Читать книгу Artrosis & artritis - Aida Cristina Ejarque - Страница 6
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
¿Alguna vez ha observado usted cómo se mantiene de pie, o cómo se sienta, qué actitud adopta su cuerpo cuando está leyendo, o mirando la televisión, o cine, o escuchando una clase, o escribiendo en el ordenador? ¿Qué actitud adopta? ¿Acaso lo piensa? ¿Siente su cuerpo en las distintas actividades? ¿Lo observa? ¿Cómo se ubica en el espacio?
Su cuerpo, ¿«se ubica» o lo ubica usted? ¿Adopta una postura sin que usted sea partícipe? A veces parece que el cuerpo estuviera disociado, que la persona «lleva» un cuerpo de cuyo estado no tiene conciencia, y que ese estado postural va cambiando con el tiempo y se sigue sin tener conciencia del mismo. La estructura osteoarticulomuscular no se adapta del todo bien a las necesidades posturales. Hoy, el ser humano es bípedo, pero ha llegado ahí a través de un proceso de cambios en forma gradual que partió de la cuadrupedia, y así tiene un esquema postural ancestral que cuesta revertir, de tal modo que a veces observando a la gente se pueden ver bípedos tan inclinados que tienden a la cuadrupedia. ¿Se darán cuenta los dueños de esos cuerpos?
Caminan. Con la cabeza hacia adelante, o a veces con los pies por delante y el resto del cuerpo siguiéndolos. Y a veces los pies no se mueven, son como de madera, o las rodillas permanecen en semiflexión y tampoco se mueven al caminar. ¿Se darán cuenta?
La falta de consideración del cuerpo como parte de uno mismo, el determinismo cultural, que separa el cuerpo del todo que es el ser humano, no sólo con relación al tiempo, sino a las vivencias, al trabajo, hace que muchas veces no se repare en el cuerpo hasta que sobreviene el dolor.
El dolor es implacable. Duele, y esto hace recapacitar. Pero se necesita llegar al dolor. ¿Es necesario llegar al dolor?
Si la buena postura es la relación adecuada de las distintas partes del cuerpo, de tal modo que casi no se necesita esfuerzo para mantenerla, es lógico que se sienta (el cuerpo en buena postura) como un estado cómodo y relajado; el cuerpo está en equilibrio. Pero la postura es un patrimonio personal, se va haciendo con el tiempo, se va esculpiendo, dibujando en el cerebro a partir del trabajo, las emociones, los hábitos. Así existen distintos mode-los posturales, o sea, modelos en los cuales la postura normal está alterada en estos casos, como cuando se somete el cuerpo a posiciones indebidas, los músculos aumentan su tensión, se fatigan, los ligamentos se alteran, las articulaciones sufren.
Y entonces el cuerpo protesta en su propio lenguaje: el dolor.
Ya en los colegios la postura de un alumno no importa demasiado. No se tienen en cuenta los muebles, la ubicación de la pizarra con respecto al alumno, ni otros factores fáciles y poco costosos de solucionar, pero que dificultan el logro de una postura correcta, y provocan dolores y/o deformaciones corporales o agravan las ya existentes. Hay una falta de conciencia tanto de la importancia que tiene la corrección de dichos factores, como de la necesidad de enseñar en los colegios principios básicos de postura y movimientos, para que al ser incorporados aprendidos en la infancia, se prevengan vicios posturales en los mayores.
La propuesta es: El cuerpo debe ser trabajado, y los ejercicios deben ser adecuados, pensados, sentidos e incorporados a la postura global, para luego incorporar todo lo aprendido a las actividades cotidianas. Para esto, cada sesión de trabajo corporal no puede durar menos de una hora, aunque sólo se realice una vez por semana, pero la ejercitación debe prolongarse en el tiempo, para lograr el aprendizaje y el automatismo de lo apren-dido. Además, es conveniente el trabajo en grupos reducidos, y en casa, más que repetir ejercicios, se debería modificar lo inconveniente en las actividades cotidianas.
De este modo, la reeducación siempre resulta eficaz. Con tiempo, paciencia, conocimiento y criterio para aplicarla, se pueden lograr respuestas muy alentadoras.