Читать книгу X ha muerto - Alaine Agirre - Страница 17

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Estoy en la bañera, sentada, desnuda, rodeando con los brazos las piernas plegadas. Con la cabeza entre las rodillas. El agua caliente me cae sobre la espalda. En otro momento, en otra vida, habría sido agradable esta caricia del agua caliente deslizándose sobre mi piel fría, después de haber permanecido no sé cuántas horas llorando sobre el suelo del baño, hasta convertirme casi en una baldosa fría: mímesis (o hasta morirme ahí mismo de frío de deshidratación de hambre). Pero ahora me da lo mismo, ya no siento ni el agua caliente. No siento más que este dolor que poco a poco, disimuladamente, me está comiendo por dentro, este tormento que me corroe las entrañas, que mastica mis órganos y, aunque no se ven, siento navajas que se me clavan en el vientre, una pierna de elefante que me aprisiona el pecho, una soga en el cuello que me roba la respiración y que me va ahogando, y arena en los ojos, en estos ojos ya resecos después de tanto llorar.

La voz cascada. Los ojos marchitos.

Pero mi interior llora, se me desgarran las tripas.

Y en un momento la veo. Bailando en el agua, como una delgada serpiente que nadara en la superficie: la sangre. Al principio pienso que ese chorro de sangre que nada en mi interior ha encontrado un orificio y que sale hacia fuera, lejos de este cuerpo purulento. Luego me doy cuenta de que no, que es otra cosa: la regla.

Y entonces me doy cuenta de que esas gotas de sangre han venido para decirme que ya nunca podré ser la madre del niño de X.

X ha muerto

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