Читать книгу Pastillas rosas - Aitor Artetxe - Страница 5
VIENEN A BUSCARME
ОглавлениеNo hay Sábado Santo sin Domingo de Resurrección. La noche de ayer resuena en mi cabeza. Una resaca terrible empuja las olas de vuelta hacia el mar y anuncia que hoy habrá temporal. Cierren bien puertas y ventanas que el viento sopla fuerte. Mis neuronas se esfuerzan por recordar algo, pero fracasan en el intento. Solo hay vacío. Imágenes confusas y huecos donde la pintura está descascarillada, huecos que me encargaré de pintar como buenamente pueda para contar la historia que a mí me interese. Nada nuevo.
Me retuerzo entre almohadas y cojines y me coloco el edredón como un burka que solo deja entrever mis ojos todavía legañosos y sin desmaquillar. Nunca me siento con las piernas colgando del borde del colchón porque algo dentro de mí
todavía tiene miedo a ese monstruo que vive debajo de las camas de los niños para tirar de sus tobillos y devorarlos ante el más mínimo descuido. Si tuviese el valor y las ganas de levantarme de esta cama, de salir de este refugio donde las murallas no son más que sabanas arrugadas, cogería el ordenador y dedicaría el resto de mi día a ver documentales extraños en Netflix, esos que no tienes ni idea de lo que te están contando, pero que consiguen arrebatarte hora y media de tu vida. Pero como de costumbre, todo parece indicar que hoy la cama le ha ganado la partida a mi otro gran amor de suscripción mensual.
Joder, cómo me duele la cabeza. Alargo el brazo para alcanzar el móvil que está en la mesilla, compruebo con sorpresa que todavía tiene batería suficiente y pongo el modo aleatorio a ver si un poco de música me hace volver al mundo de los vivos. Alcanzo la cajetilla de tabaco, coloco el último cigarrillo entre mis labios y lo enciendo sin pensar, como un autómata que ejecuta su cometido con precisión. Inhalo. Exhalo. Floto. Una luz cegadora inunda mis recodos. Empiezo a nadar sumergido en una nube de nicotina. Siento como alguien susurra mi nombre. Bajito. Muy bajito. Casi no lo escucho. Los primeros acordes de Space Oddity de la Bowie empiezan a sonar.
Ground control to Major Tom... Ground control to Major Tom, take your protein pills and put your helmet on...
De pronto y sin previo aviso, estoy en una nave espacial, vistiendo uno de esos trajes plateados que siempre he visto en las películas de ciencia ficción. No, espera. Lo pienso mejor y me visto con un ajustado traje de látex rojo, uno como el de Britney en el videoclip de Oops!... I Did It Again. Ahora sí. Estoy preparado para esta aventura interestelar. Bajo mi cargo, un módulo de control con miles de botones de todos los colores y tamaños esperando a ser pulsados para efectuar su función. No tengo ni idea de para qué sirve cada uno y no hay tripulación a bordo que pueda indicármelo. Hay batallas que se libran solo y esta misión interplanetaria parece ser una de ellas. Por alguna extraña razón, esto no me preocupa lo más mínimo. Me siento seguro entre estas paredes de latón. Desde aquí arriba la tierra no es más que un minúsculo punto azul en medio de la negra inmensidad, una pelota de playa NIVEA en un gigantesco mar de petróleo.
Now it’s time to leave the capsule if you dare...
Asusta un poco, pero de algún modo consigue sacarme una sonrisa. Es una sensación extraña que recorre todo mi cuerpo, una corriente eléctrica que parece reavivar todo aquello que creía muerto. Puede que el universo me esté intentando decir algo, pero habla en un idioma raro y todavía no soy capaz de entenderlo. Siento ese cosquilleo en las puntas de los dedos, esas mariposas en el estómago, esa sensación de estar llegando a tu destino tras un largo viaje. Frente a mí, el espacio exterior. Un cielo libre de contaminación lumínica donde las estrellas brillan como nunca antes había imaginado y los cometas dejan estelas con forma de rayo (azul y rojo) a su paso. Se me pasa por la cabeza la idea de abrir las compuertas y lanzarme para agarrarme a ellas. Un imponente señor Ziggy Stardust saluda mientras baila enfundado en su mono tricolor de Yamamoto, hasta las cejas de polvo estelar y cocaína.
I’m stepping through the door, and I’m floating in a most peculiar way, and the stars look very different today...
Aquí arriba no parece haber responsabilidades que generen ansiedad, todo está en calma. Tan solo se divisa un inmenso vacío que resulta tan aterrador como excitante. Solo hay que dejarse llevar mientras te adormeces flotando en este vacío gravitacional. El ruido blanco que resuena en mi cabeza a diario parece haberse apagado, ha cambiado de frecuencia. Ahora me doy cuenta de lo ciego que he estado. Lo tengo más claro que nunca, aunque solamente vea la oscuridad más absoluta. Un decorado pintado de negro elemental. Estoy más lejos de todo lo que se supone que es importante para mí, de todo lo que se supone que conforma mi vida, de todo lo que debería hacerme sentir vivo y, sin embargo, es ahora cuando siento que mi corazón late al ritmo que le pertenece.
Ground Control to Major Tom, your circuit’s dead, there’s something wrong...
Siento que este es mi lugar, que al fin lo entiendo todo, que al fin lo veo, que al fin me han encontrado. Han venido a por mí. Siento que he llegado a casa. Mis ojos buscan alguna estación espacial a la que poder dirigirme. Un hogar al que poder acudir, tocar la puerta y reunirme con aquellos que ni siquiera sabía que había olvidado. Tantos años luz para darme cuenta de lo que siempre he sospechado. Resulta que sí que hay vida en mí, porque siempre hubo vida en Marte. Una vida diferente, una vida que quizá todo el mundo no la entienda como tal. Pero una vida que siento que encaja en mi dedo como un anillo de Saturno. Los veo a todos ellos al fondo del pasillo de esta nave. Me esperan.
Can you hear me Major Tom?...
Cuando sin previo aviso entramos en una zona de turbulencias interdimensionales producidas por un portal espacio-temporal, todo parece derrumbarse de nuevo. Ya no veo nada ni a nadie. El pasillo ha desaparecido. Ellos se han esfumado. Stanley Kubrick tira el guion de su última película al cubo de basura y abandona la sala. Ladro como Laika en el preciso momento en el que se dio cuenta que iba a morir. Un ruido atronador me hace llevarme las manos a las orejas y gritar del dolor. No puedo soportarlo. Puede que sea un meteorito pasando cerca de nuestra nave o puede que sea el miedo de haber estado tan cerca de llegar a entenderlo todo. Supongo que este es el sonido que produce la decepción de ver una vez más cómo casi lo tengo todo y acabo teniendo nada.
Todo se detiene una vez más. Y me quedo aquí atrapado. Simplemente siendo. Estando. Respirando. Flotando. Atrapado para siempre en este viaje a ninguna parte.
Far above the moon, planet Earth is blue, and there’s nothing I can do.