Читать книгу DeMente 2: Dos cabezas piensan más que una - Alberto Montt - Страница 12
¿Qué tan inteligentes eran los dinosaurios?Daniel Álvarez
ОглавлениеEl biólogo inglés Sir Richard Owen ofreció una famosa conferencia en 1841 en la que dio a conocer la existencia, en un pasado remoto, de increíbles y gigantescas criaturas a las que nombró como “dinosaurios”, un término que, según su origen griego, significa “lagarto terrible”. Desde entonces, estos animales han fascinado a personas de todas las edades, quizás, porque dan la sensación de pertenecer a un mundo fantástico.
Hollywood también se ha inspirado en estos misteriosos reptiles y en 1993 estrenó la película Jurassic Park, del director Steven Spielberg, cuyo debut obtuvo una de las mayores recaudaciones de la historia del cine. Pero más que su cuantiosa taquilla, este filme ha marcado hitos por sus sorprendentes efectos especiales, tanto digitales como de animatronics, con los que se revivió a estos gigantes. “Es lo más cercano a un dinosaurio viviente que he visto en mi vida”, dijo el paleontólogo Jack Horner, quien asesoró a la producción.
En Jurassic Park, los dinosaurios volvían a la vida gracias a la clonación de células y a un mosquito del pleistoceno, fosilizado en ámbar, que aún contenía vestigios de la sangre de los gigantes. En la vida real, también los restos fósiles han permitido al mundo científico conocer sus remotos secretos. Uno de los grandes misterios es cómo se desenvolvían en su medio y cómo lograban sobrevivir ante las adversidades de su ecosistema. Por eso, una de las preguntas que persiste en torno a estos colosos es: ¿cuán inteligentes eran?
Un grupo de científicos de las universidades de Cambridge y Oxford, Reino Unido, liderados por Martin D. Braser, publicó en 2016 un estudio que podría dar respuesta a esta pregunta. El trabajo se hizo tras el descubrimiento de la cavidad craneal de un dinosaurio iguanodonte –un herbívoro de 10 metros de largo que vivió hace 133 millones de años–, de la cual se pudo rescatar el cerebro fosilizado. El hallazgo se hizo en una zona de sedimentos fluviales en Wealden, Reino Unido, y se trató de un hecho muy excepcional, ya que el cerebro y sus estructuras son altamente frágiles y propensas a la descomposición ante elementos como la tierra y el agua. Las condiciones para su conservación y fosilización son muy raras: el animal tuvo que morir y ser cubierto inmediatamente por barro y sedimentos como los del fondo de un río o de un lago para así quedar aislado del oxígeno y las bacterias que pudieran desintegrarlo. Pero incluso en estas condiciones, existía una gran probabilidad de que este tejido no se hubiera conservado.
En una primera etapa, los investigadores calcularon el Cociente de Encefalización, que estima la posible inteligencia de un animal. Este índice establece una relación entre el volumen de la cavidad craneal y el peso corporal. Los humanos tenemos la cifra más alta de todos, que oscila entre 7,4 y 7,8. Nos siguen los delfines con un índice cercano al 5,5.
Antes del hallazgo en Wealden, se estimaba que el cociente de los dinosaurios podría estar en 1,4, es decir un poco más que el de un perro. Esto se vio reforzado gracias a los descubrimientos del análisis del cerebro fosilizado, que demostró que estos enormes animales exhibían una inteligencia al menos superior a la de sus parientes vivos más cercanos, los cocodrilos modernos, los cuales se quedan atrás con un índice de 1. Pese a ello, los cocodrilos son capaces de realizar procesos sociales y de supervivencia complejos, como cuidar a sus crías, acción que pocos reptiles realizan.
La cavidad craneal del iguanodonte fue sometida a pruebas de microscopia electrónica y de tomografía computarizada (escáner usado en tratamientos médicos), las cuales permitieron revelar detalles hasta ahora inesperados sobre las meninges, tejidos membranosos que recubren las paredes del cerebro. Se observó, por ejemplo, que estas tenían similitudes con las de los cocodrilos. Además, se descubrió que la parte anterior del cerebro, donde está ubicado el hipotálamo, estaba bien definida y desarrollada, lo cual apoyaría la idea de que estos animales cuidaban de sus crías hasta una avanzada edad, posiblemente en parejas, y que vivían en grandes grupos.
Los análisis permiten aventurar que los iguanodontes incluso podían comunicarse por medio de la realización de vocalizaciones, como se ha demostrado en algunos descendientes del mismo grupo, los hadrosaurios o dinosaurios pico de pato, que tenían cavidades craneales que les permitían emitir este tipo de sonidos, lo que demuestra un nivel comunicativo mucho más complejo de lo esperado.
Estos descubrimientos revelan desconocidos rasgos de la vida de estos gigantes que poblaron nuestro planeta hace 200 millones de años. Saber más sobre la enorme diversidad de seres vivos que han habitado la Tierra ofrece una lección de humildad que nos recuerda que somos una especie más de las muchas que han prosperado en el mundo, durante el tiempo que les tocó vivir.
GLOSARIO:
Cociente de encefalización: es una estimación aproximada de la posible inteligencia de un animal. Se define como el cociente entre la masa del encéfalo y lo que se esperaría encontrar en un animal de similares dimensiones.
Hipotálamo: estructura cerebral que se localiza bajo del tálamo en el diencéfalo, entre ambos hemisferios cerebrales. Integra la información proveniente de diversas regiones cerebrales y la médula, participando en varias funciones, como: el control del flujo sanguíneo, la regulación del metabolismo energético, la reguilación de la actividad reproductiva y la regulación de los estados fisiológicos, como la temperatura, el ciclo de sueño, y otros.