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PRÓLOGO

A principios del siglo XX, en el año 1903, el madrileño Establecimiento Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra», famosa imprenta que a fines del siglo XIX había editado una biblioteca básica de las obras de literatura clásica española, publicaba el grueso volumen, Relaciones de Solemnidades y Fiestas Públicas en España de D. Jenaro Alenda y Mira. Obra que había sido premiada, en 1865, por la Biblioteca Nacional, esta compilación bibliográfica, hasta entonces inédita, recogía los textos de un género literario específico e informativo, que eran de estricta actualidad en el momento de su aparición impresa, en los que se relataban y describían los hechos y los aparatos festivos que se montaban al aire libre en el espacio urbano con motivo, ya de una conmemoración del calendario litúrgico o de una fiesta extraordinaria como la Proclamación de un nuevo monarca, la boda o la Entrada solemne de una reina en la Corte de Madrid, el Bautizo de un príncipe, un viaje del soberano, una Exequia real, la Canonización de un santo o la celebración pública de un Auto de fe.

Alenda y Mira que fue un bibliotecario, polígrafo, cronista, traductor de obras griegas de la Antigüedad, además de poeta, con este índice de relaciones festivas se anticipaba en más de una centuria al trabajo de investigación de los historiadores del arte que, como Teresa Zapata, la autora del presente libro, han consagrado toda su atención al estudio de la integración de la literatura y las artes visuales y efímeras, en especial, del barroco. No cabe duda que el interés de Alenda por dichos textos era meramente historiográfico, de carácter documental y anecdótico más que artístico. En el siglo XIX todavía perduraba el criterio neoclásico de que el barroco era un arte decadente y de mal gusto. Don Marcelino Menéndez y Pelayo en su magna Historia de las Ideas Estéticas en España, publicada en 1884, aún participaba de tan negativo juicio. Solamente fue a finales del siglo XIX cuando los universitarios historiadores europeos de la arquitectura y el arte comenzaron a estudiar las obras maestras de barroco en Italia y Alemania. El libro de Otto Schubert Historia del Barroco, en España publicado en 1908 y traducido al castellano en 1924, fue el punto de partida para los historiadores españoles que a mediados de la pasada centuria completaron la bibliografía sobre las distintas áreas locales y regionales refiriéndose siempre a los edificios y los conjuntos monumentales existentes. Otro tanto sucedió en el resto de los demás países occidentales, europeos, hispanoamericanos o asiáticos. En lo que se refiere a las fiestas, si tenemos en cuenta la bibliografía que el francés Víctor Tapie publicó en su libro Barroco y Clasicismo (edición francesa en 1957 y en castellano en 1978), en la bibliografía sobre el arte efímero figuran solo unos escasos títulos que hasta entonces se habían publicado acerca de los Túmulos y las Decoraciones fúnebres. No ocurre lo mismo en los libros actuales que estudia el arte barroco desde la perspectiva global. El sintético y esclarecedor libro de la profesora Beatriz Blasco Esquivias, Introducción al Arte Barroco (publicado por la editorial Cátedra en 2015), de los ocho capítulos para lograr una brillante y magistral visión general del arte en los siglos XVII y XVIII el capítulo séptimo está por entero dedicado al mundo lúdico de las fiestas bajo el título «La vida como espectáculo». En sus páginas incluye referencias a los autores que se han ocupado de manera pertinente del apartado al cual el italiano Fagiolo ha designado de manera calderoniana «Il gran teatro barroco».

Resulta obvio señalar que el historiador del arte que se ocupa de las fiestas no debe únicamente limitarse con la lectura exclusiva de las Relaciones de las Solemnidades públicas. Al análisis pormenorizado de las descripciones y noticias que contienen los textos literarios debe añadir el conocimiento directo de las trazas, los dibujos y grabados que sobre los «aparatos festivos» se conservan en los archivos y las colecciones gráficas del pasado. Para evaluar la originalidad de los documentos visuales hay que tener en cuenta que en las fiestas, las obras creadas ex profeso para ellas, aunque maravillosas, no eran tan novedosas como afirman los gacetilleros que las ponderan. Nada era menos cierto. Las arquitecturas ficticias y efímeras, fungibles y desmontadas al acabarse el evento, eran siempre una repetición de los modelos y arquetipos establecidos. Las diferencias en el fondo eran mínimas. Ahora bien, como lo demuestra sobradamente en todos sus múltiples estudios sobre las fiestas Teresa Zapata, es precisamente en esas pequeñas variantes en donde reside su valor y circunspecta personalidad. En una estructura reglada la novedad resulta mayor cuando el artista sabe imprimir a su obra su sello indeleble y privativo de su peculiar estado creador.

Aunque los autores de las Relaciones siempre afirman que las obras levantadas para los festejos eran maravillosas, el «no da más» de la invención, «lo nunca visto», y para una «ocasión única» nada era menos cierto. Todas las arquitecturas y los ornamentos de la fiesta eran una mera repetición de los modelos preestablecidos y universales arquetipos. Las diferencias eran mínimas. Esto lo sabe muy bien quien lea este libro de Teresa Zapata precisamente analiza las ligeras variantes en las que reside el encanto y la originalidad de cada artefacto. Es por ello que el estudioso de las fiestas y los regocijos públicos tenga que ser un gran conocedor, no solo de los modelos constructivos canónicos sino también del mundo de lo simbólico. Para interpretar las obras erigidas para las fiestas hay que saber mitología, astrología, ciencias ocultas, teatro, poesía, iconografía y emblemática. Gracias a la suma de los contrastes y a la complejidad semántica de los ornamentos festivos nada resultaba más real que el artificio. La ilusión de un mundo perfecto se convertía así en la verdad persuasiva y convincente para todos los que participaban en el regocijo colectivo.

De «inteligente, minuciosa y constante» investigadora de las fiestas cortesanas del Barroco español, el gran historiador de la pintura barroca española Alfonso Emilio Pérez Sánchez calificó a Teresa Zapata. No cabe duda su afirmación. La profesora Teresa Zapata, Premio de Investigación Científica «Antonio Maura», 1991, del Ayuntamiento de Madrid por su tesis doctoral Arquitecturas efímeras y festivas en la corte de Carlos II: Las Entradas Reales, es autora de importantes libros y trabajos monográficos sobre el tema de las Fiestas teatrales, los Jeroglíficos alegóricos, los Aparatos y Ornamentos decorativos y demás dispositivos de orden visual que constituían los fastos más relevantes de la monarquía española bajo los últimos Austrias. A esta enorme y constante aportación científica para la reconstrucción del pasado se añade hoy su nuevo libro sobre los festejos, en1649, para la Entrada de una reina tan importante en la historia de España como fue Mariana de Austria. Teresa Zapata conocedora del rico y variado mundo barroco, historiadora de los entresijos políticos e ideológicos del barroco, con su capacidad de erudita proporciona al lector e interesado por las Artes visuales de sentido simbólico un material de primera mano para reconstruir uno de los momentos más brillantes de una época definida por algunos historiadores de crisis moral y estética. Su nuevo libro es una aportación de primer orden para el conocimiento del arte efímero en la corte española del siglo XVII.

Madrid, 6 de octubre de 2016

Antonio Bonet Correa

La Corte de Felipe IV se viste de fiesta

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