Читать книгу X ha muerto - Alaine Agirre - Страница 12

3

Оглавление

El teléfono no para de sonar durante toda la mañana. Será mi madre, porque hoy no he pasado por su casa. También estarán llamando del trabajo, porque hoy no he aparecido. También habrá llamado algún estafador haciéndome saber que me ha tocado un viaje al Caribe. El teléfono no deja de sonar toda la mañana y yo no me he levantado.

Estoy en la cama. Con X. Le miro durante horas, sin que él se dé cuenta. Miro su rostro queriendo fijar en mi memoria cada curva cada peca cada arruga pestaña mancha, para siempre. Le acaricio el pelo, pero no se despierta. Después humedezco con mis besos sus labios, párpados, nariz, cuello, pecho, ombligo, el camino que tanto amo y que lleva hacia su sexo (mientras sus pelillos me hacen cosquillas en los labios y la lengua), el propio sexo, los muslos, las rodillas, las rodillas, las rodillas… pero no se despierta. Más tarde levanto su brazo y lo coloco sobre mí, como si me abrazara, y permanezco así unas horas más, pegada a él, dentro de su abrazo, en su abrazo, en él. Y a pesar de todo, no se despierta no se despierta no se despierta.

El teléfono vuelve a sonar, las agujas del reloj no dejan de avanzar y yo no quiero más que quedarme así, en el paréntesis sin tiempo de la eternidad, como estoy ahora mismo, en el regazo del abrazo de X, sin llorar, sin saber que X está muerto, aunque lo sepa. No quiero más que quedarme así, despierta pero dormida, olvidada de que más allá de esta cama existen el mundo el viento el humo el tiempo el trabajo la música la gente los barcos la vida, sabiendo que estoy con X pero sin pensar en nada más; sin pensar que ya no es X quien me abraza sino un cadáver que empieza a descomponerse; sin pensar que tendré que decírselo a su madre, o llamar a una ambulancia, o a quien haya que llamar en estos casos, aunque ahora mismo no sé a quién tengo que llamar; sin pensar en muertos y en quehaceres; sin pensar en qué hacer con su cuerpo, si incinerarlo o enterrarlo; sin pensar que X está muerto y que, por tanto, ya no está, ya no es, ya no permanece en la cama, a mi lado, conmigo, sino en otra parte, en cualquier lugar o tal vez en ninguno.

Y no puedo levantarme. No puedo alejarme de su cuerpo, no puedo dejarlo, no puedo abandonarlo. No puedo levantarme de la cama. No puedo coger el teléfono que suena. No puedo llamar a nadie. No puedo levantarme de la cama, despertarme de esta pesadilla.

Y pienso que querría quedarme así, dormida. Como él.

X ha muerto

Подняться наверх