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INTRODUCCIÓN

El 22 de noviembre de 1975, día en que Juan Carlos de Borbón juró como rey ante las Cortes, dos semanarios de amplia difusión permanecían suspendidos por una orden administrativa. Uno de ellos –Mundo– pudo reaparecer pronto, gracias al posterior indulto concedido por el Gobierno, mientras que el otro –Triunfo– tuvo que cumplir por completo los cuatro meses de sanción. El título del artículo que la motivó seguía vigente: «¿Estamos preparados para el cambio?».

Salvo algunas excepciones, la prensa diaria continuaba llena de homenajes y evocaciones a la figura y obra del Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Francisco Franco Bahamonde, fallecido el día 20, a punto de cumplir 83 años. Con pocas excepciones también, la prensa diaria había sido objeto de un menor número de sanciones administrativas previstas por la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 de las que sufrió la prensa semanal, gracias al acuerdo tácito que el interés mutuo inspiró al Gobierno y a las empresas editoras de diarios.

Al primero no le convenía mostrar las insuficiencias de la libertad de prensa establecida y limitada sucesivamente en los dos primeros artículos de la ley. A las segundas, les convenía aún menos afrontar los riesgos sobre todo económicos de las pérdidas derivadas por eventuales multas, expedientes y procesos judiciales pero, sobre todo, por los secuestros de ediciones completas que el Gobierno se reservaba como actuación preventiva.

Los secuestros de ABC –en julio de 1966, por un artículo de reivindicación de la monarquía tradicional1– y de Madrid –en mayo de 1968, por un editorial sugiriendo la retirada del general Franco, tomando ejemplo de la efectuada por el general Charles De Gaulle como presidente de la República francesa2 – habían quedado como casos señalados y aislados. Ambos eran anteriores al nombramiento por las Cortes del joven Príncipe de España como sucesor a la Jefatura del Estado a título de rey, en julio de 1969.

Habitualmente, Gobierno y diarios se valían de una fórmula preventiva conocida también como «censura telefónica», por la que se sugerían cambios en las ediciones durante la media hora preceptiva de depósito previo de ejemplares en las oficinas del Ministerio de Información y Turismo, ignorando aquellos que ya hubieran comenzado la distribución. En casos más agudos, la policía podía proceder a su recogida en los quioscos.

Ese acuerdo tácito no libró a los editores de diarios de otras intervenciones del Gobierno, que afectaron a algunas iniciativas renovadoras en el marco de las luchas internas entre las familias políticas del régimen. Así, el vespertino El Alcázar, adquirido a la Hermandad de Defensores del Alcázar de Toledo por una empresa cercana al Opus Dei, fue devuelto a sus fundadores con base en supuestas irregularidades administrativas en septiembre de 1968 (Rodríguez Virgili, 2006), siendo ministro Manuel Fraga Iribarne, que puso también dificultades a Nuevo Diario, matutino de la misma editora. En cambio, otro diario autorizado con el nombre de Nivel, fue prohibido por su sucesor Alfredo Sánchez Bella tras la publicación del primer número, el 31 de diciembre de 1969. También por irregularidades administrativas, se procedió en 1971 al cierre del citado Madrid (Barrera, 1995) y de los semanarios como Presència de Gerona y El Maresme de Mataró (Guillamet, 1996: 120-123).

La liberalización parcial que había significado en 1966 la llamada ley Fraga –tras veintiocho años de vigencia de la ley de inspiración fascista dictada apenas dos años después del inicio de la Guerra Civil, en marzo de 1938– no comportó grandes cambios en la estructura de la prensa diaria. Muy pocos periódicos habían sobrevivido al alzamiento militar en las zonas controladas desde el principio por los rebeldes y muchos menos habían sido autorizados a reaparecer en las demás.

Excepto los del Movimiento –diarios únicos en la mayoría de provincias, creados con la expropiación de la antigua prensa republicana– casi ningún diario nuevo fue autorizado antes de 1966 y muy pocos lo fueron después. Entre las pocas excepciones están el vespertino barcelonés Tele/eXprés, fundado en 1964 por el industrial y banquero Jaime Castell Lastortras, cercano a la familia Franco, el procurador en Cortes Juan Antonio Samaranch y el director de la Agencia Efe Carlos Sentís, así como Diario de Lérida, 1966, órgano diocesano del obispo Aurelio del Pino, confesor de Carmen Polo de Franco (Guillamet, 2004).

La Vanguardia Española en Barcelona y abc en Madrid, el primero en difusión y el segundo en influencia, son los dos principales diarios que se publican en España en 1975, ambos de tradición monárquica como revelan los títulos nobiliarios de sus editores, el conde de Godó y el marqués de Luca de Tena. La mayoría de diarios en provincias dependen de los gobernadores civiles y jefes provinciales del Movimiento. Su órgano de cabecera en Madrid, aunque de baja difusión, es el falangista Arriba, fundado en 1934 por José Antonio Primo de Rivera, cuyos editoriales y artículos son reproducidos habitualmente en los demás, que en las principales ciudades apenas pueden competir con los viejos diarios conservadores.

El católico Ya encabeza una pequeña cadena de cuatro diarios episcopales. Pueblo, órgano de los sindicatos oficiales, es el líder de la prensa vespertina, entre la que El Alcázar alimenta la nostalgia de los viejos franquistas e Informaciones trata de acercarse al lector joven y crítico. Como sucede con el veterano Diario de Barcelona y el joven Tele/eXprés en la capital catalana, donde el carlista El Correo Catalán, convertido al catalanismo, vio frenado en 1966 el proyecto de un vespertino en catalán que había de llamarse Migdia (Mediodía). La transformación de un singular Diario Femenino aparecido en 1967 en Mundo Diario, atento a la conflictividad obrera y estudiantil, es otra muestra del proceloso control del Gobierno, al que la Ley Fraga reserva toda autorización. Otra muestra de las maniobras de poder fue la adquisición por un hijo del alcalde José María de Porcioles del veterano vespertino El Noticiero Universal que había destacado por la crítica de la gestión municipal.

Esa es la muestra más visible de la prensa diaria que despide con alabanzas al Caudillo de España y ofrece el apoyo debido al joven rey Juan Carlos que le sucede. Es la prensa diaria cuyo papel destacado en el proceso de cambio ha sido destacado en la numerosa bibliografía existente sobre la Transición, protagonista de lo que de forma imprecisa y quizá algo abusiva se ha llamado el «parlamento de papel». La historiografía ha coincidido en el papel dinamizador de la ley Fraga como única medida liberalizadora del régimen, que había favorecido un cierto debate público al margen de las Cortes y otras instituciones del régimen, siempre que no pusiera en cuestión la naturaleza política de este (Barrera, 1995b; Fuentes-Fernández Sebastián, 1997; Sáiz-Seoane, 2007). En adelante, los partidos políticos de la oposición comienzan a aparecer en sus páginas como protagonistas inevitables de un cambio impreciso sobre cuyo alcance deseable se establece el verdadero debate.

La aparición de dos significativos diarios nuevos en la primavera de 1976 –Avui (Hoy), en catalán, catalanista y fruto de una capitalización popular, el 23 de abril; El País, independiente, plural en su accionariado y con vocación de diario de referencia, el 4 de mayo– solemnizan el cambio político. El 18 de octubre, el vespertino Diario 16 sigue abriendo el compás, así como el nacionalista vasco Deia (Llamada) en vísperas electorales, 10 de junio de 1977 en Bilbao, y el radical Egin (Hacer), 9 de septiembre en Hernani, ambos con un uso parcial de la lengua vasca.

El comportamiento político de la prensa diaria en la Transición ha sido objeto de diversos análisis y consideraciones en la bibliografía política e historiográfica y algunos de los periódicos citados lo han sido con cierto detenimiento en monografías específicas (García Escudero, 1985; Olmos, 2002; Huertas, 2006; Nogué Barrera, 2006; Seoane-Sueiro, 2006). Con todo, sigue siendo un tema abierto a la investigación, sobre el que los autores de este libro se proponen avanzar con nuevas aportaciones.

El comportamiento políticos de periódicos y periodistas es el objeto de este libro, resultado de un proyecto de investigación competitivo financiando por el Ministerio de Economía y Conocimiento,3 llevado a cabo por los autores, cuyos resultados han sido presentados también en diversos congresos nacionales e internacionales y en artículos en revistas científicas. Son dos análisis complementarios que requieren planteamientos y metodologías diferentes. Para el comportamiento de los diarios, se ha procedido al estudio de los artículos editoriales y otros de interés especial para fijar la posición de cada rotativo de una selección entre las principales cabeceras, atendiendo a la importancia de su difusión y de su significado político. Para el comportamiento de los periodistas, se ha optado por un trabajo menos exhaustivo y estrictamente cualitativo, recogiendo datos e opiniones obtenidas a través de tres actividades distintitas: grupos de discusión (focus group), entrevistas en profundidad y seminarios de investigación.

En cuanto a los diarios, la investigación se ha llevado a cabo sobre un total de doce, divididos en dos grupos: siete diarios que ya se publicaban bajo la dictadura publicados y cinco diarios nacidos durante la Transición. Entre los siete anteriores al relevo en la Jefatura del Estado, se han seleccionado los siguientes:

– Los dos diarios de mayor difusión e influencia –La Vanguardia Española (1881) de Barcelona y ABC (1905) de Madrid–, ambos de tradición monárquica y editados por empresas familiares.

– El diario Ya (1935-1996) de Madrid como cabecera de la cadena de diarios de Editorial Católica, dependiente del Episcopado.

– El vespertino Informaciones (1922-1983) de Madrid como órgano independiente abierto a los sectores críticos con el régimen de Franco.

– El diario del franquismo recalcitrante, El Alcázar (1936-1988), editado en Madrid por la Confederación Nacional de Excombatientes de la Guerra Civil fundada en 1974.

– Los dos principales diarios de la cadena del Movimiento, ambos de Madrid: Arriba como cabecera informativa y editorial de la cadena (1939-1979); Pueblo (1940-1984) como órgano de los sindicatos oficiales y vespertino de mayor difusión.

En cuanto a los cinco diarios aparecidos en los años 1976 y 1977, se trata de los siguientes:

Avui (1976-2011), diario en catalán y catalanista de capitalización popular, aparecido en Barcelona el 23 de abril de 1976.

El País (1976) y Diario 16 (1976-2001), diarios independientes aparecidos el 4 de mayo y el 18 de octubre en Madrid.

Deia (1977) y Egin (1977-1998), diarios próximos al Partido Nacionalista Vasco y a la organización terrorista Eta respectivamente, aparecidos en Bilbao y Rentería el 10 de junio y el 9 de septiembre de 1977.

En cuanto a los periodistas, se ha procedido a una investigación cualitativa para conocer los cambios en las formas de trabajo correlativos al cambio político, las posiciones políticas existentes en las redacciones, las actitudes adoptadas por los periodistas más destacados y las relaciones entre periodistas y políticos, que todas las referencias presentan como de colaboración y complicidad. Esta parte de la investigación se ha llevado a cabo por medio de tres tipos de actividades:

a) Celebración de tres grupos de discusión anónima (focus group) en los que han participados un total de quince periodistas de distintos periódicos, agrupados por tres criterios: redactores de la prensa oficial y franquista; redactores de diarios provenientes de la dictadura; y redactores de diarios creados durante la Transición.

b) Realización de entrevistas en profundidad con algunos periodistas y políticos destacados durante la Transición.

c) Celebración de seminarios de investigación sobre el papel respectivo de periodistas y políticos, en cada uno de los cuales han participado tres personalidades destacadas, miembros del equipo de investigación y cuatro académicos especializados.

El libro se estructura de manera acorde con los objetos de la investigación, de manera se abre con un primer capítulo sobre las condiciones legales y políticas en que trabaja la prensa durante la Transición («El cambio vigilado»), al que siguen dos partes dedicadas respectivamente al comportamiento político de los diarios y de los periodistas.

La parte dedicada a «Los diarios» contiene diez capítulos en los que se analiza el comportamiento político de los doce diarios mencionados, con la particularidad que Arriba y Pueblo son tratados en un mismo capítulo, así como los dos diarios nacionalistas vascos. Hay también algunas particularidades en el ámbito temporal del análisis de cada uno de ellos. El período principal de estudio son los primeros dieciocho meses de la Transición, entre la muerte de Franco y las primeras elecciones, donde se ponen de relieve los posicionamientos respectivos ante el legado de Franco, la figura del rey, los gobiernos sucesivos de Arias y Suárez, la reforma política y la campaña electoral. El calendario respectivo de publicación hace que sólo en los diarios ya existentes pueda completarse esa perspectiva, mientras que Avui y El País sólo conocen la parte final del gobierno Arias y Diario 16 aparece cuando el de Suárez ya ha dado los primeros pasos.

El comportamiento de todos ellos hasta la celebración de las elecciones y el tratamiento que dan a los actos de gobierno y a las propuestas de la oposición es la materia esencial de nuestro análisis. El año y medio posterior hasta que se aprueba la Constitución es objeto de una atención más tenue, dada la mayor coincidencia de posicionamientos, con el único caso de El Alcázar, cuyo protagonismo en la oposición a la democracia y la invocación al golpismo requieren tratamiento más extenso. En el caso de los vascos Deia y Egin, aparecidos respectivamente una semana antes y diez semanas después de las elecciones, su comportamiento político después de estas es muy relevante por las posiciones de abstención y negativa en el voto a la Constitución defendidas por las fuerzas nacionalistas a las que están vinculados uno y otro diario.

La parte destinada a «Periodistas y políticos» ofrece tres capítulos que tratan del comportamiento político de los periodistas y a sus relaciones con los partidos y dirigentes políticos, aunque de menor exhaustividad y alcance que los resultados obtenidos del estudio de los diarios. En primer lugar, un ejercicio colectivo y anónimo de memoria profesional a cargo de los quince periodistas, participantes en la citadas tres sesiones de grupos de discusión, que formaron parte de las redacciones de varios de los diarios analizados. El segundo capítulo recoge los resultados de cuatro entrevistas en profundidad a políticos y periodistas, mientras que en el tercero de reproducen las reflexiones efectuadas por otros tres periodistas participantes en un seminario de investigación. Aunque menos exhaustivos que los de la parte dedicada a los diarios, los resultados del proyecto ofrecidos en esta segunda dedicada a las relaciones entre periodistas y políticos ofrecen datos y reflexiones de gran interés.

El libro se completa con un epílogo en el que se establecen unas conclusiones sumarias y se propone una interpretación sobre los límites y excesos del llamado «parlamento de papel» en lo que atañe al papel de la prensa diaria durante la Transición.


Durante el proceso de preparación editorial de este libro, ha fallecido súbitamente uno de los autores, a causa de una afección cardíaca. Josep Maria Sanmartí Roset (Barcelona 1945 – Madrid 2017) fue durante veinte años corresponsal político del diario Avui en Madrid y más tarde se incorporó a la docencia e investigación universitarias. Siendo profesor de periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid se incorporó al equipo del Grup de Recerca en Periodisme de la Universitat Pompeu Fabra para la realización del proyecto de investigación sobre el papel de la prensa diaria durante la Transición, cuyos resultados se exponen en este volumen. Los compañeros, que no olvidaremos el gozo de su amistad y bonhomía, queremos destacar la valiosa colaboración de ese excelente investigador, que ha sabido poner al servicio del conocimiento la experiencia vivida como periodista durante el período objeto de estudio. Los lectores podrán apreciarlo en los capítulos que llevan su firma.

1. Luis María Ansón: «La Monarquía de todos», ABC, 21 de julio de 1966.

2. «Retirarse a tiempo: No al general De Gaulle», Madrid, 30 de mayo de 1968.

3. «El papel de la prensa diaria en la Transición. Cobertura informativa y comportamiento político de periódicos y periodistas», CSO 2012 36774. Investigador principal: Jaume Guillamet. Equipo de investigación: Marcel Mauri, Carles Pont, Ruth Rodríguez, Francesc Salgado, Christopher Tulloch, David Caminada, Rita Luis y Anna Nogué (Universitat Pompeu Fabra), José María Sanmartí (Universidad Carlos III) y Jezabel Martínez (Universidad de Sevilla).

La transición de la prensa

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