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MI PRIMER SERVICIO

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Los primeros servicios que tuvimos como cuerpo activo no estaba en Lima por cuestiones personales y por eso mi primer salida se demoraba, hasta que una mañana alrededor de las 06:02 horas dormía en la casa de mis padres, calle 5 casi esquina 14, donde me despertó el sonido de la alarma externa del cuartel sonido que escucharía una y otra vez a lo largo de mi maravillosa carrera en todos estos años como bombero voluntario, me cambié y salí corriendo, tenía 24 años estaba en muy buena forma física, de casa al cuartel unos mil doscientos metros aproximadamente, al llegar al cuartel en unos diez o doce minutos todavía el móvil no se había ido, me saqué mi ropa me puse el overol de grafa, botas de goma casco y guantes, subí la autobomba y allá fuimos, qué alegría y emoción tenía, miraba a mis compañeros sus caras de sueño, no disimulaba nada y ellos tampoco, con brillos en los ojos, nos dirigimos al primer incendio de nuestras vidas como servidores públicos, todo eso que habíamos pasado durante tres o cuatro años valió la pena esperar, por el esfuerzo y sacrificio, era hora de empezar con nuestro deber. Fue un incendio de monte, camino al río mano derecha mucho antes de llegar a la escuela número 31, al llegar al lugar bajamos, algunos saltamos el alambrado y nos metimos en el monte, no era gran cosa, solo ardían las hojas secas caídas, había mucho verde, uno de mis compañeros se tropezó en los matorrales y cayó entre los pastos altos, donde oculto se encontraba una raíz de un árbol cortado, y cayó sobre ella con la suerte que no tenía astillas hacia arriba, sino la historia sería otra, de una simple caída lo que me dejó de lección mi primera salida, fue que por más insignificante que pueda parecer un servicio podes lastimarte feo si no tienes cuidado y te confías las cosas pueden salir mal. Nos acercamos rápidamente con otro de mis compañeros lo ayudamos a levantarse le vimos el pecho todo raspado, nada grave, el fueguito pasó a segundo plano para posteriormente desplegar una línea devanadera y extinguir bien las pequeñas llamas para no tener que volver después otra vez. Un incendio mal extinguido de seguro te hará volver tarde o temprano, he sido testigo presencial de este tipo de hechos, una rápida intervención sin terminar deja al descubierto la falta de experiencia de algunos miembros que por apurarse a volver a sus casas no terminan como corresponde la extinción del fuego y sus brasas, un árbol mal apagado, un matorral sin remover más la llegada del viento se vuelve avivar el fuego y el incendio comienza a propagarse otra vez, haciendo esto que tengas que dejar todo para regresar al mismo lugar. Por eso siempre hay que asegurarnos y ser pacientes. Así que después de todo, recogimos la línea y volvimos al cuartel, lavamos el móvil, lo secamos mientras uno preparaba mate, y compartimos nuestras sensaciones, en lo personal estaba eufórico, y así se fueron sucediendo uno tras otro los incendios forestales. Luego llegó el primer incendio en una vivienda, era en una esquina, una propiedad grande donde se veía algo de humo, no había llamas, el encargado del servicio dio la orden de cortar el suministro eléctrico del lugar y se procedió a enfriar parte del cielorraso, que por causa de un cortocircuito inició un principio de incendio que no pasó a mayores al estar el dueño en la casa, luego de un rato nos dispusimos a verificar el resto del lugar buscando propagación del fuego, y en ese control encontramos del otro lado de la casa una segunda entrada del suministro eléctrico, pero esta de 380w nos miramos uno a los otros, sorprendidos por el riesgo y lo peligroso que es trabajar en un lugar con corriente eléctrica al ser agua el extintor que utilizamos, nueva lección que jamás olvidé y que sirvió para siniestros con la misma característica, al volver en el cuartel discutimos en forma amistosa, lo que hicimos bien y lo que no. Creo que eso fue una de las bases fundamentales en los inicios, el saber y entender, que por más cargo que se tuviese o no, en ese tiempo todos éramos nuevos, exceptuando tres que como conté antes, de todas maneras, ellos tampoco tenían mucha experiencia, pero ellos nos guiaban, habían sido bomberos en el destacamento, los demás aprendimos sobre la marcha, formamos un grupo muy lindo.

El jefe nos decía vayan a sus casas un rato, no pueden estar todo el día acá, para nosotros era y es nuestro segundo hogar, así que nos retiramos y al rato volvíamos otra vez, siempre hay algo que hacer en un lugar así. Por la tarde noche se organizaba una cena, juntábamos plata entre todos y nos quedamos hasta tarde charlando, soñando juntos tener más herramientas y equipos para poder brindar un mejor servicio, no había celular como es hoy, eso hacía que podamos escucharnos y prestar atención. Después de limpiar la cocina y los platos, tomábamos mates o café y nos retirábamos, algunos a sus casas, con sus familiares, otros a ver la novia o a jugar con los vídeos juegos o pool, para al final ir a dormir, siempre atentos y alertas al llamado de la sirena, bautizada para ese entonces como ‘la muda ‘no habla, pero se hace escuchar.

Alma, corazón y fuego

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