Читать книгу La ruralidad que viene y lo urbano - Absalón Machado Cartagena - Страница 10
ОглавлениеNada en este libro es estrictamente original, solo el orden de los temas y las relaciones entre ellos podrían considerarse propios del autor. Los contextos y escenarios en los que se mueven los actores, los agentes, las instituciones y los procesos difieren en general de aquellos referidos en la literatura utilizada en la elaboración de este libro.
Esta reflexión es el resultado de una gran insatisfacción por el estilo de desarrollo seguido por el país y en particular por el sector rural. El tratamiento histórico que se le ha dado a la ruralidad es más que insatisfactorio en relación con el trato que se brinda a las áreas urbanas. Estamos llenos de propuestas para avanzar en un desarrollo rural que sitúe al país en condiciones de satisfacer las necesidades más apremiantes de sus habitantes y reducir las brechas frente al desarrollo urbano. Sin embargo, el camino elegido ha sido el de una modernización que continúa dándole relevancia a la acumulación, la cual propicia la desigualdad, la inequidad y la codicia, los desequilibrios y el trato inapropiados hacia los grupos sociales y un manejo muy inadecuado de los recursos naturales y el medio ambiente. Esas propuestas buscan por lo general solucionar los problemas sin atender las causas de donde provienen y además tienden a imitar los modelos implementados en los países más avanzados, pero con muy poca capacidad de innovación para avanzar mediante la aplicación de otras alternativas.
Hemos transitado durante muchas décadas por los mismos discursos públicos y las mismas propuestas y experimentos institucionales sin que cambie la situación, especialmente para los sectores subordinados del modelo general de desarrollo implantado. El tipo de modernización adoptado le da preferencia al mercado y al desarrollo empresarial moderno, pues se piensa que allí se encuentra la solución a los grandes retos que enfrenta la sociedad para salir de su atraso y avanzar en un proceso de desarrollo sostenible y justo. De esa manera, se relega y minimiza la importancia de sistemas productivos rurales, campesinos y comunitarios, y de las relaciones que ellos pueden establecer con las áreas urbanas.
Así pues, el objetivo de este libro no consiste en la elaboración de propuestas para resolver todos los problemas que afectan las posibilidades de un mayor y mejor desarrollo rural y urbano. Se centra más en el análisis de la problemática rural y aspectos muy cercanos a la vida que llevan los pobladores rurales menos protegidos y beneficiados. Constituye una apuesta por rescatar la dignidad de los pequeños productores (campesinos y agricultores familiares y comunitarios) y valorizar sus contribuciones al desarrollo rural y urbano para construir una sociedad rural más próspera y menos desigual, que se integre adecuadamente con toda la sociedad y, en especial, con las áreas urbanas.
De este modo, el libro ofrece una propuesta para el rediseño de la ruralidad que tenemos y de sus relaciones con lo urbano a partir de una redistribución de la población en el territorio y de los factores productivos entre quienes habitan esos espacios, bajo una nueva concepción de los equilibrios territoriales. El punto de partida es el establecimiento de elementos con el fin de instaurar un nuevo paradigma para sustituir el vigente. Concebimos asociaciones y relaciones de cooperación diversos entre lo rural y lo urbano por encima de la lógica de los mercados, en una invitación a que lo rural y lo urbano caminen juntos con un propósito común: alcanzar la unidad de la cual hacen parte y dirimir diferencias como lo indica de manera general el papa Francisco en su última encíclica Soñemos juntos.
En ese sentido, como proceso estratégico, se sugiere el establecimiento de una alianza entre productores y consumidores de alimentos. Eso incluye, además, la creación de ciudades en la ruralidad, pequeños centros urbanos de vida digna, humana, sociable y sostenible; cuyo propósito consista especialmente en ser el receptáculo de los excedentes de población resultantes del proceso de rediseño de la ruralidad y que se complementen con los asentamientos rurales de pequeña escala ya establecidos en veredas y corregimientos. Esas ciudades son parte de una nueva visión de la ruralidad, pues se integran en todo el cuerpo social, donde lo urbano y lo rural comparten un territorio, son codependientes y constituyen un todo.
Después de revisar los principales materiales académicos y programáticos del orden nacional e internacional, se evidencia que hace falta avanzar hacia una transformación efectiva de la realidad en un horizonte a mayor largo plazo. Esto bajo el criterio de un desarrollo sostenible, incluyente y humano que permita romper las cadenas del atraso y de la destrucción de la naturaleza, el medio ambiente y de la condición misma del ser humano. Ese desarrollo se inscribe en las nuevas discusiones sobre el “buen antropoceno” y el buen vivir, las cuales invitan a reinventar lo hecho en una búsqueda por evitar la catástrofe anunciada que ha generado el antropocentrismo.
Todos los procesos de transformación aquí propuestos tienen tiempos diferenciados no predeterminables, ya sean de corto, mediano o largo plazo. Esto se debe a que forman parte del proceso de evolución que seguirá la ruralidad y las relaciones rural-urbanas en su camino hacia una nueva visión para recuperar los equilibrios perdidos entre el hombre y la naturaleza, y que tanto sufrimiento ocasionan a la humanidad como las pandemias. Ese proceso de cambio lo iniciarán personas y grupos que han alcanzado un nivel de conciencia mayor y quienes tienen la convicción de que esos cambios forman parte de una misión que les corresponde y no da espera.
No obstante, un lector informado sobre los temas tratados en este libro puede imaginarse, o mejor opinar, con buena razón, que la figura de las ciudades de la ruralidad, uno de los temas centrales en esta discusión, es una simple copia de las propuestas de Ebenezer Howard, de finales del siglo XIX, cuando propuso las ciudades jardín. El texto de Howard llegó a mis manos cuando ya el desarrollo de este libro estaba avanzado. El hecho de que coincida con él en la necesidad de crear esas ciudades no es ninguna novedad, la diferencia radica en los contextos, sus características y propósitos. Él buscaba la descongestión de la convulsionada Londres de finales del siglo XIX mediante la creación a su alrededor de centros urbanos con naturaleza para que acogieran a los citadinos londinenses. Por el contrario, la propuesta aquí desarrollada sobre ciudades de la ruralidad parte de un contexto diferente y apunta a propósitos distintos: repoblar la ruralidad del territorio y ser receptáculo de los excedentes de la población rural, que fluye a congestionar más las ciudades de hoy, y urbanizar lo rural de otra manera.
Este ejercicio se ha elaborado pensando más en la realidad colombiana, pero tiene validez para todos los países con patrones de crecimiento y desarrollo parecidos. Sin embargo, se distancia de los países del primer mundo, que en alguna medida resolvieron desde temprano los problemas estructurales que les impedían avanzar hacia una modernidad plena. En esa vía, la propuesta se ubica en una idea central: el actual proceso de desarrollo capitalista especulativo de la era neoliberal y el consumismo desaforado no tienen futuro, pues conducen a un camino sin salida que amenaza la vida en el planeta y nos dirigen hacia una distopía. Por eso, es necesario llevar a cabo una transformación que produzca efectos de largo plazo y que pueda proyectarse desde ahora. Para algunos lectores, esta propuesta puede ser una utopía, pero en realidad se trata más de una eutopía, bajo el criterio de que todo es posible cuando se tiene la convicción y la voluntad de hacer las cosas y sobre todo una conciencia más amplia sobre lo que somos y nuestra misión.
Si una idea no se crea y se trasmite, no existe. Esperamos darle vida a un sueño y confiar en nuestra conciencia, pues constituye un arma poderosa para la transformación y el cambio. Por supuesto, esto solo no genera automáticamente los resultados esperados; también se requiere de la acción social y política, dado que no se trata solamente de un asunto técnico o menos material. ¿Cómo pasar de la propuesta técnica a la acción política? Esta es una pregunta que este libro no aborda, pero queda para posteriores reflexiones.
Este trabajo inició en el año 2017 y estaba muy avanzado cuando se presentó la pandemia de la covid-19. No obstante, resulta claro que este hecho obligará a ocuparse de sus impactos más inmediatos sobre la vida rural y en las ciudades, aunque no dejará por fuera consideraciones de mayor largo plazo. Tomé la decisión de mantener el escrito siguiendo la concepción inicial, pues considero que conserva validez con o sin pandemia. Por ello, se ha incluido al final un epílogo donde se presentan algunas reflexiones sobre la coyuntura actual y pospandémica.
En el mismo sentido, cuando había terminado este escrito tuve conocimiento de la reflexión promovida por la Oficina Regional de la Food and Agriculture Organization (FAO) para América Latina y el Caribe, en cabeza de Julio Berdegué, a la cual no se hace referencia en este trabajo. Allí confluyeron noventa expertos para analizar el futuro de la alimentación, la agricultura y el desarrollo rural en el continente en el contexto de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Como resultado, se publicó una Serie con treinta y tres documentos1. Esa Serie desarrolla temas y análisis más específicos no tratados en este libro. También propone un proceso de transformación rural, pero sigue algunas vías diferentes a las sugeridas aquí y presenta varias coincidencias y complementariedades entre ellas2.
Igualmente, soy consciente de que las trasformaciones rurales-urbanas y todos los procesos señalados en este libro requieren de una lectura con consideraciones sobre el medio ambiente, más allá de la economía, la sociedad y las políticas públicas. Este es un tema pendiente por desarrollar en posteriores reflexiones puesto que permitiría cubrir muchas de las limitaciones de la propuesta aquí elaborada. Por ello, es recomendable abordar las lecturas de textos que han profundizado en ese tema como los de Julio Carrizosa Umaña y otros autores, donde el concepto de ambientalismo complejo tiene cabida, igual que conceptos como el de buen vivir y ecología integral, este último incluido en las consideraciones del papa Francisco en Laudato si’. Claramente, el rediseño de la ruralidad involucra serias implicaciones sobre el medio ambiente y además puede ayudar a sanar parte del daño que le hemos causado a la naturaleza y a nuestras relaciones con ella.
Finalmente, debo reconocer con humildad y como economista, mis limitaciones académicas para profundizar en visiones de lo rural y lo urbano a través de disciplinas como la sociología, la antropología, la psicología, el urbanismo, el ambientalismo, la política, la filosofía, las ciencias básicas como la física y otras. Nuestra visión siempre es limitada y solo espero contribuir con un grano de arena al universo del conocimiento en expansión. Por eso, los lectores deben ser benignos por el abuso de términos económicos que abundan en el libro y entenderán que somos simples aprendices en este universo infinito que tratamos de entender.
No podía cerrar esta introducción sin expresar mis agradecimientos a las personas que tuvieron la amabilidad de destinar parte de su tiempo a leer las notas iniciales o la versión final de este libro. En particular, extiendo mi gratitud a la profesora Martha Alicia Cadavid de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia, quien me hizo sugerencias útiles sobre el consumo en general y la alimentación humana. También agradezco al economista Gabriel Martínez, quien con sus observaciones me ayudó a precisar aspectos diversos del escrito a través de una lectura del primer borrador y de la versión final, las cuales representaron una ayuda para la organización del libro y la precisión de temas. Finalmente, agradezco a Carlos Salgado de Planeta Paz, quien también aportó sugerencias de gran utilidad para mejorar la versión final.
Adicionalmente, doy las gracias por la paciencia de Viviana Otálvaro para diseñar y realizar cambios en los diagramas incluidos en el libro, fue una muestra de que podemos ayudar a los demás sin esperar retribuciones. Muy poco de este libro pudo dar a luz sin la paciencia, la abnegación, la comprensión y la generosidad de mi esposa María Matilde, de cuya grata compañía me he privado durante largas horas por estar dedicado a escribir y leer textos. Sin su colaboración hubiera sido muy difícil dedicarme a estos menesteres. A todos, el universo les retribuirá su gran benevolencia.