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Introducción DESPERTARSE

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Donde nos encontramos cara a cara con el diablo,

descubrimos la acuciante necesidad de la escuela nocturna

y nos adentramos en la oscuridad

Todos los días de tu vida ocurre algo profundamente extraño. Cierras los ojos, te abstraes de lo que te rodea e inicias la cotidiana incursión en un mundo fantástico. En este reino imaginario puedes volar, pasar un buen rato con tu famoso preferido, defender el planeta de un apocalipsis de zombis u observar con horror que se te caen todos los dientes. Al final, recuperas la conciencia, abres los ojos y sigues con tu vida como si nada extraño hubiese ocurrido. Tal vez lo más extraordinario de todo sea que no se trata de una experiencia breve. Duermes una media de la tercera parte del día, y una cuarta parte de este tiempo la pasas soñando.

Lamentablemente, pocas personas tienen idea de lo que ocurre en esa parte de su vida. Escuela nocturna te lleva a un viaje intenso por la ciencia del sueño y los sueños, y te explica técnicas sencillas que puedes utilizar para sacar el mejor provecho de la noche. En el tiempo que pasemos juntos, descubriremos qué ocurre en tu cerebro y tu cuerpo todas las noches de tu vida, desvelaremos los misterios del ciclo del sueño humano, averiguaremos cómo superar las pesadillas, descubriremos cómo disfrutar de una noche de plácido sueño y veremos que tus sueños tienen el poder de cambiarte la vida.

Empecé a interesarme por la ciencia del sueño hace unos pocos años, cuando comencé a compartir la habitación con el diablo. Nuestros encuentros secretos se producían una vez a la semana, y siempre de la misma forma. Poco después de quedarme dormido, me despertaba empapado de un sudor frío, recorría la habitación con la mirada y veía a Satanás de pie delante del armario. Unas veces empezaba a avanzar hacia mí, y otras parecía que se contentaba con mantenerse a distancia. Al cabo de más o menos un año de estos extraños sucesos, me invitaron a participar en un evento público sobre cómo la psicología nos puede mejorar la vida, y me encantó descubrir que iba a compartir escenario con un muy respetado especialista en el sueño, el doctor Chris Idzikowski.

Chris es un amable colega con una prolongada carrera de investigación sobre muchos aspectos del sueño, incluidos el de la mejor forma de superar el desfase horario y el de si es posible cometer un asesinato mientras se duerme. Después de que todos los ponentes concluyeran sus exposiciones, Chris y yo fuimos a tomar una copa y tuve la oportunidad de hablarle de mis visiones frecuentes de Satanás junto al armario. Después de darle todos los detalles escabrosos, le pregunté si lo que yo tenía era una especie de pesadilla recurrente. Me hizo unas cuantas preguntas sencillas. ¿Alguna vez chillaba? ¿Cuánto me costaba conciliar de nuevo el sueño? ¿Me incorporaba súbitamente en la cama? A continuación, me explicó con toda tranquilidad que lo mío no era una pesadilla, sino un fenómeno muy distinto conocido como «terror nocturno». Para la persona no versada en la materia, las dos experiencias parecen muy similares. Sin embargo, años de investigación sobre el sueño y los sueños han desvelado que ambas tienen muy poco en común. Salí del encuentro con unos cuantos consejos excelentes para evitar los terrores nocturnos (tema sobre el que me extenderé más adelante), y tengo el placer de informar que desde entonces no he vuelto a ver a Satanás.

Intrigado por la facilidad con que Chris exorcizó mis tendencias diabólicas, comencé a explorar la ciencia del sueño y el soñar. Con el tiempo, mi interés despreocupado se convirtió en una fascinación profunda, y poco a poco fui rastreando oscuros artículos académicos en publicaciones polvorientas y me reuní con los más avanzados estudiosos del sueño.

Descubrí que en los últimos sesenta años, más o menos, un pequeño grupo de investigadores inconformistas habían dedicado la vida a la noche, con muchas largas jornadas y muchas horas extraordinarias, para desvelar los secretos de la mente durmiente. Sin rehuir nunca la polémica, estos científicos nocturnos han realizado varios experimentos extraños, viviendo en cuevas subterráneas durante meses, montando estudios secretos con una banda de rock legendaria, observando a personas que intentaban batir el récord mundial de permanecer despierto y bombardeando pueblos enteros con mensajes nocturnos. Alentado por estos trabajos, realicé mis propias investigaciones, montando un experimento de participación masiva para descubrir si las personas podemos asumir el control de nuestros sueños, organizando el mayor banco de sueños del mundo (que hoy cuenta con millones de informes) y creando el entorno definitivo del sueño.

Durante cientos de años, la mayoría de las personas pensó en la noche con la idea de «nada que ver; pasemos a otra cosa». Daban por supuesto que la mente durmiente está dormida, y que el tiempo que pasamos en la cama no tiene efecto alguno en nuestra vida. Más recientemente, el estudio científico del sueño y los sueños reveló que nada puede estar más lejos de la verdad. De hecho, todas las noches nos embarcamos en un viaje extraordinario que influye en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos cuando estamos despiertos. Después de años de estudio incansable, los científicos del sueño consiguieron mapear todas las fases de este fascinante viaje, incluidas las partes del cerebro que entran en acción cuando nos quedamos dormidos, cómo eliminar las pesadillas y qué dicen realmente los sueños sobre nuestra psique.

Sin embargo, todo este trabajo también ha desvelado el lado oscuro de la noche. Los turnos de trabajo ininterrumpidos, unos medios de comunicación activos las veinticuatro horas del día y el acceso permanente a Internet se han unido para crear un mundo que hoy nunca duerme. Las estadísticas son asombrosas, con estudios que revelan que un tercio de los adultos británicos y estadounidenses no duermen todo lo que debieran, y que la inmensa mayoría de los niños llegan a la escuela más cansados de lo normal. En 2010, los médicos británicos recetaron más de quince millones de pastillas para dormir, y en torno a uno de cada diez adultos toma hoy de forma habitual algún tipo de medicamento relacionado con el sueño.

Esta epidemia de privación del sueño tiene un efecto catastrófico en nuestras vidas. Más o menos una cuarta parte de los conductores admite que se queda dormida al volante, y la fatiga tiene la culpa de miles de accidentes de tráfico fatídicos todos los años. Los pobres hábitos de sueño también reducen la productividad, impiden el aprendizaje, perturban las relaciones, dificultan el pensamiento creativo y debilitan el autocontrol. Como descubriremos más adelante en este libro, algunos de los últimos estudios señalan que en los adultos la falta de sueño va asociada también a la depresión y la obesidad, y que en los niños puede provocar muchos de los síntomas relacionados con el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Y lo peor de todo es que una mínima carencia de sueño puede producir un efecto perjudicial en la salud, y va unida a un mayor riesgo de cardiopatías, diabetes, hipertensión y muerte prematura.

No hay razón para que así sea. Al seguir con mi estudio de la ciencia del sueño, me di cuenta de que gran parte de las investigaciones se podían utilizar para elaborar técnicas que ayuden a quienes batallan con la noche. Además, del mismo modo que estas técnicas pueden ayudar a las personas que duermen mal a dormir bien, también pueden ayudar a otras a pasar de dormir bien a hacerlo estupendamente. Durante mis investigaciones descubrí la existencia de los superdormidores. Son personas capaces de quedarse dormidas cuando quieren, que se sienten vigorizadas al despertarse y tienen muchos dulces sueños. En comparación con la mayoría de la gente, son significativamente más proclives a ser felices, sanas y ricas. Creo que casi todos podemos mejorar el sueño y sacar el máximo beneficio a los sueños y, con ello, convertirnos en superdormidores.

El movimiento del autodesarrollo se ha centrado durante años en mejorar la vida de las personas mientras están despiertas. Escuela nocturna revela que todos podemos sacar el mejor partido del tercio restante del día. Es hora de reivindicar la noche, de que cambies tu vida mientras duermes profundamente y de que despiertes a la nueva ciencia del sueño y los sueños. Bienvenido a la escuela nocturna.

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