de que poseemos todo el potencial para formar a seres humanos independientes, críticos, emancipados, creativos, libre pensadores, nada sumisos; capaces de asumir las riendas de su propio destino, liberándose a sí mismos y con mentalidad solidaria; es decir, seres humanos que no solo se preocupan por su propio destino; que le tiendan la mano a los menos favorecidos, a los que no tienen voz, evidenciando una conciencia social que los lleve a activar el progreso integral de la sociedad en la que viven.

Pablo Romero Ibañez

Cómo liberarse de una educación equivocada

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