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A manera de prólogo

Mi relación con Freud y mi formación como analista

La original caricatura de tapa forma parte de mi historia familiar. Es un cuadro que estuvo colgado en el consultorio de mi padre, el Dr. León Zonis, médico rural en Morteros (provincia de Córdoba), desde que puedo recordar (post amnesia del complejo de Edipo) en los años 50, hasta su fallecimiento en 1974 mientras asistía a un paciente.

La relación de mis padres con el psicoanálisis data de su juventud, ya que mi padre fue condiscípulo de José Bleger en la Facultad de Medicina de Rosario y previamente mi madre fue su preceptora en el Colegio Superior de Comercio.

Es así que en la frondosa biblioteca de casa estaban algunos textos de las primeras ediciones en español de Freud, traducción de Ludovico Rosenthal, libros de José Bleger, algunos primeros números de la Revista de APA, y muchos otros autores sobre temas de psicología y psiquiatría. A mi padre le gustaba escribir sus sueños, los lapsus suyos y de sus pacientes. El más impactante, que a veces recordaba, fue en sus comienzos en el pueblo donde –por ser el único médico que tenía un rudimentario electrocardiógrafo– lo consulta una de las personas más ricas e influyentes de la zona. Imagino su temor a equivocarse, lo que tal vez hubiera significado el fin de su práctica en ese lugar.

El paciente, asustado por sus síntomas, temblaba, por lo cual era muy difícil tomar el trazado, y mi padre le dice: “Por favor no se muera, no se mueva por favor”.

A los 17 años me voy a estudiar Medicina a Rosario, y cerca de mi primer cumpleaños me preguntan qué quería como regalo. No tengo idea por qué respondí: las Obras Completas de Freud, la edición de López Ballesteros.

La residencia de Psiquiatría primero y la jefatura de Residentes después, en el mítico Hospital Evita de Lanús, fundado por el profesor Mauricio Goldemberg y luego con la dirección del profesor Valentín Baremblit, nos dejó una fuerte impronta del psicoanálisis en el abordaje de las problemáticas en Salud Mental. Allí iniciamos la lectura de Freud, con C. Foster y luego con C. Merea.

De la APA se habían escindido los grupos Plataforma y Documento y se había fundado el Centro de Docencia e Investigación (CDI), donde luego de los seminarios en la residencia continué con el estudio de Freud, en seminarios con Rafael Paz, Hugo Bleichmar y otros prestigiosos analistas.

Con compañeros del Hospital tuvimos un grupo de estudio de teoría freudiana con Elizabeth Tabak, analista miembro titular y fundadora de Apdeba, institución que recién comenzaba a funcionar.

Realicé mi formación psicoanalítica en Apdeba, con la segunda camada de candidatos; mi análisis didáctico con Ricardo Avenburg y la supervisión con Jorge Carpinacci (miembros didactas y fundadores de Apdeba) a quienes elegí especialmente, por ser reconocidos como destacados estudiosos de la obra de Freud. En los seminarios estudiamos Freud con R. Polito y J. Carpinacci, y profundicé su obra en grupos de estudio con Jorge Carpinacci y Guillermo Brudny (miembro didacta y uno de los fundadores de Apdeba); también participé de los ricos intercambios en el Departamento Sigmund Freud en la década de 1990 y en los últimos años en el Área de Lecturas Freudianas (ambas en Apdeba).

Desfila ante mí el recuerdo de otros maestros de la institución que tuvieron mucha influencia en mi pensamiento psicoanalítico, desde otras perspectivas teóricas, como Leonardo Wender, Horacio Etchegoyen, Alfredo Painceira, Guillermo Lancelle y David Rosenfeld. Muchos años pasaron desde entonces: estudio, supervisiones, actividades docentes dentro y fuera de Apdeba.

Por qué este libro

A lo largo de las distintas lecturas de la obra de Freud, estudié el “Proyecto” con mis maestros Ricardo Avenburg, Guillermo Brudny y Jorge Carpinacci. Esta inigualable posibilidad y el placer que me despertó su comprensión y la articulación que pude hacer con el resto de la obra fue el motor central de mi motivación.

Por otra parte, y pensando que las futuras generaciones no van a tener ese privilegio, quiero transmitir sus enseñanzas y de esta manera permitir que disfruten, como lo hice yo, de un texto algo difícil de entender en una lectura solitaria, distinto a otros textos donde el autor usa un lenguaje y un estilo más amigable con el lector.

La segunda motivación, entonces, es un reconocimiento a mis maestros.

Finalmente, hace unos años el Dr. David Rosenfeld (también miembro didacta y uno de los fundadores de Apdeba), me pidió que haga una reseña del libro Volver a los textos de Freud, de la Dra. Ilse Grubrich-Simitis, para la revista Psicoanálisis, de Apdeba.1 El libro de esta psicoanalista (exégeta de la obra freudiana), a quien yo conocía por haber leído la “Sinopsis de las neurosis de transferencia”, escrito, al igual que el libro, a partir de la revisión de los manuscritos de Freud, tiene un párrafo en la p. 356, donde señala:

“Ha llegado la hora de integrar en la obra la totalidad de los escritos tempranos de Freud. Como primer paso, incluso sería recomendable un cambio en la nomenclatura. La palabra ‘preanalítico’ tiene inevitablemente una connotación peyorativa, como si todo lo que Freud publicó antes de la génesis del psicoanálisis no valiera la pena por ser, de cierto modo, ciego ante lo esencial.”

Todos aquellos que consideramos la obra freudiana como imprescindible en la formación de un analista deberíamos hacer una lectura de sus textos y no leerlo a partir de otros autores, como actualmente se hace en algunas instituciones.

En relación a la importancia y actualidad del estudio de Freud, nos dice Ricardo Avenburg:

“Mi revalorización de Freud, el Freud que yo enseño y aplico, es un Freud que integra en sí todos aquellos desarrollos posteriores que pude asimilar. Tal vez sea un Freud que empieza a dejar de ser Freud en mí para pasar a ser yo mismo”.

R. Avenburg recordaba que su maestro Enrique Pichon Rivière (uno de los pioneros del psicoanálisis en la Argentina y fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina) siempre decía que “es bueno leer no del principio al final sino empezar por el final y después leer poco a poco para atrás; el principio adquiere otro sentido cuando uno lee algo desde el final.” Esta modalidad le daba la posibilidad de una mayor vigencia teórica al estudio del “Proyecto”.

En la maestría de Psicopatología y Salud Mental de IUSAM de Apdeba, tengo un seminario de “Conceptos Fundamentales de la Teoría Freudiana”, donde dispongo de muy pocas clases, lo mismo ocurrió en los seminarios virtuales de ILAP (Instituto Latinoamericano de Psicoanálisis) donde dicté “Fundamentos de la Teoría Freudiana” (2008-2012), al igual que en los seminarios de Educación a Distancia de Apdeba; en esos espacios me resulta muy difícil estudiar el “Proyecto”, pero de alguna manera su presencia en mi esquema referencial me permite la síntesis deseada en cada uno de los artículos que en él influye. Solo puedo desarrollarlo en los grupos de estudio en mi consultorio donde el tiempo no es acotado por la Institución, ya que así lo requiere dicho artículo.

El encuentro con Volver a los textos de Freud y su rescate de los artículos prepsicoanalíticos fue el empujón que necesitaba para abordar mi propio libro. Así fue que, en el año 2012, le pedí a una exalumna de la maestría en Psicopatología y Salud Mental, la Lic. María Fernanda Iglesias (que tenía mucho dominio de la computadora y demostró gran interés en la obra de Freud), que me ayudase en el tipeo.

Nos reuníamos unas dos horas una vez por semana, y a medida que recorríamos la obra y yo iba hilvanando la síntesis a partir de mis apuntes y escritos de los autores, ella la escribía y reproducía los gráficos. Esto incluía mis explicaciones, lo cual también para ella fue una tarea enriquecedora. Varios meses después que iniciamos este trabajo, la Lic. Iglesias comenzó los seminarios de Apdeba y su tiempo disponible se agotó, por lo cual tuve que continuar esta síntesis solo y allí mi ritmo de trabajo fue más lento y con largas interrupciones. De cualquier manera le estoy muy agradecido, ya que sin su constancia y entusiasmo tal vez hubiera sido mucho más difícil escribirlo. Los gráficos restantes y mis limitaciones en el tipeo fueron resueltos con la asistencia de mi hija Luciana, que si bien es licenciada en Nutrición tuvo la inmensa paciencia de ayudarme. Pasaron años en que intentaba retomar la tarea, y por distintos motivos la dejaba.

Es cierto que mi consultorio y otras demandas personales, docentes o institucionales me insumían muchas horas, hasta que llegó la pandemia. Al disponer de más tiempo, se terminaron las “excusas” para mí y para los que conocían esta situación: Silvia, mi esposa, que todos estos años me preguntaba por qué no terminaba de escribir sobre el “Proyecto”; colegas como la Lic. Gothelf, adjunta en mis actividades docentes, dentro y fuera de Apdeba; amigos de la vida y colegas de Apdeba, como Enrique Alba, Carlos Nemirovsky, José Kuten y Abrão Slavutzky, quien además de gran amigo y compañero de formación desde la época de la residencia del Lanús es un destacado psicoanalista de Porto Alegre; colegas del Área de Lecturas Freudianas de Apdeba, todos ellos estimularon nuevamente mi interés en publicarlo y así es como pude concluirlo, o mejor dicho dejarlo, ya que la sensación es que sigue incompleto.

Las lecturas de otro compañero de la residencia del Lanús y desde entonces amigo entrañable, el Dr. Horacio Rotemberg, y la de otro querido amigo Miguel Leivi, miembro titular y expresidente de Apdeba, terminaron por decidirme a llamarlo al Dr. Daniel Biebel. La opinión de Daniel, a quien respeto mucho por su seriedad profesional y su sólida formación, concretó la edición de este libro.

Mi propuesta consiste en seguir el texto original, respetando los subtítulos y tratar de hacer más fácil su lectura, para lo cual “les iré pidiendo” a mis maestros que nos ayuden en los pasajes donde puedan generarse algunas dificultades. No es una lectura crítica, es un acercamiento lo más fiel posible a la literalidad del texto; cada lector, ya consubstanciado con el texto, podrá hacer su propia lectura crítica al integrarlo con otros desarrollos postfreudianos.

Este es mi primer libro; espero poder, en uno próximo, producto de mis años de docencia, extenderme en otros aspectos de la obra freudiana y así seguir aprovechando lo recibido de mis maestros que, integrado en mi propia experiencia y elaboración, facilite el camino a las nuevas generaciones de estudiosos de Freud. Era necesario poder dejar estos escritos para abordar otros temas que me interesan, no tengo claro por qué me costó tanto superar la ambivalencia de su publicación.

No puedo dejar estas líneas sin mencionar a otros interlocutores que, además de los ya mencionados, están presentes en mis diálogos reales o imaginarios, y a los que me liga un profundo afecto: Clara Nemas, Raquel Berezovsky, Oscar Paulucci, Héctor Ferrari, Alfredo Ortiz Frágola, Abraham Turkenicz. Y con el recuerdo de Pedro Boschan y Miguel Spivacow, dos pérdidas muy significativas para mí.

1. Este resumen fue publicado en el año 2010 en la revista Psicoanálisis, Vol. XXXII, n. 1.

El primer modelo de aparato psíquico

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