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CAPITULO UNO
¿QUÉ SIGNIFICA LA GRACIA?

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Pablo utiliza de la palabra “gracia” para indicar lo contrario de obras y méritos. “Por gracia sois salvos ...no por obras” (Efesios 2:8-9). “Gracia” quiere decir favor no merecido, o el favor que se da sin que haya sido ganado de manera alguna.

Por la palabra “misericordia” queremos decir que una persona en dificultad o derrota reciba el socorro. “Misericordia’’ nos hace pensar en una persona que sufre y que recibe la ayuda. Si alguien nos da algo de “gracia” quiere decir que no lo merecíamos. Algo que merecemos por derecho no puede ser nuestro por gracia. La gracia y el mérito no tienen conexión en el mismo acto. Son contrarios como la luz y las tinieblas. “Si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Romanos 11:6).

Por eso decimos que recibimos todo por la gracia de Dios. Con esto testificamos que no lo merecemos, y que no podemos obrar para ganarlo. La palabra “gracia”, según el Nuevo Testamento, se define así: El favor eterno y absolutamente libre de Dios, favor que Él muestra al dar las bendiciones eternas y espirituales a personas culpables de pecado e indignas de misericordia.

En las páginas que siguen, voy a tratar de explicar cuales son estas bendiciones eternas y espirituales. Por ahora, tengamos en cuenta que la gracia de Dios es eterna.

La gracia de ninguna manera depende del mérito humano. Depende exclusivamente de la voluntad de Dios. No se gana por mérito; no se pierde por culpa. La gracia es completamente libre de toda influencia humana. Por lo tanto, no hay nada que la pueda derrotar una vez brindada. Así que Dios dice: “Con amor eterno te he amado” ( Jeremías 3:3) Tal es la base gloriosa de nuestra salvación.

La gracia no es como una franja de oro en el borde de una prenda de ropa. No es como un bordado que adorna un manto. Es como el propiciatorio del tabernáculo que era de oro –oro puro– todo oro sobre oro. Por lo tanto, entendemos que están gravemente engañados aquellos que sugieren que podemos merecer la gracia de Dios con nuestras buenas obras. La gracia de Dios rechaza toda ayuda en cumplir lo que se tiene que realizar. ¿No es un insulto al Dios soberano sugerir que a Él le hacen falta las pobres actuaciones de la gente para ayudarle? Más bien, o la gracia es totalmente libre de toda influencia nuestra, o no es gracia en ningún sentido.

El reino de la Gracia

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