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PRIMERA PARTE El guion cinematográfico como producto de la investigación y la creación

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Escribir un guion es una obra literaria y además de las de mayor enjundia. Porque no se suele pensar ni se suele reconocer, pero es igual, te lo digo yo. Un guionista es un tío que inventa una situación, unos personajes, unos problemas, unos diálogos... Entonces ¿qué le falta para ser un escritor? Nada. Ya lo tiene todo (Fernández-Tubau, V. 2012, párr.1)1.

Desde su creación, investigación y escritura el guion cinematográfico de ficción podría, como lo afirmaba el maestro Borau (2012), considerarse una pieza audiovisual autónoma y artística. Con esta hipótesis comienza y se plantea el siguiente estudio, y parte de una pregunta esencial: ¿se considera que la creación y escritura del guion cinematográfico tiene como resultado un producto intelectual, artístico y autónomo?

A partir de la resolución a la pregunta, y desde una investigación académica, se pretende poner en consideración, que en su primer estado un libro cinematográfico, o sea el literario, no solo puede ser calificado como parte de la “producción investigativa y artística académica”, tanto de los docentes guionistas como de estudiantes en sus últimos semestres universitarios, sino que también debe ocupar un renglón relevante como un producto de investigación y comunicación. Si bien, este requiere de todo el rigor investigativo y exigente de la academia, aunque, como en este caso que se trata de la creación de un filme de ficción, el producto final tiene un destino prioritariamente en la industria del entretenimiento, y, no obstante, por su carácter literario es claramente artístico, pero, además, aspira a legitimarse como una pieza audiovisual autónoma.

Habría que, desde este apartado, detenerse para ahondar en esa capacidad, o no, de autonomía que debería tener el guion como pieza audiovisual, esa es realmente la gran pregunta de este libro sobre la narrativa o escritura fílmica, porque más allá de demostrar algo que ya está certificado en la gran mayoría de universidades y escuelas audiovisuales, debido a que después de varias discusiones académicas se aprobó la escritura de un guion cinematográfico como opción de proyecto de grado, o como producto de investigación y creación de docentes y estudiantes investigadores. No, este no es el punto para discutir, lo que lleva a la indagación presente es la posibilidad de considerar que la escritura audiovisual del guion literario pueda no necesitar de la pantalla cinematográfica para ser, si se permite esta licencia, una película sin pantalla que inicia, se desarrolla y finaliza en el papel o en el libro cinematográfico.

Como asesora y tutora acompañante en la creación y escritura de más de treinta guiones de largometraje y un sinnúmero de guiones para corto y mediometraje, a su vez, en escuelas de tan diversa formación como la Universidad Manuela Beltrán, el Politécnico Grancolombiano, la Escuela de Cine Black María, Corporación Universitaria Unitec, el Politécnico Santa Fe de Bogotá, la Pontificia Universidad Javeriana, con sede en Cali, y en el programa de Cine y Audiovisuales en la Universidad del Magdalena, donde actualmente imparto clases como docente de tiempo completo en las áreas de narrativa, dramaturgia y guion, considero posible y, en un primer peldaño, pretendo establecer también unos indicadores temáticos que hacen presencia persistente en estudiantes de las diferentes escuelas colombianas de cine o de comunicación, con énfasis en narrativas audiovisuales.

Este estudio, como producto de una investigación en primera instancia, aspira ser un libro de consulta imprescindible para escuelas de cine y realizadores cinematográficos. Pero, no cabe duda, surge también por un interés personal y por el mismo cuestionamiento que nos hacemos como guionistas y docentes en diferentes escuelas de cine.

Razón por la que en la gran mayoría de análisis académicos acerca de la escritura del guion, sea poco entendible que un docente de narrativa fílmica o un estudiante que realiza para su proyecto de grado un guion de largometraje no pudiera llegar a considerar su libro cinematográfico como un compendio que abarque tanto un producto investigativo, como literario y académico o intelectual.

En algunas ocasiones se ha llegado a dudar de la exigencia de realizar una investigación para la escritura de un guion de ficción, sobre todo en los círculos académicos que, desde la epistemología, consideran que la narración audiovisual de ficción se soporta más en el conocimiento empírico que en el científico. Esta aseveración ha sido motivo de grandes discusiones, que poco a poco se han ido rebatiendo, y aún más si se entiende como principio fundamental que el hecho, relato, anécdota, imagen, noticia o vivencia del que parte un argumento literario o audiovisual, debe sujetarse a los paradigmas o reglas establecidas desde la dramaturgia de esa diégesis o universo que se establece en el momento de proyectar una puesta en escena con un espacio-tiempo determinado y unos personajes que se enfrentan a un conflicto y lo resuelven o no durante ese espacio-tiempo propuesto por el autor del relato cinematográfico.

Probablemente, y debido a que las carreras de producción y realización cinematográfica aún son muy recientes, este mismo cuestionamiento surgió en las diferentes facultades del país, debido a que aún no existía un estatuto o un aval institucional que lo permitiera. Aunque, y finalmente, Colciencias, como la entidad estatal y oficial de apoyo a la investigación académica, creó un apartado en el que la escritura de un guion cinematográfico es considerada como parte de un proyecto investigativo y como un producto artístico. Y si bien este hecho detona un avance para la consolidación de los escritores audiovisuales, apenas es una inicial cognición sobre la importancia, no solo empírica sino científica, del quehacer narrativo fílmico.

El guion cinematográfico como pieza audiovisual autónoma

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